|  | LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS |  | 
| OCTAVA PARTEEL ÁRBOL DE LA VIDA DE LAS ESPECIES
             DIA CUARTOCREACIÓN DEL ÁRBOL DE LAS ESPECIES
             I En la
            Historia Divina de Jesucristo, y de especial forma en la Creación del Universo
            entré en las raíces de estos dos grandes problemas filosóficos. Es hora de
            entrar en ellos no tanto desde el Origen de la Vida y de la Ciencia del Bien y
            del Mal cuanto desde su realidad aplicada a la estructura de la Historia
            Universal del Género Humano.
             Según se lee,
            siempre siguiendo la Línea de Tiempo marcada por el Génesis, el Árbol de la
            Vida en la Tierra surge bajo las aguas. Pero recapitulemos brevemente la
            secuencia creacional a fin de no comenzar desde un punto en el vacío.
             Creada la
            Tierra, Dios procede a crear el primero de todos los elementos naturales, el
            Hielo. Una vez rodeada la Esfera Terrestre de ese Manto de Hielos, Dios procede
            a su ruptura en dos grandes bloques, de cuya sublimación y descongelación
            surgen el Agua y el Aire.
             El
            Calentamiento del Núcleo produce el Fuego que expande el Radio de la Esfera
            Terrestre y levanta las Plataformas Continentales, produciendo Dios la creación
            de los océanos y mares. El levantamiento de los continentes y el descenso de
            las aguas traen a flote la primera gran rama del Árbol de la Vida, el Reino de
            las Plantas.
             Estamos en el
            Día Tercero, en el Tercer Acto de la Creación del Género Humano.
             Humanamente hablando
            digamos antes de dar a luz es necesario crear el alimento del que esa criatura
            vivirá. En lo que se refiere a la Creación de la Célula Madre de la que nacerá
            el Árbol de la Vida, esta Acción es una realidad cuyo Conocimiento es exclusivo
            del Poder y Sabiduría de Dios.
             No se debe
            confundir Desconocimiento con Ignorancia. Ni se puede pretender negar la Realidad
            de la Participación de la Inteligencia Natural en la Divina en razón de estos
            límites que separan al Creador de su Creación. Negar a Dios por el Hecho de
            esta Línea de Demarcación entre Creador y Creación es un suicidio; su extensión
            al prójimo es un homicidio; su imposición a nivel de poblaciones es un
            genocidio.
             Por Amor, el
            Creador del Universo le abre su Inteligencia a su Creación, pero negarle por no
            crear un “dios” en nosotros es una rebelión con razón en la locura.
             Existen
            límites de Conocimiento que pertenecen exclusivamente a la Naturaleza Divina, y
            debemos contemplar los Hechos de su Acción desde la Historia, jamás desde la
            óptica de quien “o descubro cómo se crea la Vida o Niego a Dios”. Este
            encuentro con Dios sobre la Plataforma de la Historia es el que he adoptado de
            siempre, y es el camino en el que me mantengo.
             Así pues, el
            Reino de las Plantas fue el primero de los reinos que el Árbol de la Vida trajo
            a luz en la Historia de nuestro Universo. Su nacimiento se produjo bajo las
            aguas, sobre el propio lecho oceánico, de manera que conforme las aguas
            bajaron, el Océano Madre se multiplicó y trajo de la mano de los océanos y los
            mares los grandes Bosques Marinos, que, expuestos en las costas a la luz del
            Sol, comenzaron su Adaptación a la Vida en tierra firma.
             La existencia
            de restos de vida marina en las alturas de los continentes no se debe
            interpretar desde un levantamiento posterior al descenso de las Aguas del
            Océano. El acto de la creación de las Raíces del Árbol de la Vida y el Descenso
            de las Aguas del Océano que Dios creó en el Segundo Día, producto de la Ruptura
            del Manto de Hielos y la Creación de la Atmósfera Primaria, estos dos
            Acontecimientos Históricos fueron de la mano. De manera que cuando los océanos
            y los mares equilibran su nivel con los continentes, la Vida llena ya las
            aguas.
             Bajo las
            aguas las primeras ramas, de las que emergerían todas las especies terrestres
            del reino vegetal, llenaban los lechos marinos; las plantas se habían hecho
            bosques de algas prehistóricas cubriendo las inmensidades de los lechos
            contiguos a las costas.
             Al término de
            este Tercer Día el reino de las Plantas Marinas expuestas al Sol se había
            adaptado a la vida terrestre. Los Prehistóricos Bosques de Algas Marinas,
            origen de la Flora de la Tierra, dieron a luz la Primera generación del Bosque
            Prehistórico Terrestre, cuyo ejemplar individual era el de un árbol gigantesco
            entre millones de árboles gigantes unidos en una misma Naturaleza y Función
            Histórica: La Transformación de la Química de la Atmósfera Primaria.
             Recordemos
            que la Creación de la Atmósfera Primaria tuvo por Fuerza Motriz la Reactivación
            del Núcleo de la Tierra. El Transformador astrofísico puso en acción la Fuerza
            de Expansión del Radio de la Tierra, productora del Levantamiento de las
            Plataformas Continentales mediante una Actividad Vulcanológica Global que, sin
            romper el Anillo Litosférico, sí le dio a la Atmósfera primaria una Naturaleza
            Química en la que la Vida tal cual la conocemos hubiese sido imposible. La
            Habilitación, por Biosíntesis, de aquella Atmósfera Primaria en una Nueva sería
            el trabajo por Dios encomendado al reino del Bosque Prehistórico.
             Observamos
            entonces que Dios se refiere en su Jeroglífico Bíblico al Principio Motor de
            sus Actos, dejando el Tiempo a su Naturaleza, pues nadie creerá que la
            Transformación de la Atmósfera Primaria, producida como efecto de la expansión
            del Radio Geofísico por fuerzas Magmáticas, fuera a ser cosa de aquí te pillo y
            aquí te mato. Estamos hablando de un Creador de Naturaleza Vital Eterna para
            quien el Tiempo de su Existencia Increada tiene el Infinito por Medida. Su
            vista no abarca los horizontes entre los cuales nuestros sentidos y nuestro
            pensamiento desarrollan su existencia.
             La Creación
            de Universos implica un Conjunto de Leyes Naturales con raíz en la Eternidad y
            nada ni nadie puede saltarse esas leyes. La Ciencia de la creación no se basa
            en la manipulación de ese Árbol de leyes que vienen de la Eternidad y gobiernan
            el Movimiento en el Cosmos desde el Infinito en el Tiempo. La Relación de Dios
            con el Espacio, el Tiempo la Materia procede y se basa en la Perfecta
            Integración de la Naturaleza Divina en este Árbol de Leyes. La Naturaleza tiene
            un Curso y Dios ama ese Curso. Tiene la Eternidad por delante. ¿Dónde están las
            prisas?
             Así pues,
            cuando hablamos de la Creación debemos siempre tener en pensamiento este
            Factor. El Creador actúa acorde a su Naturaleza Divina, jamás acorde a la
            naturaleza de la Criatura. Pero volvamos a la Tarde del Día Tercero. Porque en
            Día Cuarto se produce una Maravilla.
             Como ya dije,
            antes de parir al niño la naturaleza dispone el alimento del que vivirá,
            creando la leche en el cuerpo de su madre. Siguiendo esta regla Dios mira al
            fruto final de esta Creación del Reino de las Plantas: Alimentar a la Vida
            Animal, de todas las especies que más tarde saldría de las Aguas.
             El Creador
            asume como natural la Función Geohistórica del Reino
            del Bosque Prehistórico. Su Pensamiento está puesto más allá, en la Creación
            del Hombre, y de aquí que refiriese la Creación del Universo a la Historia del
            Género Humano.
             Acabó este
            Tercer Día dejando Dios que el reino del Bosque Prehistórico, único habitante
            de la Tierra bajo el Sol, hiciese su trabajo, que no era poco.
             También
            tenemos nosotros que ver que dada la estructura química de aquella Atmósfera
            Primaria la naturaleza genómica o celular de la Primera generación del Árbol
            Prehistórico y la del árbol actual sean dos secuencias muy diferentes.
             Uno de los
            grandes defectos de los hijos de las universidades es su incapacidad manifiesta
            para abrir la serie de transformaciones que la Vida ha experimentado desde su
            Origen a nuestros días. Aun cuando hablan de una creación de la Biosfera
            partiendo de una Vulcanología Global, pasan de largo por la naturaleza química
            de esa Atmósfera Primaria y su relación con las primeras generaciones de la
            Vida en la Tierra.
             Es el mismo
            defecto que padecen los Historiadores de las distintas disciplinas históricas a
            la hora de la recreación de los escenarios naturales en los que se
            desarrollaron los tiempos antiguos; proyectan las condiciones naturales
            existentes en la actualidad a los tiempos más remotos, pasando por alto que
            miles de guerras han asolado la faz del planeta y provocado una desertización
            contra natura de los hábitats en los que tuvieron lugar los acontecimientos
            referidos a las civilizaciones de la Antigüedad.
             La Imposición
            Ideológica de la Universidad al Pensamiento del ser humano en pro del Ateísmo
            Científico, natural a la Mediocridad Académica Mundial y contrario del
            Cristianismo, ha sido uno de los grandes males padecidos por el Siglo XX contra
            el que este Siglo luchará sin descanso.
             Entonces,
            regresando al tema principal, al término del Día Tercero del Génesis, el
            Acontecimiento Universal en curso tiene en la Transformación por Biosíntesis de
            la Atmósfera Primaria, altamente enrarecida por su Origen Vulcanológico, su
            trabajo de coloso. Mas para comprender un poco mejor este escenario debemos
            pasar al Día Cuarto.
             
             II 
             Vista la
            secuencia geohistórica extendida por el Génesis ante
            nuestros ojos, podríamos aventurarnos a predecir que al Alba del Día Cuarto
            diría Dios: “Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles,
            bestias de las Aguas”. A su
            Voz, el Reino de las Plantas sale a flote, coloniza las tierras bajo el Sol,
            transforma la Atmósfera Primaria en una Secundaria, apta para la vida animal, y
            la explosión de vida animal de toda especie comienza su andadura. ¡Qué más
            natural!
             Pero no. El
            Hombre no es Dios. De repente, cuando nadie se lo esperaba, y todos los
            presentes predecían el siguiente Acontecimiento: el Salto de la Vida del seno
            de las aguas a tierra firme, el Hijo de Dios abre su Boca y dice: “Haya en el
            Firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche y servir de
            señales a estaciones, días y años; y luzcan en el Firmamento de los cielos,
            para alumbrar la Tierra.”
             Todo el mundo
            se queda perplejo. Los hijos de Dios, desde el Principio testigos de nuestra
            Creación, se miran unos a otros. Miran al Hijo de Dios. ¿Qué? ¿Qué está
            pasando?
             Que el Verbo
            se hizo carne, que la Palabra se hizo Hombre, que el Hijo de Dios es Jesucristo
            y que este Jesús es el Dios que dijo “Haya Luz”, y la Tierra se vistió de un
            Manto de Hielos cubriendo su Globo de Polo Norte a Polo Sur; y luego dijo:
            “Haya Firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”, y hubo
            Atmósfera Primaria y Océano Madre; y después abriendo su Boca dijo: “Júntense
            en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco”, y las aguas
            del Océano Madre, por la presión del Manto Magmático, creador del levantamiento
            de la Litosfera, siguieron bajando hasta dividirse en nuevos océanos y mares; y
            diciendo el Hijo de Dios después: “Haga brotar la tierra hierba verde, hierba
            con semilla y árboles frutales, cada uno con su fruto según su especie y con su
            simiente, sobre la tierra”, las Plantas Marinas saltaron a tierra firme,
            elevaron su Tronco hasta las alturas y colonizando el mundo comenzaron su
            Reino, el Reino del Bosque Prehistórico, su sentido existencial expuesto en dos
            brazos:
             Uno: la
            Transformación por Biosíntesis de la Química del Aire entonces en vigor,
             y Dos: su
            propia transformación genómica a medida que se producía la transformación
            química de la Atmósfera.
             ¿Qué más
            natural y lógico, dados estos pasos, que Dios dijera?: “Hiervan de animales las
            aguas y vuelen sobre la tierra las aves bajo el Firmamento de los Cielos”, pero
            no, el Hijo de Dios, para sorpresa de todos los hijos de Dios, rompe la
            predicción científica que todos se habían hecho en sus cabezas y levantando su
            Voz a los Cielos dice: “Haya en el Firmamento de los cielos lumbreras para
            separar el día de la noche y servir de señales a estaciones, días y años; y
            luzcan en el Firmamento de los cielos, para alumbrar la Tierra.”
             Entendamos
            por qué esta apertura entre la Sabiduría Todopoderosa de Dios y la capacidad de
            su Criatura para ponerse a la altura de su Creador.
             
             III 
             La Creación
            de los Cielos parte de un Principio Cosmológico Natural. Cuando Dios se levantó
            como el Creador del Nuevo Cosmos, Materia, Espacio y Tiempo comenzaron a
            moverse al ritmo de Dios. Las galaxias fueron transformadas en canteras de
            estrellas en número infinito de las que extraer por Dios todo la Materia
            necesaria para la Creación de universos.
             En términos naturales
            podemos decir que la ley de los gases es la ley que gobierna la relación
            materia-energía dentro del espacio gravitatorio de una galaxia. La matera
            astrofísica interna está sujeta a una presión termodinámica de los que proceden
            por efecto unos parámetros visibles cambiantes en el espacio y el tiempo. La
            masa astrofísica y el valor del campo gravitatorio le dan a una galaxia su
            forma y su tamaño. El denominador común cósmico es esta presión gravitatoria
            que equipara una galaxia a un globo de gas caliente cambiando su forma externa
            acorde al juego de fuerzas astrofísicas internas. Si a este globo le abrimos un
            agujero el efecto será un río de estrellas hacia el exterior propulsado al
            espacio cosmológico libre. Es el efecto que obtenemos al pinchar un globo
            caliente. El efecto en la galaxia será igual al de propulsión reactiva
            ocasionado en un globo. Lo que a nosotros en este caso nos interesa es el
            chorro de aire caliente en forma de río de estrellas disparada hacia el campo
            intergaláctico como consecuencia del pinchazo en una galaxia concreta. Soltando
            nuestra imaginación al aire podemos decir que tendríamos ríos de estrellas
            recorriendo el espacio libre entre las galaxias cual águilas brillantes
            haciendo un fabuloso viaje de una alta montaña a la otra.
             En el caso
            que nos ocupa, Dios transforma las galaxias en altas cordilleras desde las que
            hacer emerger ríos de estrellas que bajando desde las alturas ÉL dirige por
            lechos Gravitatorios abiertos en el campo de la Creación hacia un Océano
            Gravitatorio que previamente Él ha creado. Así es cómo Dios, Padre de
            Jesucristo, creó nuestros Cielos.
             Ahora
            comprendamos lo siguiente.
             La Creación
            de un Universo desde este Principio de Acción pertenece al Espíritu del
            Creador. Quiero decir, dimensiones gravitatorias, masa astrofísica, son
            parámetros abiertos a la Inteligencia Creadora Divina en razón de la Naturaleza
            del Árbol de la Vida que se dispone a levantar.
             Entendemos
            que una vez extendida una Plancha Gravitatoria, en un Espacio Abierto Libre de
            Materia, los Ríos de estrellas que Dios puede dirigir desde distintas Cumbres
            en el Cosmos a ese Lecho Oceánico serán tantos como en su Espíritu Creador Él
            lo disponga. Lo que tenemos que ver, en la entrada de estos ríos en un Lecho
            Gravitatorio, es el encuentro de distintas corrientes salvajes en un mismo
            lecho. Viniendo desde distintos puntos en el Espacio pondrán en movimiento
            rotatorio ese Lecho; esto de un sitio. Del otro, acorde al valor de la Densidad
            Gravitatoria de este Campo la presión termodinámica sobre la masa astrofísica
            final será de un valor o de otro.
             Este es el
            Origen de nuestros Cielos. Cuando Dios le cedió a su Hijo la Palabra tales
            fueron los Cielos en los que se produjeron los acontecimientos descritos. La
            Masa Astrofísica General estaba en equilibrio pero sujeta aún a la Presión
            Gravitatoria Original. Quiero decir, el Radio de los Cielos era Inferior al
            actual. El Nivel de Energía Gravitatoria en el seno del cual la Tierra vive su
            Historia, desde el Segundo hasta el Cuarto Día, vino definido por la estructura
            astrofísica derivada de la ley termodinámica natural al encuentro entre esos
            ríos y el lecho gravitatorio que Dios levantó como Plancha para la Creación del
            Edificio de los Cielos. La cantidad de masa por unidad astrofísica de espacio,
            el año luz, era superior a la actual. La radiación que llegaba a la Tierra
            durante estos dos Días era superior a la que gozamos al presente. Ese nivel de
            radiación, de haber prevalecido, hubiese extinguido en su matriz la vida sobre tierra
            firme. Bajo aquel Nivel de energía estelógica el
            Árbol de la Vida no hubiese podido dar el Salto de la vida en el Agua a la Vida
            Mamífera. Los Cielos y la Tierra necesitaban un Nuevo Equilibrio de Energía que
            permitiera este Salto. Es la Acción que el Hijo de Dios puso en acto cuando abrió
            su boca.
             
             IV 
             En este orden
            tenemos que desechar la adaptación que la Cosmología del Siglo XX hizo de la
            Cosmología Newtoniana.
             Newton
            padeció el defecto de todos los genios de todos los tiempos. La Historia de la
            Ciencia nos enseña cómo cada vez que una ley era descubierta el descubridor
            adaptaba todo el universo a su ley. Se descubría la ley de la Música y todo el
            universo era una sinfonía. Se descubre la ley de la mecánica cuántica y todo el
            cosmos es un artilugio cuántico.
             Esto, sumado
            a la limitación de conocimiento Astronómico de que disponía, condujo a Newton a
            la proyección de una ley local al universo en su conjunto, de donde se
            derivaría, y se derivó, una Cosmología abierta a la fantasía de cada uno, siendo
            más o menos verdad el castillo en el aire por su cerebro imaginado dependiendo del
            soporte matemático sobre el que se anclaron sus cimientos, y válido, científicamente
            hablando, independientemente de la negación de la realidad astronómica, una
            realidad astronómica sin valor delante de los números, y privada de cuerpo sin
            ninguna  realidad física en función de
            esos números. Dado que Newton extendió las fronteras del cosmos al infinito su derivación,
            expansión o contracción, quedó al arbitrio del astrónomo de turno. Derivación
            ficticia que consumo su patología cuando un simple matemático, sin haber puestos
            jamás sus ojos en un telescopio se atrevió a crear un universo de bolsillo. Ese
            día en que Einstein se coronó rey de los cosmólogos la astronomía se convirtió
            en la ramera de lux al servicio del poder de turno.
             Si la raíz es
            antinatural, el árbol dará frutos envenenados.
             No había que
            ser un genio para llevar a su última consecuencia antinatural la ley de la
            Gravedad Universal de Newton.
             Lo que tiene
            valor en un área local no puede ser proyectado al universo sino después de una
            comprobación de ese valor sobre todas las áreas locales. Así pues, saltándose
            este principio era fácil asumir que puesto que todas las masas se atraen,
            independientemente de la Gravedad, toda la Masa del Cosmos se encuentra en
            Expansión o en Contracción. La Cosmología del Siglo XX se decidió por la
            Contracción. La Revolución de la Radioastronomía negó esta conclusión. Pero la
            Universidad se niega a cambiar su Doctrina Ideológica.
             El hecho es
            que el Cosmos no se contrae, y por tanto la ley universal de Newton es una
            falacia. Las masas no se atraen por el hecho de ser masa. El valor de la
            Gravedad y la naturaleza de la Materia determinan que se atraigan o se repelan
            y con qué valor se realiza esta acción.
             Parece más
            que evidente que de aplicarse la Ley de la Gravedad Universal a un cúmulo
            globular su propia existencia es una herejía contra la cosmología infantil del
            Siglo XX.
             Parece más
            que evidente que de ser legal la Ley de la Gravedad Newtoniana aplicada a la
            cosmología, la contracción de los Cielos debiera haber ya borrado del
            Firmamento el Mapa de las Constelaciones del que se ha servido toda vida en el
            Aire para sus Migraciones durante miles y millones de años.
             Sin necesidad
            de ir más allá en una crítica contra una cosmología pueril, que sería como
            ponerse a discutir con un niño, la ley universal que rige el comportamiento de
            la Materia y las Energía en el Espacio es la ley de la Transformación de la
            Gravedad en Fuerzas físicas por las Estrellas. Esta Transformación es la que
            gobierna el equilibrio en el Universo.
             Pero como
            esta ley ya ha quedado resuelta en la CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS,
            dejo aquí el tema y recupero el camino por la Noche del Tercer Día a la Mañana
            del Cuarto Día.
             
             V
             
             Ni el Cielo
            fue Azul durante el Tercer Día, ni las Constelaciones brillaban en el
            Firmamento. Primero, porque el color del cielo depende de la composición
            química del aire. Y segundo, porque Dios nos había actuado sobre la masa
            astrofísica celeste desde que la creara.
             Ciertamente
            el encuentro de ríos salvajes sobre un lecho produce una primera acción
            giratoria alrededor de un centro común, pero conforme pasa el tiempo las aguas
            se calman y el mar creado se estabiliza. Sin embargo la presión gravitatoria es
            fuerte en este Origen, y se entiende que con el paso del tiempo igualmente esa
            presión se iría reduciendo a medida que la masa trasformase la Gravedad en
            fuerzas, y cayendo la presión interna se produjera una nueva redimensión del
            radio de las distancias interestelares acorde a la naturaleza de las fuerzas
            producidas.
             Esta
            secuencia natural implica una cantidad de años a contar en términos
            astrofísicos. Menor la presión gravitatoria mayor la expansión, hasta alcanzar
            un nuevo equilibrio final. ¿Pero qué pasará si aceleramos la transición a esta
            nueva presión creadora de ese equilibrio final? Y lo más importante ¿cómo lo
            haríamos?
             Físicamente
            hablando, una vez conocida la ley universal que gobierna la relación materia-energía
            en el Cosmos, tendríamos que acelerar el proceso de transformación de la
            Gravedad en fuerzas estelógicas. Es decir, en un Acto
            de Omnipotencia y Todopoder subiríamos la producción
            de luz y energía cósmica haciendo que la reducción de la presión gravitatoria
            que en tiempo natural se produciría en millones astrofísicos de años se
            produjese en años naturales. La consecuencia sería una Iluminación Masiva de
            los Cielos, provocando como efecto la Expansión de Equilibrio Final que sólo se
            obtendría mediante el paso de los Años medidos en tiempo Astrofísico. Esta
            Acción Creadora es la que emprendió el Hijo de Dios al Amanecer del Cuarto Día
            de la Historia del Género Humano.
             Las
            consecuencias que esta Acción tuvieron en nuestra Historia Universal la veremos
            en el Día que sigue.
             Observamos
            que si por una parte Dios descubre la Plenitud de la Naturaleza Divina de su
            Hijo delante de todos sus hijos, cuyo Omnipotente y Todopoderosa Palabra es el
            Principio a cuya Ley se sujeta la Creación entera, por la otra parte abre la
            inteligencia de todos a la Unidad de Acción en el Acto Creador del Hijo de Dios
            con su Padre, en quien tiene toda Omnisciencia y Sabiduría, para darle a los
            Cielos la Nueva Forma que entonces adquirió: la de ser una Carta Constelacional de Vuelo para las Migraciones de todas las
            Aves que habrían de ser creadas, de un sitio, y de otro servirle a todos los
            seres vivos terrestres en la Estabilidad de los Cielos una Referencia de
            Estabilidad en su propia existencia.
             La Creación
            de esta Magnífico y Maravilloso Árbol de las Constelaciones, cuya belleza
            despertó en nuestra Inteligencia la Idea de la perfección Divina, no debe
            hacernos olvidar el Fin Metafísico natural a las Dimensiones de nuestro
            Universo: “Separar la Luz de las Tinieblas”.
             El Campo
            Cósmico Abierto está sujeto a grandes corrientes de materia nebular flotante.
            Atraídas por los campos gravitatorios estas Nubes de Materia Cósmicas se
            abalanzan sobre las galaxias, moviéndose libremente entre unas y otras. Su
            combustión hace que las galaxias aumenten su brillo, de donde descubrimos su
            naturaleza cósmica de grandes hornos astrofísicos en los que esas Nubes son
            reducidas a materia microcósmica, de un sitio, y del
            otro son transformadas en cunas de planetas.
             Creado
            nuestro Universo no se podía esperar que, tarde o temprano, estas grandes Nubes
            que sobrevuelan el espacio cósmico abierto fueran a pasar de largo por nuestros
            Cielos.
             Dios cuenta
            con este encuentro desde el Principio de la Creación de un Nuevo Universo, y
            articula el Edificio Astrofísico que sustentará la Nueva Vida acorde a la naturaleza
            de las materia nebular flotante entre las galaxias.
             En el caso de
            nuestro Universo seguía operativa la misma Ley. Tarde o temprano las Nubes
            intergalácticas descenderían sobre los Cielos.
             Ergo: Las
            dimensiones de nuestros Cielos fueron creadas acorde a este encuentro que
            habría de producirse y que elevaría la temperatura interna del Campo acorde a
            la distribución de masa en su interior. En un campo altamente concentrado de
            materia la elevación de la temperatura será más alta que en otro campo de menor
            concentración. En fin, las variables con las que el Hijo de Dios jugó durante
            este Cuarto Día fueron muchas y no menos impresionantes de la primera a la
            última. El Resultado Final es su Victoria, y esta Victoria suya somos Nosotros.
             Queda la
            cuestión del Tiempo. ¡¡Cuánto duró esta Configuración de los Cielos en el Árbol
            de las Constelaciones!!
             Cabe decir lo
            que dije. Dios no mide el tiempo acorde a nuestra naturaleza. Él tiene una Alma
            Creadora, la Creación es su Pasión. Esto se ve en la belleza con la que vistió
            el Árbol de las Constelaciones y en la Inmensidad de los dos Muros de Defensa
            que le dio a los Cielos. Los Doscientos Guerreros que lucen el Escudo Globular
            son un Diálogo de Todopoder y Omnipotencia, pero
            también de Amor y de Pasión por la Vida, el Fruto Final de toda su Acción. Los
            miles de Cúmulos Estelares que defienden las Fronteras entre el Campo del Árbol
            de las Constelaciones y los Guerreros Globulares son el Libro de Ciencia más
            hermoso y profundo que pueda inteligencia alguna abrir.
             Finalmente,
            ¡cómo hacer posible el Viaje entre las Estrellas sin esta Carta de
            Constelaciones levantando en el Espacio un Paisaje Fijo, que le da al Campo del
            Universo una geografía propia en la que las estrellas son montañas y las
            distancias entre ellas valles y llanuras, caminos hacia el Universo de los
            universos, el Mundo que Dios creó para ser su Casa, su Tierra, su Paraíso, su
            Reino!
             
             VI 
             En efecto, en
            el Universo del Tercer Día el desplazamiento por los Cielos suponía meterse en
            un laberinto en el que la salida sería una odisea perdida. La concentración de
            materia y su distribución al alimón, sujeta la masa astrofísica globas a las
            fuerzas naturales producto de la agrupación caótica en un lecho común de ríos
            de estrellas procedentes de diferentes galaxias, el movimiento en ese bosque
            cerrado en movimiento sin punto de referencia estático era un suicidio.
            Únicamente Dios podía internarse en ese laberinto y desde dentro darle una
            Nueva Forma, crear desde el Caos una Armonía Perfecta, convertir los caminos
            sin salida en autopistas de vuelo perfectamente cartografiadas hasta el punto
            de poner el piloto automático rumbo a la constelación que se quiera.
             Obra
            perfecta, obra maravillosa en todas sus partes declarando la Divinidad de su
            Autor, Jesucristo, el Hijo de Dios, la Palabra que se hizo Hombre, la Palabra
            que estaba al Principio, cuyo Verbo es el de Dios, porque Dios está en El. El
            hizo todas las cosas y sin El nada de lo que existe existiría. Y lo que existe
            por El existe, pues su Padre todo lo hace por Amor a Él, y sin El nada puede
            permanecer en la existencia, pues todo el que no ama al Hijo no puede
            permanecer en la Creación de su Padre, YAVÉ Dios, el Autor de la Biblia, Señor
            del Infinito y de la Eternidad, quien con su Poderoso Brazo Increado le dio al
            Cosmos la Nueva Forma que mantiene Su Creación. Y nada ni nadie puede vivir en
            esta Creación de Dios si no tiene a su Hijo por Rey y Señor.
             Como Ayer,
            así Hoy, y por siempre.
             
             DIA QUINTOPRINCIPIO DE UNA
            NUEVA ERA
                
             
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|  | LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS |  | 
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