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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

EL LIBRO DE LOS SALMOS DEL REY DAVID

Libro Cuarto.90-106

 
90
 
Deprecación de misericordia
   
 
   
1
Señor, tú has sido refugio para nosotros de generación en generación.
2
Antes de ser engendrados los montes y de ser formada la tierra y el orbe eres tú, ¡oh Dios!, desde la eternidad y para siempre.
3
Haces volver al hombre al polvo, diciendo: “¡Volved, hijos de Adán!”
4
Porque mil años son a tus ojos como el día de ayer, que pasó; como una vigilia de la noche.
5
Los arrebatas; son como un sueño mañanero, como hierba que se marchita:
6
a la mañana florece y crece, a la tarde se corta y se seca.
7
Pues nos consume tu ira y nos conturba tu indignación.
8
Has puesto nuestras iniquidades frente a ti, nuestros (pecados) secretos a la luz de tu faz,
9
Pues todos nuestros días transcurren bajo tu ira, y acaban nuestros años como un suspiro.
10
La duración de nuestros años es de setenta, y óchenla en los más robustos; pero en su mayor parte no son más que penas y vaciedad, porque pasan veloces, y volamos.
11
¿Quién conoce el poder de tu cólera y tu indignación en lo que debes ser temido?
12
Enséñanos, pues, a contar nuestros días para que lleguemos a tener un corazón sabio.
13
Vuélvete, ¡oh Yavé!, ¿hasta cuándo?..., y ten compasión de tus siervos.
14
Sacianos, desde la mañana, de tu gracia, para que exultemos y nos alegremos todos los días.
15
Alégranos por tantos días que nos humillaste, por tantos años como probamos la desgracia.
16
Que tu obra sea vista de tus siervos, y tu magnificencia (brille) sobre sus hijos.
17
Sea sobre nosotros la suavidad de Yavé, nuestro Dios, y confirma la obra de nuestras manos a nuestro favor. Sí, afianza la labor de nuestras manos.
   
 
91
 
Canto a la providencia de Dios sobre el justo
   
1
El que habita al amparo del Altísimo y mora a la sombra del Todopoderoso,
2
diga a Dios: “Tú eres mi refugio y mi ciudadela, mi Dios, en quien confío.”
3
Pues El te librará de la red del cazador y de la peste exterminadora;
4
te cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas, y su fidelidad te será escudo y adarga.
5
No tendrás que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día,
6
ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día.
7
Caerán a tu lado mil, y a tu derecha diez mil; a ti no te tocará.
8
Con tus mismos ojos mirarás, y verás el castigo de los impíos.
9
Teniendo a Yavé por refugio tuyo, al Altísimo por tu asilo,
10
no te llegará la calamidad ni se acercará la plaga a tu tienda.
11
Pues te encomendará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos,
12
y ellos te levantarán en sus palmas para que tus pies no tropiecen en las piedras;
13
pisarás sobre áspides y víboras y hollarás al leoncillo y al dragón.
14
“Porque se adhirió a mí, yo le libertaré; yo le defenderé, porque conoce mi nombre.
15
Me invocará él, y yo le responderé; estaré con él en la tribulación, le libertaré y le glorificaré.
16
Le saciaré de días y le haré ver mi salvación.”
 
92
 
Alabanza de la Providencia Divina
   
 Salmo. Cántico. Para el día del sábado. 
   
1
Bueno es alabar a Yavé
2
y cantar a tu nombre, ¡oh Altísimo!;
3
publicar de mañana tu piedad, y de noche tu fidelidad,
4
al salterio decacordio y a la lira, con las melodías del arpa.
5
Pues me has alegrado, ¡oh Yavé!, con tus hechos, y me gozo en las obras de tus manos.
6
¡Qué magníficas son tus obras, oh Yavé! ¡Cuán profundos son tus pensamientos!
7
No conoce esto el hombre necio, no entiende esto el insipiente.
8
Si germinan los impíos como la hierba y florecen todos los obradores de iniquidad, es para ser destruidos por siempre jamás.
9
Pero tú eres excelso por la eternidad, ¡oh Yavé!
10
Pues he aquí que tus enemigos, ¡oh Yavé!, perecerán, y serán dispersados todos los que obran el mal.
11
Pero exaltarás mi cuerno como el del búfalo y me ungirás de fresco óleo,
12
y mis ojos contemplarán a mis enemigos, y mis oídos oirán a los malvados que se alzan contra mí.
13
Florecerá el justo como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano.
14
Plantado en la casa de Yavé, florecerá en los atrios de nuestro Dios.
15
Fructificarán aun en la senectud, y estarán llenos de savia y verdor
16
para anunciar cuán recto es Yavé, mi Roca, en el que no hay iniquidad.
   
 
93
 
Grandeza del dominio de Dios en la creación
   
1
Reina Yavé, se vistió de majestad; vistióse de poder Yavé y se ciñó; cimentó el orbe: no se conmoverá.
2
Firme tu trono desde el principio, desde la eternidad eres tú.
3
Alzan los ríos, ¡oh Yavé!, elevan los ríos su voz, alzan los ríos su estrépito.
4
Más que los bramidos de las aguas tumultuosas, más que los furores del mar es magnífico Yavé en la alturas.
5
Tus testimonios son verídicos en grado sumo; conviene a tu casa la santidad, ¡oh Yavé!, por el transcurso de los días.
 
94
 
Invocación a Dios, que castiga a ls impíos y protege a los justos
   
1
¡Dios de las venganzas, Yavé; Dios de las venganzas, muéstrate!
2
Álzate, Juez de la tierra; da a los soberbios su merecido.
3
¿Hasta cuándo los impíos, ¡oh Yavé!, hasta cuándo los impíos triunfarán,
4
hablarán proterva y jactanciosamente y discursearán con arrogancia todos los obradores de iniquidad?
5
Aplastan, Yavé, a tu pueblo, oprimen a tu heredad.
6
Asesinan a la viuda y al peregrino, y a los huérfanos dan muerte.
7
Y se dicen: “No ve Yavé, no entiende el Dios de Jacob”.
8
Entended, necios del pueblo; vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis cuerdos?
9
El que hizo el oído, ¿no va a oír?; y el que formó el ojo, ¿no va a ver?
10
El que instruye a las gentes, ¿no va a reprender? El que enseña al hombre la sabiduría...
11
Conoce Yavé los pensamientos de los hombres (y sabe) cuán vanos son.
12
Bienaventurado el hombre a quien tú educas, ¡oh Yavé!, al que instruyes por tu ley,
13
para que esté tranquilo en los días aciagos, en tanto que se cava para el impío la fosa.
14
Pues no abandona Yavé a su pueblo, no desampara su heredad,
15
sino que devolverá la justicia al juicio, y en pos de ella (irán) los rectos de corazón.
16
¿Quién se levantará por mí contra los malvados? ¿Quién estará conmigo contra los obradores de iniquidad?
17
Si Yavé no me hubiera ayudado, por poco habitaría ya mi alma en la morada del silencio.
18
Apenas decía yo: “Vacilan mis pies,” tu piedad, ¡oh Yavé!, me sostenía.
19
Y en las muchas angustias de mi corazón, alegraban mi alma tus consuelos.
20
¿Puede ser acaso aliado tuyo el tribunal de malvados que forja la iniquidad bajo pretexto de ley?
21
Conspiran contra el alma del justo y condenan la sangre inocente.
22
Pero Yavé es para mí una ciudadela, y mi Dios es la Roca de mi salvación.
23
El arrojará sobre ellos su misma perversidad, y con su misma malicia los aniquilará; los hará perecer Yavé, nuestro Dios.
 
95
 
Exhortación a la Alabanza y Obediencia de Dios
   
1
¡Venid, cantemos jubiosamente a Yavé! Cantemos gozosos a la Roca de nuestra salvación!
2
Lleguémonos a El con alabanzas, aclamémosle con salmos.
3
Porque Dios grande es Yavé, Rey grande sobre todos los dioses,
4
que tiene en sus manos las profundidades de la tierra y suyas son también las cumbres de los montes.
5
Suyo es el mar, pues El lo hizo; suya la tierra, formada por sus manos.
6
Venid, póstremenos en presencia de El, doblemos nuestra rodilla ante Yavé, nuestro Hacedor.
7
Porque El es nuestro Dios, y nosotros el pueblo que El apacienta y el rebaño que El guía. Si pudierais hoy oír su voz:
8
“No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto,
9
donde me tentaron vuestros padres, me probaron a pesar de haber visto mis obras.
10
Cuarenta años anduve desabrido de aquella generación, y tuve que decirme: Este es un pueblo de extraviado corazón, que desconoce mis caminos.
11
Por eso les juré en mi ira que no entrarían en mi reposo.”

 

 
96
 
Alabanza al Señor, Único Dios
   
1
Cantad a Yavé un cántico nuevo, cantad a Yavé la tierra toda.
2
Cantad a Yavé y bendecid su nombre, anunciad de día en día su salvación.
3
Contad su gloria entre las gentes, en todos los pueblos sus maravillas.
4
Porque grande es Yavé y digno de toda alabanza, terrible sobre todos los dioses,
5
pues todos los dioses de los pueblos son vanos ídolos; pero Yavé hizo los cielos.
6
Delante de El la majestad y la magnificencia, en su santuario la fortaleza y el esplendor.
7
Dad a Yavé, ¡oh familias de los pueblos!, dad a Yavé la gloria y el poderío.
8
Dad a Yavé la gloria de su nombre, tomad ofrendas y venid a sus atrios.
9
Inclinaos ante Yavé con ornamentos santos. ¡Tema ante El toda la tierra!
10
Decid entre las gentes: “¡Reina Yavé!” Pues El afirmó el orbe y no se conmueve. Juzga con equidad a los pueblos.
11
Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, truene el mar y cuanto en él se contiene.
12
Salte de júbilo el campo y cuanto hay en él, y exulten todos los árboles de la selva
13
ante la presencia de Yavé, que viene, porque viene a juzgar la tierra. Regirá el orbe con justicia, y a los pueblos con equidad.
 
97
 
Gloria de la venida de Dios a juzgar
   
1
¡Yavé reina! Gócese la tierra, alégrense las muchas islas.
2
Hay en torno de El nube y calígine; la justicia y el juicio son la base de su trono.
3
Precédele fuego, que abrasa en derredor a todos sus adversarios;
4
sus rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle.
5
Derrítense como cera los montes ante Yavé, ante el Señor de toda la tierra.
6
Anuncian los cielos su justicia, y todos los pueblos ven su gloria.
7
Quedan confundidos todos los adoradores de los simulacros, los que se glorían de sus ídolos. Se postran ante El todos los dioses.
8
Oyó Sión y se alegró; regocijáronse las hijas de Judá por tus juicios, ¡oh Yavé!
9
Porque tú eres, Yavé, el Altísimo sobre toda la tierra, inmensamente ensalzado sobre todos los dioses.
10
Aborreced el mal los que amáis a Yavé, que El guarda las almas de los piadosos, librándolos de la mano de los impíos.
11
Ya alumbra la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
12
Alegraos en Yavé, ¡oh justos!, y alabad su santo recuerdo.
   
 
98
 
Canto de Alabanza a Dios después de la Victoria
  . 
1
Cantad a Yavé un cántico nuevo, porque El ha hecho maravillas; han vencido su diestra y su santo brazo.
2
Ha manifestado Yavé su salvación y ha revelado su justicia a los ojos de las gentes.
3
Se ha acordado de su benignidad y de su fidelidad a la casa de Israel; todos los confines de la tierra vieron la victoria de nuestro Dios.
4
Saltad de júbilo ante Yavé toda la tierra, haced resonar los gritos, las ovaciones y los salmos.
5
Cantad a Yavé con la cítara, con el arpa y con voces de cantos.
6
Con las trompetas y sones de bocina, saltad de júbilo ante el rey Yavé.
7
Resuene el mar y cuanto él contiene, el mundo y todos sus habitantes.
8
Batan palmas los ríos, regocíjense a su vez los montes
9
delante de Yavé, que viene a juzgar la tierra, y juzgará el mundo con justicia y a los pueblos con equidad.
   
 
99
 
Gloria del Señor en Su Santo Monte
   
1
¡Yavé reina! ¡Tiemblen los pueblos! Se asienta entre los querubines; la tierra vacila.
2
Grande es Dios en Sión y excelso sobre todos los pueblos.
3
Que alaben tu nombre, grande y temible: es el Santo.
4
Y tú eres el Rey poderoso que ama la justicia: tú estableciste la rectitud y el derecho, tú hiciste en Jacob justicia.
5
Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, y postraos ante el escabel de sus pies: es el Santo
6
Moisés y Aarón (fueron) entre sus sacerdotes, y Samuel con los que invocan su nombre; invocaban a Yavé, y El les respondía.
7
Les hablaba en columna de nube, y guardaban sus testimonios y la Ley que les dio.
8
¡Oh Yavé, Dios nuestro! Tú los escuchabas, y fuiste para ellos un Dios indulgente, aunque castigaste sus pecados.
9
Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, y postraos ante su monte santo, porque Santo es Yavé, nuestro Dios.
   
 
100
 
Acción de Gracias
   
1
Salmo de acción de gracias. Aclamad a Yavé la tierra toda,
2
Servid a Yavé con júbilo, venid gozosos a su presencia.
3
Sabed que Yavé es Dios, que El nos hizo, y suyos somos: su pueblo y la grey de su pastizal.
4
Entrad por sus puertas dándole gracias, en sus atrios alabándole; dadle gracias y bendecid su nombre.
5
Porque bueno es Yavé; es eterna su piedad, y perpetua por todas las generaciones su fidelidad.
   
 
101
 
Normas de vida de un príncipe bueno
 Salmo de David. 
   
1
Quiero cantar tu piedad y justicia; a ti, ¡oh Yavé!, voy a entonar salmos.
2
Quiero entender el camino de los íntegros. ¿Cuándo vendrás a mí? Andaré yo en integridad de corazón en mi casa.
3
No pondré ante mis ojos cosa vil; aborrezco el proceder de los apóstatas, no se me pegará.
4
Lejos de mí estará el corazón perverso; no conozco al malvado.
5
Reduciré al silencio al que en secreto detrae a su prójimo; no toleraré al de altivos ojos y corazón soberbio.
6
Pondré mis ojos en los fieles de la tierra para hacerlos morar conmigo. Los que andan por el camino de la rectitud serán mis ministros.
7
No habitará en mi casa el que comete fraude; el que habla mentirosamente no permanecerá ante mí.
8
De mañana haré perecer a todos los impíos de la tierra, y exterminaré de la ciudad de Yavé a todos los obradores de iniquidad.
   
 
102
 
Plegaria de un afligido que desfallece y se lamenta ante Yavé
   
1
Escucha, ¡oh Yavé!, mi oración y llegue a ti mi clamor.
2
No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
3
inclina tus oídos a mí: cuando te invoco, apresúrate a oírme.
4
Pues se desvanecen como humo mis días y se tuestan mis huesos como en horno.
5
Marchitado como hierba se deseca mi corazón, pues me olvido de comer mi pan.
6
Por la voz de mi gemido se pegan mis huesos a la piel.
7
Me asemejo al pelícano del desierto; soy como búho entre las ruinas.
8
Me desvelo y sollozo como pájaro solitario sobre el tejado.
9
Todo el día se burlan de mí mis enemigos, se enfurecen contra mí y me execran.
10
Como el pan como si fuera ceniza, y mi bebida se mezcla con lágrimas.
11
Por tu indignación y tu ira, porque me cogiste y me lanzaste,
12
mis días son como sombra que se inclina, y me seco como hierba.
13
Pero tú, Yavé, te sientas en tu trono por siempre, y tu memoria permanece por generaciones y generaciones.
14
Tú te alzarás y tendrás misericordia de Sión, porque tiempo es ya de que le seas propicio, pues ha llegado el plazo.
15
Porque aman tus siervos sus piedras y se compadecen de sus ruinas.
16
Entonces temerán las gentes el nombre de Yavé, y todos los reyes de la tierra tu gloria,
17
Cuando reedifique Yahvé a Sión, cuando aparezca en su gloria
18
y, volviéndose a la oración de los despojados, no desprecie su plegaria,
19
esto se escribirá para la generación posterior, y un pueblo nuevo alabará a Yavé.
20
Pues se ha inclinado desde su excelsa santa morada, mirando Yavé desde los cielos a la tierra
21
para escuchar el gemido de los cautivos y librar a los destinados a la muerte,
22
para que sea anunciado en Sión el nombre de Yavé y sus alabanzas en Jerusalén,
23
cuando se congreguen juntos los pueblos y los reinos para servir a Yavé.
24
En el camino quebrantó mis fuerzas y abrevió mis días.
25
Yo digo: “Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días, tú cuyos años son generaciones y generaciones.
26
En tiempos antiguos fundaste la tierra, y obra de tus manos son los cielos;
27
pero éstos perecerán y tú permanecerás, mientras todos se gastan como un vestido. Los mudas como un vestido, y se cambian.
28
Pero tú siempre eres el mismo, y tus años no tienen fin.
29
Habitarán los hijos de tus siervos allí y permanecerá ante ti su posteridad".
   
 
103
 
Alabanza de la providencia de Dios
  De David. 
   
1
¡Bendice, alma mía, a Yavé, y bendiga todo mi ser su santo nombre!
2
¡Bendice, alma mía, a Yavé y no olvides ninguno de sus favores!
3
El perdona todas tus faltas y sana todas tus dolencias;
4
El rescata tu vida del sepulcro y te corona de piedad y de misericordia;
5
El sacia de bienes tus deseos, renueva tu juventud como la del águila.
6
Hace Yavé justicia, y juicio a todos los oprimidos.
7
Dio a conocer a Moisés sus caminos, y sus proezas a los hijos de Israel.
8
Es Yahvé misericordioso y benigno, tardo a la ira y muy benevolente.
9
No está siempre acusando ni guarda rencor eternamente.
10
No nos trata a la medida de nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras iniquidades.
11
Sino que cuanto sobre la tierra se alzan los cielos, tanto prevalece su piedad sobre los que le temen;
12
cuan lejos está el oriente del occidente, tanto aleja de nosotros nuestras culpas;
13
cuan benigno es un padre para sus hijos, tan compasivo es Dios para con los que le temen;
14
pues El conoce de qué hemos sido hechos, se acuerda de que no somos más que polvo.
15
Los días del hombre son como la hierba; como flor del campo así florece,
16
pero sopla sobre ella el viento, y ya no es más; ni se sabe siquiera su lugar.
17
Pero la piedad de Yavé es eterna para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos,
18
para los que guardan su alianza y recuerdan sus mandamientos para ponerlos por obra.
19
Ha establecido Yavé en los cielos su trono, y su reino domina todo (el universo).
20
Bendecid a Yavé vosotros sus ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra.
21
Bendecid a Yavé vosotros todas sus milicias, que le servís haciendo su voluntad.
22
Bendecid a Yavé todas sus obras en cualquier lugar de su imperio. ¡Bendice, alma mía, a Yavé!
   
 
104
 
Gloria de Dios en la Creación
   
1
¡Bendice, alma mía, a Yavé! ¡Yavé, Dios mío!, tú eres grande; estás revestido de majestad y esplendor.
2
Envuelto de luz como de un manto, despliegas los cielos como una tienda;
3
edificas sobre las aguas tus moradas superiores. Haces de las nubes tu carro, avanzando sobre las alas del viento.
4
Tienes por mensajeros a los vientos, y por ministros llamas de fuego.
5
Has establecido la tierra sobre sus bases, para que nunca después vacilara.
6
La cubriste del océano abismal como de un vestido, y las aguas se detuvieron sobre los montes.
7
A tu amenaza huyeron, al fragor de tu trueno huyeron asustados,
8
y se alzaron los montes y se abajaron los valles hasta el lugar que les habías señalado.
9
Pusísteles un límite, que no traspasarán, no volverán a cubrir la tierra.
10
Tú haces brotar en los valles los manantiales, que corren luego entre los montes.
11
Ellos abrevan a todos los animales del campo y en ellos matan su sed los onagros.
12
Junto a ellos se posan las aves del cielo, que cantan en la fronda.
13
De tus altas moradas riegas los montes, y del fruto de tus obras se sacia la tierra.
14
Hace nacer la hierba para las bestias, y las plantas para el servicio del hombre, para sacar de la tierra el pan;
15
y el vino, que alegra el corazón del hombre, y el aceite, que hace lucir sus rostros, y el pan, que sustenta el corazón del hombre.
16
Se sacian los árboles de Yavé, los cedros del Líbano que plantó,
17
en los cuales anidan los pájaros, y los cipreses, domicilio de las cigüeñas;
18
los altos montes para las gamuzas, los riscos para madriguera del damán.
19
Tú has hecho la luna para medir los tiempos; el sol conoce (la hora de) su ocaso.
20
Tú extiendes las tinieblas, y es de noche, y en ella corretean todas las bestias del bosque.
21
Rugen los leoncillos por la presa, pidiendo a Dios así su alimento.
22
Sale el sol, y se retiran y se acurrucan en sus cuevas.
23
Sale el hombre a sus labores, a sus haciendas hasta la tarde.
24
¡Cuántas son tus obras, oh Yavé! ¡Todas las hiciste con sabiduría! Está llena la tierra de tu riqueza:
25
éste es el mar, grande, inmenso; allí reptiles sin número, animales pequeños y grandes.
26
Allí las naves se pasean, y ese Leviatán que hiciste para ti.
27
Todos ellos esperan de ti que les des alimento a su tiempo.
28
Tú se lo das y ellos lo toman; abres tu mano, y se sacian de bien.
29
Si tú escondes tu rostro, se conturban; si les quitas el espíritu, expiran y vuelven al polvo.
30
Si mandas tu espíritu, se recrían, y así renuevas la faz de la tierra.
31
Sea eterna la gloria de Yavé y gócese Yahé en sus obras.
32
Mira la tierra, y tiembla; toca los montes, y humean.
33
Yo cantaré a Yavé mientras viva; entonaré salmos a mi Dios mientras subsista.
34
Séale grato mi hablar, y yo me gozaré en Yavé.
35
¡Desaparezcan de la tierra los pecadores y dejen de ser los impíos! Bendice, alma mía, a Yavé. Aleluya. 
   
 
105
 
Fidelidad de Dios a la Alianza
   
1
Alabad a Yavé, invocad su nombre, dad a conocer entre los pueblos sus proezas.
2
Cantadle y entonadle salmos, referid todas sus maravillas,
3
Gloriaos en su santo nombre, alégrese el corazón de los que buscan a Yavé.
4
Buscad a Yavé y su poder, buscad siempre su rostro.
5
Recordad las maravillas que ha obrado, sus prodigios y las sentencias de su boca.
6
Vosotros, descendencia de Abraham, su siervo; hijos de Jacob, su elegido.
7
El es Yavé, nuestro Dios, y sus juicios (prevalecen) en toda la tierra.
8
Se acordó siempre de su alianza y de la promesa decretada por mil generaciones;
9
el pacto hecho con Abraham, y su juramento a Isaac;
10
y confirmó a Jacob como ley firme, y a Israel como alianza eterna
11
diciendo: “Yo te daré la tierra de Canaán como lote de vuestra heredad.”
12
Aunque eran pocos en número, casi como nada, y extranjeros en ella,
13
pasaron de una a otra nación y de un reino a otro pueblo.
14
No dejó que nadie los oprimiera, y castigó por ellos a reyes:
15
“No toquéis a mis ungidos, no hagáis mal a mis profetas.”
16
Llamó al hambre sobre aquella tierra, hizo que faltara todo mantenimiento,
17
y mandó delante de ellos a un varón, a José, vendido como esclavo.
18
Fueron puestos en el cepo sus pies, y fue encadenado con hierros;
19
hasta que se realizó su presagio y le acreditó la palabra de Yavé.
20
Mandó el rey que lo soltasen; el dominador de pueblos le dejó en libertad;
21
y le hizo señor de su casa y soberano de todas sus posesiones,
22
para instruir a su agrado a los príncipes y enseñar sabiduría a los ancianos.
23
Y vino Israel a Egipto, habitó Jacob en la tierra de Cam;
24
y multiplicó grandemente su pueblo e hizo que fuesen más fuertes que sus opresores.
25
Cambió su corazón para que odiaran a su pueblo y para vejar dolosamente a sus siervos.
26
Mandó a Moisés, su siervo, y a Arón, su elegido.
27
E hizo por medio de ellos sus prodigios y sus portentos en la tierra de Cam.
28
Mandó a las tinieblas, y se hizo oscuro; pero se rebelaban contra sus órdenes;
29
convirtió en sangre sus aguas, y mató sus peces.
30
Hormigueó de ranas su tierra, hasta en las cámaras de sus reyes.
31
Mandó, y vinieron los tábanos y los mosquitos a todas sus regiones.
32
Les dio granizo en vez de lluvia, y llamas de fuego sobre su tierra.
33
Y abatió sus viñas y sus higuerales, destrozando los árboles de su territorio.
34
Mandó, y vino la langosta y el pulgón en gran número,
35
que royeron toda la hierba de su país y devoraron los frutos del campo.
36
E hirió a todos los primogénitos en su tierra, las primicias de su vigor viril.
37
Y sacólos con plata y oro, y no había entre sus tribus ningún rezagado.
38
Alegróse Egipto de su partida, porque se había apoderado de ellos su terror.
39
Les tendió como cubierta una nube, y un fuego para alumbrarlos en la noche.
40
A su petición hizo venir las codornices, y los sació de pan del cielo.
41
Hendió la roca y brotaron las aguas, que corrieron como un río por el desierto.
42
Porque se acordó de su santa promesa y de Abraham, su siervo.
43
Así sacó a su pueblo en alegría y a sus elegidos llenos de gozo.
44
Y les asignó las tierras de las gentes, y se posesionaron de las haciendas de los pueblos,
45
para que guardaran sus preceptos y observaran sus leyes. ¡Aleluya!
   
 
106
 
Confesión de las Rebeldías de Israel
   
1
¡Aleluya! Alabad a Yavé porque es bueno, porque es eterna su piedad.
2
¿Quién podrá contar las gestas de Yavé y pregonar todos sus loores?
3
Bienaventurados los que observan el derecho, los que obran justicia en todo tiempo.
4
Acuérdate de mí, ¡oh Yavé!, en tu benevolencia hacia tu pueblo; visítame con tu auxilio
5
para que vea la dicha de tus elegidos, y me alegre en el gozo de tu gente, y me gloríe con tu heredad.
6
Hemos pecado como nuestros padres; hemos sido malos y perversos.
7
Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas, no recordaron tus muchos favores y se rebelaron contra el Altísimo en el mar Rojo.
8
Pero los salvó por amor de su nombre, para hacer muestra de su poder.
9
Increpó al mar Rojo, y quedó seco, y los hizo andar por los abismos como por el desierto;
10
los salvó de las manos del que los aborrecía, y los redimió del poder del enemigo.
11
Y las aguas sumergieron a sus opresores, no escapando ni uno solo.
12
Entonces dieron fe a sus palabras y cantaron sus alabanzas.
13
Pero bien pronto se olvidaron de sus obras, no confiaron en sus designios.
14
Dejáronse llevar de su concupiscencia en el desierto y tentaron a Dios en la soledad.
15
Y les dio lo que pedían, pero mandó la consunción a sus almas.
16
Envidiaron a Moisés en el campamento y a Arón, el santo de Yavé.
17
Y se abrió la tierra y se tragó a Datán, y cubrió a los secuaces de Abirón.
18
Y el fuego devoró a su banda; las llamas consumieron a los impíos.
19
Se hicieron un becerro en Horeb y adoraron a un simulacro fundido,
20
y trocaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba.
21
Se olvidaron de Dios, su Salvador, que tan grandes cosas había hecho en Egipto,
22
maravillas en la tierra de Cam, cosas terribles junto al mar Rojo.
23
Y ya hubiera decretado exterminarlos si Moisés, su elegido, no se hubiese puesto en la brecha ante El para desviar su indignación del exterminio.
24
Despreciaron una tierra deleitosa, no tuvieron confianza en sus palabras.
25
Y murmuraron en sus tiendas y no escucharon la voz de Yavé.
26
Por eso alzó su mano contra ellos, para postrarlos en el desierto
27
y dispersar a su descendencia entre las gentes y diseminarlos por la tierra.
28
Y se adhirieron a Baalfegor y comieron los sacrificios de los muertos.
29
Y le provocaron a ira con sus obras; y se difundió entre ellos una mortandad.
30
Levantóse Finés e hizo justicia, y la plaga cesó.
31
Y le fue contado esto a justicia, de generación en generación para siempre.
32
Le irritaron también a propósito de las aguas de Meribá, y le sobrevino mal a Moisés por culpa de ellos,
33
porque exacerbaron su espíritu y habló temerariamente con sus labios.
34
No exterminaron a los pueblos, como se lo había mandado Yavé;
35
antes se mezclaron con las gentes y adoptaron sus costumbres.
36
Y sirvieron a sus ídolos, que fueron para ellos un lazo.
37
Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios;
38
derramaron sangre inocente: la sangre de sus hijos y de sus hijas, sacrificándolos a los ídolos de Canaán, y quedó la tierra contaminada por su sangre.
39
Se contaminaron por sus obras y se prostituyeron con sus acciones.
40
Y se encendió la ira de Yavé contra su pueblo, y abominó de su heredad.
41
Y los entregó en manos de las gentes, quedando sometidos a los que los odiaban.
42
Y fueron vejados por sus enemigos y doblegados bajo su mano.
43
Muchas veces los libraba, pero ellos le exasperaban con sus veleidades, y eran humillados por sus iniquidades.
44
Mas él vio sus tribulaciones y oyó sus lamentos.
45
Y se acordó de su alianza con ellos, y por su mucha bondad se apiadó de ellos.
46
Y les hizo objeto de sus misericordias en presencia de cuantos los tenían en cautiverio.
47
¡Sálvanos, Yavé, Dios nuestro, y reúnenos de entre las gentes para celebrar tu santo nombre y gloriarnos en tus alabanzas!
 
 
Doxología final del libro
 
48
Bendito sea Yavé, Dios de Israel, de eternidades en eternidades, y diga todo el pueblo: ¡Amén! ¡Aleluya!

 

C.R.Y&S