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PRE-HISTORIA DEL CRISTIANISMO

 

 

HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO.

 

HISTORIA Y FUNDACIÓN DEL REINO DE DIOS

 

1. Orígenes.

Así pues, todas las cosas que nos afectan y componen la Historia de la Plenitud de las Naciones tuvo su principio en otro Mundo, en otro lugar del Universo, en un Mundo situado más allá de las estrellas de los Cielos, justo en el corazón del reino de las galaxias. Allí justamente en el centro de su Creación se creó Dios su Mundo; el Mundo desde el que bajó su Hijo al nuestro y al que regresó tras su Resurrección.

Muchas veces lo dijo el Hijo de Dios, pero sus palabras no encontraron oídos que le prestaran atención ni inteligencia que comprendiera su mensaje. Una de las veces que con más claridad habló sobre su Mundo de procedencia lo hizo en presencia de Poncio Pilatos. “Mi Reino no es de este Mundo, si de este mundo fuera mi Reino mis ministros habrían luchado para que no fuera entregado a los judíos, pero mi Reino no es de aquí”.

En otras ocasiones Jesús volvió al tema de su Procedencia y no dudó en dejar claro que El era de otro Mundo, que había dejado su Mundo y había bajado al nuestro para liberarnos de la Ignorancia y conducirnos a la Sabiduría. En el Tercer Capitulo del Corazón de María toqué el tema del Origen del Cielo, ese Mundo del que viniera el Hijo de Dios. Intenté traer a la memoria en la medida de lo posible sus Crónicas y le seguí la pista a sus Guerras hasta el punto que nos afecta directamente a nosotros.

Creo haber dicho entonces que Dios creó el Mundo desde el que nos enviara a su Hijo para ser su Casa, su Patria, su País, su Propiedad, su Paraíso. Y lo creó en todo a su medida y a su gusto. Por fronteras le dio el Orto que vuela sobre las alas del Infinito, por futuro le dio la Mañana que siempre amanece y vive para siempre en los ojos de la Eternidad. Es decir, lo creó a imagen y semejanza de la Idea que bullía en su Mente sobre la Naturaleza y Constitución del Nuevo Cosmos que se disponía a levantar inmediatamente después de finalizar la creación de su Mundo.

La Idea del Cosmos que Dios tenía en Mente antes de meterle mano a la Realidad Universal podemos definirla mediante dos notas principales; una, expansión ad infinitum de sus fronteras; y dos, evolución ad eternum de su futuro. Decidido a ser el Origen de esta Nueva Realidad Universal, fruto de la fusión del Espacio y el Tiempo en un Núcleo material, centro geográfico del Nuevo Cosmos, Dios le dio a ese Núcleo un cuerpo, lo dotó de una naturaleza propia, con su propia especificidad singular, única e irrepetible.

Nacido para ser el corazón geográfico de su Creación, el punto de intersección entre los dos vectores increados, Infinito y Eternidad, Dios materializó su existencia y dotó su cuerpo de la Indestructibilidad natural a su propio Ser. También de la capacidad de crecimiento material connatural al Espacio y al Tiempo. Aquel Mundo iba ser su Mundo, su Casa, su Patria, su Paraíso, su Propiedad, su País, su Tierra, su Todo, lo que EL nunca tuvo. Dios fue siempre un nómada en la Eternidad, un aventurero en el Infinito. Ahora se iba a crear lo que nunca tuvo, su Casa, su Mundo, y lo iba a crear sin límites de medios ni falta de imaginación.

Y así lo hizo.

Cómo lo hizo no importa. En el caso de la creación de nuestro Universo el Cómo sí importa. En la Introducción a la Cosmología del siglo XXI toqué este tema. En la Historia de Jesús dije que ya tendremos la vida eterna entera para conocer este Mundo sobre cuyo Origen estamos tratando en este libro. Lo cual me lleva a declarar lo que declaré ya antes en alguna otra parte, que hay cosas que están dentro de nuestra esfera de conocimiento y otras, como el Nacimiento del Padre y del Hijo, y la creación de este Mundo nacido para ser la Patria de su Creador, que escapan a la comprensión física de nuestra inteligencia.

Afirmar al estilo de los antiguos, aunque ellos prefirieron que los llamasen modernos, que lo que no podemos comprender no existe, es una declaración de guerra a Dios. Somos criaturas, animadas con inteligencia en razón de la Inteligencia de quien nos creó, y a pesar de haberle dado nuestro Creador por límite a nuestra inteligencia su Omnisciencia no debemos olvidar que hay cosas que están más allá del dominio de las ciencias físicas, que únicamente a la experiencia vital le corresponde su existencia. En este caso hablamos de Sabiduría. El error, principio de la locura de los antiguos, por mucho que ellos exigiesen que se les llamase modernos, fue querer someter la Sabiduría a la Ciencia.

Entonces, y para no perdernos, levantó Dios en el corazón de su Mundo un Monte. Y en su cumbre se edificó una Ciudad. Pero sabiendo que no son doce muros los que hacen una Casa, sino los que viven dentro, soñó con Hermanos, Amigos, Hijos. Tal es el origen de los dioses del Cielo.

Pasó luego que Dios engendró de su Ser; y en la Paternidad halló su mente y su corazón la felicidad perfecta. Les presentó su Hijo a los dioses y éstos le adoraron.

Al cabo comenzó Dios a crear el Universo. Las Galaxias pusieron sus campos de estrellas al servicio de su Señor, desde las cumbres de sus cordilleras lejanas ríos de soles se abrieron paso por las llanuras siderales. Como quien al caudal impetuoso, fresco y alegre le da por cabeza de máquina un frente de onda gravitatoria aquellos lechos luminosos comenzaron a bajar desde todas las alturas del Cosmos.

Este es el origen del Universo. Como cuerdas gravitatorias arrastrando un tren de soles de todas las magnitudes y colores aquellos ríos de estrellas desembocaron en el océano de las constelaciones de los Cielos. Y así fue el Universo creado.

 

2. Los dioses antiguos

Conforme el tiempo fue pasando el Cielo se transformó en un Reino, el Reino se transformó en Imperio. La Casa de Dios se llenó de hijos, todos hermosos, todos príncipes, cada uno de ellos rey de su Pueblo. Pues creado el Universo, Dios sembró la semilla del Árbol de la Vida en sus aguas, y de sus profundidades constelacionales la Vida le concibió un Mundo, dos Mundos, tres Mundos, cuatro Mundos, y hasta Cinco fueron los Mundos creados antes del Sexto Día de la Primera semana de la Creación. Al Sexto creó Dios al Hombre.

Este es el origen de los hijos de Dios, los dioses de muy antiguo.

 

 

3. La Cuna del Hombre.

Fueron Cinco los mundos que crió Dios y guió de sus lugares de origen en el Universo a su Mundo, a su Paraíso. El Hombre no había sido aún creado. Ni estaba aún en la Mente del Creador la idea del Hombre.

A quienes se preguntan si hay vida en el Universo le diremos que sí; estamos nosotros. A quienes se preguntan si hubo vida antes de nosotros, les diremos igual, sí, no hemos sido los primeros ni seremos los últimos. Si entonces nos preguntan en qué estrella, en qué parte de los Cielos moran esos otros Pueblos del Universo, les diremos que tienen sus Moradas en el Mundo que Dios se construyó para sí, el que está Arriba y en el Centro de su Creación. También nosotros tendremos nuestra Morada en ese Mundo, indestructible, y allí Arriba nos veremos todos y compartiremos la vida eterna para la que fuimos creados. Sin embargo noticias obligan, así que del Futuro volveremos al Pasado, a los Días cuando el Infierno sembró la semilla de la Guerra en el Paraíso.

Fueron dos las Guerras Mundiales que arrasaron el Paraíso, mas el Cielo nunca fue conquistado. Las grandes batallas por el Trono del Rey de reyes y Señor de señores están escritas en el Libro de la Vida; en sus páginas se describen cómo los Hermanos y los Hijos de Dios que se mantuvieron fieles a la Corona del Unigénito destrozaron la fuerza del Eje de los Rebeldes, abrieron el Sello de la Fidelidad y los mismísimos elementos de la Naturaleza se pusieron al servicio de sus Brazos, bellos, invencibles, sabios y fuertes. Como quien le toma prestado al relámpago el resplandor y con sus destellos en los ojos avanza contra las tinieblas, o como quien al trueno le da por tienda su garganta y convierte el cielo de su boca en el firmamento por el que corre el caballo de los vientos, o como quien por látigo le pide prestado al rayo su misterio y con sus cuerdas eléctricas golpea el lomo de la Bestia, así, así fue el contraataque masivo y fulminante de los Príncipes del Cielo contra las huestes del Infierno que, en ausencia de Dios, se habían alzado contra su Imperio.

Dos veces el Dragón fue reducido y capturado; y otras tantas fueron perdonados los Rebeldes. Pues en su amor de Padre creyó Dios que con el tiempo sus hijos rebeldes cambiarían y conforme crecieran y maduraran esa tendencia a hacer la guerra se apagaría. Mas viendo que los hechos ocurridos urgían de Él una toma de decisiones revolucionarias: al Sexto Día de la Primera Semana de la Creación del Universo concibió Dios al Hombre en Su mente .

 

4. La Luz.

Creó Dios nuestro mundo haciendo emerger del seno de las aguas del océano estelar los Cielos. Luego creó la Tierra. Pero primero fue la Idea.

En su Omnisciencia el Creador no hace nada sin tejer antes en su Inteligencia el Edificio a construir. Primero planea, resuelve, tira líneas, calcula, supera problemas, despeja incógnitas, ve en movimiento virtual el fin al que tiende su proyecto, se deja llevar por su Sabiduría y luego pasa a la acción. Confía en su experiencia para mantener bajo control todos los procesos. Si sobre la marcha algún elemento parece que se le escapa de las manos actúa en consecuencia, improvisa, toma las decisiones al caso y, sin desfigurar la Idea, mantiene el movimiento en la dirección original establecida.

Así pues, creó la Tierra en las fronteras del Cosmos, lejos del Cielo y de los Cielos, en las Tinieblas. Le dio a la Tierra por esposo el Sol y por hermanos y hermanas los Planetas.

Sol, Tierra y Luna, y toda la familia planetaria, fueron creados de un único núcleo.

Creada la familia solar abandonó Dios la Tierra en las Tinieblas a aquella soledad tan total y absoluta que la causara sentirse confusa y vacía, según nos lo cuenta en su Libro. Pues pasó que, contra toda expectativa, cuando fue a la Tierra a la que le hizo todas las promesas de futuro, su matrimonio con el Sol firmado desde el mismo Origen, sellado con besos en la Cuna, Dios se llevó a toda su familia lejos, muy lejos del Abismo cubierto por las Tinieblas, y la abandonó a ella, la Tierra, a merced de las fuerzas del Abismo. La oscuridad gélida de una soledad invencible se le metió a la Tierra en los huesos, y de frío los dientes le castañearon.

Ay la Tierra, nacida entre promesas de maternidad a la luz de risas, aplausos y exclamaciones de los hijos de Dios. Bella en su desnudez, hermosa en su pequeñez. Ay el sueño concebido para ella, como el del niño que vive del sueño de su madre mientras se tejen sus huesos y su carne. Ay del sueño aquél. El frío le helaba los huesos, los vientos que recorren las Tinieblas sacudían su carne trémula. Ay mi sueño, ay mi vida, que se me ha ido mi Dios y me ha abandonado en las Tinieblas sin nadie que me defienda. ¿Por qué me has abandonado, Dios mío? ¿Por qué me prometiste el océano, porqué me hiciste soñar con el Este, el Oeste, el Norte y el Sur, porqué me soñaste madre de tantos hijos, mis manos con alas, mis cabellos coronados por diadema de nubes preñadas de vida, mis pies de nieve respirando primavera sobre verdes valles, porqué me alimentaste con miel si me tenías destinado por alimento este veneno agrio y espeso? Ay que me muero, ay que prefiero la muerte a vivir sin tu sueño.

Así que cuando su Gran Espíritu regresó a buscarla la Tierra estaba confusa y vacía porque El no aparecía por ninguna parte. Cuando regresó, la Luz se hizo. Fue así.

Extendió Dios un campo de fuerzas que rodeó la Tierra y su superficie se transformó en un mar de lava viva. Estamos hablando de la Fusión de la Corteza Primaria de nuestro planeta. De las entrañas de aquel mar de lava viva surgió la Atmósfera Primigenia. Al cabo la corteza terrestre se enfrió y aquella atmósfera se convirtió en un Manto de Hielos que cubrió la esfericidad entera de nuestro planeta de polo norte a polo sur. Tal Manto de Hielos era “la luz”.

Este es el origen de la escalera de los elementos naturales. (En la Introducción a la Cosmología del siglo XXI el tema de la Física Creadora de la Biosfera se toca con la profundidad debida). Esta es la Historia de la Tierra.

 

5. El Firmamento.

El abrazo del Omnipotente. Oh, el cálido abrazo del Omnipotente. El calor de tus músculos, oh Dios, es el calor del primer beso entre los esposos vírgenes, el calor de la primera palabra del padre a su bebé, envuélveme en tu aliento, Dios mío…Ay la Tierra, cuántos versos, cuántas líneas escribió en su soledad, cada una una paloma blanca cruzando las aguas en busca de la ramita de olivo que le mantuviera viva a Noé la esperanza. ¡Su alegría, su corazón desbocado, su pulso desatado, sus nervios vibrantes el día que la luz del Gran Espíritu de su Creador brilló fulgurante, atravesando el campo de las galaxias a la velocidad del pensamiento! Su Voz cálida, su Verbo tierno, ay hermanos y hermanas, me muero por rociar mis orejas con el bálsamo del eco de sus cuerdas, cuando su Palabra rompa el Silencio.

Y así fue. El Gran Espíritu regresó, la abrazó, se la comió a besos, le habló, y su Confusión desapareció al momento.

Envuelta en aquel Manto de Hielo forjado a temperaturas bajo ceros absolutos, Manto de Hielos producto de la Fusión de la Corteza Primaria y Sublimación de la consecuente Atmósfera Primigenia, separó Dios a la Tierra de las Tinieblas y la introdujo en los Cielos. La condujo al encuentro del Sol y los Planetas. En el calor del encuentro el hielo se derritió y se transformó en Aire y Agua. Bajo el Firmamento que separó Aguas de Aguas, los dos bloques de hielo comenzaron su repliegue hacia los polos Norte y Sur. Y desde entonces el Firmamento sigue ahí, separando las Aguas de los mares de todos los días de las Aguas gravitatorias que llenan el espacio exterior.

El Firmamento en el Verbo del Génesis es la Atmósfera resultante de esta manera creada. Firmamento al que llamó también “cielo”, el cielo de todos los días, azul, rojo, blanco, amarillo, naranja, violeta, púrpura. Firmamento sobre cuya arquitectura ya tendremos tiempo de entrar, y hablando de la cual tocamos su génesis, dejando para otro sitio los fundamentos de la Biosfera, fundamentos que han de conducirnos a la definición de los elementos constitutivos de la Ecosfera. 

 

6. La Mano de Dios.

Siguieron bajando las aguas del océano madre bajo el Sol. Y continuaron bajando hasta alcanzar el nivel de los mares. Entonces, cuando las aguas se retiraron para dejar que la Vida siguiera su curso, la huella de la Mano Creadora quedó grabada en la piedra de las dorsales oceánicas, y sobre la superficie de la huella de sus cinco dedos el árbol de las especies echó sus raíces.

Este es el origen de la vida en la Tierra.

 

7. El mundo de las aves.

Los mares se llenaron de criaturas, tantas que no cabían en la inmensidad de aquéllas aguas que le daban la vuelta al mundo. El nivel de las Aguas que estaban debajo del Firmamento siguió bajando y por tanto la presión subiendo. Entonces el Árbol de la vida atravesó la frontera entre el agua y el aire y el firmamento de los cielos se llenó de criaturas con alas y picos. Otras ramas tocaron tierra firme directamente del agua a la tierra; pero el mundo era de las aves, que ponían sus huevos en tierra y se extendían tierra adentro hasta los confines de las cordilleras. Así que cuando los anfibios comenzaron a internarse más allá de las orillas y se dieron por alimento huevos de aves prehistóricas la necesidad de vigilar la propiedad generó la transformación revolucionaria de las alas en brazos.

Este es el origen de todas las bestias que paren.

 

8. Los hijos de Dios.

Vive que evolucionando crecieron los hombres y sus familias en los bosques, desde cuyas fronteras con el mundo de los Dinosaurios vieron bajar del cielo a los dioses. Los hijos de Dios se distinguían de las demás criaturas porque caminaban sobre sus piernas. Y el poder que su palabra ejercía sobre todas las bestias era muy grande. Se despertó entonces en los hombres un instinto sui géneris, el de la inteligencia, y encontraron en la capacidad natural para imitar a los dioses el camino hacia el dominio del mundo. Fue por entonces cuando los hijos de Dios adoptaron a los hombres como discípulos.

 

9. Mesopotamia. La tierra del paraíso terrenal.

Dios le dio a cada uno de sus hijos una zona de influencia en la Tierra. Según el Sello que cada pueblo hubiera recibido de su preceptor la Formación de los Cinco Pueblos originales de los que procede todo el género humano daría lógico lugar a cinco culturas diferentes. El Proyecto Divino era unificar esas cinco culturas en una sola, de la que emergería la concepción de un reino mundial, patria original de todos los pueblos futuros del género humano. La corona de ese reino se la daría Dios al Primer Hombre que lo llamaría Padre, y nadie podría otorgarse este poder.

Así que este proceso de formación de los pueblos de la Tierra en marcha, viniendo de diferentes lugares se encontraron en Mesopotamia, llámese Irak en los días corrientes, un número indeterminado de familias. Crearon sociedad, levantaron ciudades, establecieron constitución social. Pero jamás se otorgaron el poder de elegirse un rey y comenzar por ellos mismos la obra de unificación de todos los pueblos de la Tierra en un gran reino. Dios daría.

 

10. Adán y Eva.

Y dio. Movido por el Gran Espíritu abandonó su casa y su familia un joven ciudadano de aquella Primera Mesopotamia. Acabó su andadura en un rincón virgen de aquélla tierra regada por cuatro ríos.

Dios le dio un nombre nuevo a su elegido: Adán. Y estando allí le descubrió el Futuro de la Humanidad según en su Presciencia la había tejido Dios en su Mente.

Fuera del Edén la voz del Gran Espíritu había extendido el mensaje. La elección divina se había producido. La entrada del rey en escena era una visión en verdad para corto tiempo. Un grupo de jóvenes dejó sus hogares y salió a buscarle. Entre aquéllos se halló Eva.

Este es el origen de Abraham, padre de Israel.

 

11. El talón de Aquiles de Adán.

La sociedad original humana no había sido establecida sobre la propiedad, la mentira, o la conquista del Poder. Todo le pertenecía a Dios y sus sacerdotes almacenaban el fruto del trabajo en el Templo para su distribución según las necesidades de las familias.

La palabra de un hombre era ley. El hombre, a imagen y semejanza de su Creador, no hablaba jamás en vano.

Aquí era donde residía su fuerza a los ojos de su Creador, en esa inocencia que lo empujaba a creer en la palabra de su prójimo como si fuera la suya propia. Hasta que llegó el hijo de la perdición y convirtió esa fuerza en diana para la certera flecha de su traición.

 

 

12. Más dura sería la venganza.

¡Ay! Ay de la Serpiente cuando el Padre de aquel niño volviera. El Dragón sería desterrado de los límites de la Creación adonde el no-ser vive una muerte que nunca llega ni se va. Sus planes para obligar al Gran Espíritu a convertir el paraíso en un mundo de dioses más allá del bien y del mal estaban condenados al fracaso más absoluto.

En Dios el Padre y el Juez son un todo indivisible. Justicia y Amor son los dos Brazos de su Gran Espíritu. ¡Al Infierno quien ama el Infierno! Bendito sea Dios y su santo espíritu de justicia. Él no puede soportar la visión de todo lo que hemos visto y oído, y por eso la Creación entera ha estado expectante soñando con el Día de la gloria de la libertad de sus hijos, cuando al frente de su Casa el Rey del Paraíso se alce contra lo que el Infierno sembró entre los hijos de la Tierra.

Bailad, guerreros, la danza de la victoria en honor del Invencible. Batid palmas vientos del Norte, recorred los mares con la noticia vientos del Oeste, llevadle el grito de la esperanza a los que viven en las sombras del Este: Viene el Rey, lo rodean príncipes que brillan como soles, el ejército del paraíso de los Buenos vuelve a cantar al término de la Noche.

Sí, hijos de la Tierra, ¡ay! de los Rebeldes por tercera vez, porque colmaron el vaso de la paciencia divina; en su locura quisieron transformar el agua no en vino sino en veneno. Juró entonces el Gran Espíritu que no retiraría su espada hasta que su hoja cayera sobre la cabeza del asesino y sus cómplices malditos. Juró por su honor y su gloria que un niño nacido de aquella Eva heredaría su espada, la del Gran Espíritu, y con ella se cumpliría la Palabra de Dios: Él te aplastará la cabeza.

¿No veis hijos del Gran Espíritu la visión que el Guerrero Eterno tuvo? ¿Qué brazo surgido del barro podría levantar con su puño la espada del Héroe de las galaxias que recorren alegres el infinito? La respuesta está en vosotros porque estuvo entre nosotros: El Brazo de Dios, el Brazo de su Hijo, el Brazo de Yavé.

Viendo la visión de su Padre, Adán se levantó del suelo y bailó sobre los restos de su desesperación la danza de los héroes en honor del Campeón que el Gran Espíritu les había elegido a los hijos de la Tierra.

Este es el origen de Cristo.

 

13. Al Este del Edén.

En la amargura de la desesperación que le rajó el alma y le desgarró la mente, Adán vio la historia de la humanidad desde el fratricidio a la última bomba que reventó la Tierra y la redujo a montañas de piedra desvaneciéndose en el humo de las estrellas. Los horrores que vio le espantaron de tal manera que se le hizo imposible creer que su Dios y Padre fuera a permitir semejante tragedia.

Pasó entonces que Adán no se equivocó.

Dios sintió la traición de Satanás como una puñalada en la espalda, como un lanzazo en pleno corazón. Muerto su elegido la Tierra quedaba a merced de un Dragón loco por imponer su imperio desde un confín al otro del mundo, pero por su Omnisciencia y Todopoder que la Serpiente Antigua acababa de firmar su sentencia de destierro ad eternum del Cielo, de la Tierra y de su universo entero. Por su salud que un hijo de ese mismo Adán se levantaría hasta las nubes, alzaría sus brazos y dejaría caer sobre la cabeza del asesino de Adán el Martillo de la Venganza.

Adán y Eva también fueron desterrados lejos de su patria. Adonde nadie pudiera encontrarlos y mataran al Niño de la Profecía. Fue como si se los hubiera tragado la tierra. Los escondió Dios de la cólera de sus hermanos entre los pueblos de las montañas, moradores de cuevas, los montañeses cazadores de pieles del Este.

Este es el árbol genealógico de los hijos de Noé.

 

14. La primera guerra civil mesopotámica.

Inmediatamente después de la Caída las Ciudades de muy antiguo, Ur, Lagash, Kish, Umma... se dieron reyes y cada rey se lanzó a hacer realidad la utopía del reino universal empleando la fuerza.

Los ángeles rebeldes abrieron la Caja de Pandora, le dieron nuestro mundo por campo de acción y la larga mano de sus tentáculos alcanzó a todas las naciones. Alcanzó también a Caín, que mató a Abel en un intento desesperado de obligar a Dios a entregarle la gloria del príncipe de los vengadores.

Consolados por la Sabiduría, Adán y Eva educaron a Set en la Doctrina Mesiánica de los Patriarcas. Nadie excepto el propio Dios conocía el tiempo del Nacimiento.

Cuando terminaron aquellas primeras guerras fratricidas los hijos de Set regresaron a la patria perdida y aprendieron a convivir con las demás familias en igualdad, sin olvidar jamás la situación de guerra declarada entre el Cielo y el Infierno, y la parte que se les había asignado en el encuentro.

El Primer Hombre que llamó Padre a Dios fue Adán; pero de ninguna manera Adán iba a ser el último a quien Dios llamaría Hijo delante de su creación entera.

Este es el origen mitológico del rey David

 

15. Hacia el diluvio universal.

Las crónicas conocidas para el periodo de la Caída de las Ciudades-Estado y la Era antes del Diluvio nos vienen dadas de una forma arcana en los archivos descubiertos en los yacimientos arqueológicos del Oriente Medio. Hablan de crónicas reales, del origen divino de la realeza. Coinciden con el Génesis Hebreo en el acontecimiento del Diluvio.

Según se deduce de la historia de aquel mundo de mitos y héroes, las Ciudades-Estado compraron la paz a un precio muy alto. La No-Ley por Ley, uniendo el ser y el no-ser en una bomba le entregó al imperio de los dioses antiguos el cetro de las Cuatro Regiones. Estos, los dioses malvados y malditos que sembraron la cizaña de sus mentiras de un confín al otro del mundo, sin miedo ni honor ni vergüenza en sus entrañas, no habiéndoles bastado con haberle declarado la guerra al que aún seguían llamando Padre, le ofendieron hasta el infinito pisando una ley sagrada, inviolable, contra cuyo delito insoportable su Gran Espíritu sufrió en silencio lo indecible. Pero tragándose su orgullo, quemándole la sangre, aguantó el Divino Guerrero el sufrimiento, almacenando en su alma el fuego en el que se quemarían eternamente aquellos demonios perversos y malditos. Porque si un padre por amor a un hijo permite que ese hijo mate a sus demás hermanos, ese padre es el demonio malvado y perverso de cuyo seno surgiera tal malvado hijo. Lejos de la Paternidad Divina semejante criminal conducta.

Callado, con los dientes apretados, los nervios en tensión, Dios sufrió lo indecible el día que pisaron su ley sagrada sobre la prohibición del cruce de razas cósmicas. Uniéndose Satán y sus hermanos malditos a las hembras humanas parieron de ellas criaturas medio hombre-medio demonios que, arrasadas sus entrañas por una inmortalidad que se les negaba, sembraron el mundo de destrucción, convirtiendo las tierras en un campo de devastación donde obtener de sus padres demoníacos, a base de sacrificios humanos, la inmortalidad que se les negaba.

Ellos, los héroes de muy antiguo, fueron los fundadores de las religiones sangrientas que asolaron las tierras y compararon a nuestros padres con las bestias, y los sacrificaron en el altar de sus pasiones imposibles tras la búsqueda de la fuente de la juventud eterna. Enloquecidos por su condición ni divina ni humana sembraron el mundo de aquellas guerras y violencias gratuitas que en sus cuentos y leyendas recogieron los Antiguos, cuando por el amor de una hembra un hombre era capaz de meterle fuego a toda una ciudad, como si en el mundo aquella Helena hubiera sido la última mujer sobre la faz de la tierra. Salvajes, monstruos paridos de semillas malditas, los héroes de muy antiguo nacieron para morir arrastrando con ellos a la tumba a todos los que le rodeaban, como se manifiesta en las tumbas de los Ra y los Amones del Egipto.

No pudiendo soportar más la presencia de aquel mundo donde el bestialismo impuso su norma, optó Dios por dar por finalizada aquella obra, echarla abajo y empezar una nueva. Si afectó el Diluvio a todos los continentes de la misma manera y en el mismo momento es un cantar de otra materia. Si fue así cada pueblo lo sufrió a su manera.

 

16. De Noé a Abraham.

Las pruebas del carbono dicen que la fecha del Diluvio debemos situarla hacia el principio del tercero y finales del cuarto milenio antes de Cristo. La reconstrucción de la historia desde la arqueología se suma al testimonio.

Se salvaron muchos del desastre y volvieron a empezar de cero. Durante aquel proceso de reconstrucción internacional los hijos de Noé tuvieron la parte del guerrero que baja de las montañas al anfiteatro de las vanidades babilonias. La estructura del Mito Akadio una copia de la estructura del Mito Hebreo, no es en vano que muchos historiadores hayan creído descubrir en el Gilgamesh del Mito sumerio la Conexión Judía.

Recordemos que Dios les prometió a los hijos de Noé la invencibilidad por norma.

“Se apoderará tu descendencia de las puertas del Infierno”, les dijo. Promesa maravillosa y fantástica en la que el Padre de Adán se ratificaba en su juramento de venganza contra los príncipes del averno.

Estaban ya los demonios malditos que un día fueran ángeles benditos celebrando la destrucción del mundo, y se festejaban ya con la victoria final sobre el “hijo de Eva”, del que ya se reían antes de ver su Nacimiento, cuando Aquél Rey silencioso y desconocido, cuyo Gran Espíritu no demostraba sentimiento de fracaso alguno, levantó la cabeza y abriendo su boca, para vergüenza y confusión de quienes ya celebraban la victoria no conseguida, repitió su juramente bendito: “El hijo del Hombre te aplastará la cabeza; baila mientras puedas, maldito”.

Noé y sus hijos bajaron de las Montañas del Este en formación de ejército. (No olvidemos que al guerrero de los guerreros, Gilgamesh, se le adjudica un origen montañés en los textos cuneiformes). Los hijos de Noé vivieron en las ciudades. Crecieron y se multiplicaron. El clan original se expandió por las ciudades de Nippur, Uruk, Ebla, Kish, Lagash, Umma, Ur.

En esta Ur de la III dinastía vivían los padres de Abraham cuando la locura ególatra arrastró al rey de Ur a otorgarse la inmunidad constitucional que se les suponía a los dioses. Pero reconfiguremos en líneas maestras la sucesión de aquellos acontecimientos.

Según los elementos arqueológicos a nuestra disposición podemos situar la fecha del Diluvio a finales del Cuarto Milenio y principios del Tercero. El llamado Periodo Protodinástico sitúa su origen en el 2.900. Esta ubicación obliga a situar entre la catástrofe y el renacimiento de las poblaciones un par de siglos por medio.

La ciudad de Kish fue la primera en salir de las aguas y darse un rey. Al poco la ciudad de Uruk entró en la dinámica, aportando a la historia las aventuras de su héroe y rey, Gilgamesh.

Tras la muerte de Gilgamesh la ciudad de Kish volvió a recoger la Vara del Imperio, actuando su rey entre las ciudades vecinas como árbitro y juez de sus disputas. Poder que pasó a Ur, y después a la ciudad de Lagash, situándonos así en el siglo XXV a.C. Para finalmente caer en manos de la ciudad de Umma, cuyo rey héroe reclamó para sí el imperio del Edén.

Imperio que le duraría a Umma poco tiempo. Se lo arrancó de las manos el joven Sargón, copero del rey de Kish. Sargón se rebeló contra su rey, se fundó su propia ciudad imperial, Akkad, y desde Akkad salió a conquistar el mundo.

Lo conquistó. Sus hijos reinaron desde el 2278 hasta el 2193 aproximadamente, cuando los Primeros Bárbaros cayeron sobre el imperio del Edén y extendieron su anarquía desde un extremo al otro de las Cuatro Regiones.

La caída del imperio de Akkad le devolvió el protagonismo a las ciudades clásicas, entre las que Lagash volvió a saltar a primer plano bajo la jefatura del famoso y legendario Gudea. Pero no fue este Gudea quien liberó al País del imperio de los Bárbaros sino la coalición de las ciudades del Sur lideradas por el rey de Uruk, bajo cuya bandera debemos situar a los abuelos de Abrám.

Pasó, pues, que tras la derrota de los Bárbaros, el jefe Utukhegal quiso proclamarse emperador, lo que al jefe Nammu y su consejo de príncipes de Ur no les gustó nada, y le declararon la lógica guerra de independencia. Bajo esta bandera, en efecto, podemos situar a los padres de Abrám.

Nos hallamos en la frontera entre los dos milenios, Tercero y Segundo a.C.

Observemos, sin embargo, que antes del descubrimiento de las Ciudades Perdidas Sumerias, en la segunda parte del siglo XIX, hablando de Nínive, Ur, Kish, Akkad, Lagash, etcétera, estas Ciudades y su Mundo, que forman parte del Mundo Profético-veterotestamentario, esas ciudades y su mundo, en opinión de la Ciencia del XVIII y principios del XIX, jamás existieron, siendo el Génesis de Moisés y los libros de los Profetas, tratando desde Nabucodonosor hacia atrás, pura invención literaria, un cuento de viejas mitológicas que los Israelitas se habían sacado de la manga y los Cristianos habían rescatado a fin de mantener en las tinieblas a las naciones, de las cuales la Ciencia las iban a sacar a todas, especialmente a las alturas del siglo XX, fecha que los científicos firmaron como fecha de la muerte del Cristianismo.

Pero por uno de esos acontecimientos que jamás debieran producirse, pero que se producen, una generación de científicos locos, como investidos del poder de Jesucristo para resucitar muertos, se pusieron a resucitar las Ciudades Perdidas de Sumeria que, hasta entonces, fueron sólo cuentos de viejas. Los Sayce, Maspero, Rawlingson, etc, reventaron la dialéctica del materialismo histórico del siglo XIX con la Nueva Ciencia de la Interpretación de las Lenguas rescatadas de la Tumba: El Sumerio, el Hitita....donde descansaban Nínive, Ur, Kish, Lagash, Akkad, etc, etc, las ciudades protagonistas de la Lista Real Sumeria. La relación entre los años de vida de las Genealogías Bíblicas y los años de vida de los reyes de esta Lista fue y sigue siendo uno de esos fenómenos que dejan con la boca abierta.

Recordemos:

LISTA REAL SUMERIA

La corona descendió del Cielo. Eridú fue la ciudad real elegida por los dioses.

Alulim, el primero de los reyes de la Tierra, reinó durante 28.800 años.

Alalyar, el segundo de los reyes de la Tierra, reinó durante 36.000 años.

En total estos 2 reyes reinaron durante 64.800 año. Al cabo Eridu cayó y la corona pasó a Bar Tibirá.

Aquí Enmenluana reinó por 43.200 años. 

Enmengalanna lo hizo después por otros 28.800 años. 

Dumuzi el Pastor, durante 36.000.

Estos 3 reyes sumaron un total de 108.000 años. Cuando Bar Tibirá cayó la corona pasó a Larsa.

Ensipadzidana reinó en Larsa durante 28.800 años. Enseguida Larsa cayó y cogió el relevo Sippar

Enmendurana se alzó con la corona y reinó durante durante 21.000 años. Sippar cayó a su vez y Churrupag le sucedió.

Ubar Tutu reinó en Churrupag durante 18.600 años. 8 reyes para cinco ciudades durante un periodo de 241.200 años. Inmediatamente el Diluvio Universal los borró del mapa. 

Volviendo al tema del descubrimiento de esta Lista real Sumeria es necesario decir, tratando el tema de la Recreación de los tiempos históricos derivados de la Revolución Arqueológica de finales del siglo XIX, revolución con mucha diferencia más grande que la Darwinista, por centrar el tema, de cuyo campo vendría a luz el Nazismo Ideológico, del que surgirían el Nacionalsocialismo Hitleriano y el Socialismo Stalinista como sus dos hijos putativos más dignos de la estructura guerracivilesca a nivel de especie global que el Darwinismo ideológico portaba en su formulación extra científica; Revolución Arqueológica que precisamente los dos monstruos hijos del Darwinismo, sin quererlo, pero haciéndolo, enterraron en el silencio bajo el estruendo de las dos guerras mundiales que sacudieron el cuerpo del Siglo XX, y precisamente por ese silencio a que se vio sometida la Arqueología : la Continuación de aquella Revolución de finales del Siglo XX quedó en manos de una escuela cuyos prejuicios quedaron en evidencia, uno de ellos durante la última de las dos guerras, cuyas propiedades podemos enumerarlas en una palabra clave: Antisemitismo, y el otro que venía operando en la escuela germano-anglosajona desde la Reforma: el Anticatolicismo; prejuicios que condujeron a la admisión de errores fundamentales que debieron haber sido corregidos, pero que, gracias al interregno de las guerras mundiales no sólo no lo fueron sino que además fueron apuntalados a nivel de Universidades. Bajo esta ley de antisemitismo toda línea de investigación que condujese a una relación Hebraico-Mesopotámica fue condenada al exilio en razón de su derivación como argumento a favor del Catolicismo. Siguiendo esta línea anticientífica los sucesores de la escuela arqueológica decimonónica cerraron los ojos a todos los datos abiertos a la conexión Hebraico-Mesopotámica, en su irracionalidad invirtiendo los presupuestos, tal que no fueron los otros pueblos los que derivaron sus tradiciones de la Memoria Hebrea sino que serían los Hebreos los que construyeron sus Mitos a partir del sustrato mesopotámico-babilónico.

El caso del Diluvio es el ejemplo más patético servido. No sólo negaron, y siguen negando la existencia de semejante Catástrofe, aun cuando su memoria fuese corroborada por fuentes extrabíblicas, sino que haciendo gala de una capacidad nula para el genio anularon el testimonio de esas fuentes corroboradoras de la Biblia aduciendo que la Biblia se basó en esa Mitología Sumeria, de esta manera pervirtiendo el significado y la naturaleza de la Metodología Científica. En lugar de servirse de ambas fuentes como jambas de la puerta por donde entrar y abrirse paso hacia el interregno entre el Primer Reino Mesopotámico, fundado por la Generación de Adán, el Alulim de la Lista real Sumeria, la Nueva Escuela Histórica surgida de las Dos Grandes Guerras Mundiales se limitó a dar por bueno el Error de sus maestros, asumiendo como agujero negro y laguna insondable el Milenio que fue desde la Caída del Reino de los Cuatro Ríos al Primer Reino de las Cuatro Regiones.

En cuanto a la identificación de la Caída del Adán bíblico con la Guerra Civil en que se enzarzó el Primer Reino Mesopotámico no se puede decir más de lo que se deriva de la relación Biblia-Arqueología por en cuanto la Escuela Germano-Anglosajona, negándose a querer ver relación alguna entre el Mundo Bíblico y la Mesopotamia Neolítica, que deriva en la Edad de Oro de la que surge la Concepción de la Civilización como un proyecto de Futuro, a edificar sobre la estructura de un Reino, que sería el primer Reino Mesopotámico, cuyo rey sería el Alulim de la Lista Real Sumeria; y porque no quiso y sigue negándose a reunir las dos partes del Enigma, las pruebas materiales que proceden a la Identificación de ambos sujetos Alulim-Adán, y conllevan a la recreación Interpretativa de la Biblia desde la Historia Universal, limitando la teología a las cosas de la Doctrina de la Iglesia, no se ha producido todavía.

Ahora bien, se entiende desde la Historia Universal que el crecimiento de la Humanidad desde el genio Mediterráneo Ibérico-Galo que se observa en Las Cuevas y sus Monumentos Megalíticos, es el que desemboca en Mesopotamia, y deja sus huellas desde Andalucía hasta el sur de Turquía, para finalmente, integrando su genio con el que procede de Asia y África, dar lugar a la Creación de una Populación Interracial Abierta que adquiere Consciencia del Ser y se proyecta al Futuro mediante la Fundación de un Reino, cuyo Rey, Adán o Alulim, según las Listas, se hundiría en el Delito contra la Humanidad que, habiéndose introducido como norma en su Mundo, lo conduce a la Política de Expansión de su Corona mediante la Guerra. Es esta Política la que Dios juzga de acuerdo a la Ley Eterna y procede al abandono del Género Humano a sus propias fuerzas, que, andando el tiempo, y de acuerdo a la Ley, se hunde en el Diluvio que entierra las Ciudades Perdidas de Sumeria, y desentierra la Revolución Arqueológica del XIX de debajo del mar de lodo del Diluvio.

Ésta debiera haber sido la base desde la que, debiendo haber adoptado la Lista Real Sumeria como Testigo de y no como Fuente de la Biblia, la Recreación de la Historia Antigua del Milenio IV antes de Cristo hubiera debido abrirse paso hacia la Edad de Oro del Neolítico Sumerio.

No sólo no se hizo, sino que se adoptó por método borrar de la Investigación cualquier huella que pudiera conducir a una relación de los Héroes Bíblicos con los Héroes Sumerios. El caso más patético es el del egiptólogo Breadsted cuando afirma que Moisés se sirvió de la línea monoteísta del Faraón Hereje para crear su Religión. Entre el genio y el loco ha habido siempre una línea muy estrecha, en este caso pisada, borrada y activada en beneficio del loco, bajo cuya esfera el genio se transformó en un discapacitado intelectual, sin poder existencial para seguir haciendo uso de la Palabra en el Ágora de la Sabiduría.

En descargo de las Ciencias Históricas digamos que la obsoleta incapacidad de la Teología para dar paso, encerrada en sus dogmas de la Creación del Hombre desde una pareja y ella desde la costilla de él, a una investigación propia sobre las descubrimientos a pie de campo, desde el que combatir el anticristianismo, hizo imposible dicha apertura de la Historia a la Biblia.

Este Siglo verá la Corrección de los errores pasados y pondrá a cada cual en su sitio. Mientras tanto observemos cómo cuando los hombres comenzaron a multiplicarse de nuevo los mismos males que condujeron a las Ciudades Estados Sumerias a la Guerra Civil y finalmente a su destrucción, volvieron a resurgir.

Enseguida tenemos el Primer Periodo de los Grandes Jefes. Es decir, los hombres vuelven a enfrentarse y se dan Jefes Militares con los que atacarse y defenderse. Este Periodo culmina con la fundación del primero de los reinados, sujetos a continuas revoluciones palaciegas, pasando la corona de una familia a la otra, siguiéndose en esto la ley más general de la Historia, el despotismo da lugar al absolutismo, el absolutismo a la revolución. Vuelve el despotismo, vuelve el absolutismo, y así hasta que la Guerra deviene el modus vivendi de las clases aristocráticas que se van creando durante las vueltas del tiempo. En términos concretos el primero de los sujetos historizados es Enmenbaragesi, del cuarto periodo monárquico, rey de Kish, situado hacia el 2700 A.C., derrocado por Dumizid el Pescador, sucesor de Lugalbanda el Pastor.

Primer Período Monárquico: 

En E-ana el hijo de UtuMeskiacgacer, se proclamó señor y rey y gobernó por 324 años. Meskiajgacer desapareció al otro lado del mar.

Enmerkar, su hijo, rey de Uruk, que construyó Uruk, se coronó rey en lugar de su padre Meskiacgacer, y reinó por 420 años. La dinastía de Meskacgacer reinó durante 745 años. 

Período de Grandes Jefes: 

Lugalbanda el Pastor lo hizo durante 1.200 años. 

Dumuzid el Pescador, de la ciudad de Kuara, reinó durante 100 años. El solo capturó a Enmebaregesi

Segundo Periodo Monárquico: 

Gilgamés, cuyo padre fue un fantasma, señor de Kulaba, reinó durante 126 años. 

Ur Nungal, hijo de Gilgamesh, durante 30. 

Udul kalama, hijo de Ur Nungal, por 15 años. 

Labacum, 9 años. 

Ennuntarahana, 8 años.

Meche el Herrero, lo hizo 36 años. 

Melenana, 6. 

Lugalkitun, 36.

En total 12 reyes; que reinaron por un periodo de 2.310 años. Por aquel entonces la ciudad de Uruk fue destruida y la corona pasó a Ur (Primera Dinastía).

En la ciudad de Ur reinó por 80 años Mesannepada.

Meskiac Nanna, hijo de Mesannepada, gobernó la ciudad 36 años. 

Elulu, 25. 

Balulu, 36. 

4 reyes en total, 171 años su tiempo. La ciudad de Ur fue tomada y el reino pasó a la ciudad de Awan.

En Awan 3 reyes gobernaron durante 356 años. Al cabo Awan fue vencida y el reino volvió a la ciudad de Kish. 

Segundo Período de Grandes Jefes: 

En kish reinó durante 201 años Susuda el Tramposo. 

Dadasig, 81 años. 

Período Monárquico: 

Mamagal el Barquero, 360 años. 

Kalbum el hijo de Mamagal, 195 años. 

Tuge, 360. Mennuna, hijo de Tuge, 180. 

Tercer Período de Grandes Jefes: 

Ibbi-Ea, reinó 290. 

Lugalju, 360. 

8 reyes en total para un periodo de 3.915 años. Entonces Kish fue vencida y la corona pasó a la ciudad de Hamazi.

En Hamazi reinó durante 360 años Hadanish. Al cabo Hamazi fue vencida y la corona volvió a Uruk.

En Uruk gobernó durante 60 años Enshakanshanna

Lugalure lo hizo por 120 años. Argandea por 7.

En total 3 reyes para 197 años. Uruk fue vencida y el reino volvió a Ur.

UR (Segunda Dinastía) 

Nani gobernó Ur por 120 años. 

Meshkiac Nanna, el hijo de Nani, lo hizo durante 48 años.

Su hijo, 2. 

3 reyes durante 170 años. Al cabo Ur fue vencida y el reino pasó a la ciudad de Adab.

Lugal Anemundu reinó en Adab durante 90 años y después el reino pasó a la ciudad de Mari.

En Mari gobernó por 30 años Anbu

Anba, el hijo de Anbu, lo hizo por 17 años. 

Bazi el Batanero, fue rey 30 años. 

Zizi el Tramposo, 20. 

Limer el Sacerdote Gudu, 30.

Charrumiter, 9.

En total 6 reyes en un periodo de 136 años. Mari cayó y el poder pasó a Kish.

Ku Bau la Tabernera gobernó Kish durante 100 años. La ciudad fue vencida y el poder pasó a Akchak.

Aquí Unzi se coronó y reinó durante 30 años. 

Undalulu durante 6. Urur otros 6.

Puzur Nirac, 20. 

Ishu Il, 24. 

Chu Sin, hijo de Ishu Il, 7. 

6 reyes durante 99 años. Akchak fue vencida y el reino regresó a Kish.

Puzur-Sin, el hijo de Ku Bau la Tabernera se coronó rey de Kish y la gobernó por 25 años. 

Ur-Zababa, el hijo de Puzur Sin, reinó por 400. 

131 fueron los años de la dinastía de Ku Bau. 

Simudarra reinó 30. 

Usiwatar hijo de Simudarra, 7. 

Ishtar Muti, 11. 

Ichme-Chamas , 15. 

Naniya el Cantero, 7. 

7 reyes en total para 491 años. Al cabo la corona pasó de Kish a Uruk.

Lugalzagesi reinó en Uruk por 25 años. Fue vencido y el trono pasó a Akkad

Sargón, cuyo padre fue jardinero, y él mismo fue copero de Ur Zababa, rey de Kish, se independizó y fundó Akkad, desde donde reinó por 56 años. 

Rimush, su hijo, lo hizo durante 9. 

Manitishu, su hermano mayor, reinó después durante 15. 

Naran Sin, hijo de Manitushu, reinó otros 56. 

Sharkalisharri, hijo de Naram Sin, 25.

El total de años de la dinastía de Sargón, 157. ¿Quién fue rey después?

Irgigi era rey, Imi era rey, Nanum era rey, Ilulu era rey y los cuatro reinaron 3 años en total. 

Dudu lo hizo durante 21.

Shu Dudul, su hijo, 15.

Fueron 11 reyes, 181 años el total. Al cabo Akkad fue destruida y el poder pasó a Uruk.

En Uruk fue rey Ur Nijin por 7 años. 

Ur Gigir, su hijo, por 6. 

Kuda, otros 6. 

Puzurili, 5. 

Ur Utu, 6.

5 reyes, 30 años. Uruk fue destruida y el poder pasó a los Gutis.

LOS GUTIS

Entre los Gutis no había reyes, tenían sus jefes por 3 años. 

Imta fue rey por 3 años. 

Inkishush por 6. 

Sarlabag por otros 6. 

Shulme, 6 también. 

Silulumesh otros 6.

Inimbakesh, 5. 

Duga e Igeshaush, 6 años cada uno. 

Iarlagab, 15. 

Ibate, sólo 3. 

Iarla otros 3. 

Kurum sólo 1 año. 

Apil kin, 3. 

Laerabum, 2. 

Irarum, 2. 

Ibranum, 1. 

Hablum, 2.

Puzur Sin, hijo de Hablum, 7. 

Iarlaganda, 7. 

Tiriga, 40 días. 

21 reyes; 124 años y 40 días. Los Gutis fueron vencidos y el poder pasó a Uruk.

En Uruk, Utukhegal reinó por 7 años, 6 mesess y 15 días. Al cabo fue vencido y el reino pasó a Ur

 

UR (Tercera Dinastía) 

En UrUr Nammu reinó por 18 años.

Shulgi, su hijo, por 46 años.

Amar Sin, su hijo, 9 años. 

Shu Sin, otros 9. 

Ibbi Sin, 24. 

4 reyes, 108 años. Al cabo Ur fue destruida, los cimientos de Sumer temblaron y la corona pasó a Isín.

Ishbi Erra reinó en Isín por 33 años. 

Shu Ilishu por 20.

Iddin Dagan, 21. 

Ishme Dagan, 20. 

Lipit Istar, 11. 

Ur Ninurta, 28 años. 

Bur Sin, 5. 

Lipit-Enlil, 5. 

Erra Imitti, 8.

Enlil Bani, 24. 

Zambiya, 3. 

Iter Pisha, 4. 

Urdul kuga, 4. 

Sin Magir, 11. 

14 reyes, 203 años.

Un total de 39 reyes para 14.409 años, 3 meses y 3 días y medio, 4 veces en Kish.

Un total de 22 reyes para 2.610 años, 6 meses y 15 días, 5 veces en Uruk.

Un total de 12 reyes para 396 años, 3 veces en Ur.

Un total de 3 reyes para 356 años una sola vez en Awan.

Un total de 1 rey para 420 años una sola vez en Hamazi.

Un total de 12 reyes para 197 años, de una vez en Akkad.

Un total de 21 rey para 125 años y 40 días entre los Gutis.

Un total de 11 reyes para 159 años en Isín.

Fueron 11 las ciudades reales.

Un total de 134 reyes para 28.876 años.

 

17. Abraham.

La estructura de los hechos nos permite creer que Najor, abuelo de Abrám, fue uno de los jefes de Ur que bajo la jefatura de Utukhegal de Uruk liberaron al País de la anarquía en la que lo sumieron los Bárbaros.. Pero detengamos esta relación para destacar el fenómeno del tiempo. Se habla de miles de años para una dinastía y reinado. Es el mismo fenómeno que observamos en las genealogías bíblicas de los Patriarcas antes de Noé.

Fenómeno que nos muestra dos cosas; la primera, que el método de contar el tiempo de aquellas generaciones del Cuarto Milenio y Quinto Milenio a.C.no es el Método que durante el Tercer Milenio y en adelante hemos conocido, y bajo el que nos regimos actualmente.

Y la segunda cosa es: que derivando de esta conexión se comprende que el Primer Reino que conoce nuestro Mundo, cuya corona se posó en Adán, el Alulim sumerio, padre de Noé, y los Sumerios fueron el mismo Pueblo, del que la Descendencia de Noé se desgajo hasta crear su propia Nación.

Dicho esto, regresamos a la línea del Tiempo.

Derrotados los Gutis por la coalición dirigida por Utukhegal, Teraj, padre de Abrám, siguiendo esta línea, participó en la coalición de los príncipes de Ur que bajo la jefatura de Nammu se alzó contra la tiranía a la que después Utukhegal se abandonó.

La victoria de la coalición de Ur les permitió a los hijos de Nammu alzarse con la corona. Una corona que no tardó en sucumbir al paroxismo de la perversidad cuando su sucesor, Shulgi, declaró ser dios en la tierra.

Digamos que se regresó de repente a los días anteriores al Diluvio, cuando los héroes de muy antiguo proclamaron ser auténticos y genuinos hijos de los dioses y reclamaron para sí todos los derechos de la divinidad. ¿No fueron sus religiones y sus hazañas las que condujeron a las naciones a la ruina?

Bajo el reinado de los hijos de Nammu, reinando en Ur Shulgi y sus hermanos nuestro Abraham abandonó su ciudad natal. No pudiendo soportar por más tiempo aquella egolatría Abraham abandonó Ur. Curiosamente sin encontrar resistencia.

Poco espacio para la duda dejan los hechos. Por la fuerza que posteriormente demostró el ejército de soldados ganaderos al mando de Abraham, todo indica que el hijo de Teraj estuvo en el ojo del huracán de la guerra civil que la divinización de Shulgi puso sobre la mesa. De no haber mediado su Dios el hijo de Teraj seguramente hubiera liderado el golpe de Estado contra el hijo de Nammu. Otro gallo habría contado entonces en Ur. El ejército del hijo de Teraj habría decidido la suerte de la ciudad.

Cuando por tanto Abraham abandonó Ur el hijo de Nammu vio partir a su enemigo más peligroso. El destierro voluntario del hijo de Teraj reducía la oposición a su dinastía a la mínima expresión posible.

Y así fue cómo al frente de un poderoso ejército de guerreros-pastores Abraham subió por las orillas del río Occidental sin nadie que le osara hacerle frente. Entró en Siria por el Norte, tierra de nadie abierta al pastoreo y al bandidaje.

Dice la Biblia que guerreó Abraham hasta contra cinco reyes juntos. Y siempre triunfó. Y siguió triunfando. Tampoco el Faraón se atrevió a consumar su audacia. ¿En qué se quedó su anunciada boda con la mujer del Hijo de Noé? Un ejército de hombres curtidos en el campo de batalla que se mueve al sonido de la palabra de un solo hombre ¿de cuándo fue lo que se dice un enemigo fácil.

En cuanto a la fecha aproximada del peregrinaje de Abraham y su hijo Isaac por las tierras del Oriente Medio, las hambrunas de las que habla la Biblia y las hambrunas que asolaron el reinado de los hijos de Nammu, especialmente durante el reinado de Ibbi Sin, entre el 2028 y el 2004, nos sirven de punto de su localización en la línea del tiempo.

La presencia de Abraham y su hijo entre los Amorreos, pueblo enemigo de Ur, con los que las relaciones de Abraham fueron las típicas del enemigo de mi enemigo es mi amigo, nos abre los ojos a la situación geopolítica en la que se movió el padre de Isaac. Amén de confirmarnos en los límites cronológicos entre los cuales hemos situado a Abraham y su hijo.

 

18. Israel.

Incomprensible una decisión que pudo haberle manchado su reputación con la fama de los cobardes, Abraham prefirió la sabiduría de su Dios a la de los hombres. Su posición teológica no admitía mutilaciones ni revisiones. El tiempo del hijo de Eva no había llegado. Esta era su verdad. Lo otro -creer que la historia del Paraíso Perdido era sólo eso, una historia de viejas- para Abraham era tentación de Satanás.

En efecto, la impaciencia fue la madre del pecado del Caín. La ignorancia, no la sabiduría, fue el motor de su delito. Quien juró venganza se conservó el derecho de ponerle número al día del combate a muerte entre el hijo de Eva y Satanás. A Dios le tocaba decir el cuándo y el cómo. Él dice y la creación entera escribe: Y así se hizo. En su palabra está la vida.

“Cuenta las estrellas del cielo si puedes, así de numerosa haré que sea tu descendencia”.

¿Dónde están los descendientes de la Casa de Nammu?

Después de la muerte de Isaac, en vida de Jacob, padre de José, la hambruna volvió a golpear las tierras del Oriente Próximo Antiguo. Durante aquellas hambrunas que asolaron el universo conocido nos ha sido descubierto en los papiros el asentamiento de un poderoso Clan Hebreo en el Nilo.

La Conexión Judía introduce a José en los movimientos sociales que las hambrunas causaron en la Corte del Faraón.

Con José entró en Egipto la Providencia. Se entiende que en agradecimiento el Faraón y su Corte les permitiesen a los hermanos de la Providencia instalarse en la orilla del Nilo que más les gustase.

Con la Providencia en casa adiós a los malos tiempos.

 

19. Moisés.

Hemos localizado el periodo abrahámico durante la III Dinastía de Ur, entre los dos puntos extremos del siglo XXI. Y hemos visto cómo en los registros faraónicos del Imperio Medio, en el reinado de Amenemhat II, entre el 1929 y el 1895, las tribus asiáticas empezaron a internarse en el Egipto, desplazándose cada vez más hacia el sur.

Fue en las crónicas de Sesostris II, sucesor del anterior, que ya queda constancia firme de esta inmigración de tribus asiáticas en el imperio. Pero el punto de interés que atrae nuestra atención son las hambrunas que asolaron el Egipto durante el reinado de Mentuhotep III. Hambrunas que nos conectan con la Historia de José, permitiéndonos situar la entrada de los hebreos en el País del Nilo al principio del Segundo Milenio.

La importancia de esta conexión radica en la respuesta que exige el acontecimiento del asentamiento de tribus ganaderas en el reino de los faraones, agricultores. El hecho de la ruptura con la cultura tradicional faraónica, de rechazo hacia los pueblos nómadas, ganaderos, nos abre los ojos a un cambio que sólo se explica por la revolución que supuso la presencia de José en la Corte del Faraón. Sin ir más lejos será durante este periodo cuando el Faraón adquirirá todas las notas clásicas, tan típicas a las estructuras imperialistas asiáticas

Es de comprender, pues, que hasta que no llegó aquel faraón que no conoció a José, los Hebreos disfrutaron de una política de amistad privilegiada, disfrutando de la cual al crecer extendieron sus asentamientos más al sur, al precio, claro está, de abandonar la tradición ganadera de sus padres.

¡Qué pronto, pues, se olvidan los malos tiempos! Al volver la esquina los hijos de los salvadores se convirtieron en los padres de los esclavos que hicieron grande al Imperio del Faraón, y, con el paso del tiempo y otras vueltas de esquina, le acabó significando a los egipcios su ruina. Pero vayamos por partes.

La política de amistad hacia las tribus del Oriente Próximo que los faraones de las dinastías XII y XIII ejercieron atrajo a su imperio a otro pueblo. Estamos hablando de los Hicsos. Y será en el golpe de Estado que estos Hicsos dieron donde debemos buscar al faraón que no conoció a José, y que les pagó a los hebreos su negativa a secundar el asalto al Poder : con la esclavitud.

La decadencia que experimentó la corte faraónica durante la dinastía XIV le abrió las puertas al poder al pueblo que se hallaba entre ellos, los Hicsos, poder que no recuperarían los egipcios sino después de perecer el ejército hicso ahogado en las aguas del mar Rojo.

De esta forma mirada la línea del tiempo si la entrada de los Hebreos la hemos situado en alguna parte del siglo XX, su salida, cuatro siglos más tarde, la situaremos hacia la mitad del siglo XVI, fecha, precisamente, en la que se produjo la Caída de los Hicsos y la conquista del trono perdido por los Ramsés.

 

20. Josué.

La inocencia, digámoslo todo, no fue el talón de Aquiles de Josué. Como en la Edad del Bronce los metales eran los que hablaban, conocedor perfecto de la lengua de las armas, Josué dirigió la Conquista de la Tierra Prometida de victoria en victoria.

-En ese espacio de tiempo, siglos XVI y XV a.C., una marea de pueblos en movimiento revolucionó el status quo del Oriente Próximo Precristiano -con sus palabras, con su forma de negar sin dejar de afirmar, de afirmar negando, nos dice la Historia Oficial Moderna.

Lo que pasó fue que Josué y sus hebreos arrasaron. La Conquista de Palestina Bíblica por una marea de guerreros-esclavos hubo por necesidad de desatar el terror que precedió a la estampida.

La noticia de la Liberación de los Hebreos había de extender y extendió el terror al Oeste del Jordán.

Desde nuestra cómoda posición, tres mil quinientos años después, resumimos la noticia diciendo que los esclavos egipcios se habían rebelado contra el Faraón, se habían vengado de la muerte de sus niños y habían derrotado a las orillas del mar Rojo a los ejércitos del señor del Nilo. Habían pasado a este lado del Sinaí y venían a la conquista de las tierras del Jordán dirigidos por un Jefe militar que no conocía la misericordia. Su mensaje para todas las Ciudades-Estados al Oeste del Jordán era inequívoco: Huir o ser destruido.

Esto desde nuestra óptica. Pero desde la mentalidad de aquellos pueblos de la Palestina Bíblica las noticias fueron otras.

Como si se tratasen de los descendientes de la Desaparecida Atlántida un Pueblo había salido de las profundidades del mar. Aquellos hijos del océano habían acabado con el imperio de los faraones hicsos y ahora se habían dado la vuelta y dirigían su conquista hacia el Este con un único propósito: Destruir por destruir. ¿Pues quién es el que vence a un ejército imperial y en lugar de apoderarse de su reino se da la vuelta? Habían cruzado el Sinaí para arrasar, destruir y devastar.

Entonces, la marea conquistadora hebrea transformada en el impacto de la roca sobre las aguas, de sus profundidades emergieron los Filisteos. Sin embargo la entrada de los Filisteos en el escenario no se produciría sino al final de la leyenda, cuando por fin los pueblos medio asiáticos descubrieron que los hebreos no eran monstruos hijos de la Atlántida sino hombres como todos los demás.

Recapitulemos cómo estaba el mundo cinco siglos después de Abraham.

El hundimiento de la Dinastía de Nammu, IIIª de Ur, dejó la Vara del Imperio a merced del aventurero más osado. Mientras José revolucionaba las estructuras estatales egipcias, al otro lado del Sinaí, en la ciudad de Larsa, su rey Gungunum se puso a la cabeza de los Estados mesopotámicos, dominando su figura el último tercio del siglo XIX.

Su muerte les dio alas a los reyes de Isín, que vieron fracasar su intento de recuperar la hegemonía perdida y tuvieron que sufrir la divinización de los hijos de Gungunum. Teocracia sui géneris, tan típica de las edades mesopotámicas, que acabaría por conducir al primer plano a la Babilonia de Hammurabi.

Durante un tiempo, siempre en el siglo XVIII, la Asiria de Shamsi Adad, la Larsa de Rim Sin y la Babilonia de Hammurabi guerrearon entre ellas y con el resto del mundo por el Imperio. Al alcanzar la mitad de siglo Hammurabi impuso su ley y de nuevo el País del Edén estuvo en el puño de un solo hombre. Dominio imperial de breve extensión numérica, ya que en el 1595 la dinastía de Hammurabi pasó a mejor vida y el País regresó a la anarquía que le era tan típica.

La sucesión de un nuevo pueblo en el Poder, los Cassitas, nos sirve para abrir el horizonte y ver en la escena geopolítica la existencia de un reino fuerte, el Hitita, que junto al Mitannio y al Egipcio se repartirán los papeles que hasta entonces habían estado interpretando las Ciudades Estados.

El detalle que nos llama la atención y nos da cuenta de la importancia de la Conquista de la Tierra Prometida nos lo prueba el hecho de no haber podido cruzar ninguno de estos tres reinos las fronteras trazadas por Josué. De hecho, los famosos “Hapirus”, o hebreos, se ganaron la fama de terribles adversarios en las fronteras del reino Mitannio. Situación que cambiaría con la avalancha filistea, que no sólo reventó los muros del reino Hitita y echó abajo las lindes del desaparecido reino de Mitanni, sino que fueron los primeros ejércitos conocidos en plantarse delante de los Hebreos con la esperanza en la victoria.

Los ejércitos del famoso rey asirio Tiglat Pileser I, aun llegando a las costas fenicias, tampoco se atrevieron, o no pudieron conseguir traspasar las Lindes de Josué. Sería en el siglo XI cuando, destruidos los reinos clásicos de esta segunda mitad del segundo milenio, esas lindes serían pisoteadas y el propio pueblo Hebreo puesto al borde de su destrucción por los mismos destructores de los Hititas. La natural intención filistea de apoderarse del tercer reino del momento, el Egipcio, tenía que pasar por el cadáver de los Hebreos. Cosa difícil de hacer mientras el Dios de Moisés estuviese con ellos.

Si en su día los hebreos liberaron a los egipcios de los Hicsos, ahora los salvarían de los Filisteos.

 

CONCORDANCIA ENTRE LOS ACONTECIMIENTOS DEL PRÓXIMO ORIENTE DURANTE LA SEGUNDA PARTE DEL SEGUNDO MILENIO A.C., A FAVOR DEL EXODO EN EL SIGLO XVI A.C.

1750. los hicsos conquistan Avaris

1595. fin de la primera dinastía de babilonia. Murshilish I, nieto de Khattushilish I, destruye Aleppo y Babilonia en este año

1573-1550 . los egipcios expulsan a los hicsos, Éxodo y Caída de Jericó

La Cronología final de la época Medio-Oriental en relación a la Historia de la Biblia nos permite dibujar los Acontecimientos desde una nueva perspectiva. La desmembración de la Cronología del cuerpo de la Arqueología en orden a apartar a la Historia Universal de la Historia Divina causó a finales del XIX d.C. un desplazamiento de los Hechos que condujo a situar el Éxodo en el siglo XIII a.C.

La imposibilidad de armonizar los acontecimientos relatados en la Biblia y nuestro conocimiento de la Civilización y Cultura Monárquica Egipcia nos aparta de darle viso de trascendencia histórica a una cronología oficial cuyo origen es antibíblico por el mero hecho de ser sus autores anti-eclesiásticos.

El primer factor que anula semejante desplazamiento del nacimiento de Moisés al siglo XIII a.C. tiene en la Endogamia Monolítica de la Casa Faraónica su llave maestra. Creer que una Dinastía Imperial fundada en la Endogamia Ultracerrada de la Familia Faraónica pudiese admitir en su seno al hijo de una esclava, caso Moisés, es proceder a una lobotomización del intelecto, es negar todos los conocimientos almacenados sobre la Mentalidad de la Dinastía Faraónica.

Los románticos, en desprecio a la verdad histórica, pueden llamar a su favor las telenovelas de nuestro tiempo de la misma manera que los románticos entre los arqueólogos invocaron los derechos humanos para defender una barbaridad tan grande como es la adopción del hijo de una esclava por una princesa de sangre faraónica.

En verdad que hay que tener los pies bien hundidos en el anticristianismo más feroz para contra la propia inteligencia cegarse los ojos y pasar por alto semejante barbarismo.

Inútil sería meterse en una reconstrucción de la mentalidad endogámica faraónica que vimos en su aspecto más brutal en la historia de Cleopatra VII.

El Racismo es cosa nueva. Los pueblos antiguos no entendían de racismo tal cual nosotros lo entendemos. Se ve en las Artes Escultóricas y Pictóricas de los Monumentos Egipcios que el fenotipo del Egipto faraónico y el fenotipo del Israelita Hebreo eran realidades que puestas delante de un espejo únicamente un ciego podía asimilar original y reflejo en tanto que las dos caras del mismo sujeto.

Creer que un Israelita Hebreo, hijo de esclavos, podía ser adoptado, en pleno siglo XIII a.C, por la Casa Faraónica como príncipe es en verdad exigirnos que nos cortemos la cabeza o que nos desprendamos del cerebro.

La diferencia en fenotipo entre el Egipcio Faraónico y el Israelita Hebreo, amén de que a la mentalidad imperial dinástica dicha adopción le resultaba una abominación impensable de ser acometida, por príncipe o princesa de la época, hecho que jamás se registró en los Anales, Crónicas o Historias Fabulosas del Imperio de los Faraones; dicho fenotipo hubiese delatado al niño salvado de las aguas delante de la Corte apenas la princesa hubiese intentado colarle al Faraón y a sus hijos tal abominación.

Bajo la naturaleza endogámica faraónica que permanecería vigente durante la era ptolemaica hasta dar su último coletazo en Cleopatra VII, no cabe abrirle al Moisés del Éxodo las puertas de la Corte del Faraón. Así que bajar del siglo XVI al siglo XIII de los Ramsésidas el éxodo es retornar a la petición de dejarnos arrancar el cerebro. O bien se le niega Realidad alguna a la Historia de este Héroe Bíblico, o se niega la Cronología Oficial para el Éxodo que sitúa el Paso del Mar Rojo en algún punto del Siglo XIII. Frente a la Mentalidad Endogámica Faraónica no cabe otra elección.

Un Hecho semejante, la adopción de un esclavo por una princesa faraónica únicamente podía caber en la Corte de los Faraones Hicsos. Procedentes ambos, el Israelita Hebreo y el Pueblo de los Hicsos del mismo Tronco, dos ramas del mismo fenotipo, la adopción por una princesa hicsa del hijo de una esclava israelita venía a quedar al nivel de una española en plena adopción de un niño francés o italiano.

Del otro lado, la Endogamia de la dinastía hicsa se reducía al carácter militar típico de todo acto de invasión y conquista. Aquella reacción del poder hicso al crecimiento de la población israelita no fue registrada jamás como propia, en ninguna época, de la corte egipcia nativa; y no existen registros de semejante medida, en general, y en especial contra los Israelitas, por la sencilla razón de que no le cabía al Egipcio semejante barbarismo. Únicamente una corte no nativa, la Hicsa, que se sentía invasora y siempre alerta de que el golpe de Estado que dieron contra sus anfitriones, los Egipcios, se les volviera como boomerang de mano de los Israelitas podía dar su bendición a semejante Medida genocida.

Esto de un sitio.

Del otro, regresemos al Golpe de Estado que los Hicsos dieron contra sus anfitriones, los Egipcios, en el 1750 a. C.

Desde este año, 1750, hasta el año de su Caída, allá por el 1550, década arriba o década abajo está en el aire, los Hicsos tienen dos siglos de dominio absoluto durante los cuales los Egipcios se retiraron al Sur y desde el Sur esperaron su momento. ¿Qué acontecimiento les permitió de golpe y porrazo lanzarse contra un Invasor que durante dos siglos habían impuesto su ley en el Nilo? Las fuerzas militares egipcias durante el periodo anterior a la Caída de los Hicsos se nos descubre nula.

También está Jericó, la ciudad amurallada que no pudo resistir el asedio de las trompetas de Josué. Los Arqueólogos reconocen que en esa fecha esas murallas cayeron, pero que lo hicieron por efecto de un terremoto.

No sabemos en qué data se basan para decir que la región sufrió un terremoto. A menos que el terremoto se centrara exclusivamente bajo los pies de Jericó es de creer que el prejuicio antibíblico cegó el pensamiento de los Padres de la Arqueología del Próximo Oriente Antiguo, y, aun teniendo la concordancia de las fechas, anclados en el antibiblicismo se negaron a relacionar entre sí los acontecimientos.

Primero :

en el 1750, aproximadamente, entra en Egipto el pueblo que no conoció a José, los Hicsos.

Durante otros dos siglos, hasta el 1550, aproximadamente, con lo que van cuatro los siglos desde José a Moisés, los Hicsos dominan todopoderosos el Imperio de los Faraones.

En este mismo siglo, el XVI a. C., los Hititas se rearman y se lanzan a la conquista de Siria y Babilonia.

Políticamente hablando el Faraón Hicso tenía que enfrentarse a este problema de expansión del imperio Hitita. De hecho, una vez caído el Poder Hicso, el Faraón Egipcio entabló relaciones con el Nuevo Poder del Norte.

Quiero decir, los Israelitas eran una población esclava que podía ser utilizada como caballo de Troya por los Hititas. Una población de esclavos suspirando por la Libertad es siempre un peligro interno predispuesto a la revolución si cuenta con apoyo externo. El Faraón Hicso no podía lanzarse a la guerra con el Rey Hitita dejando a sus espaldas este ejército de esclavos. El Decreto de Asesinato de todos los niños hebreos venía a hundir el dedo en la llaga sangrante del peso de la esclavitud, y a la vez marcaba cualquier insurrección con el hierro del exterminio. De hecho los Hititas no cruzaron la Línea Roja de Influencia Hicsa sobre las ciudades estados de la Palestina Bíblica.

Los Egipcios estaban a la expectativa. El ascenso del Poder Hitita podía ser usado por el Egipcio contra el Poder Hicso. Atrapado entre el Norte y el Sur quedaba en medio un ejército de esclavos a la espera de un Libertador por su Dios enviado para conducirlos a la tierra de sus padres.

El Infanticidio en masa sería una buena medida política en aras de mantener a raya a ese ejército de esclavos forjados en el trabajo desde la cuna a la tumba.

Es de creer, tomando como termómetro el parón de los Hititas y el silencio de los Egipcios, que el Hicso supo frenar la amenaza y crear una nueva balanza de poder internacional.

Fue precisamente entonces, cuando el Hicso se encontraba afianzado en su trono, que, sin venir a cuento, sale de la nada aquel niño salvado de las aguas, en mala hora - se diría el Hicso- , para pagarle al Hicso con la moneda que el Hicso le había pagado al Hebreo : la muerte de todos los primogénitos hicsos.

Dios hizo lo que le es natural a Dios cuando Dios quiere mostrarse como Dios, hundió hasta el abismo el trono Hicso y regresó a la Corte al Egipcio.

Ahora empieza el problema. ¿Cayó Jericó por un terremoto aislado en el espacio, que no dejó sentir sus ondas sino exclusivamente sobre las murallas de Jericó?

La Concordancia Cronológica no puede ser más firme.

En el Siglo XX-XIX a.C., aproximadamente, José es Virrey del Faraón.

Dos siglos más tarde, XVIII, los Hicsos conquistan el trono de los Faraones.

Dos siglos después, XVI, Moisés libera a los Hebreos y le pasa el mando a Josué.

Mientras éste abre la Conquista de la Palestina el Egipcio regresa a su Casa. Un regalo del Cielo, una Gracia del Dios de Moisés.

Jericó se hunde en el 1550 aproximadamente. El Terror se apodera de todos los reinos de la Palestina. Comienza una reestructuración del Mundo Antiguo en dirección a la Venida del Redentor, cuyos principales actores serán David, Salomón, Nabucodonosor y Ciro el Grande, Alejandro Magno y Octavio Augusto.

Regresaremos a esta Concordancia en otra fecha

Pero en esto como en tantas cosas otras se trata de ir contando gotas del océano. Sin ir más lejos vemos cómo las zonas de influencia entre el Hicso y el Hitita, establecidas a raíz de la conquista de Aleppo y Babilonia por el Hitita, es respetada por el Hebreo. Josué extiende la expansión de las tribus dentro de ese marco geopolítico. Poniendo el Jordán como frontera nacional Josué impide una confrontación directa con un reino hitita en su momento imperial más dulce. No se puede olvidar que en la ciencia de la guerra de campos de batalla el Hebreo, que acababa de salir de cuatro siglos de aislamiento era un guerrero bisoño. Un enfrentamiento directo con el reino Hitita era lo último que podía regalarse Josué.

Quiero decir, la estructura geopolítica de la región y la conquista de Palestina por los Hebreos concuerdan en el Tiempo con una precisión que no deja lugar a dudas a la hora de enmarcar este Acontecimiento, de Carácter y valor universal, en el siglo XVI antes de Cristo. Primero provocando la Caída de la Dinastía Hicsa en Egipto y la Restauración de la Dinastía Faraónica Nativa; y después deviniendo el epicentro causante del terremoto que hundió las Murallas de Jericó y expansión del terror entre las ciudades estados a este lado del Jordán.

Observamos además que los Hititas respetaron el marco geopolítico establecido tras su conquista de Aleppo y Babilonia, una conquista que le preparó al Hebreo su entrada en la Tierra Prometida, y nosotros vemos cómo la acción Divina preparatoria del Éxodo. Absurdo es creer, conociendo el hambre de imperio de la Babilonia de aquellos tiempos, que de no haberle dado fin el Hitita a su reino, Babilonia se hubiese mantenido con los brazos cruzados ante las consecuencias del Éxodo.

Si al contrario se nos quiere hacer creer en un asunto de coincidencias nuestra respuesta no puede ser sino la que le conviene a quien se ha arrancado los ojos de la inteligencia y sólo ve en las tinieblas lo que imagina ver. El hecho es que entre la imaginación subjetiva y la realidad objetiva existe una muralla a un lado de la cual está la ignorancia y al otro lado la locura. En este siglo las ciencias históricas, al igual que el conjunto de las ramas del Árbol de las ciencias tendrán que elegir a qué lado se sitúan; dependiendo de esa decisión se tomarán las medidas correspondientes y necesarias para situar ese Árbol en el Jardín que por naturaleza le pertenece : el Jardín de la Verdad.

 

21. Jueces.

Con el asentamiento en la Tierra Prometida nacieron en las tribus hebreas los males del sedentarismo antiguo. “Repítemelo otra vez abuelo”. ¡Las escrituras sagradas, siempre las escrituras sagradas!

“Pregúntaselo a los ancianos y te lo dirán”. “Escucha Israel…”

Con el tiempo los oídos se cansaron de oír la misma historia contada mil veces.

Que sí. Que ya está. Adán y la manzana prohibida, Noé y el Diluvio, Abraham e Isaac, José y sus hermanos…

Las generaciones futuras hebreas se amoldaron a lo que había, sus vecinos, el progreso. Cada vez que lo hacían las cosas se les ponían cuesta abajo. La Excepción de Moisés. Pero no aprendían.

Así que cuando aquella fe que movía montañas llegó al ring de Goliat, la verdad sea dicha, ya no movía nada, ni siquiera sus piernas, de miedo clavadas en el suelo viviendo sus últimas horas de vida, de libertad en el mejor caso.

La manera que tenían los Filisteos de tratar a los vencidos les ponía los pelos de punta a todo el mundo. Y encima aquel Goliat poniéndoselos bonito.

Muerte o esclavitud, ¿o es que ya no se acordaban de cuando los echaron a todos de su tierra al grito de Huida o Muerte?

Ahí es donde se equivocó el faraón. Muerto el perro se acabó la rabia -se burló Goliat en sus caras.

 

22. David.

¿A Josué le iba a hablar un hombre en la manera que lo hizo Goliat a Saúl? Los de Jericó se escondieron detrás de muros altos y gordos como una Muralla China. ¿De qué les sirvió? ¿Cuánto tiempo decían que podrían resistir? ¿Hasta que les saliera barbas a los que estaban amamantando? Jajaja.

¿No produjo Dios un milagro cuando los sacó de Egipto? ¿Por qué no iba a hacer ahora otro?

Salvarte la vida, por ejemplo. Jua jua jua- graznó Goliat cuando descubrió la estatura del que había soltado aquellas paridas propias de un niño chico.

Le habían elegido por aspirante al título a un mocoso larguirucho, una fregona de pie pegando botes entre el gigante y la primera línea enemiga. ¿No era para reírse? Jo jo jo.

“Calla, perro pagano. No sabes nada. Eres tonto cual inmenso eres. Dios va a hacer una obra tan grande como aquélla. Quienes la escuchen no se lo creerán. Se dirán los unos a los otros: ¿Has oído el último chiste hebreo?:

Va un pastorcillo de tres al cuarto con su rebaño por el monte y le sale al encuentro un gigante armado cual Hércules redivivo, de tres metros por lo menos. Todo hambriento, el gigante va y le mete mano a una oveja rolliza. El pastorcillo lo coge in fraganti. ¿Qué crees que le dijo el pastorcillo al gigante?.

Esto será lo increíble. Tú tampoco te lo creerás.

El pastorcillo era un león encantado por un brujo. No hablaba, rugía. No rugía como un cachorrillo, rugía como el mismísimo rey de la selva.

El pastorcillo encantado siguió dando vueltas y más vueltas alrededor del gigante de hierro al ritmo de los tambores de guerra. Sobre su cabeza una honda con su chinarro giraba a velocidad vertiginosa. Los enemigos jadeaban a su perro de pelea y se echaban para atrás cuando el brujo corría hacia la línea del frente filisteo clavándoles en el cerebro aquél rugido embrujado que les desgarraba los sentidos.

Desesperado, harto de ver a aquél payaso bailar como una estúpida marioneta, Goliat cometió el imperdonable error de arrancarse el casco y espachurrarlo contra el suelo.

Iba a hablar, quiso decir algo, abrió la boca para decir algo. Pero no le dio tiempo para más. El enano soltó el misil. Bingo. Diana perfecta. Entre los ojos. Un visto y no visto. El gigante cayó para atrás como un saco de patatas.

“Esto es lo que hará el hijo de Adán con el Diablo. Observad, guerreros. Alzará la espada y le cortará la cabeza de un tajo”- gritó triunfante David.

Un pastorcete de nada se enfrentó a aquel bocazas y le cortó la cabeza de un tajo. ¿No es gracioso?

 

23. La Corte del Rey Profeta.

Saúl reinó del 1025 al 1010. David desde el 1010 al 955.

La coronación de Saúl nos abre los ojos a la anarquía en la que sumieron el mundo los filisteos. Hititas, Mitannios, Asirios, Babilonios, sombras de lo que fueron, el futuro de la Civilización quedó en manos de los Hebreos. Quienes tampoco hubieran podido resistir su hundimiento de no haber mediado el Dios de David, el verdadero artífice de la victoria hebrea frente a los ejércitos que el Infierno se había suscitado en su particular Guerra contra el Cielo. Pero no nos detengamos en lo que es Historia Divina.

Durante el transcurso de su reinado conoció David qué pasó en el Edén. También le descubrió Dios su Plan de Salvación Universal.

Viendo en espíritu el final de la batalla entre el Hijo de Dios y la Bestia el rey David saltó de alegría. No era él hombre de confesarse todos los días sin embargo, y entre que él era puro secreto y su Dios lo tenía entre unos que querían matarlo y otros que lo buscaban para quitarle la vida, David calló todo lo que había conocido, y publicó lo que su Dios le inspiró para ser leído.

La idea del rey Mesías caló pronto en el espíritu bélico de los jóvenes. Y no paró de crecer hasta encontrar en Absalón su príncipe valiente.

Absalón no podía ni iba a permitir que el partido de Salomón se aprovechase de la vejez del rey en beneficio de la concesión de los derechos de la primogenitura a la marioneta que se habían creado. Así que se impuso como top priority matar a Salomón

 

24. Salomón.

“El primer pensamiento no es siempre el último; por el contrario casi siempre suele ser el primer eslabón de una arquitectura de sucesos.

La sabiduría nunca exige la vejez como condición sine qua non para dejarse alcanzar.

La última palabra no la tiene el más viejo, sino el más sabio. Pero hasta los sabios desconfían de la omnipotencia de su razón.

El rey tiene en Dios su pensamiento, y en Su voluntad tiene su fuerza.

El pensamiento del hombre es bruma en las tinieblas; el espíritu de la Sabiduría es el que anima la inteligencia y la eleva hasta la respuesta del que conoce todas las cosas porque Dios se las mostró.

Dios dice y Dios hace; aquí tiene el hombre el principio de su inteligencia”.

Salomón se crió bajo una lluvia de palabras de este género. En la corte de su padre Dios había difundido su espíritu. El profeta Natán por ejemplo. Entraba y salía del palacio del rey más custodiado del mundo como si fuera su propia casa. La verdad es que si Natán se hubiese callado nadie hubiera descubierto el delito tan grande que cometió David matando al marido para quedarse con la viuda.

Natán se presentó en palacio como si se tratase del mismísimo Moisés entrando en el salón del trono de Egipto. No había en el mundo hombre capaz de cruzar sin permiso las siete murallas de guerreros invencibles que protegían al rey de Jerusalén ¿Entrar en pleno salón del Trono de Israel persona non-grata? ¿De qué, cómo y cuándo?

Natán irrumpió en la casa del rey dominado por el vértigo que le provocó el conocimiento del delito. El hombre que tenía a sus órdenes las mujeres más bellas del universo se había dejado llevar por la pasión más juvenil y la había llevado a sus últimas consecuencias.

El hecho de matar a un hombre para robarle es delito suficiente para pagar vida por vida; el robo de la mujer de tu prójimo al precio de la sangre de tu hermano, ¿qué será?- le preguntó Natán al rey de los profetas.

El rey había pecado tanto más cuanto que al haber sido ungido por Dios le hacía más difícil a Dios cobrar venganza de la sangre derramada ¿Había atrapado David a Dios en el dilema de Satán? ¿Condenaría Dios a todo el pueblo por el pecado de un sólo hombre?

¿Qué hombre de la Corte del rey David se hubiera atrevido a levantarse como profeta delante del rey profeta de no haber sido su propio hijo? ¿A qué profeta le hubiera aceptado David que le dirigiera la palabra sino a un hijo nacido de sus entrañas?

Su Dios, que tanto lo amaba tanto lo conocía, le sacó de su muslo un hijo nacido para atarle la lengua.

 

25. El Nacimiento del Judaísmo.

Él da las órdenes, hijo mío, le decía Salomón a su hijo Roboam. Sus ejércitos se mueven a la voz de su Verbo. Ningún jefe de su pueblo debe asumir las competencias del Señor de los ejércitos; Él nunca está ausente. Él no deja a sus ejércitos solos a la derrota. Él conoce el cuándo y el cómo. El Rey mira por la paz y el bien de su pueblo; el pueblo del Señor Dios es su creación entera. En su omnisciencia Él dirige el curso de la historia de las naciones. Suya es la victoria; Él elige a los jefes de su pueblo desde el vientre de sus madres. Sé sabio, hijo mío.

¡Lo que el viento se llevó!

A espaldas de su padre Roboam se pasó al Judaísmo.

La tribu de Judá se había conjurado para abrir la era mesiánica el día después de la muerte de Salomón; tras la muerte de Salomón las demás tribus aceptarían consumado el hecho y se unirían al proyecto.

“Hijo mío, no te dejes halagar por los que se sientan a la mesa del rey, porque hablan sus intereses no la sabiduría de Dios por sus bocas.

¿De qué vale anillo de oro en hocico de puerco?; ¿no será la codicia la ruina del avaricioso?”

¡Qué padre aquél si hubiera tenido un buen hijo!

Detrás de las lindes salomónicas el cocodrilo del Nilo estaba al acecho. Al otro lado de los grandes ríos el oso asirio empezaba a salir de su letargo.

“No seas loco, hijo mío…”

¡Palabras de sabio en orejas de borrico!

A la muerte del Rey Sabio el Cocodrilo del Nilo invadió Jerusalén, le arrancó las piedras de plata a sus calles, desmanteló las tejas de oro de sus palacios, el marfil de sus cúpulas, y se dejó atrás al hijo del rey Sabio llorando como una mujer lo que no supo defender como un hombre. Esto pasó en el 930 aproximadamente.

 

26. La Caída de Samaria la Blanca.

Si el reino del Norte disfrutó viendo cómo era saqueada Jerusalén, el precio de la división del reino de David no tardaría en cobrarlo Samaria de manos del rey de Nínive. Cosa que sucedió en el 721. Pero veamos antes cómo pudo Nínive elevarse a tal altura sobre las ciudades clásicas de las Edades del Bronce y del Hierro.

El reino Mitannio desapareció de la escena geopolítica en el 1350 a consecuencia de la pinza entre hititas y asirios.

Para mejor entendernos digamos que los hititas reinaban sobre Turquía Occidental; los mitanios sobre el norte de Siria, y los asirios sobre el norte de Irak.

La destrucción de Mitanni vino en mal momento. Al poco los Filisteos - posiblemente los Griegos Antiguos que después de caer sobre el Imperio de Troya siguieron camino abajo- derrumbaron el reino hitita y frenaron la expansión asiria hacia el Oeste.

En un apartado anterior dejamos a los Cassitas reinar sobre las ruinas del imperio de Hammurabi. Cassitas y asirios en guerra, el control sobre la región del Sur del Edén se le fue yendo a Babilonia de las manos, hasta que en el 1310, aproximadamente, los antiguos persas -los elamitas- se independizaron y se pusieron a la altura de sus vecinos.

Hundida posteriormente Babilonia por el asirio Tukulti Ninurta I, éste extendió su poder hacia el Elam, pero sólo esporádicamente, pues al rayar el 1215 Susa se independizó y se alzó como potencia militar. Su rey aprovechó entonces las circunstancias de la entrada de los Filisteos para sustraerle a Nínive el control de Babilonia, que cayó en el 1159 y arrastró en su caída al último rey de los Cassitas.

Desatada la guerra por el control del antiguo reino cassita entre asirios y elamitas, el final alcanzó un rumbo inesperado cuando un tal Nabucodonosor I se alzó como rey de Babilonia y liberó a su país de los dos enemigos clásicos de su nación. Cosa que sucedió en el 1110. Y mantuvo la cuestión entre babilonios y asirios en la guerra de desgaste que diera como resultado final la hegemonía de Nínive. Hegemonía relativa sin más fuerza en la estructura geopolítica impuesta por la invasión de los Filisteos que la de mantener viva en Nínive sus aspiraciones imperialistas. Que, si en un principio se vio frenada por los Bárbaros del Oeste, después fue contenida entre las fronteras del actual Irak gracias a la expansión del reino de Salomón por todo el Oriente Próximo.

Al dividirse el reino salomónico y venirse abajo toda la infraestructura sobre la que edificó su Paz Internacional el rey sabio, Nínive aprovechó el vacío de poder al Oeste del Jordán para crear su imperio. Si en un principio Adad Nirari I dirigió sus ejércitos contra Babilonia, sus sucesores, comprendiendo la pérdida de esfuerzo que estaban haciendo, abrieron el frente Norte, conquistando la Media. Cambio de rumbo que con Salmanasar III fijó su objetivo en el Oeste, donde la división del reino de Salomón dejó la Siria a merced de su ejército.

La entrada a este lado del Jordán no se produciría sino después de un proceso de desestabilización interna. Que, cerrada por el legendario Tiglat-Pileser III, invade Babilonia, la somete, y vuelve sus ojos hacia el Oeste, adonde llegan los ejércitos de Nínive bajo Salmanasar V.

El encuentro con el reino de Israel redujo a escombros el orgullo de los Israelitas, Samaria la Blanca, como la llamaban. Lo que sucedió en el año 721.

 

27. La Caída de Jerusalén la Santa.

Ahora, si el reino de los judíos disfrutó conociendo la noticia de la destrucción del reino de sus hermanos, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que, pronunciado el decreto contra la división del reino, Jerusalén no se salvaría de vivir el mismo destino que su hermana Samaria.

No fueron en esta ocasión los asirios, sino los Caldeos de Babilonia, destructores de Nínive, quienes le dieron a Jerusalén la paga.

Los acontecimientos generales fueron los siguientes: Los reyes de Nínive abrieron su imperio al Norte y al Sur, conquistando la Media y la Babilonia.

Salmanasar III, Adad Nirari III, Tiglat-Pileser III y Sargón II, Senaquerib y Assurbanipal sus reyes más sonados, el odio que sembraron al Norte y al Sur del Edén se volvió contra ellos cuando Nabopolasar, padre de Nabucodonosor II, rey de Babilonia, y Ciaxares, padre de Fraortes II, rey de Ecbatana, capital de Media, se unieron para destruir al rey de Nínive, objetivo que alcanzaron en el 612.

La repartición del mundo que hicieron dejó las tierras del Oeste en las manos de Babilonia. Al llegar al trono el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor II cruzó el Jordán y destruyó Jerusalén en el 587. Hechos todos descritos en el Antiguo Testamento.

Destruidas Jerusalén y Samaria, el decreto divino: “Todo reino en sí dividido será destruido”, se cumplió, quedando su juicio como ejemplo para todo reino que en el futuro pretendiese sortear su destino.

 

 

 

28. El Maligno.

La Serpiente Antigua pegó botes de alegría entre los muros de su silencio cuando cayó Jerusalén. ¿En qué cabeza puede caber que Dios necesite gafas de rayos X para radiografiar de una mirada el interior de, ¡Señor!, sus propias criaturas?

La Caída de Jerusalén fue otro tanto a favor de los que abogaban por la destrucción del Hombre y creían que el Mesías de las profecías lo tenía todo de antemano perdido. Dios debía aceptar de una vez los hechos, creando al hombre se le torcieron las cosas.

El género humano no había podido franquear la frontera entre las bestias y los hijos de Dios. Demostraba una tendencia instintiva tan lógica en su especie que la sola idea de ver al hijo de un hombre retando a duelo a muerte al Jefe de los Rebeldes podía tomarse por una ofensa si no fuera por lo ridículo de la idea.

 

29. Las Tres Columnas del Mundo.

Durante aquellos días, en la Babilonia de los Caldeos, cinco siglos antes del Nacimiento, vivieron tres niños prodigiosos.

El primero nació para ser profeta y dejar boquiabierto a todo el mundo. Lo llamaron sus padres Daniel, pero Nabucodonosor le dio otro nombre.

La doctrina mesiánica de Daniel les cortó la risa a los judíos ortodoxos que seguían creyendo en el advenimiento inmediato del Mesías. Según Daniel, el Profeta-Mago, la profecía era para largo incluso cinco siglos después de haber sido escrita por el rey David.

 

30. Zorobabel.

El segundo niño nació para liderar la caravana de la libertad, conducir a su pueblo a la Patria Perdida, resucitar a Jerusalén de las cenizas de la Historia y levantarle a la Sabiduría un Templo. Sus amigos lo llamaban Zoro, pero el rey de Babilonia lo llamaba de otra forma. Zoro era el príncipe heredero de la corona de Judá.

 

31. Ciro el Grande.

El tercer niño se llamaba Ciro. Este Ciro fue el hijo de la princesa meda casada por Herodoto con el príncipe de los persas. Herodoto no pudo resolver el enigma del origen de Ciro por escasez de conocimiento sobre las estructuras sucesorias de las monarquías mesopotámicas.

Gracias a nuestro conocimiento actual de las estructuras de poder clásicas durante la Era Precristiana nosotros estamos en posición de reconstruir la arquitectura de las relaciones internacionales típicas de la época neobabilónica. La verdad que brilla al fondo del túnel nos ilumina el camino al encuentro de los dispositivos imperiales que se debieron adoptar para llevar al Trono Imperial al Príncipe Ciro.

La mujer de Nabucodonosor fue la hija de Ciaxares, rey de los Medos. Este Ciaxares fue el aliado de Nabopolasar, padre del príncipe Nabuco. Ciaxares y Nabopolasar encerraron al rey de Nínive en su palacio y lo enterraron bajo los escombros de su imperio. Para felicitarse por la gran victoria casaron a sus hijos. Ciaxares le dio su hija al hijo del rey de los Caldeos; y éste le dio su hijo a la hija del rey de los Medos.

El hermano de la mujer de Nabuco heredó el trono de Media y casó a su hija con el príncipe de Persia, padre de Ciro. Ciaxares fue, según esto, el bisabuelo materno de Ciro, y Nabucodonosor su tito abuelo -el tito de la madre es tito abuelo para sus hijos.

Si Nabucodonosor era yerno de Ciaxares, Fraortes y él eran cuñados. Y si cuñado del hijo de Ciaxares, Nabucodonosor era tito de la madre de Ciro. Conclusión. Ciro era sobrino nieto del rey de Babilonia, y nieto del rey de Media.

Un juego de probabilidades gordianas de esta naturaleza llevó a Carlos V al trono de Alemania.

Un príncipe persa podía aspirar a unir en sus manos las tres coronas “cuando las gallinas paran perras” -decía el proverbio popular babilónico.

Tenían que coincidir muchos cálculos para que la posibilidad cobrase forma. O podía suceder que fuera invitado a formar parte de un proyecto de unificación del mundo en una corona única y…

 

32. El Cuarto Hombre.

¿Y qué diría el Príncipe Asirio Nabónido sobre la cesión del imperio de las manos del Caldeo a la del Persa?

¿Se apuntaría al bombardeo desde dentro de la fortaleza del enemigo?

¿Aceptaría Nabónido ser un peón en el Ajedrez del Profeta-Mago?

¿Qué podría ofrecerles Nabónido a cambio de la posibilidad de reconstruir Nínive en alguna parte del Sur? ¿Les daría a los Magos de Daniel las Llaves del Reino?

Nabónido movió la cabeza.

Te retirarás a la Ciudad que elijas lejos de mí- lo tranquilizó riendo Ciro.

Sabio, digno discípulo del Jefe de los Magos, Nabo se construyó su Ciudad en un oasis perdido en el corazón de un Edén sembrado por él mismo. Ciro se echó a reir. A Zoro no le cogió por sorpresa la astucia del Cuarto Hombre.

El misterio que viene a cuento es descubrir cómo un príncipe asirio se las apañó para subir al trono de Babilonia. Misterio cuyo secreto lo podemos deducir de la Caída de la dinastía de Nabucodonosor en los días de Baltasar. Aquel golpe maestro de estado que elevo a Nabónido al poder descubre la identidad asiria del peón movido por Daniel en la dirección del traspaso final del imperio a las manos de Ciro, cuando aquel peón se limitó a entregarle Babilonia al nuevo rey del mundo. Entrega que dejó en manos de su padrino hebreo desde el principio mismo de su reinado, y se tradujo al final del mismo en el hecho de hallarse los ejércitos babilonios en las manos de los judíos. Bien pudo Daniel haber usado el entramado que levantara para dar otro golpe de estado y poner en el trono al heredero de Judá. Pero no lo hizo.

 

33. La Reconquista del Reino Perdido.

La doctrina profética de Daniel encontró en Zorobabel una estrella llena de vida. Se trataba de reconstruir Jerusalén, poner la primera piedra del Templo y comprar pacíficamente la tierra de Judá. Jerusalén haría de funciones de colonia madre. El gobernador de la Ciudad sería el jefe supremo de la Colonia; a su mandato los grupos elegidos se moverían hacia donde se hubiera dispuesto por el consejo de los sabios.

La segunda fase profética decía que en un par de siglos a lo sumo el rey de Grecia entraría en Asia y echaría abajo el Imperio de Ciro. La Conquista de Babilonia por Occidente iría seguida por la división del imperio del conquistador griego en cuatro reinos. Al poco nacería un reino que se extendería por todo el mundo y derrotaría a los cuatro reinos. En esos días el ángel de la libertad tocaría la trompeta y las colonias judías se levantarían en estado de guerra de independencia. Hasta entonces cada hijo de Israel debía atenerse al proyecto original.

 

34. Bajo el Yugo de los Helenos.

Entre los historiadores del XX se impuso la teoría de la creación a posteriori de los libros bíblicos. Desde la óptica del ateísmo Alejandro Magno no conquistó el Asia después, sino que los judíos escribieron lo que pasó después de la muerte del griego.

Ajenos a las opiniones de todo el mundo, desde su torre en Seleucia del Tigris los Magos de Oriente seguían el curso de los acontecimientos. Las sinagogas de todo el mundo les enviaban noticias de los lugares donde vivían, quiénes gobernaban, qué sistema político tenían, cambios de dinastía.

Los problemas entre persas y griegos han comenzado, sus majestades. El rey del Norte, Filipo, ha sometido a toda la Grecia. El día de la Venganza por los hombres de Leónidas en las Termópilas empieza a alborear- trajo en su pata a Seleucia del Tigris una paloma blanca.

La respuesta llegó rápida a Jerusalén. Decía: Todos los hijos de Abraham deben prepararse para recibir al Conquistador con palmas y vítores. En breve, a la muerte del hijo de Filipo, su reino se hundirá en una guerra civil larga. Sobrevivirá a su destrucción dividiéndose en cuatro reinos.

Y así fue.

No se había enfriado el cadáver de Alejandro sus generales ya se estaban matando. Al cabo le vieron los cuernos al diablo y dejaron de comerse vivos.

Fue Seleuco I el Invencible quien se quedó con el imperio de Ciro, más lo que Alejandro conquistó a este lado del río Indo. No reconstruyó Babilonia; en su lugar creó una ciudad nueva a orillas del Tigres. La llamó Seleucia del Tigres.

Seleucia del Tigris fue concebida para hacer las funciones de puerto comercial interior entre el Extremo Oriente y Occidente. No olvidemos que en su sabiduría para controlar el paso de caravanas y barcos del Oriente al Occidente tuvo sus Minas el rey Salomón.

 

35. Jerusalén grita Libertad.

La parte del cocodrilo se la llevó Ptolomeo. Desde que vio los planos de Alejandro Magno para Alejandría del Nilo se apoderó del joven Ptolomeo la pasión por aquella Nueva Atenas que el hijo de Filipo pensaba construirse en las costas de Egipto.

Certero y silencioso como el cocodrilo cuando ataca, con los ojillos a los dos lados del hocico, avanzando por el agua sin soltar aire, sin mover un párpado, más tieso que un tronco, adelantó sus posiciones el joven Ptolomeo el día antes del entierro de su Héroe. Primero se proclamó dueño y amo del Egipto; después los dioses dirían.

 

36. La codicia de los reyes.

La ambición sin límites de Seleuco fue el fantasma personal de la casa de los Seleúcidas. Se murió el hombre con el dolor de haber perdido Jerusalén en una apuesta de lagartos. Y su familia sin saber aceptar la derrota ante las fuerzas de los ptolomeos egipcios. Las guerras heleno-egipcias por la posesión de Jerusalén fueron la constante vital del Oriente Próximo desde la muerte de Alejandro al reinado de los hijos de los Macabeos.

El zarandeo, hoy tengo por ama a Antioquia, mañana tengo a Alejandría, le afectó a Jerusalén. Sus hijos, cansados, se echaron a dormir en los laureles del que ha conseguido desprenderse de sus fantasmas mesiánicos. Al despertar se encontraron atrapados en las garras de una solución final, que no fue la primera ni sería la última.

 

37. El Segundo Reino de Israel.

Jerusalén vivió alucinada la persecución religiosa de Antíoco IV. Era algo que jamás se le había ocurrido pensar que pudiera pasarle. Las Escrituras decían que después de los cuatro reinos, la Libertad. Se quedaron de piedra tal como les cogió sentados la noticia. ¿En qué habían estado pensando? ¿En el nacimiento de un niño bajado del cielo que venía y les arreglaba todos los problemas?

Comerían perdices y serían felices.

De hecho algunos se las comían todas y los demás se las apañaban con gallinas. Por esto cuando Judas Macabeo volvió a su patria y se puso al frente de la resistencia con su escuadrón de desertores se unieron a él todos los que no tenían nada que perder y todo que ganar.

La línea del tiempo desde los Macabeos al Nacimiento fue la siguiente:

Judas Macabeo gobernó desde el 166 al 161. Judas dirigió por tanto los ejércitos del Señor de victoria en victoria durante cinco años. No se sabe muy bien o nunca se ha escrito la verdad sobre el origen de la formación militar de este caudillo. Es más que probable que, conociendo la estructura de los ejércitos imperiales seleúcidas, este Judas fuera el jefe del Escuadrón Judío, al frente del cual desertó al conocer los planes asesinos del rey, quien al partir para la gran aventura de la conquista del Asia perdida le ordenó al regente de su reino la solución final antijudía en el origen de la rebelión en curso. Tal vez no sea fácil recrear la vida de Judas antes de su aparición como encarnación del Martillo de Dios. Pero como ya he dicho la estructura militar del imperio se basaba en el reclutamiento de Escuadrones de todas las provincias bajo la corona del rey. Entre ellos hubo de existir un Escuadrón Judío, que, sin ninguna duda, sirvió bajo la bandera imperial hasta que a su regreso de su frustrada invasión de Egipto el rey dejara correr su impotencia contra Jerusalén. Escandalizado el Escuadrón Judío por aquella acción es de creer que la deserción ya estaba servida, y se consumó cuando al dirigirse hacia Babilonia pretendió llevárselo consigo, dejando a merced de Lisias y sus generales la solución final judía. Al corriente de lo que pretendía el rey, Judas, jefe del Escuadrón Judío, desertó con sus hombres. Llegado a la Judea se encontró con la matanza y, huyendo con su padre y sus hermanos, le declaró la guerra de guerrillas al Imperio. Cuando Apolonio, el general designado por Lisias para solucionar el problema judío, alcanzó la Judea se enfrentó a un caudillo que conocía perfectamente las tácticas y las estrategias militares del ejército imperial bajo cuya bandera el Macabeo sirviera toda su vida.

En el 161 sin embargo, abandonado por los suyos al frente de sus 800 Bravos, Judas cayó como vivió, vendiendo cara su vida. Las restantes hazañas bélicas de Judas están escritas en la Biblia.

Le sucedió en la jefatura militar de los ejércitos del Señor su hermano Jonatán. Jonatán gobernó el país desde el 161 al 143. Las aventuras militares de Jonatán también están escritas en la Biblia. Cómo recibió el sumo sacerdocio de las manos del rey Alejandro Balas, cómo se las apañó para prosperar jugando a dos bandas y cómo, finalmente, fue atrapado a traición y condenado a muerte.

Le sucedió en la jefatura del país su hermano Simón. Este gobernó desde el 143 al 135. Simón fue quien de verdad conquistó la Independencia. En recompensa por la cual los judíos en pleno le concedieron a sus herederos el gobierno a perpetuidad. Arrepentido el rey de Antioquia por la pérdida de la Judea le ordenó a su general Cendebeo reconquistarla. Simón y sus hijos, Judas y Juan, vencieron al invasor. La libertad no salvó a Simón de caer a traición como su hermano Jonatán.

Tras la muerte de Simón subió al Poder su hijo Juan. Juan Hircano I reinó desde el 135 al 105 (siempre a.C.). Si en un principio pareció que la invasión por la Judea del rey de Siria iba a acabar con todo lo conquistado por los Macabeos, el primero de los Asmoneos se las arregló para salir triunfante y además conquistar la Samaria, la Idumea y territorios al Este del Jordán incluso. Fue este Juan Hircano I quien al obligar a todos los no judíos de su reino a circuncidarse le preparó el camino al trono a Herodes.

Le sucedió su hijo Aristóbulo I, “el rey loco”. En un principio su padre le legó sólo el sumo sacerdocio, reservando el Gobierno para su madre. Juan se volvió loco, encarceló a su madre y a sus hermanos y se declaró rey. Al año murió.

De las profundidades de la tierra tomó Jerusalén rey. Se llamaba Alejandro. Reinó desde el 104 al 78. Bajo su reinado la sangre llovió a cántaros sobre Jerusalén. Fue durante su reinado que las estrellas de Abías, padre de Zacarías, esposo de Isabel, y tito abuelo de María, madre de Jesús, y Simeón el Babilonio, padre del Simeón que recogió en sus brazos al Niño en su presentación al Templo, los Semayas y Abtalión de la historia oficial judía, brillaron en todo su esplendor.

A la muerte del Asmoneo le sucedió su mujer Alejandra, llamada también la reina Salomé. Desde el 76 al 69 la reina Alejandra dirigió la paz del reino. Ella reinstauró el Sanedrín y fue durante su reinado que tuvo lugar la búsqueda secreta del Heredero de la corona de Salomón.

A su muerte sus hijos Hircano II y Aristóbulo II se declararon aquella guerra que en el 63 fuera atajada por Pompeyo el Grande. Hircano II quedó como etnarca durante todos los días de la vida de Pompeyo, y Antípatro, padre de Herodes, Idumeo de nacimiento, como general de los ejércitos de la Judea hasta su muerte. Fueron los partidarios de Pompeyo quienes asesinaron en Roma a Aristóbulo II, en el 49, y en el mismo año su hijo Alejandro lo fue en Antioquia por orden del propio Pompeyo. Durante estos años tuvo lugar el ascenso a la cumbre de los Archivos del Templo de Zacarías, el hijo de Abías.

Por aquellos días los Partos invadieron la Judea y coronaron rey al otro hijo de Aristóbulo II, al que llamaban Antígono. Este le cortó la nariz y las orejas a su tío Hircano II y le desterró a la Nueva Babilonia. Con este aliado circunstancial de Zacarías y su Saga en la Gran Sinagoga de los Magos de Oriente los correos entre los Magos y Zacarías y sus hombres aceleraron sus idas y venidas.

De todos modos eran malos tiempos para los Asmoneos. Aprovechando las guerras civiles romanas Herodes derrotó a Antígono, hijo de Aristóbulo II, sobrino de Hircano II, y lo decapitó (año 37).

La tragedia de los Asmoneos no había terminado aún. Sediento de sangre el rey Herodes asesinó al nieto de Aristóbulo II y al propio Hircano II, al que llamara de Babilonia con promesas de paz y salud. También asesinó a las asmoneas Alejandra y Mariana, la reina Mariana. Y finalmente a sus hijos Alejandro y Aristóbulo, hijos de la reina Mariana.

En el año 7 a.C. toda la estirpe del Asmoneo, según se lo profetizara Abías, había sido eliminada de la faz de la tierra. Herodes quedó como único dueño y señor de Jerusalén. Herodes fue el primer y el último rey que conoció el II Reino de Israel.

 

38. El Rey Mesías.

José y María, padres de Jesús, nacieron durante los primeros años del reinado de Herodes. José debía tener unos cuarenta años cuando tuvo a su primogénito, y María unos pocos menos cuando dio a luz a su unigénito. Según este cómputo José murió a los sesenta años, aproximadamente, y María debía tener los mismos más los debidos durante los días de la Resurrección. A qué edad, según cuenta la leyenda, ascendió al Cielo en la Ciudad de Zaragoza la Madre, nadie lo sabe a ciencia cierta. El hecho es que las miserias que Herodes les hizo tragar a los judíos alimentaron en el pueblo oprimido el sueño del rey Mesías. Que como todo sueño nunca se haría realidad, por lo menos mientras estuviese en las manos de Herodes y sus hijos impedirlo. Sin embargo el rey Mesías vino a nacer lejos de la vista de la Corte, en un pesebre. Avisados por “la paloma muda de las lejanías” los Magos salieron de su Torre de Oriente y corrieron a poner a los pies de la Sagrada Familia sus riquezas y su ciencia.

¿Precedieron a la Sagrada Familia al Egipto, financiaron la Carpintería del Judío y murieron viendo crecer al Niño?

 

 

39. El Nacimiento de Cristo.

Estaba en el Niño. Pero el Niño no lo sabía. Lo descubriría entre los Doctores del Templo, a la edad de doce años aproximadamente.

Allí, entre los Doctores, a la edad de doce años, Jesús volvió a nacer. Dios le dio un nombre nuevo, Cristo, y su nombre, Yavé, y el nombre de la ciudad de su Dios, Sión. Él era Cristo Jesús De Yavé y Sión. Él era el Cordero que su Padre ofrecería por la expiación de los delitos de todo el mundo.

 

40. La juventud del Mesías.

Una pregunta sin respuesta se llevó del Templo consigo el Niño a Nazaret. ¿Por qué su Dios lo iba a abandonar a merced de los enemigos de Cristo? ¿Cómo podría salvar al mundo de las garras del Infierno desde la cruz que los romanos les reservaban a los malditos? ¿Qué esperaba conseguir Dios de acontecimiento tan trágico? ¿Por qué iba a convertirlo en piedra de escándalo para sus hermanos y sus amigos?

Durante toda su juventud Cristo Jesús no cesó de buscar la respuesta a este enigma: Dios iba a establecer la victoria del hijo de Eva sobre la sangre del hijo de David. ¿Por qué?

 

41. La Doctrina del Reino de los Cielos.

La respuesta que encontró Cristo Jesús fue ésta. Dios abolía el Imperio y en su lugar fundaba un Reino Universal. Y les concedía a todas las criaturas la libertad para unirse o rechazar la adhesión ad eternum a su Reino. La Corona de ese único Reino se la daba a su Hijo Amado, Cristo Jesús De Yavé y Sión. Quien cree en su Hijo es declarado ciudadano de su Reino aquí y ahora, y quien rechaza esta Revolución Divina queda sujeto al Juicio Final.

De todas las medidas que, a raíz de la Tercera Guerra Universal Dios adoptó contra el Infierno, ésta es la Piedra Angular. Las otras medidas se deducen de la propia Historia del Cristianismo.

 

 

CAPÍTULO SEGUNDO

 

CRÓNICAS GALILEAS

 

PRE-HISTORIA DEL CRISTIANISMO