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EPÍSTOLAS DE SAN PABLO

Primera Carta a los Corintios

Capítulo 1
Salutación
 
1
Pablo, por la voluntad de Dios llamado a ser apóstol de Cristo Jesús, y Sóstenes, hermano,
2
a la iglesia de Dios en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en todo lugar, suyo y nuestro:
3
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
 
 
Acción de gracias por los dones concedidos a los corintios
 
4
Doy continuamente gracias a Dios por vosotros debido a la gracia que os ha sido otorgada en Cristo Jesús,
5
porque en El habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en todo conocimiento,
6
en la medida en que el testimonio de Cristo ha sido confirmado entre vosotros;
7
así que no escaseéis en don alguno mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo,
8
que a su vez os confirmará hasta el fin para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
9
Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a participar con Jesucristo, su Hijo y Señor nuestro.
 
 
Exhortación a la caridad
 
10
Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos habléis igualmente y no haya entre vosotros cismas, antes seáis concordes en el mismo pensar y en el mismo sentir,
11
Esto, hermanos, os lo digo porque he sabido por los de Cloe que hay entre vosotros discordias,
12
y cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo.
13
¿Está dividido Cristo? ¿O ha sido Pablo crucificado por vosotros o habéis sido bautizados en su nombre?
14
Doy gracias a Dios de no haber bautizado a ninguno de vosotros, si no es a Crispo y a Gayo,
15
para que nadie pueda decir que habéis sido bautizados en mi nombre.
16
También bauticé a la casa de Estéfana; mas fuera de éstos no sé de ningún otro.
 
 
La sabiduría del mundo y la de Dios
 
17
Que no me envió Cristo a bautizar, sino a evangelizar, y no con sabiduría dialéctica, para que no se desvirtúe la cruz de Cristo;
18
porque la doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se pierden, pero es poder de Dios para los que se salvan.
19
Según que está escrito: “Perderé la sabiduría de los sabios y anularé la prudencia de los prudentes.”
PRIMERA PARTE
REPRENSIÓN A LOS CORINTIOS
Capítulo 1
20
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el disputador de este mundo? ¿No ha hecho Dios necedad la sabiduría de este mundo?
21
Pues por cuanto no conoció en la sabiduría de Dios el mundo a Dios por la humana sabiduría, plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
22
Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría,
23
mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles,
24
mas poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos.
25
Porque la locura de Dios es más sabia que los hombres, y la flaqueza de Dios, más poderosa que los hombres.
26
Y si no, mirad, hermanos, vuestra vocación; pues no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles.
27
Antes eligió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios y eligió Dios la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes;
28
y lo plebeyo del mundo, el desecho, lo que no es nada, lo eligió Dios para anular lo que es,
29
para que nadie pueda gloriarse ante Dios.
30
Por El sois en Cristo Jesús, que ha venido a seros, de parte de Dios, sabiduría, justicia y santificación, y redención,
31
para que, según está escrito, “el que se gloríe, se gloríe en el Señor.”
Capítulo 2
El modo y el fin de la evangelización de Pablo
 
1
Yo, hermanos, llegué a anunciaros el testimonio de Dios no con sublimidad de elocuencia o de sabiduría,
2
que nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
3
Y me presenté a vosotros en debilidad, temor y mucho temblor;
4
mi palabra y mi predicación no fue en persuasuvos discursos de sabiduría, sino en la manifestación del Espíritu y del poder,
5
para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
6
Hablamos, sin embargo, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este siglo ni de los príncipes de este siglo, abocados a la destrucción;
7
sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria;
8
que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
9
Pero, según escrito está: “Ni el ojo vio, y ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.”
10
Pues Dios nos la ha revelado por su Espíritu, que el espíritu todo lo escudriña, hasta las profundidades de Dios.
11
Pues ¿qué hombre conoce lo que en el hombre hay sino el espíritu del hombre, que en él está? Así también las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios.
12
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido.
13
De éstos os hemos hablado, y no con estudiadas palabras de humana sabiduría, sino con palabras aprendidas del Espíritu, adaptando a los espirituales las enseñanzas espirituales,
14
pues el hombre animal no percibe las cosas del Espíritu de Dios; son para él locura y no puede entenderlas, porque hay que juzgarlas espiritualmente.
15
Al contrario, el espiritual juzga de todo, pero a él nadie puede juzgarle.
16
Porque ¿quién conoció la mente del Señor para poder enseñarle? Mas nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.
Capítulo 3
Divisiones en la iglesia de Corinto
 
1
Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
2
Os di a beber leche, no os di comida, porque aún no lo admitíais. Y ni aún ahora la admitís,
3
porque sois todavía carnales. Si, pues, hay entre vosotros envidias y discordias, ¿no prueba esto que sois carnales y vivís a lo humano?
4
Cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo de Apolo, ¿no procedéis a lo humano?
5
Pues ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros según lo que a cada uno ha dado el Señor, por cuyo ministerio habéis creído.
6
Yo planté, Apolo regó; pero quien dio el crecimiento fue Dios.
7
Ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento.
8
El que planta y el que riega son iguales; cada uno recibirá su recompensa conforme a su trabajo.
9
Porque nosotros sólo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada de Dios, edificación de Dios.
10
Según la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos, otro edifica encima. Cada uno mire cómo edifica,
11
que cuanto al fundamento, nadie puede poner otro sino el que está puesto, que es Jesucristo.
12
Si sobre este fundamento uno edifica con oro, plata, piedras preciosas o maderas, heno, paja,
13
su obra quedará de manifiesto, pues en su día el fuego lo revelará y probará cuál fue la obra de cada uno.
14
Aquel cuya obra subsista recibirá el premio,
15
y aquel cuya obra sea abrasada sufrirá el daño; él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por el fuego.
16
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le aniquilará.
17
Porque el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros.
18
Nadie se engañe; si alguno entre vosotros cree que es sabio según este siglo, hágase necio para llegar a ser sabio.
19
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: “El caza a los sabios en su astucia.”
20
Y en otra parte: “El Señor conoce cuan vanos son los planes de los sabios.”
21
Nadie, pues, se gloríe en los hombres, que todo es vuestro;
22
ya Pablo, ya Apolo, ya Cefas; ya el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro;
23
y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Capítulo 4
1
Es preciso que los hombres vean en nosotros a los ministros de Cristo y a los administradores de los misterios de Dios.
2
Por lo demás, lo que en los dispensadores se busca es que sean fíeles.
3
Cuanto a mí, muy poco se me da de ser juzgado por vosotros o de cualquier tribunal humano, que ni aun a mí mismo me juzgo.
4
Cierto que de nada me arguye la conciencia, mas no por eso me creo justificado; quien me juzga es el Señor.
5
Tampoco, pues, juzguéis vosotros antes de tiempo, mientras no venga el Señor, que iluminará los escondrijos de las tinieblas y hará manifiestos los propósitos de los corazones, y entonces cada uno tendrá la alabanza de Dios.
6
Esto, hermanos, lo he dicho por vía de ejemplo de mí y de Apolo, os lo aplico a vosotros, para que en nosotros aprendáis lo de “no ir más allá de lo que está escrito” y que nadie por amor de alguno se infle en perjuicio de otro.
7
Porque ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras recibido?
8
¿Ya estáis llenos? ¿Ya estáis ricos? ¿Sin nosotros habéis logrado el reino? ¡Ojalá que lo hubierais logrado, para que también nosotros con vosotros reináramos!
9
Porque, a lo que pienso, Dios a nosotros, los apóstoles, nos ha asignado el último lugar, como a condenados a muerte, pues hemos venido a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres.
10
Hemos venido a ser necios por amor de Cristo, vosotros sabios en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros ilustres, nosotros viles.
11
Hasta el presente pasamos hambre, sed y desnudez, somos abofeteados y andamos vagabundos,
12
y penamos trabajando con nuestras manos; afrentados, bendecimos, y perseguidos, lo soportamos;
13
difamados, consolamos; hemos venido a ser hasta ahora como desecho del mundo, como estropajo de todos.
14
No escribo esto para confundiros, sino para amonestaros, como a hijos míos carísimos.
15
Porque aunque tengáis diez mil pedagogos en Cristo, pero no muchos padres, que quien os engendró en Cristo por el Evangelio fui yo.
16
Os exhorto, pues, a ser imitadores míos.
17
Por esto os envié a Timoteo, que es mi hijo muy amado y fiel en el Señor, que os traerá a la memoria mis caminos en Cristo Jesús y cuál es mi enseñanza por doquier en todas las iglesias.
18
Como si yo no hubiese ya de ir a vosotros, así se han hinchado algunos.
19
Pues iré, y muy pronto, si el Señor quisiere, y entonces conoceré no las palabras de los que se hinchan, sino su poder,
20
que no está en palabras el reino de Dios, sino en el poder.
21
¿Qué preferís? ¿Que vaya a vosotros con la vara o que vaya con amor y espíritu de mansedumbre?
Capítulo 6
 
1
¿Y osa alguno de vosotros que tiene un litigio con otro acudir en juicio ante los injustos y no ante los santos?
2
¿Acaso no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si habéis de juzgar al mundo, ¿seréis incapaces de juzgar esas otras causas más pequeñas?
3
¿No sabéis que hemos de juzgar aun a los ángeles? Pues mucho más las cosas de esta vida.
4
Guando tengáis diferencias sobre estas cosas de la vida, poned por jueces a los más despreciables de la Iglesia.
5
Para vuestra confusión os hablo de este modo. ¿No hay entre vosotros ningún prudente capaz de ser juez entre hermanos?
6
En vez de esto, ¿pleitea el hermano con el hermano, y esto ante los infieles?
7
Ya es una mengua que tengáis pleitos unos con otros. ¿Por qué no preferís sufrir la injusticia? ¿Por qué no el ser despojados?
8
Y en vez de esto sois vosotros los que hacéis injusticias y despojaís, y esto con hermanos.
9
¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas,
10
ni los ladrones, ni los avaros, ni los ebrios, ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios.
11
Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.
12
“Todo me es lícito,” pero no todo conviene. “Todo me es lícito,” pero yo no me dejaré dominar de nada
13
“Los manjares para el vientre, y el vientre para los manjares”; pero Dios destruirá el uno y los otros. El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo;
14
y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder,
15
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? De ningún modo.
16
¿No sabéis que quién se allega a una meretriz se hace un cuerpo con ella? Porque serán dos, dice, en una carne.
17
Pero el que se allega al Señor se hace un espíritu con El.
18
Huid la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre, fuera de su cuerpo queda; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.
19
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis?
20
Habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.
SEGUNDA PARTE
RESPUESTA A LAS CUESTIONES DE LOS CORINTIOS
Capítulo 7
Acerca del matrimonio
 
1
Comenzando a tratar de lo que me habéis escrito, bueno es al hombre no tocar mujer;
2
mas por evitar la fornicación, tenga cada uno su mujer y cada una tenga su marido.
3
El marido otorgue lo que es debido a la mujer, e igualmente la mujer al marido.
4
La mujer no es dueña de su propio cuerpo, es el marido; e igualmente el marido no es dueño de su propio cuerpo, es la mujer.
5
No os defraudéis uno al otro, a no ser de común acuerdo por algún tiempo, para daros a la oración, y de nuevo volved a lo mismo, a fin de que no os tiente Satanás de incontinencia.
6
Esto os lo digo condescendiendo, no mandando.
7
Quisiera yo que todos los hombres fueran como yo; pero cada uno tiene de Dios su propio don; éste, uno; aquél, otro.
8
Sin embargo, a los no casados y a las viudas les digo que les es mejor permanecer como yo.
9
Pero si no pueden guardar continencia, cásense, que mejor es casarse que abrasarse.
10
Cuanto a los casados, precepto es no mío, sino del Señor, que la mujer no se separe del marido,
11
y de separarse, que no vuelva a casarse o se reconcilie con el marido y que el marido no repudie a su mujer.
12
A los demás les digo yo, no el Señor, que si algún hermano tiene mujer infiel y ésta consiente en cohabitar con él, no la despida.
13
Y si una mujer tiene marido infiel y éste consiente en cohabitar con ella, no lo abandone.
14
Pues se santifica el marido infiel por la mujer y se santifica la mujer infiel por el marido. De otro modo, vuestros hijos serían impuros y ahora son santos.
15
Pero si la parte infiel se separa, que se separe. En tales casos no está esclavizado el hermano o la hermana, pues Dios nos ha llamado a la paz.
16
¿Qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido; y tú, marido, si salvarás a tu mujer?
17
Pero cada uno ande según el Señor le dio y según le llamó. Y esto lo mando en todas las iglesias.
18
¿Ha sido uno llamado en la circuncisión? No disimule el prepucio. ¿Ha sido llamado en el prepucio? No se circuncide.
19
Nada es la circuncisión, nada el prepucio, sino la guarda de los preceptos de Dios.
20
Cada uno permanezca en el estado en que fue llamado.
21
¿Fuiste llamado en la servidumbre? No te dé cuidado, y aun, pudiendo hacerte libre, aprovéchate más bien de tu servidumbre.
22
Pues el que, siervo, fue llamado por el Señor, es liberto del Señor, e igualmente el que, libre, fue llamado, es siervo de Cristo.
23
Habéis sido comprados a precio; no os hagáis siervos de los hombres.
24
Hermanos: persevere cada uno ante Dios en la condición en que por El fue llamado.
25
Acerca de las vírgenes no tengo precepto del Señor; pero puedo dar consejo, como quien ha obtenido del Señor la gracia de ser fiel.
26
Creo, pues, que por la instante necesidad es bueno que el hombre sea así.
27
¿Estás ligado a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer.
28
Si te casares, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero tendréis así que estar sometidos a la tribulación de la carne, que quisiera yo ahorraros.
29
Dígoos, pues, hermanos, que el tiempo es corto. Sólo queda que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran;
30
los que lloran, como si no llorasen; los que se alegran, como si no se alegrasen; los que compran, como si no poseyesen,
31
y los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen, porque pasa la apariencia de este mundo.
32
Yo os querría libres de cuidados. El célibe se cuida de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor.
33
El casado ha de cuidarse de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer,
34
y así está dividido. La mujer no casada y la doncella sólo tienen que preocuparse de las cosas del Señor, de ser santas en cuerpo y en espíritu. Pero la casada ha de preocuparse de las cosas del mundo, de agradar al marido.
35
Esto os lo digo para vuestra conveniencia, no para tenderos un lazo, sino mirando a lo que es decoroso y fomenta el trato asiduo con el Señor si distracción.
36
Si alguno estima indecoroso para su hija doncella dejar pasar la flor de la edad y que así deba ocurrir, haga lo que quiera; no peca; que la case.
37
Pero el que firme en su corazón, no necesitado, sino libre y de voluntad, determina guardar virgen a su hija, hace bien.
38
Quien, pues, casa a su hija doncella hace bien, y quien no la casa hace mejor.
39
La mujer está ligada por todo el tiempo de vida de su marido; mas una vez que se duerme el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor.
40
Más feliz será si permanece así, conforme a mi consejo, pues también creo tener yo el espíritu de Dios.
Capítulo 8
Acerca de la carne sacrificada a los ídolos
 
1
Cuanto a lo de las carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que todos tenemos ciencia. Pero la ciencia hincha; sólo la caridad edifica.
2
Si alguno cree saber algo, aún no sabe como conviene saber;
3
pero el que ama a Dios, ése es conocido por El.
4
Pues bien: acerca del comer las carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y que no hay más Dios que uno sólo.
5
Porque aunque algunos sean llamados dioses, ya en el cielo, ya en la tierra, de manera que haya muchos dioses y muchos señores,
6
para nosotros no hay más que un Dios Padre, de quien todo procede y para quien somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y nosotros también.
7
Pero no todos saben esto; habituados de antiguo a los ídolos, comen esas carnes como realmente sacrificadas al ídolo, y su conciencia se mancha por su flaqueza.
8
Pero no es la comida la que nos hace aceptos a Dios, y ni por abstenernos escasearemos ni por comer abundaremos.
9
Mas cuidad de que esa vuestra facultad no sea tropiezo para los débiles.
10
Porque si alguno te viere a ti, que tienes ciencia, sentado a la mesa en un santuario de ídolos, en la flaqueza de su conciencia, ¿no se creerá inducido a comer las carnes sacrificadas a los ídolos?
11
Entonces perecerá por tu ciencia el hermano flaco por quien Cristo murió.
12
Y así, pecando contra los hermanos e hiriendo su conciencia flaca, pecáis contra Cristo.
13
Por lo cual, si mi comida ha de escandalizar a mi hermano, no comeré carne jamás por no escandalizar a mi hermano.
Capítulo 9
1
¿No soy yo libre? ¿No soy apóstol ¿No he visto a Jesús nuestro Señor? ? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?
2
Si para otros no soy apóstol, a lo menos para vosotros lo soy, pues sois el sello de mi apostolado en el Señor.
3
Y he aquí mi defensa contra todos cuando me discuten:
4
¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?
5
¿No tenemos derecho a llevar en nuestras peregrinaciones una mujer hermana, igual que los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?
6
¿O acaso solamente yo y Bernabé no tenemos derecho a no trabajar?
7
¿Quién jamás milita a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño y no toma de su leche?
8
Y esto, no sólo según el común sentir de los hombres, la misma Ley dice también esto.
9
Porque en la Ley de Moisés está escrito: “No pongáis bozal al buey que trilla.” ¿Es que Dios se ocupa de los bueyes?
10
¿No es más bien por nosotros por quienes lo dice? Por nosotros, sin duda, se escribió que debe arar con esperanza el que ara y trilla el que trilla, en espera de la participación.
11
Si sembramos en vosotros bienes espirituales, ¿qué mucho que recojamos bienes materiales?
12
Si otros tienen derecho a participar en vuestros bienes, ¿no lo tendremos más nosotros? Pero no hemos hecho uso de este nuestro derecho; antes todo lo hemos soportado para no poner obstáculo alguno al Evangelio de Cristo.
13
¿Pero no sabéis que los que ejercen las funciones sagradas comen del santuario, y los que sirven al altar, del altar participan?
14
Pues así ha ordenado el Señor a los que anuncian el Evangelio: que vivan del Evangelio.
15
Pero yo no hago uso de este derecho. Ni escribo esto ahora para hacerlo valer. Mejor me fuera morir antes que privarme de esta mi gloria.
16
Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí si no evangelizare!
17
Si de mi voluntad lo hiciera, tendría recompensa; pero si lo hago por fuerza, es como si ejerciera una administración que me ha sido confiada.
18
¿En qué está, pues, mi mérito? En que al evangelizar lo hago gratuitamente, sin hacer valer mis derechos por la evangelización.
19
En que, siendo del todo libre, me hago siervo de todos para ganarlos a todos,
20
y me hago judío con los judíos para ganar a los judíos. Con los que viven bajo la Ley me hago como si yo estuviera sometido a ella, no estándolo, para ganar a los que bajo ella están.
21
Con los que están fuera de la Ley me hago como si estuviera fuera de la Ley, para ganarlos a ellos, no estando yo fuera de la Ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo.
22
Me hago con los flacos flaco para ganar a los flacos; me hago todo para todos para salvarlos a todos.
23
Todo lo hago por el Evangelio, para participar en él.
24
¿No sabéis que los que corren en el estadio todos corren, pero uno solo alcanza el premio? Corred, pues, de modo que lo alcancéis.
25
Y quien se prepara para la lucha, de todo se abstiene, y eso para alcanzar una corona corruptible; mas nosotros para alcanzar una incorruptible.
26
Y yo corro, no como a la ventura; así lucho no como quien azota al aire,
27
sino que castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, habiendo sido heraldo para los otros, resulte yo descalificado.
Capítulo 10
La historia de Israel, enseñanza de los fieles
 
1
No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que todos atravesaron el mar
2
y todos siguieron a Moisés bajo la nube y por el mar;
3
que todos comieron el mismo pan espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual,
4
pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo;
5
pero Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues fueron postrados en el desierto.
6
Esto fue en figura nuestra, para que no codiciemos lo malo, como lo codiciaron ellos;
7
no os hagáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: “Se sentó el pueblo a comer y beber y se levantaron para danzar.”
8
Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, cayendo veintitrés mil en un día.
9
Ni tentemos al Señor, como algunos de ellos le tentaron y perecieron por las serpientes.
10
Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, acabando a manos del exterminador.
11
Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, para quienes ha llegado el fin de los tiempos.
12
Así, pues, el que cree estar en pie, mire no caiga;
13
no os ha sobrevenido tentación que no fuera humana, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla.
14
Por lo cual, amados míos, huid la idolatría.
15
Os hablo como a discretos. Sed vosotros jueces de lo que os digo:
16
El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
17
Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan.
18
Mirad al Israel carnal. ¿No participan del altar los que comen de las víctimas?
19
¿Qué digo, pues? ¿Que las carnes sacrificadas a los ídolos son algo o que los ídolos son algo?
20
Antes bien, digo que lo que sacrifican los gentiles, a los demonios y no a Dios lo sacrifican. Y no quiero yo que vosotros tengáis parte con los demonios.
21
No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios.
22
¿O queremos provocar la ira del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que El?
23
“Todo es lícito,” pero no todo conviene; “todo es lícito,” pero no todo edifica.
24
Nadie busque su provecho, sino el de los otros.
25
Todo cuanto se vende en el mercado, comedlo sin inquirir su origen por motivos de conciencia,
26
porque del Señor es la tierra y cuanto la llena.
27
Si alguno de los infieles os invita y vais, comed de todo lo que os sirvan sin pregfuntar nada por motivos de conciencia.
28
Pero si alguno os dijere: Esto fue inmolado en el templo, no comáis, por el que lo indicó y por la conciencia.
29
No digo por la tuya, sino por la del otro. Pero ¿por qué ha juzgarse mi libertad por la conciencia ajena?
30
Si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser reprendido por aquello mismo de que doy gracias?
31
Ya comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna cosa, hacedlo todo para gloria de Dios,
32
y no seáis objeto de escándalo ni para judíos, ni para griegos, ni para la Iglesia de Dios;
33
como procuro yo agradar a todos en todo, no buscando mi conveniencia, sino la de todos para que se salven.
Capítulo 11
La mujer en la iglesia
1
Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo.
2
Os alabo de que en todo os acordéis de mí y retengáis las tradiciones que yo os he transmitido.
3
Pues bien: quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y la cabeza de la mujer, el varón, y la cabeza de Cristo, Dios.
4
Todo varón que ora o profetiza velada la cabeza, deshonra su cabeza.
5
Y toda mujer que ora o profetiza velada la cabeza, deshonra su cabeza; es como si se rapara.
6
Si una mujer no se cubre, que se rape. Y si es indecoroso para una mujer cortarse el pelo o raparse, que se vele.
7
El varón no debe cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios; mas la mujer es gloria del varón,
8
pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón;
9
ni fue creado el varón para la mujer, sino la mujer para el varón.
10
Debe, pues, llevar la mujer la señal de la sujeción por respeto a los ángeles.
11
Pero ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer, en el Señor.
12
Porque así como la mujer procede del varón, así también el varón viene a la existencia por la mujer, y todo viene de Dios.
13
Sed vosotros jueces: ¿Es decoroso que ore a Dios descubierta la mujer?
14
¿Y no os enseña la misma naturaleza que el varón se afrenta si deja crecer su cabellera,
15
mientras que la mujer se honra dejándola crecer? Es que el cabello le ha sido dado por velo.
16
Si a pesar de esto, alguno gusta de disputar, nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.
 
 
Sobre el modo de celebrar los ágapes
 
17
Y al recomendaros esto, no puedo alabar que vuestras reuniones sean no para bien, sino para daño vuestro.
18
Pues primeramente oigo que al reuniros hay entre vosotros escisiones, y en parte lo creo,
19
pues es preciso que entre vosotros haya facciones, a fin de que se destaquen los de probada virtud entre vosotros.
20
Y cuando os reunís no es para comer la cena del Señor,
21
porque cada uno se adelanta a tomar su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro está ebrio.
22
Pero ¿es que no tenéis casas para comer y beber? ¿O en tan poco tenéis la iglesia de Dios, y así avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Os alabaré? En esto no puedo alabaros.
23
Porque yo he recibido del Señor lo que os he transmitido, que el Señor Jesús, en la noche en que fue entregado, tomó el pan,
24
y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se da por vosotros; haced esto en memoria mía.
25
Y asimismo, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: Este es el cáliz de la Nueva Alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, haced esto en memoria mía.
26
Pues cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que El venga.
27
Así, pues, quien come el pan y bebe el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor.
28
Examínese, pues, el hombre a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz;
29
pues el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación.
30
Por esto hay entre vosotros muchos flacos y débiles, y muchos dormidos.
31
Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos condenados.
32
Mas juzgados por el Señor, somos corregidos para no ser condenados con el mundo.
33
Así pues, hermanos míos, que cuando os juntéis para comer, os esperéis unos a otros.
34
Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, que no os reunáis para vuestra condenación. Lo demás lo dispondré cuando vaya.
Capítulo 12
Sobre los dones espirituales
 
1
No quiero, hermanos, que ignoréis lo tocante a los dones espirituales.
2
Sabéis que, cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar hacia los ídolos mudos;
3
por lo cual os hago saber que nadie, hablando en el Espíritu de Dios, puede decir: “Anatema sea Jesús”, y nadie puede decir “Jesús es el Señor”, sino en el Espíritu Santo.
4
Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el Espíritu.
5
Hay diversidad de ministerios, pero uno mismo es el Señor.
6
Hay diversidad de operaciones, pero uno mismo es Dios, que obra todas las cosas en todos.
7
Y a cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.
8
A uno le es dada por el Espíritu la palabra de sabiduría; a otro la palabra de ciencia, según el mismo Espíritu;
9
a otro, fe en el mismo Espíritu; a otro, don de curaciones en el mismo Espíritu;
10
a otro, operaciones milagrosas; a otro, profecía; a otro, discreción de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, interpretación de lenguas.
11
Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, que distribuye a cada uno según quiere.
12
Porque así como, siendo el cuerpo uno, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así es también Cristo.
13
Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu, para constituir un solo cuerpo, y todos, ya judíos, ya gentiles, ya siervos, ya libres, hemos bebido del mismo Espíritu.
14
Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
15
Si dijere el pie: Porque no soy mano no soy del cuerpo, no por esto deja de ser del cuerpo.
16
Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo no soy del cuerpo, no por esto deja de ser del cuerpo.
17
Si todo el cuerpo fuera ojos, ¿dónde estaría el oído? Y si todo él fuera oídos, ¿dónde estaría el olfato?
18
Pero Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno de ellos como ha querido.
19
Si todos fueran un miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20
Los miembros son muchos, pero uno solo el cuerpo.
21
Y no puede el ojo decir a la mano: No tengo necesidad de ti. Ni tampoco la cabeza a los pies: No necesito de vosotros.
22
Aún hay más: Los miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios;
23
y a los que parecen más viles los rodeamos de mayor honor, y a los que tenemos por indecentes los tratamos con mayor decencia,
24
mientras que los que de suyo son decentes no necesitan de más. Ahora bien, Dios dispuso el cuerpo dando mayor honor al que carecía de él,
25
a fin de que no hubiera escisiones en el cuerpo, antes todos los miembros se preocupen por igual unos de otros.
26
De esta suerte, si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan.
27
Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembrosparciales.
28
Y Dios los estableció en la Iglesia, primero apóstoles, luego profetas, luego doctores, luego el poder de los milagros, las virtudes; después, las gracias de curación, de asistencia, de gobierno, los géneros de lenguas.
29
¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos doctores? ¿Tienen todos el poder de hacer milagros?
30
¿Tienen todos la gracia de curaciones? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Todos interpretan?
31
Aspirad a los mejores dones. Pero quiero mostraros un camino mejor.
Capítulo 13
La caridad
 
1
Si hablando lenguas de hombres y de ángeles, no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalos que retiñe.
2
Y si teniendo el don de profecía y conociendo todos los misterios y toda la ciencia, y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo caridad, no soy nada.
3
Y si repartiere toda mi hacienda y entregare mi cuerpo al fuego, no teniendo caridad, nada me aprovecha.
4
La caridad es longánime, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se hincha;
5
no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal;
6
no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad;
7
todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.
8
La caridad jamás decae; las profecías desaparecen, las lenguas cesarán, la ciencia se desvanecerá.
9
Conocemos sólo en parte y profetizamos también parcialmente;
10
cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo parcial.
11
Cuando yo era niño hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño;
12
cuando llegué a ser hombre, me despojé de las niñerías. Ahora vemos por un espejo y oscuramente, pero entonces veremos cara a cara. Al presente conozco sólo parcialmente, pero entonces conoceré como soy conocido.
13
Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza, la caridad; pero la más excelente de ellas es la caridad.
Capítulo 14
El don de lenguas y el de profecías
 
1
Esforzaos por alcanzar la caridad, aspirad a los dones espirituales, sobre todo al de profecía;
2
porque el que habla en lenguas habla a Dios, no a los hombres, pues nadie le entiende, diciendo su espíritu cosas misteriosas;
3
mas el que profetiza habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación.
4
El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; el que profetiza edifica a la Iglesia.
5
Yo veo muy bien que todos vosotros habléis en lenguas, pero mejor que profeticéis; pues mejor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a menos que también interprete para que la Iglesia reciba edificación.
6
Ahora bien, hermanos, si yo fuere a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovecharía, si no os hablase con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?
7
Las cosas inanimadas, por ejemplo, la flauta o la cítara, que producen también sonidos, si no los producen con distinción, ¿cómo se conocerá lo que con la flauta o la cítara se toca?
8
Como también, si la corneta diera un toque indefinido, ¿quién se prepararía para la lucha?
9
Así también vosotros, si con el don de lenguas no proferís un discurso inteligible, ¿cómo se sabrá lo que decís? Seríais como quien habla al aire.
10
Tantas hablas como hay en el mundo y no hay quien no tenga la suya.
11
Pero si no conozco la significación de las voces, seré para el que me habla un bárbaro, y el que me habla será para mí un bárbaro.
12
Así, puesto que estáis ávidos de espíritus, procurad abundar en ellos para edificación de la Iglesia.
13
Por eso, el que habla en lenguas, ore para poder interpretar.
14
Porque si oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin fruto.
15
¿Qué hacer, pues? Oraré con el espíritu y oraré también con la mente; salmodiaré con el espíritu, pero salmodiaré también con la mente.
16
Pues si tú das gracias a Dios en espíritu, ¿cómo podrá decir amén a tu acción de gracias el que está en la categoría de hombre privado? Porque no sabe lo que dices.
17
Tú muy bien darás gracias, pero el otro no se edifica.
18
Doy gracias a Dios de que hablo en lenguas más que todos vosotros;
19
pero en la iglesia prefiero hablar diez palabras con sentido para instruir a otros, a decir diez mil palabras en lenguas.
20
Hermanos, no seáis niños en el juicio, sed párvulos sólo en la malicia, pero adultos en el juicio.
21
Está escrito en la Ley: “En lenguas extrañas y con labios de extranjeros hablaré a este pueblo, y ni aún así me escucharán", dice el Señor.
22
De suerte que las lenguas son señal no para los creyentes, sino para los incrédulos, mientras que la profecía no es para los infieles, sino para los creyentes.
23
Supongamos, pues, que la iglesia toda se halla reunida en un lugar y que todos hablan en lenguas; si entraren no iniciados o infieles, ¿no dirían que estáis locos?
24
Pero si, profetizando todos, entrare algún infiel o no iniciado, se sentirá argüido de todos, juzgado por todos;
25
los secretos de su corazón quedarán de manifiesto, y cayendo de hinojos, adorará a Dios, confesando que realmente está Dios en medio de vosotros.
26
¿Qué, pues, decir, hermanos? Que cuando os juntéis, tenga cada uno su salmo, tenga su instrucción, tenga su revelación, tenga su discurso en lenguas, tenga su interpretación, pero que todo sea para edificación.
27
Si algunos han de hablar en lenguas, sean dos o a lo más tres, por turno, y uno interprete.
28
Si no hubiere intérprete, cállese y hable para sí mismo y para Dios
29
Cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y los otros juzguen.
30
Y si, hablando uno, otro que está sentado tuviere una revelación, cállese el primero,
31
porque uno a uno podéis profetizar todos, a fin de que todos aprendan y todos sean exhortados.
32
El espíritu de los profetas está sometido a los profetas,
33
porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,
34
las mujeres cállense en las asambleas, porque no les toca a ellas hablar, sino vivir sujetas, como dice la Ley.
35
Si quieren aprender algo, que en casa pregunten a sus maridos, porque no es decoroso para la mujer hablar en la iglesia.
36
¿Acaso creéis que la palabra del Señor ha tenido origen en vosotros o que sólo a vosotros ha sido comunicada?
37
Si alguno cree ser profeta o espiritual, reconocerá que esto que os escribo es precepto del Señor.
38
Si alguno lo desconoce, será él desconocido.
39
Así que, hermanos míos, aspirad al don de profecía y no estorbéis hablar en lenguas;
40
pero hágase todo con decoro y orden.
Capítulo 15
La resurrección
 
1
Os doy a conocer, hermanos, el Evangelio que os he predicado, que habéis recibido, en el que os mantenéis firmes,
2
y por el cual sois salvos si lo retenéis tal como yo os lo anuncié, a no ser que hayáis creído en vano.
3
Pues a la verdad os he transmitido, en primer lugar, lo que yo mismo he recibido, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;
4
que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras,
5
y que se apareció a Cefas, luego a los Doce.
6
Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos, de los cuales muchos permanecen todavía, y algunos durmieron;
7
luego se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles;
8
y después de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí.
9
Porque yo soy el menor de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios.
10
Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me confirió no resultó vana, antes me he afanado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
11
Pues, tanto yo como ellos, esto predicamos y esto habéis creído.
12
Pues si de Cristo se predica que ha resucitado de los muertos, ¿cómo entre vosotros dicen algunos que no hay resurrección de los muertos?
13
Si la resurrección de los muertos no se da, tampoco Cristo resucitó.
14
Y si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana nuestra fe.
15
Seremos falsos testigos de Dios, porque contra Dios testificamos que ha resucitado a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.
16
Porque si los muertos no resucitan, ni Cristo resucitó;
17
y si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe, aún estáis en vuestros pecados.
18
Y hasta los que murieron en Cristo perecieron.
19
Si sólo mirando a esta vida tenemos la esperanza puesta en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres.
20
Pero no, Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicia de los que duermen.
21
Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos.
22
Y como en Adán hemos sido muertos todos, así también en Cristo somos todos vivificados.
23
Pero cada uno en su propio rango: las primicias, Cristo; luego, los de Cristo, cuando El venga;
24
después será el fin, cuando entregue a Dios Padre el reino, cuando haya destruido todo principado, toda potestad y todo poder.
25
Pues preciso es que El reine hasta poner a todos sus enemigos bajo su pies.
26
El último enemigo destruido será la muerte,
27
pues ha puesto todas las cosas bajo sus pies. Cuando dice que todas las cosas están sometidas, es evidente que excepto aquel que sometió todas las cosas;
28
antes, cuando le queden sometidas todas las cosas, entonces el mismo Hijo se sujetará a quien a El todo se lo sometió, para que sea Dios todo en todas las cosas.
29
Por otro lado, ¿qué sacarán los que se bautizaron por los muertos? Si en ninguna manera resucitan los muertos, ¿por qué se bautizan también ellos?
30
Y nosotros mismos, ¿por qué estamos en peligro a todas horas?
31
Os aseguro, hermanos, por la gloria que en vosotros tengo en Cristo Jesús, nuestro Señor, que cada día estoy en trance de muerte.
32
Si por solos motivos humanos luché con las fieras en Efeso, ¿qué me aprovechó, si los muertos no resucitan?; comamos y bebamos, que mañana moriremos.
33
No os engañéis. Las conversaciones malas estragan las buenas costumbres.
34
Desembriagaos, como es justo, y no pequéis, porque algunos viven en la ignorancia de Dios. Para vuestra confusión os lo digo.
35
Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida?
36
¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere.
37
Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de nacer, sino un simple grano, por ejemplo, de trigo, o algún otro tal.
38
Y Dios le da el cuerpo según ha querido, a cada una de las semillas el propio cuerpo.
39
No es toda carne la misma carne, sino que una es la de los hombres, otra la de los ganados, otra la de las aves y otra la de los peces.
40
Y hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los terrestres.
41
Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y una estrella se diferencia de la de otra en el resplandor.
42
Pues así en la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción y resucita en incorrupción
43
Se siembra en vileza y se levanta en gloria. Se siembra en flaqueza y se levanta en poder.
44
Se siembra cuerpo animal, y se levanta un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo animal también lo hay espiritual.
45
Que por eso está escrito: “El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente”; el último Adán, espíritu vivificante.
46
Pero no es primero lo espiritual, sino lo animal; después lo espiritual.
47
El primer hombre fue de la tierra, terreno; el segundo hombre fue del cielo.
48
Cual es el terreno, tales son los terrenos; cual es el celestial, tales son los celestiales.
49
Y como llevamos la imagen del terreno, llevaremos también la imagen del celestial.
50
Pero yo os digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden poseer el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorrupción.
51
Voy a declararos un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados.
52
En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de la trompeta — pues tocará la trompeta — , los muertos resucitarán incorruptos y nosotros seremos transformados.
53
Porque es preciso que lo corruptible se revista de incorrupción y que este ser mortal se revista de inmortalidad.
54
Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito:
55
“La muerte ha sido absorbida por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?”
56
El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado la Ley.
57
Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo.
58
Así, pues, hermanos míos muy amados, manteneos firmes, inconmovibles, abundando siempre en la obra del Señor, teniendo presente que vuestro trabajo no es vano en el Señor.
EPÍLOGO
Capítulo 16
La colecta en favor de los fieles de Jerusalén
 
1
Cuanto a la colecta en favor de los santos, haréis según lo que dispuse en las iglesias de Galacia.
2
El día primero de la semana, cada uno ponga aparte en su casa lo que bien le pareciere, de modo que no se hagan las colectas cuando yo vaya.
3
Y cuando llegue yo, aquellos que tengáis a bien, los enviaré yo con cartas para llevar vuestro obsequio a Jerusalén.
4
Y si pareciese bien que también vaya yo, irán conmigo.
5
Yo iré hacia vosotros después de atravesar la Macedonia, pues tengo el propósito de pasar por Macedonia,
6
y podrá ser que me detuviese entre vosotros y aun que pasara ahí el invierno, para que luego me encaminéis a donde fuere.
7
No quiero ahora veros de paso; espero más bien permanecer algún tiempo entre vosotros, si el Señor lo permitiere.
8
Me quedaré en Efeso hasta Pentecostés,
9
porque se me ha abierto una puerta grande y eficiente, aunque hay muchos adversarios.
 
 
Encargos, exhortaciones y saludos
 
10
Si llega Timoteo ahí, mirad que no se sienta acobardado entre vosotros, porque trabaja en la obra del Señor, igual que yo.
11
Que nadie, pues, le tenga en poco, y encaminadle en paz para que venga a mí, pues le espero con los hermanos.
12
Cuanto al hermano Apolo, mucho le encarecí que se llegara a vosotros con los hermanos; pero no quiso en modo alguno ir ahora; irá cuando tenga oportunidad.
13
Velad y estad firmes en la fe, obrando varonilmente y mostrándoos fuertes.
14
Que todas vuestras obras sean hechas en caridad.
15
Un ruego voy a haceros, hermanos: Vosotros conocéis la casa de Estéfana, que es la primicia de Acaya y se ha consagrado al servicio de los santos.
16
Mostraos deferentes con ellos y con todos cuantos, como ellos, trabajan y se afanan.
17
Me alegré de la llegada de Estéfana, de la de Fortunato y de la de Acaico, porque han suplido vuestra falta.
18
Han traído la tranquilidad a mi espíritu y al vuestro. Quedadles, pues, reconocidos.
19
Os saludan las iglesias de Asia. También os mandan muchos saludos en el Señor Aquila y Frisca, con su iglesia doméstica.
20
Os saludan todos los hermanos. Saludaos mutuamente con el ósculo santo.
21
El saludo es de mi mano, Pablo.
22
Si alguno no ama al Señor, sea anatema. Maran atha.
23
La gracia del Señor Jesús sea con todos vosotros.
24
Mi amor está con todos vosotros en Cristo Jesús.

 

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