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CRISTO RAUL CONTRA EL ANTICRISTO

LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 
 

LIBRO DEL PROFETA EZEQUIEL

 

 
TERCERA PARTE
 
VATICINIOS CONSOLATORIOS SOBRE ISRAEL
33
 
El profeta, atalaya del pueblo
   
1
Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
2
Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Si hiciera yo venir la espada sobre una tierra, y la gente de la tierra toma un hombre de su territorio y lo pone de atalaya,
3
y éste, viendo venir la espada sobre la tierra, toca la bocina para dar al pueblo la alarma,
4
si el que oye el sonido de la bocina no se apercibe y, llegando la espada, le hiere, su sangre será sobre su cabeza.
5
Oyó el sonido de la trompeta y no se apercibió; su sangre será sobre él; si se hubiese apercibido, habría salvado su vida,
6
Mas, si el atalaya, por el contrario, viendo llegar la espada, no toca la trompeta para que la gente se aperciba, y, llegando la espada, hiere a alguno de ellos, éste quedará preso en su propia culpa, pero yo demandaré su sangre al atalaya.
7
Pues a ti, hijo de hombre, te he constituido por atalaya de la casa de Israel. Cuando oigas de mi boca la palabra, apercíbelos de parte mía.
8
Si yo digo al impío: “¡Vas a morir!”; si tú no hablas al impío para apercibirle de su mal camino, el impío morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré yo cuenta a ti.
9
Pero, si tú apercibiste al impío de su camino para que se apartase de él, y él no se apartó, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu alma.
 
 
La salud por la penitencia
 
10
Di, ¡oh hijo de hombre!, a la casa de Israel: Vosotros decís: “Llevamos sobre nosotros nuestros pecados y nuestras rebeliones, y por eso nos vamos consumiendo; ¿cómo vamos a vivir?”
11
Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que yo no me gozo en la muerte del impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel?
12
Hijo de hombre, dí también a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día en que pecare, y la impiedad del impío no le será estorbo el día en que se convierta de su iniquidad, como no vivirá el justo por su justicia el día que pecare.
13
Diciendo yo al justo: “De cierto vivirás”, si él, fiado en su justicia, comete maldad, no serán traídas a la memoria todas sus justicias, sino que por la iniquidad que cometió morirá.
14
Y diciendo yo al impío: “De cierto morirás”, si él se convirtiere de su pecado e hiciere juicio y justicia,
15
si devolviere la prenda, restituyere lo robado y caminare por los mandatos de la vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá.
16
No se recordará ninguno de los pecados que cometió; hizo juicio y justicia, y de cierto vivirá.
17
Y dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor. ¡Las suyas sí que no son rectas
18
Si el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ésta;
19
y si el impío se aparta de su iniquidad y hace juicio y justicia, por eso vivirá.
20
Y decís: “¡No es recta la vía del Señor!” Yo os juzgaré, ¡oh casa de Israel! a cada uno conforme a sus caminos.
21
El año duodécimo de nuestro cautiverio, el mes décimo, a cinco del mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, diciendo: “La ciudad ha sido tomada”.
22
La tarde anterior, antes que llegase el fugitivo, había sido sobre mí la mano de Yavé, que abrió mi boca a la llegada del fugitivo, a la mañana; abrióse mi boca, y en lo sucesivo ya no estuve mudo.
23
Y me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
24
Hijo de hombre, los que en la tierra de Israel moran, en aquellas ruinas andan diciendo: Abraham era él solo, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos, poseeremos la tierra.
25
Diles, pues; así habla el Señor, Yavé: Vosotros banqueteáis por los montes, alzáis los ojos a vuestros ídolos, derramáis la sangre, y ¿vais a poseer la tierra?
26
Vosotros os apoyáis sobre vuestras espadas, hacéis abominaciones, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, y ¿vais a poseer la tierra?
27
Diles: Esto dice el Señor, Yavé: Por mi vida que los que moran entre las ruinas perecerán a la espada, y los que están en campo abierto los daré en pasto a las fieras, y los que se esconden en las rocas y en las cuevas morirán de peste.
28
Y desolaré la tierra hasta destruir su soberbia y su fortaleza, y los montes de Israel serán asolados, sin que haya quien por ellos pase,
29
y sabrán que yo soy Yavé cuando convierta la tierra en un desierto por todas las abominaciones que han cometido.
30
Y tú, hijo de hombre, mira que los hijos de tu pueblo se burlan de ti junto a las paredes y a las puertas de sus casas, y hablan los unos con los otros, cada uno a su prójimo, diciendo: ¡Ea, vamos a oír qué palabra sale de Yavé!
31
Y vienen a ti como en las asambleas del pueblo, y se sientan delante de ti los de mi pueblo para escuchar tus palabras, pero luego no las ponen por obra, y, mientras halagan con su boca, se va su corazón tras su avaricia.
32
Eres para ellos como una canción de amor (cantada) con hermosa voz y agradable instrumento; oyen tus palabras, pero de ponerlas por obra, nada.
33
Mas, cuando ello viniere, y viene ya, sabrán que hubo entre ellos un profeta.


34
 
Los malos pastores
   
1
Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
2
Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza diciéndoles: Así habla el Señor, Yavé: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! Los pastores ¿no son para apacentar el rebaño?
3
Pero vosotros coméis la leche, os vestís de su lana, matáis las cebadas, no apacentáis a las ovejas.
4
No confortasteis a las flacas, no curasteis a las enfermas, no vendasteis a las heridas, no redujisteis a las descarriadas, no buscasteis a las perdidas, sino que las dominabais con violencia y con dureza.
5
Y así andan perdidas mis ovejas por falta de pastor, siendo presa de todas las fieras del campo.
6
Andan errantes por montes y collados, derramadas por toda la haz de la tierra, sin que haya quien las busque y las congregue.
7
Oíd, pues, pastores de Israel, la palabra de Yavé:
8
Por mi vida, dice Yavé, que, pues mi rebaño ha sido depredado y han sido presa mis ovejas de todas las fieras del campo por falta de pastor, pues no iban mis pastores en pos de mi rebaño, sino que lo abandonaron, apacentándose a sí mismos, no a mi grey;
9
oíd, por tanto, ¡oh pastores!, la palabra de Yavé:
10
Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí contra los pastores para requerir de su mano mis ovejas. No les dejaré ya rebaño que apacienten, no serán más pastores que a sí mismos se apacienten. Les arrancaré de su boca mis ovejas, no serán ya más pasto suyo.
   
 
El pastor fiel
   
11
Porque así dice el Señor, Yavé: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré.
12
Como recuenta el pastor a sus ovejas el día en que la tormenta dispersa la grey, así recontaré yo mis ovejas, y las pondré en salvo en todos los lugares en que fueron dispersadas el día del nublado y de la tiniebla,
13
y las retraeré de en medio de las gentes, y las reuniré en todas las tierras, y las llevaré a su tierra, y las apacentaré sobre los montes de Israel, en los valles y en todas las regiones del país.
14
Las apacentaré en pastos pingües y tendrán su ovil en las altas cimas de Israel. Allí tendrán cómoda majada y pingües pastos en los montes de Israel.
15
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada, dice el Señor, Yavé.
16
Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré la perniquebrada y curaré la enferma, y guardaré las gordas y robustas, apacentaré con justicia.
17
Y tú, rebaño mío, así dice el Señor, Yavé: Yo mismo juzgaré entre oveja y oveja y entre carneros y machos cabríos.
18
¿No os bastaba a vosotros apacentaros en lo mejor de los pastos, que pisoteabais además con vuestras pezuñas el resto del pasto? ¿Beber el agua clara y no enturbiar con vuestras pisadas la que queda?
19
¿Mis ovejas van a tener que comer lo que vosotros hollasteis con los pies, y beber lo que con ellos enturbiasteis?
21 Por eso así dice el Señor, Yavé: Yo juzgaré entre la oveja gorda y la flaca.
22
Y como empujáis con el flanco y las espaldas y acorneáis con los cuernos a las débiles, hasta que las echáis y las hacéis descarriar,
23
yo protegeré a mis ovejas para que no se descarríen, y yo juzgaré entre oveja y oveja.
   
 
Pastor único, el nuevo David
   
24
Suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor.
25
Yo, Yavé, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, Yavé, lo he dicho.
26
Haré con ellas alianza de paz, haré desaparecer de la tierra las fieras, y andarán tranquilas por el desierto y se reposarán en la selva.
27
Haré de ellas y de los alrededores de mi collado una bendición. Mandaré a su tiempo las lluvias, lluvias de bendición.
28
Darán sus frutos los árboles del campo, y la tierra los suyos. Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yavé cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron.
29
No serán ya más presa de las gentes, no las devorarán las fieras del campo, sino que habitarán en seguridad, sin que nadie las espante.
30
Les suscitaré una prole de renombre; no los consumirá ya más el hambre ni serán más el escarnio de las gentes.
31
Conocerán entonces que yo, Yavé, soy su Dios, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, dice el Señor, Yavé.
32
Rebaño mío, vosotros sois las ovejas de mi grey, y yo soy vuestro Dios, dice el Señor, Yavé.


35
 
Oráculo Contra Edom
   
1
Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
2
Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el monte Seir y profetiza contra él.
3
Dile: Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí contra tí, ¡oh monte Seir! También sobre tí tenderé mi mano,
4
y te tornaré en desierto, reduciendo a ruinas tus ciudades. Serás asolado y sabrás que yo soy Yavé.
5
Porque en tu secular enemiga contra Israel pasaste a sus hijos a la espada el día fatal de la desventura, cuando llegó a su término la iniquidad.
6
Por mi vida, dice el Señor, Yavé, por haber pecado contra la sangre, la sangre te perseguirá,
7
y haré del monte Seir desierto y soledad, sin que haya quien por él vaya ni venga,
8
y henchiré de muertos tus colinas; en tus montes y en tus valles, en el lecho de todos tus torrentes, yacerán los muertos a la espada.
9
Te reduciré a eterna soledad; no serán ya habitadas tus ciudades, y sabrás que yo soy Yavé,
10
pues que te dijiste: Míos serán ambos pueblos y ambas tierras, nosotros los poseeremos, aunque allí esté Yavé.
11
Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que te trataré conforme a tu ira y al furor con que en tu odio los trataste.
12
Y sabrás que yo soy Yavé cuando te juzgue. He oído todas las injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: “¡Destruidos! Nos los dan para que los devoremos”
13
Y os insolentasteis de boca contra mí, y multiplicasteis, oyéndolas yo, vuestras palabras contra mí.
14
Así dice el Señor, Yavé: Alegrándose la tierra toda, a ti te tornaré en desierto.
15
Como te gozaste en la desolación de la heredad de la casa de Israel, asimismo haré yo contigo; os tornaréis en desierto, ¡oh montes de Seir!, y con vosotros Idumea toda entera, y se sabrá que yo soy Yavé.


36
 
La vuelta de Israel a su tierra por pura misericordia de Dios
   
1
Y ahora, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel y dí: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yavé:
2
Así habla el Señor, Yavé: Pues que el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! Son ruinas perpetuas, se nos dan en posesión a nosotros.
3
Habla y dí: Así habla el Señor, Yavé: Por eso, porque os asolaron y tragaron de todas las partes, dándoos por heredad a las gentes y haciéndoos objeto de habladurías y de escarnios,
4
por eso, ¡oh montes de Israel!, oíd la palabra de Yavé: Así dice el Señor, Yavé, a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades desiertas que fueron la presa y el sarcasmo de los que de los pueblos circunvecinos quedaban.
5
Por eso, así habla el Señor, Yavé: Sí, en mi celo y en mi furor hablé contra los escapados de los pueblos, y contra Idumea toda entera, que se apropiaron mi tierra con corazón alegre y el desprecio en el alma para despoblarla y depredarla.
6
Por eso, profetiza a la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí, en mi celo y en mi furor lo digo: Ya que habéis soportado el escarnio de las gentes,
7
así habla el Señor, Yavé: Alzo mi mano y juro que las gentes que os rodean soportarán vuestro escarnio,
8
y vosotros, montes de Israel, germinaréis, daréis ramas y frutos a mi pueblo Israel, que va a volver.
9
Porque heme aquí, a vosotros me acerco, a vosotros me vuelvo. Todavía seréis labrados y sembrados,
10
multiplicaré en vosotros a los hombres, la casa de Israel toda entera, y serán repobladas las ciudades y reconstruidas las ruinas.
11
Multiplicaré en vosotros a los hombres, y se multiplicarán los ganados, y estaréis poblados como antiguamente, y más todavía que al principio, y sabréis que yo soy Yavé.
12
Haré volver a vosotros a los hombres, mi pueblo Israel, que os poseerá, y les seréis en heredad, y no volveréis a devorarlos.
13
Así dice Yavé: Pues que andan diciendo de ti: Eres una devoradora de hombres y has privado a tu nación de tus hijos,
14
no devorarás ya más a los hombres, ni a tu nación privarás de hijos, dice el Señor, Yavé,
15
y nunca más te haré oír los insultos de las gentes, ni tendrás que oír los escarnios de los pueblos, y no quedarán los tuyos privados de hijos, dice el Señor, Yavé.
16
Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
17
Hijo de hombre, cuando moró en su tierra la casa de Israel, la contaminaron con sus malas obras y sus pecados. Su obrar ante mí fue como de inmundicia de menstruada.
18
Por eso descargué yo mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaban en la tierra y por los ídolos con que la contaminaron.
19
Y los he dispersado entre las gentes y han sido esparcidos por todas las tierras, juzgándolos conforme a sus caminos y a sus obras,
20
y, llegados a las gentes a donde fueron, éstas profanaron mi santo nombre, diciendo de ellos: “Estos son el pueblo de Yavé, han sido echados de su tierra.”
21
Pero he tenido lástima de ellos al ver mi santo nombre profanado, por causa de la casa de Israel, entre las gentes a las que han sido llevados.
22
Di, pues, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yavé: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino más bien por el honor de mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que habéis ido.
23
Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a causa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yavé, dice el Señor, Yavé, cuando yo me santificare en vosotros a sus ojos.
24
Yo os tomaré de entre las gentes, y os reuniré de todas las tierras, y os conduciré a vuestra tierra.
25
Y os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas vuestras idolatrías.
26
Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo; os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
27
Pondré dentro de vosotros mi espíritu y os haré ir por mis mandamientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra.
28
Entonces habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
29
Os libraré de todas vuestras impurezas, y llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no tendréis hambre.
30
Multiplicaré los frutos de los árboles y el de los campos, para que nunca más os escarnezcan las gentes porque padezcáis hambre.
31
Vosotros, por vuestra parte, os acordaréis de vuestros malos caminos, de vuestras obras, que no fueron buenas, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por vuestras iniquidades y vuestras abominaciones.
32
No lo hago por vosotros, dice el Señor, Yavé; sabedlo, confundios y avergonzaos de vuestras obras, ¡oh casa de Israel!
 
 
Prosperidad del nuevo reino
 
33
Así habla el Señor, Yavé: El día en que os habré purificado de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y reconstruiré las ruinas.
34
La tierra desolada en que el caminante no ve más que desolación, volverá a ser labrada,
35
y se dirá: Aquella tierra inculta se ha convertido en jardín de Edén; las ciudades arruinadas, asoladas y desiertas están fortificadas y pobladas,
36
y los pueblos que en torno vuestro han sido dejados, sabrán que yo, Yavé, he edificado vuestras derribadas ruinas y he repoblado de árboles la tierra devastada. Yo, Yavé, lo he dicho y lo haré.
37
Así dice el Señor, Yavé: Aun a esto más me dejaré inducir a realizar por la casa de Israel: Multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños;
38
a modo de ovejas consagradas, de ovejas de Jerusalén, en sus solemnidades, así serán las ciudades arruinadas, llenas de rebaños humanos, y sabrán que yo soy Yavé.


37
 
Los huesos secos
   
1
Fue sobre mí la mano de Yavé, y llevóme Yavé fuera y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos.
2
Hízome pasar por cerca de ellos todo en derredor, y vi que eran sobremanera numerosos sobre la haz del campo y enteramente secos.
3
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿revivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor, Yavé, tú lo sabes.
4
Y él me dijo: Hijo de hombre, profetiza sobre estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Yavé.
5
Así dice el Señor, Yavé, a estos huesos: Voy a hacer entrar en vosotros el espíritu y viviréis,
6
y pondré sobre vosotros nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel, y os infundiré espíritu, y viviréis y sabréis que yo soy Yavé.
7
Entonces profeticé yo como me mandaba, y a mi profetizar se oyó un ruido, y hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos.
8
Miré y ví que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos espíritu.
9
Díjome entonces: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yavé: Ven, ¡oh espíritu!, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, y vivirán.
10
Profeticé yo como se me mandaba, y entró en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie, un ejército grande en extremo.
11
Díjome entonces: Hijo de hombre, esos huesos son la entera casa de Israel. Andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, ha fallado nuestra esperanza, estamos perdidos.
12
Por eso profetiza y diles: Así habla el Señor, Yavé: Yo abriré vuestros sepulcros y os sacaré de vuestras sepulturas, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel,
13
y sabréis que yo soy Yavé cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío,
14
y ponga en vosotros mi espíritu y viváis, y os dé reposo en vuestra tierra, y sabréis que yo soy Yavé, lo dije y lo hice, oráculo de Yavé.
 
 
Un solo reino bajo el cetro único del nuevo David
 
15
Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
16
Hijo de hombre, toma un palo y escribe en él: “Judá y los hijos de Israel que le están unidos.” Toma luego otro y escribe en él: “José, el báculo de Efraím y de toda la casa de Israel que le está unida.”
17
Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y uno solo hagan en tu mano.
18
Y cuando te pregunten los hijos de Israel: ¿No nos enseñarás qué es eso?
19
Diles: Así habla el Señor, Yavé: He aquí que yo tomaré el báculo de José, que está en manos de Efraím y de las tribus de Israel que le están unidas, y lo pondré sobre el báculo de Judá, haciendo un solo báculo, y será uno solo en mi mano.
20
Que estén a sus ojos los palos en que escribas, y diles:
21
Así dice el Señor, Yavé: He aquí que yo tomaré a los hijos de Israel de entre las gentes a que han ido, juntándolos de todas las partes, y los traeré a su tierra.
22
Y haré de ellos en la tierra, en los montes de Israel, un solo pueblo, y todos tendrán un solo rey; nunca más serán dos naciones, nunca más estarán divididos en dos reinos,
23
nunca más se contaminarán con sus ídolos; los libraré de todas las rebeliones con que pecaron y los purificaré, y serán mi pueblo, y yo seré su Dios.
24
Mi siervo David será su rey, y tendrán todos un solo pastor, y caminarán por las sendas de mis mandamientos, y guardarán mis preceptos, poniéndolos por obra.
25
Y habitarán la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en que habitaron vuestros padres. Ellos la habitarán y los hijos de sus hijos por los siglos de los siglos, y por los siglos será su príncipe David, mi siervo.
26
Estableceré con ellos un pacto de paz que será pacto eterno; los asentaré, los acrecentaré y pondré mi santuario en medio de ellos por los siglos.
27
Pondré en medio de ellos mi morada, y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
28
Y sabrán las gentes que yo, Yavé, santifico a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos por los siglos.


38
 
Gog
   
1
Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:
2
Hijo de hombre, vuelve tu rostro a Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec, de Tubal, y profetiza contra él,
3
y di: Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí contra ti, príncipe soberano de Mesec y Tubal;
4
yo te atraeré y pondré freno en tus mandíbulas, y te sacaré a ti y a todos tus ejércitos, caballos y jinetes, de todo en todo equipados; muy gran muchedumbre con rodelas y escudos, todos con espada.
5
Paras, Etiopía y Put los acompañan, todos con escudo y yelmo.
6
Gomer y todas sus mesnadas, la casa de Togorma, los extremos confines septentrionales y todas sus hordas, pueblos innumerables, contigo.
 
 
La invasión
 
7
Prepárate, apréstate tú y toda la innumerable muchedumbre reunida en torno tuyo: sé su jefe.
8
De aquí a muchos días te será dada la orden. Al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la espada, recogida de entre muchos pueblos, sobre los montes de Israel, que habían sido reducidos a eternas ruinas. Ha sido sacada de entre las gentes y habita confiadamente.
9
Tú la invadirás, llegando allí como un torbellino; como tormenta que envolverá la tierra serás tú, con todos tus ejércitos y los innumerables pueblos que están contigo.
10
Así dice el Señor, Yavé: En aquellos días se alzarán en tu corazón los pensamientos y concebirás malvados designios,
11
Tú dirás: Voy a subir contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas que habitan confiadamente, todas sin murallas, sin puertas ni cerrojos,
12
a robar, a saquear, a poner tus manos sobre ruinas repobladas, sobre un pueblo reunido de entre las gentes, que tiene ganados y propiedades y habita en el ombligo de la tierra.
13
Sebá y Dedán y los mercaderes de Tarsis y todos sus jóvenes leones te dirán: ¿Vienes en busca de botín? ¿Has reunido toda esa muchedumbre para saquear, en busca de plata y de oro, para robar ganados y riquezas, para hacer gran botín?
14
Por tanto, profetiza, hijo de hombre, y di a Gog: Así habla el Señor, Yavé: En aquel tiempo, cuando mi pueblo Israel habite confiadamente, ¿te pondrás en camino?
15
Y vendrás desde tus moradas, desde las extremas regiones del septentrión, tú, y contigo numerosos pueblos, todos a caballo, una inmensa muchedumbre, un ejército poderoso,
16
que avanzará contra mi pueblo, Israel, como nublado que va a cubrir la tierra. Al cabo de los días yo te haré marchar contra mi tierra, para que me conozcan los pueblos, cuando a sus ojos en ti, oh Gog!, seré santificado.
 
 
La destrucción del invasor
 
17
Así habla el Señor, Yavé: ¿No eres tú aquel de quien hablé yo en tiempos pasados por medio de mis siervos los profetas de Israel, que desde años profetizaron que yo te traería contra ellos?
18
En aquel día, cuando marche Gog contra la tierra de Israel, dice el Señor, Yavé, subirá la ira a mis narices,
19
y en mi celo, en el incendio de mi furor, juro que habrá aquel día gran temblor en la tierra de Israel.
20
Y temblarán ante mí los peces del mar y las aves del cielo, los animales del campo y todos los reptiles que se arrastran por la tierra, y los hombres que hay en la tierra. Y los montes se desmoronarán, y caerán las rocas, y todos los muros se vendrán al suelo.
21
Y llamaré contra él la espada por todos sus montes, dice el Señor, Yavé, y la espada de cada uno será contra su hermano.
22
Y haré justicia en él con peste y con sangre y lloveré contra él y contra los numerosos pueblos que le acompañan lluvia torrencial piedras de granizo, fuego y azufre,
23
y me magnificaré y haré muestra de mi santidad, y me daré a conocer a pueblos numerosos, que sabrán que yo soy Yavé.


39
 
1
Tú, pues, hijo de hombre, profetiza contra Gog y di: Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí contra tí, ¡oh Gog!. príncipe soberano de Mesec y Tubal;
2
yo te atraeré, yo te guiaré y te haré subir de los confines del septentrión y te llevaré a los montes de Israel,
3
y romperé en tu mano izquierda el arco y haré caer de tu diestra las saetas.
4
Caerás en los montes de Israel con todos los ejércitos y todos los pueblos que contigo estén. Te destino para pasto de aves rapaces de todo plumaje, de las fieras del campo.
5
Serás abatido sobre la haz del campo, porque lo digo yo, dice el Señor, Yavé.
6
Y encenderé en Magog un fuego y en las islas que habitan confiadamente, y sabrán que yo soy Yavé.
7
Haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no dejaré más que sea profanado mi santo nombre, y sabrán las gentes que yo soy Yavé, el Santo de Israel.
8
Y llegarán estas cosas, vendrán, diré el Señor, Yavé: Es el día de que he hablado yo.
9
Y saldrán fuera los habitantes de las ciudades de Israel, y darán al fuego y quemarán armas, escudos y paveses, arcos y flechas, mazas y lanzas, y harán lumbre con ellas por siete años.
10
No tendrán que traer leña del campo ni cortarla en los montes; harán el fuego con las armas, y expoliarán a sus expoliadores, y depredarán a sus depredadores, dice el Señor, Yavé.
11
Aquel día daré yo a Gog un lugar de sepultura en Israel: el valle de los Abarim, al oriente del mar; allí será sepultado Gog con todas sus muchedumbres, y se llamará el valle de Amón-Gog.
12
Le dará sepultura la casa de Israel, para purificar la tierra, y estará sepultándolos durante siete meses.
13
Los sepultará todo el pueblo de la tierra, y quedará famoso para ellos el día en que yo seré glorificado, dice el Señor, Yavé.
14
Designarán hombres que vayan por la tierra continuamente reconociéndola, para dar sepultura a los invasores, enterrando a los que quedan sobre la haz de la tierra; la recorrerán buscando por espacio de siete meses,
15
y cuando al recorrerla vean osamentas humanas, tendrán alzada junto a ellas una señal, hasta que los enterradores las sepulten en el valle de Amón-Gog.
16
Así purificarán la tierra.
17
Y tú, hijo de hombre, así habla el Señor, Yavé: Di a las aves de toda especie y a todas las bestias del campo: Reunios y venid. Juntaos de todas partes para comer las víctimas que yo inmolo para vosotras, sacrificio inmenso, sobre los montes de Israel. Comeréis las carnes y beberéis la sangre,
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comeréis carne de héroes, beberéis sangre de príncipes de la tierra; carneros, corderos, machos cabríos y toros gordos como los de Basán.
19
Comeréis gordura hasta saciaros, beberéis sangre hasta embriagaros de las víctimas que para vosotras inmolaré.
20
Os saturaréis a mi mesa de caballos y jinetes, de héroes y guerreros de toda suerte, dice el Señor, Yavé.
21
Haré ante las gentes muestra de mi gloria, y todas verán las justicias que yo hago y los castigos con que hiere mi mano.
22
La casa de Israel sabrá para adelante que yo soy Yavé, su Dios.
23
Y las gentes conocerán que por sus iniquidades fue llevada la casa de Israel al cautiverio, porque se había rebelado contra mí, y yo escondí de ella mi rostro y la entregué en manos de sus enemigos, para que todos juntos cayesen a la espada,
24
tratándolos segtin sus inmundicias y sus transgresiones y escondiendo de ellos mi rostro.
 
 
Porvenir pacífico y glorioso de Israel
 
25
Por tanto, dice el Señor, Yavé: Ahora voy a hacer volver la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de la casa de Israel, velando por mi santo nombre.
26
Y ellos olvidarán los oprobios sufridos y sus rebeldías contra mí, cuando habiten seguros en su suelo, sin que nadie los perturbe;
27
cuando los saque de entre las gentes y los reúna de las tierras de sus enemigos y me santifique a los ojos de las gentes:
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sabrán que yo soy Yavé, su Dios, lo mismo cuando los llevé al cautiverio entre las gentes que cuando los reuní en su tierra. No dejaré allí ni uno solo,
29
ni les esconderé mi rostro, porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor, Yavé.


C.R.Y&S