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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

EL LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID

Libro Primero. 1-10

1
 
Las dos Sendas: la del Justo y la del Impío
 
1
Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, ni en las sendas de los pecadores se detiene, ni se sienta en tertulia de mofadores.
2
Antes bien, tiene en la Ley de Yavé su complacencia y en ella medita día y noche.
3

Será como árbol plantado a la vera del arroyo, que a su tiempo da su fruto, cuyas hojas no se marchitan. Cuanto emprenda tendrá buen suceso.

4
No así los impíos, sino que son como paja que arrebata el viento.
5
Por eso no prevalecerán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.
6
Pues conoce Yavé el camino de los justos, pero la senda de los pecadores acaba mal.
 
2
 
Rebelión de las gentes contra Yavé y su Ungido y exaltación de éste
 
1
¿Por qué se amotinan las gentes y trazan los pueblos planes vanos?
2
Se reúnen los reyes de la tierra, y a una se confabulan los príncipes contra Yavé y contra su Ungido.
3
¡Rompamos sus coyundas, arrojemos de nosotros sus ataduras!
4
El que mora en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos.
5
A su tiempo les hablará en su ira y los consternará en su furor.
6
Yo he constituido mi rey sobre Sión, mi monte santo.
7
Voy a promulgar un decreto de Yavé. El me ha dicho:
8
“Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Pídeme, y haré de las gentes tu heredad, te daré en posesión los confines de la tierra.
9
Los regirás con cetro de hierro y los romperás como vasija de alfarero.”
10
Ahora, pues, ¡oh reyes! obrad prudentemente; dejaos persuadir, rectores todos de la tierra.
11
Servid a Yavé con temor, rendidle homenaje con temblor.
12
No se aire y caigáis en la ruina, pues se inflama de pronto su ira. ¡Venturosos los que a él se confían!

3
 
Oración de un justo perseguido
Salmo de David al huir de Absalón, su hijo.
   
1
¡Oh Yavé, cómo se han multiplicado mis enemigos!
2
Muchos son los que se alzan contra mí.
3
Muchos son los que de mi vida dicen: “¡No tiene ya en Dios salvación!”. Selah
4
Pero tú, ¡oh Yavé!, eres escudo en torno mío, mi gloria, el que me hace erguir la cabeza.
5
Clamaba con mi voz a Yavé, y El me respondió de su monte santo. Selah.
6
Yo me acostaba y yo me dormía, y despertaba, porque Yavé me defendía.
7
No temo a los muchos millares del pueblo que en derredor mío acampan contra mí.
8
Álzate, ¡oh Yavé! Sálvame, ¡Dios mío! Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos, tú rompes los dientes a los impíos.
9
Tuya es, ¡oh Yavé! la victoria. Venga sobre tu pueblo tu bendición. Selah.
 
4
 
Oración de un justo perseguido
Al maestro de coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. De David.
   
1
Cuando yo grito, respóndeme, ¡Dios de mi, justicia!
2
En la apretura tú me diste holgura. Séme propicio y oye mi súplica.
3
¿Hasta cuándo, hidalgos, (convertís) mi gloria en ignominia?¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? Selah.
4
Pues sabed que Dios distingue al que le es grato, que me oye Yavé cuando le invoco.
5
Temblad y no pequéis. Meditad en vuestros corazones, en vuestros lechos guardad silencio.
6
Sacrificad sacrificios de justicia y confiad en Yavé.
7
Son muchos los que dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha?” Alza sobre nosotros, ¡oh Yavé!, la lumbre de tu rostro.
8
Diste a mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el mosto.
9
En paz me duermo luego en cuanto me acuesto, porque tú solo, ¡oh Yavé!, me haces reposar confiadamente.

5
 
Deprecación de un Justo
Al maestro de coro. A la flauta. Salmo de David.
   
1
Apresta el oído a mis palabras,
2
¡oh Yavé! atiende mis suspiros.
3
Atiende a las voces de mi súplica, Rey mío y Dios mío.
4
Porque a ti suplico, ¡oh Yavé! De mañana tú escuchas mi voz; temprano me pongo ante ti y espero.
5
Pues no eres tú Dios que se agrade del impío, ni será tu huésped el perverso.
6
No pueden los insensatos estar ante tus ojos; odias a todos los obradores de iniquidad.
7
Das a la perdición al mentiroso; al sanguinario, al fraudulento, los abomina Dios.
8
Mas yo, fiado en la muchedumbre de tu piedad, entro en tu morada y me proster­no ante tu santo templo, en tu temor,
9
Guíame, ¡oh Yavé! en tu justicia, a causa de mis enemigos, y allana tus caminos ante mí.
10
Pues no hay en su boca sinceridad; su interior no es más que malicia; un sepulcro abierto es su garganta, halagan con sus lenguas.
11
Condénalos, ¡oh Yavé! que fracasen en sus maquinaciones. Por sus muchos crímenes recházalos, ya que se rebelan contra ti.
12
Y se alegrarán cuantos en ti confían, exultarán por siempre. Tú los protegerás y en ti jubilarán los que aman tu nombre.
13
Pues al justo, ¡oh Yavé! tú le bendices y le rodeas de tu benevolencia como un escudo.

6
 
Deprecación de un Justo enfermo
   
1
Al maestro de coro. A la cuerda. Sobre la octava. Salmo de David.
   
2
¡Oh Yavé! no me castigues en tu ira, no me aflijas en tu indignación.
3
Ten piedad de mí, ¡oh Yavé! pues estoy desfallecido. Sáname, Yavé, pues tiemblan mis huesos.
4
Está mi alma conturbada sobremanera. Pero tú, Yavé, ¿hasta cuándo?
5
Vuélvete, ¡oh Yavé! y libra mi alma; sálvame en tu piedad.
6
Pues en la muerte no se hace memoria de ti, y en el seol, ¿quién te alabará?
7
Consumido estoy a fuerza de gemir, todas las noches inundo mi lecho y con mis lágrimas riego mi estrado.
8
Están consumidos mis ojos por la tristeza, envejecieron en medio de todos mis adversarios.
9
Apartaos de mí todos los obradores de la maldad, pues ha oído Yavé la voz de mis llantos.
10
Ha escuchado Yavé mis oraciones, ha acogido mi deprecación.
11
Se avergonzarán y serán vehementemente conturbados todos mis enemigos. Se volverán atrás confundidos súbitamente.

7
 
Deprecación del justo calumniado
   
1
Endecha de David, que cantó a Yavé cuando lo de Cus, benjaminita.
   
2
Yavé, mi Dios, a ti me acojo, sálvame de cuantos me persiguen, líbrame.
3
No sea que como león desgarre alguno mi alma, arrebate y no haya quien (la) libre.
4
Yavé, mi Dios, si hice yo esto, si hay injusticia en mis manos,
5
si pagué con mal al que estaba en paz conmigo, si aun al enemigo le despojé sin razón,
6
persiga el enemigo mi alma, alcáncela y échela por tierra y haga habitar mi gloria en el polvo.
7
Álzate, Yavé, en tu ira, yérguete contra la rabia de mis enemigos y despierta en mi favor, pues has decretado el juicio,
8
Rodéate del consejo de las naciones y siéntate en alto sobre él.
9
Es Yavé quien juzga a los pueblos. Defiende, Yavé, mi causa según la justicia y según la inocencia que hay en mí.
10
Acabe de una vez la malicia del impío, y confirma al justo, tú que escudriñas los corazones y los riñones, Dios justo.
11
Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón.
12
Dios es justo Juez; cada día los amenaza con su ira.
13
Si no se convierten, afila su espada, tiende su arco y apunta;
14
apareja los instrumentos de muerte, hace encendidas sus saetas
15
El que concibió maldad, se preñó de iniquidad y pare el fraude.
16
El que cava y ahonda la cisterna, caerá en la hoya que él mismo hizo.
17
Recaerá sobre su cabeza su malicia, y su crimen sobre su mollera.
18
Yo alabaré a Yavé por su justicia y cantaré el nombre del Señor.

 

8
 
Bondad de Dios al someter al hombre toda la creación
   
1
Al maestro del coro. A la “getea”. Salmo de David
   
2
Yavé, Señor nuestro, ¡cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra! ¡Tú, cuya majestad es celebrada sobre los cielos!
3
Por la boca de los niños y de los que maman has dado argumento contra tus adversarios, para reducir al silencio al enemigo y al rebelde.
4
Cuando contemplo los cielos, obra de tus manos; la luna y las estrellas, que tú has establecido...
5
¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que de él te cuides?
6
Y lo has hecho poco menor que Dios, le has coronado de gloria y honor.
7
Le diste el señorío sobre las obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies.
8
Las ovejas, los bueyes, todo juntamente, y todas las bestias del campo;
9
las aves del cielo, los peces del mar, todo cuanto corre por los senderos del mar.
10
Yavé, Señor nuestro, ¡cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra!

9
 
Dios, Juez Supremo, que juzga y castiga a las gentes y a los impíos de su pueblo
1
Al maestro del coro. Al “Mutlaben.” Salmo de David.
   
2
Alef. Yo te alabaré, Yavé, con todo mi corazón y cantaré todas tus maravillas.
3
Yo me alegraré y exultaré en ti y cantaré salmos a tu nombre, ¡oh Altísimo!
4
Bet. Por haber retrocedido mis enemigos, por haber caído y perecido ante tu faz,
5
por haber tú defendido mi causa y mi derecho, sentándote en tu trono (como) justo juez.
6
Guímel. Reprimiste a las gentes, hiciste perecer al impío, borrando para siempre jamás su nombre.
7
Los enemigos han sido destruidos; son perpetuas ruinas; des­truíste las ciudades; pereció la memoria de ellos.
8
He. Asiéntase Yavé para siempre, estableciendo su trono para juzgar,
9
para juzgar el orbe en justicia, para gobernar los pueblos con equidad.
10
Wau. Y será Yavé un refugio para los oprimidos, un asio en los tiempos de angustia.
11
Y se confiarán en El cuantos conocen su nombre, pues no abandonas, Yavé, a los que te buscan.
12
Zain. Cantad a Yavé, que mora en Sión; anunciad a los pueblos sus proezas.
13
Porque — como vengador de sangre — se acordó de ellos y no se olvidó de los clamores de los oprimidos.
14
Jet. Yavé tuvo piedad de mí y ha visto mi miseria; El me ha elevado de las puertas de la muerte.
15
Para cantar todas sus alabanzas en las puertas de la hija de Sión y regocijarme por tu salvador auxilio.
16
Tet. Cayeron las gentes en la hoya que ellos mismos excavaron, enredáronse sus pies en la red que ocultamente tendieron.
17
Mostróse Yavé; dio su juicio, quedó preso el impío en la obra de sus manos. Higayon. Selah.
18
Yod. ¡Que se vuelvan los impíos al seol, todas las gentes que se olvidan de Dios
19
Kaf. Que no ha de ser dado el indigente a perpetuo olvido, no ha de ser por siempre fallida la esperanza de los pobres.
20
Qof. Álzate, ¡oh Yavé!, no prevalezca el hombre; sean juzgadas ante ti todas las gentes.
21
Arroja, ¡oh Yavé!, sobre ellos el terror: sepan las gentes que son hombres.
   
10
   
1
Lam. ¿Por qué, ¡oh Yavé!, te mantienes tan alejado y te escondes al tiempo de la angustia?
2
Por la soberbia del impío son consumidos los infelices, sorprendidos en las intrigas que ellos tienden.
3
Mem. Pues se gloría el malvado en la ambición de su alma, y el avaro se felicita, con desprecio de Yavé.
4
Nun. Y (dice) el impío en su fatuidad: “¡No atiende, no hay Dios!” Estas son sus cavilaciones.
5
Sus caminos en todo tiempo son asegurados; tus juicios son demasiado altos para él. A cuantos se le oponen, los aparta de un soplo.
6
Y se dice en su corazón: “¡No me moveré de generación en generación!” El que no esté sujeto al mal, maldice.
7
Fe. Su boca está llena de fraude y de violencia, bajo su lengua está la malicia y la perversidad.
8
Siéntase al acecho en las aldeas, en los lugares ocultos asesina al inocente, sus ojos espían al desgraciado.
9
Ayin. Se pone al acecho como el león en la madriguera, se pone al acecho para apoderarse del miserable; arrebata al indigente, arrastrándolo a su red.
10
Sade. Le espía y se arroja sobre él, y cae el infeliz en su poder.
11
Y dice en su corazón: “No se acuerda Dios; ha escondido su rostro, no ve nada.”
12
Qof. ¡Álzate, Señor Dios! ¡Alza tu mano! ¡No te olvides de los desvalidos!
13
¿Cómo puede el impío despreciar a Dios, y dice en su corazón: “El no se preocupa”?
14
Resh. Tú lo ves, porque miras las penas y los trabajos para retribuir con tu mano. A ti se te confía el miserable, tú eres el auxilio del huérfano.
15
Sin. Quebranta el brazo del impío y del malvado; buscarás su impiedad; no la encontrarás.
16
Es Yavé Rey por los siglos eternos; las gentes han sido borradas de su tierra.
17
Tau. Tú, ¡oh Yavé!, oyes los gritos de los humildes, fortaleces su corazón, les das oídos;
18
para hacer justicia al huérfano y al oprimido, para que no vuelva a aterrorizar el hombre de la tierra.
   

 

C.R.Y&S