22.09

I

El Hombre es Creador por voluntad Divina. La Inteligencia del Hombre tiende a la Ciencia de la Creación en respuesta de la Vida a la Voluntad de Dios, expresada en su Verbo : “Hagamos al Hombre a nuestra imagen y semejanza”.

Creado el Hombre a la Imagen y Semejanza del Creador de nuestro Universo es natural que el Hombre sea inteligente y esta inteligencia tienda a la Sabiduría y a la Ciencia, verdad invencible que tenemos activada en la Prehistoria del Cristianismo, en cuya Libro leemos cómo el Hombre, en el que ese Verbo se encarnaría, antes de su Nacimiento su mente ya descubrió en su Inteligencia su Tendencia a la Sabiduría y a la Ciencia. Época que llamamos la Edad de Oro de la Filosofía Helena.

Entrar en la agonía sobre la cuestión teológica primitiva, a saber, por qué Dios no acabó con el Mal en la Tierra una vez que nos envió a su Hijo, etcétera, no es mi intención. Mi Madre, la Iglesia Católica, ya despejó esta Cuestión; y, de todos modos, quien quiera oírla, en palabras de su hijo, puede hallarla en LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO. Aquí de lo que se trata es de descubrir este espíritu de inteligencia al que fuimos llamados al Principio, del que fuimos privados por la Causa conocida, y en el que nacemos Hoy por Predisposición Divina.

A causa de aquella privación y sujeta la Civilización Cristiana a la Ley de la Ciencia del bien y del mal, la actividad intelectual de nuestro mundo ha crecido entre estos dos polos, el Bien y el Mal, hoy dando una de cal y mañana otra de arena, hasta el punto final en el que nos encontramos al presente, cuando la balanza del Mal se halla en su apogeo y amenaza con la destrucción de toda Vida en la Tierra.

Digamos que la diferencia entre esta Bestia Salvaje Euroasiática Moscovita en cuyo ser el Hombre ha sido devorado y la Agenda 2030 de la ONU se halla en que en la primera el Hombre ha sido desterrado del ser mediante el asesinato de sus defensores en terreno propio y ajeno, y la ONU, en respuesta a la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal, quiere enterrar al Cristiano en el Hombre, de cuya muerte espera obtener, mediante la Venta de Cristo, la salvación de quienes lo compren.

Se ha dicho la ONU : “pues que Dios ha fracasado en Crear su Reino Universal en la Tierra, es Hora de que  el Hombre, sin Dios, haga lo que Dios con el Hombre no ha podido llevar a cabo”. La demencia de este discurso no es necesario discutirla.

Vivos en la Inteligencia Creadora a imagen y semejanza de la de nuestro Creador, nos toca poner manos a la obra. No es momento de discutir ni con los unos ni con los otros. Todos están muertos. Son fantasmas del Pasado que hemos heredado del Siglo XX,  fantasmas que se niegan a ser enterrados en las páginas de los libros de la Historia del Género Humano; operan a la manera que la cola de la serpiente, cuando se le corta a la serpiente la cabeza la cola se mueve frenética. Este es el movimiento que observamos en la actualidad, y este frenesí de la bestia descabezada es el origen del caos que observamos  en las naciones de los cinco continentes.

La Serpiente ha sido descabezada; desterrada de la Tierra es su cola la que por inercia tiende a la Tercera Guerra Mundial, de naturaleza termonuclear, horizonte que buscó la Serpiente desde que en el año Mil de nuestra Era fue Satán liberado de su prisión y arrojado a la Tierra.

El registro de la actividad de quien fuera un hijo de Dios y perdió esta Naturaleza cuando se levantó contra su Reino, es un registro fácil de seguir en y durante los diez siglos del Milenio Pasado. 

En el 1054 Satán engendró a Miguel Celulario en Constantinopla, lo subió al Papado Bizantino y su Santidad Todopoderosa proclamó la división de las dos iglesias; levantando el Muro de odio entre Occidente y Oriente Cristiano, que permanece en Grecia Ortodoxa contra la Europa católica aún hoy día.

Al ser destruida la Segunda Roma la iglesia del Odio Ortodoxo se instaló en Rusia, donde creó su Tercera Roma, entre cuyos muros el Odio de la Antigua Bizancio fue elevado a los altares contra la Revelación de Jesucristo : DIOS ES AMOR.

La Siembra de la Cizaña Maligna había comenzado. Pero como quien cultiva en campo ajeno debe tener dentro de esa propiedad que quiere destruir un ejército de traidores a su señor, Satán debía engendrar en Europa Medieval Católica un pueblo en el que el Odio a la Civilización y su Pasión por el Poder fuesen los dos brazos de su cuerpo. Allí estaba el Pueblo Alemán, desde sus orígenes enemigo de la Civilización y convertida al Cristianismo a fuego y hierro por Carlomagno apenas un par de siglos atrás.

El ascenso de Alemania al Poder Imperial le dio a aquel Odio ancestral contra la Civilización Cristiana del pueblo Anglo-Sajón las alas necesarias que el Dragon Satánico necesitaba para cultivar esa Cizaña que debía reventar la Unión entre naciones hermanas, arrojarlas a las Guerras de religión, en cuyas masacres el Odio entre las dos Europas quedaría sellado hasta el Siglo XX.

A Satán se le dio un Milenio para destruir a Cristo en el Hombre y conducir el Género Humano a la Guerra Mundial Apocalíptica entre cuyos fuegos infernales sería consumida toda vida en la Tierra. Obviamente para triunfar, “dividir en Odio Fratricida perenne a la Europa católica”, como ya lo hiciera con la Europa ortodoxa y católica, Satán debía actuar como un Dios Escondido. Y como tal Dios Escondido engendró de su seno a los apóstoles del Infierno Protestante: Lutero, Calvino y Zuinglio.

Dividida la Civilización Cristiana Universal en tres grandes unidades, la Ortodoxa y la Protestante alimentadas por el Odio que Satán hizo correr por las venas de estos enemigos de la Fraternidad Universal Cristiana, y enfrentadas en esta Debilidad Interna contra el Imperio que se había creado Satán en Asia, nacido en juramento eterno contra Cristo, contra cuyo Reino en la Tierra su profeta se alzó exigiendo la destrucción de Europa en nombre de un dios que no era Dios, sino el mismo Satán padre de Lutero, Calvino y Zuinglio, la Gran Batalla entre los dos Imperios, el Católico y el Otomano, se declaró.

Conocido el desenlace no es necesario meterse en las páginas de un libro abierto al conocimiento de todos. Si el Infierno movía a su rey,  el Cielo movía al suyo. Mientras el Dios Escondido Protestante dividía por dentro a Europa y desde fuera fortalecía a su ejército otomano con el fin de lanzarlo contra la Iglesia católica, destruir Roma y apoderarse de España, el Dios Cristiano se creó un reino invencible, nacido para vencer, cuyo rey puso al frente de Europa, y en cuyas manos puso el oro de América, siempre necesario para financiar toda guerra.

Perdida la Batalla de los Imperios, Satán tenía por delante tres siglos para alcanzar su fin. Y aunque la batalla de la destrucción de la Iglesia Católica había sido perdida, la Cizaña Maligna cultivada entre Ortodoxos y Protestantes contra la Esposa Legítima del Rey del Cielo, permaneció vivo.

Alemania y Rusia en sus manos, aquel Dios Escondido volvió a las sombras, siempre esperando su momento para avanzar sus peones, declararlos en guerra, y consumar su obra de destrucción absoluta de la Vida en la Tierra mediante una serie de guerras mundiales, cuya culminación habría de ser la Guerra Atómica Total. El discurso de esta culminación es el que se está oyendo hoy día, 22.09.2022, por el hijo de Satán.

Pero nosotros hemos nacido para crear, no para destruir. Vivimos en la Eternidad porque la vida eterna vive en nosotros. O como dice nuestra Madre la Iglesia Católica: “Cristo murió para que viviéramos nosotros”, es decir: para que vivamos en la Eternidad.

El suelo que pisamos es el Camino de la Eternidad. Nuestra presencia en la Tierra está limitada a los 120 Años; pero la Vida continúa en el Mundo del que el Hijo de Dios vino y al que regresó después de mostrarnos esto mismo, que vivimos en la Vida Eterna, la Muerte no puede cerrarnos la Puerta del Mundo que Dios ha creado para sí y su Hijo. “Yo Soy la Puerta”.

Amén.

En palabras nuestras: punto y final.

Así que habiendo Él muerto para que nosotros vivamos nuestro Deber es abrirnos a la Inteligencia Creadora y actuar según la Ley del Espíritu : “Vino nuevo en odres nuevos”: los odres viejos ya desaparecerán solos en las sombras.

Luego apartado Satán de nuestro horizonte, y  abiertos los ojos a la Luz que viene de la Inteligencia Divina nuestra vocación natural creadora hace de todos nosotros un recurso divino a disposición de todas las naciones. Servimos a Dios, no a los hombres. Miramos al Siglo XXII, no a nuestras barrigas. Estando vivos, vivimos siendo Nombres en el Libro de la Historia del Futuro.

Nuestra Victoria sobre el Siglo XXI la disfrutarán las generaciones que nacerán el día después de esta Victoria. Pues quien se halla en el campo de Batalla tiene todo su ser en la guerra rugiente que le rodea.

Nadie debe ignorar que la cola es cola de Serpiente que fue Dragón. Su fuerza destructora es tanto más  fuerte cuanto su muerte produce una agitación tanto más frenética cuanto es corta.

En efecto, el tiempo de Satán se ha consumado. Hoy estamos frente al “último enemigo”, la Muerte, la Madre de Satán, el Dios Escondido que vistiéndose de ángel de luz, mensajero del Dios de dioses, sembró en el Primer Hombre la semilla de la Guerra como instrumento de Paz y Civilización, discurso fratricida anticristiano que la Ciencia de la Edad Moderna hizo suyo, con el que alimentó a las naciones y las fortaleció, para  arrojarlas en los campos de las guerras mundiales, con la conciencia libre de delito y sin remordimiento moral ante la destrucción criminal de sus hermanos. Crimen Dialéctico que el Ateísmo Científico promovió durante los Siglos XVIII Y XIX.

II

Nadie debe quedar al margen de este Hecho: La cabeza del Dragón ha sido cortada; los días de Satán en la Tierra han concluido; el Milenio que se le dio a  la Serpiente para libremente destruir la Creación de Dios en el Hombre, un hijo de Dios a la imagen y semejanza de su Hijo, ha finalizado; el Decreto Divino, “que no sea hallado lugar para Satán en la Tierra, ha sido ejecutado”; estamos delante del Último Enemigo del Hombre: la Muerte, el Enemigo de la Creación de Dios.

Todo hombre y toda nación tiene la Libertad de decidir su Futuro : Declararse Ciudadano del Reino de Dios, cuya Corona Universal Sempiterna le ha sido entregada a su Hijo, Jesucristo, o rechazar Su Voluntad y declararle la Guerra a su Reino.

En cuanto a nosotros, los hijos de Dios, de la Casa de Cristo, engendrados en el espíritu de inteligencia, e inteligencia sin medida a la imagen y semejanza de nuestro Creador, nuestro Deber es Crear Instituciones Nacionales e Internacionales edificadas sobre los Pilares de la Verdad, la Justicia y la Paz.

El concepto de Estado, Gobierno y Ciudadano entroncados en el Fratricidio lo rechazamos de la A a la Zeta. Ese Concepto cainita está en el origen de todas las guerras que el Genero Humano ha vivido durante los 6000 años pasados. La Guerra, origen de todas las enfermedades, físicas y mentales que  han parasitado en el cuerpo de nuestro mundo, tiene un origen: la Muerte; un Fin : la Muerte.

La Necesidad de las naciones de abandonar el movimiento hacia el Abismo y emprender el Camino a la Vida Eterna es visible. Lejos de Cristo, Imagen y Semejanza de Dios en el Hombre, está la Bestia; esa Bestia ha estado amenazando al Hombre desde que Caín asesinó a Abel.

Esta Bestia se ha vestido de religiones, ideologías; se ha dado falsos : profetas, divinidades, apóstoles; pero sus frutos han sido siempre los mismos : Guerra, Guerra, Gruera.

Estamos asistiendo a la última Guerra de esa Bestia, Guerra santificada por la iglesia que Satanás se creó en Bizancio.

Si pues “por los frutos los conoceréis”, conociendo que el fruto de Dios es la Paz, por la Guerra conocemos quién es de La Muerte.

Esta Batalla Final es la última en la Guerra entre Dios y la Muerte, que venía celebrándose desde que Dios se alzó como el Creador de un Nuevo Cosmos, en el que la Vida, investida de Inmortalidad e Indestructibilidad, rompió con la Muerte.

Este fue el Delito de Satán: Abrirle la puerta de la Creación a la Muerte.

Este fue el Delito del Primer Hombre : Abrirle a la Muerte la puerta y entregarle la Tierra como campo de batalla.

Dios, ante tal Declaración de Guerra Total contra su Reino por una parte de sus hijos, se levantó en Guerra de Batalla Final contra su Enemigo, la Muerte.

Así que, Naciones, el Campo de Batalla está abierto a vuestra  elección Final : Con Dios, Padre de Jesucristo,  o la Muerte, madre de la Bestia, cuyo número es número de hombre. Y como todo lo que es de hombre dejará de existir debajo del Sol, la Luna y las estrellas.

Hasta Hoy el Todopoderoso Rey de los cielos ha estado sentado en su Trono a la espera del Decreto de su Padre. ¿Una vez levantado quién se atreverá a alzarse contra su Brazo, el Brazo de Yavé Dios?

La locura de aquel hijo de Dos, de nombre Satán, lo ha conducido al Destierro Eterno de la Creación; ¿quién quiere seguirle al Infierno, fantasma en cementerio, ni vive ni puede morir, encerrado en prisión guardada por el Infinito y la Eternidad, de cuyos muros ni hay escapatoria?  

Ésta es decisión final de cada nación, de cada hombre; según lo que cada cual elija, así se le sucederá.

En este Siglo el Juicio sobre el Mundo nacido de la Caída será activado; la Ley de la Ciencia del Bien y de Mal, desactivada.

El Hombre no dominará sobre el Hombre. El Hombre no es un animal para el Hombre. El Hombre no es un objeto al servicio de otro Hombre. El Estado no es un esclavo al servicio del Gobierno. El Gobierno no es un Poder al servicio de un grupo de familias. El Ciudadano es hijo de Dios, está sujeto a los Derechos Divinos de quien tiene a Dios por Padre. Su Libertad está en la Paz; su Felicidad está en la Ley del Espíritu; su Igualdad está en la Sabiduría. Quien quiera que se alce contra estos fundamentos se alza contra Dios, Creador de este Reino y Padre de todo Viviente.

Es Hora de Elección Universal: Dios, Padre de Jesucristo, o la Muerte.

El Decreto contra Satán ha sido ejecutado, Bendito sea Dios y  la Casa de su Hijo.

La Casa de Satán en la Tierra : dictadores, genocidas, tiranos, señores de la Guerra  y del Crimen, desaparecerá delante de nuestros ojos. El hijo de Satán del Norte será devorado por su propio pueblo.

Así ha dicho el Rey: No habrá Guerra Mundial, y así será.