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EL EVANGELIO DE CRISTO SEGÚN SAN PABLO

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Los cristianos, libres de la Ley

 

Hasta ahora no hemos encontrado razón que justifique la legalidad de la interpretación de ruptura intercristiana que Lutero hallara en la Carta. Lo que sí estamos viendo es que esta doctrina de ruptura se refiere al judaísmo y al cristianismo. En los días de Lutero la ignorancia y el analfabetismo de los pueblos europeos eran inmensos. Gracias a tal analfabetismo ignorante de las clases bajas las clases cultas en asociación malvada con las clases altas divertían al pueblo con maquinaciones grotescas cuyos efectos repercutían sobre sus cabezas impidiéndoles levantarlas. En el caso específico de Lutero, éste levantó la cabeza de la clase pobre alemana para que la rica se despachase la bandeja a placer y en la Rebelión de los Campesinos se hartase de carne. En la última maravillosa versión de la vida de Lutero, la versión basura que se sigue ofreciéndose al protestantismo, un protestantismo íntimamente traumatizado por la escasa y nula calidad cristiana de sus fundadores, el historiador hace mutis de la famosa matanza de los campesinos, bendecida por Lutero el Magnífico, un Lutero que llamara a cruzada terrorista a los nobles incitándoles a estrangularlos como si se tratasen de perros, a acuchillarlos como si se tratasen de cerdos. Es natural que unos discípulos que descubren la maldad de su maestro y la poca semejanza con el Modelo Divino, horrorizados por semejante palabras propias de un demonio, siguiendo la ley del infierno en lugar de meas culpas se juren en su ignorancia permanecer ciegos hasta el Juicio Final y por la inmensa cantidad de ciegos que les siguen imponer misericordia hacia ellos en el Tribunal. Yo no soy Juez, así que allá cada cual con sus cataratas. En el Día del Juicio Final nos veremos todos las caras.

 

¿O ignoráis, hermanos, hablo a los que saben de leyes, que la Ley domina al hombre todo el tiempo que éste vive?

 

La ignorancia es un mal terrible porque convierte en sabios a verdaderos monstruos y en santos a verdaderos cretinos. Ignorancia es que te arranquen el contexto histórico de un texto y te quedes tan tranquilo. Me imagino que al presente ignorante es el tonto. La libertad de acceso al conocimiento de la Historia Universal, aún en su versión amateur, la Internet, acusa al ignorante de hoy de asesino de su propio intelecto. Al pueblo del siglo XVI no se le podía pedir inteligencia para ver el contexto histórico sobre cuyo cuerpo esta Carta extendió su espíritu. Al hombre de este siglo, sí. Y se le puede juzgar por rebelde a la naturaleza intelectual del ser humano. El Conocimiento es nuestra Herencia, nuestro Poder, nuestra Fuerza, nuestra Alegría. ¿No está claro a quienes se dirige San Pablo, el contexto histórico de lucha entre el Cristianismo y el Judaísmo, la delicada tensión interna propiciada por la corriente judeocristiana contra la que se alzó San Pablo incluso callando -descubriendo la falacia de la Infalibilidad de la Cátedra de San pedro- a San Pedro? Cuando habla de la Ley el hombre se está refiriendo a la Ley de Moisés. ¿O acaso para el judío había otra? ¿No fue respecto a la Ley de Moisés que se produjo la Liberación Redentora del Género Humano? Sabemos que el Judaísmo, impotente para destruir al Cristianismo, se aplicó la famosa norma de “si no puedes con él, únete a él”. En los días los Apóstoles y desde el Primer Concilio en el 49 hasta el 64-66 en que la ruptura es formal, el judeocristianismo quiso absorber el cristianismo como medio de integrarlo finalmente en el judaísmo. Incluso San Pedro se mantuvo bajo la Ley. Fue San Pablo quien poniendo a Dios sobre el Jefe de los Apóstoles operó la ruptura desde el cristianismo hacia el judaísmo. Y será esta Ley la que será dejada atrás por la Fe. Serán los delitos cometidos desde esa Ley, por los que el hombre se hizo merecedor de la muerte, que la Fe extiende su Gracia y limpia el alma haciendo nacer una nueva criatura de las cenizas de la criatura enterrada por el fruto de los pecados cometidos bajo la Ley. Pero de los pecados cometidos en la Fe no puede la Fe por sí sola proceder a la absolución, porque, como San Pablo lo puso, sería volver a crucificar a Cristo, siendo en este caso el pecador el crucificador de su propio salvador.

 

Por tanto, la mujer casada está ligada al hombre mientras éste vive; pero, muerto el marido, queda desligada de la ley del marido.

 

Y ligada a la ley de la libertad. Es decir, la nueva criatura es libre para cometer aquéllos actos por los que se hiciera aborrecible a los ojos de su Creador. Cometidos en la ignorancia fueron absueltos por el sacrificio expiatorio universal redentor. Con la nueva criatura desaparece la ignorancia del pecado y viene a vida la libertad que da el Conocimiento. El cristiano, no importa su clase social, es libre para matar, adulterar, robar, blasfemar, dar falso testimonio, practicar brujería, acometer todos los actos contra los que la Ley se alzara. Puede porque tiene la libertad de poder hacerlo. Pero si el judío es merecedor de la Gracia de la Fe porque en su ignorancia no sabe lo que hizo, el cristiano, que sí sabe lo que hizo Dios, al acometerlos en su libertad usa su libertad para rebelarse abiertamente contra su Creador, y contra esta ley de la libertad no hay sangre que valga, ni la de Cristo, que se derramó una vez y para siempre. El argumento luterano de actuar esta Sangre sobre los crímenes cometidos después del Bautismo fue una doctrina suicida cuyos efectos, la división de las iglesias, descubre su verdadera naturaleza. Que el Papado contra el que se alzara la rebelión luterana hubiera hecho de esa doctrina infernal su modus operandi et vivendi no justifica su legalidad, pues lo que el Diablo engendró con el Diablo volverá.

 

Por consiguiente, viviendo el marido será tenida por adúltera si se uniere a otro marido; pero si el marido muere queda libre de la Ley, y no será adúltera si se une a otro marido.

Dos leyes muy distintas pero que proceden la una de la otra. La Ley de la esclavitud, a la que se sujetara el mundo judío, y la Ley de la Libertad a la que está ligado el mundo cristiano. Desde el punto de vista de la inteligencia de San Pablo, despreciar la Libertad y su Justicia, por la que el pecador es absuelto por el Poder de la Confesión Sacerdotal Cristiana, y regresar a la Ley de Moisés y su Justicia, por la que el pecador podía cometer su delito en mente el precio con el que habría de satisfacer su condena siempre presente, semejante regreso al Pasado era innegociable, imposible y anticristiano. San Pedro no sabía lo que decía ni hacía al seguir sujeto a la Ley de Moisés aún viviendo bajo la Ley de Cristo. Tanto más verdadera esta afirmación de su imposible infalibilidad cuanto mediante un siervo tuvo Dios que cerrarle la boca y liberar sus manos de aquéllas cadenas patrióticas.

 

Asi que, hermano míos, vosotros habéis muerto también a la Ley por el cuerpo de Cristo, para ser de otro que resucitó de entre los muertos, a fin de que deis frutos para Dios.

 

Más claro imposible. Aquella Justicia por la que un hombre podía premeditar su delito contra Dios y los hombres y anticiparse a sí mismo la absolución mediante el precio estipulado por la Ley, aquella Justicia era Historia. Una Nueva Ley entraba en acción, la Ley de la Libertad. Y para que esta Ley opere en su plenitud asombrosa quiso Dios que unidos todos en un mismo Cuerpo todos estuviésemos vivos por el Espíritu de Aquél que se hizo una sola cosa con el Hombre. Y de esta manera la Libertad engendrada tendiese por la sobrenaturaleza de la Fe a las cosas de Dios. Obra asombrosa que sentencia las dos libertades en pugna en los días que estamos tratando. Tanto la libertad de la iglesia romana para asesinar, robar, practicar brujería, y cometer toda suerte de delitos en nombre de la Iglesia Católica, como la libertad luterana para cometer toda suerte de pecados para la gloria de la Sangre de Cristo, tanto una libertad como la otra del Demonio procedían. Como se verá la doctrina luterana del pecado por la Fe y el evangelio de San Pablo son tan opuestos como Cristo y el Diablo. Si es que no lo habeis visto ya.

 

Pues cuando estábamos en la carne, las pasiones, vigorizadas por la Ley, obraban en nuestros miembros y daban frutos de muerte;

Así es. Abandonados al poder de nuestras fuerzas naturales, hijos de una naturaleza doblegada por milenios de lucha contra las fuerzas del infierno, era imposible, tanto para judíos como para gentiles, que sin la Gracia del Juez Eterno, encarnada en la Fe, pudiese el Género Humano sacudirse el yugo de su legado. Por inercia su comportamiento era la Guerra, la Corrupción, el Homicidio, la esclavitud y el Mal.

 

mas ahora, desligados de la Ley, estamos muertos a lo que nos sujetaba, de manera que sirvamos en espíritu nuevo, no en la letra vieja.

 

Adoptados de nuevo por Dios, pues que fuimos creados para ser sus hijos, la Fuerza invencible de la Fe destierra de nuestra herencia carnal su sino y haciéndonos Suyos heredamos la Fortaleza de su Espíritu, que se manifestó en Cristo Jesús, nuestro Modelo sempiterno, Imagen viva de Dios Invisible, reflejo inmaculado de su Personalidad. Lo que por el Temor a Dios no pudo conseguir el Hombre, lo consiguió Dios por el Amor

 

 

La Ley y el Pecado

¿Qué diremos entonces? ¿Que la Ley es pecado? De ningún modo. Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley. Pues yo no conocería la codicia si la Ley no dijera: “No codiciarás”.