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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

LA SAGRADA BIBLIA

El ECLESIASTÉS

 

 
 
PRÓLOGO
Capítulo 1
 
Vanidad de las cosas humanas
   
1
Razonamientos del Cohelet, hijo de David, rey de Jerusalén.
2
Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
3
¿Qué provecho obtiene el hombre de todo por cuanto se afana debajo del sol?
   
 
Nada hay bueno
   
4
Pasa una generación y viene otra, pero la tierra es siempre la misma.
5
Levántase el sol, se pone y corre con el afán de llegar a su lugar, de donde vuelve a levantarse.
6
Tira el viento al mediodía, gira al norte, va siempre dando vueltas y retorna a sus giros.
7
Los ríos van todos al mar, y la mar no se llena; allá de donde vinieron tornan de nuevo, para volver a correr.
8
Todo trabaja más de cuanto el hombre puede ponderar, y no se sacia el ojo de ver ni el oído de oír.
9
Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol.
10
Una cosa de la que dicen: “Mira esto, esto es nuevo,” aun ésa fue ya en los siglos anteriores a nosotros;
11
no hay memoria de lo que precedió, ni de lo que sucederá habrá memoria en lo que vendrá después.
   
 
CUERPO DE LA OBRA
 
Vanidad de la ciencia
   
12
Yo, el Cohelet, he sido rey de Israel, en Jerusalén,
13
y me propuse en el corazón hacer sabiamente investigaciones y pesquisas sobre todo cuanto hay bajo los cielos. Es una dura labor dada por Dios a los hijos de los hombres, para que en ella se ocupen.
14
Miré todo cuanto se hace bajo del sol, y vi que todo era vanidad y apacentarse de viento.
15
Lo tuerto no puede enderezarse, y lo falto no puede completarse.
16
Y dije para mí: "Heme aquí engrandecido y crecido en sabiduría, más que cuantos antes de mí fueron en Jerusalén, y hay en mi mente mucha ciencia y sabiduría".
17
Dí, pues, mi mente a conocer la sabiduría y a entender la locura y los desvaríos, y vi que también esto es apacentarse de viento,
18

porque donde hay mucha ciencia hay mucha molestia, y creciendo el saber, crece el dolor.

 
Capítulo 2
 
Vanidad de los placeres
   
1
Dije en mi corazón: “Ea, probemos la alegría, a gozar los placeres.” Pero también esto es vanidad.
2
Dije de la risa: “Es locura,” y de la alegría: “¿De qué sirve?”
3
Me propuse regalar mi carne con el vino, mientras daba mi mente a la sabiduría, y me dí a la locura, hasta llegar a saber qué fuese para el hombre lo mejor de cuanto acá abajo se hace durante los contados días de su vida.
4
Emprendí grandes obras, me construí palacios, me planté viñas,
5
me hice huertos y jardines y planté en ellos toda suerte de árboles frutales.
6
Me hice estanques para regar de ellos el bosque donde los árboles crecían.
7
Compré siervos y siervas y tuve muchos nacidos en mi casa; tuve muchos ganados, vacas y ovejas, más que cuantos antes de mí hubo en Jerusalén.
8
Amontoné plata y oro, tesoros de reyes y provincias. Híceme con cantores y cantoras, y cuanto es deleite del hombre, princesas sin número.
9
Fui grande, más que cuantos ates de mí fueron en Jerusalén, conservando mi sabiduría.
10
Y de cuanto mis ojos me pedían, nada les negué. No privé a mi corazón de gozo alguno, y mi corazón gozaba de toda mi labor, siendo éste el premio de mis afanes.
11
Entonces miré cuanto habían hecho mis manos y todos los afanes que al hacerlo tuve, y ví que todo era vanidad y apacentarse de viento y que no hay provecho alguno debajo del sol.
   
 
Vanidad de la sabiduría
   
12
Me volví a mirar la sabiduría, a la estulticia, a la necedad, ¿porque qué hara el hombre que viene en pos del rey? Lo que ya se ha hecho.
13
Y ví que la sabiduría sobrepasa a la ignorancia cuanto la luz a las tinieblas.
14
El sabio tiene los ojos en la frente y el necio anda en tinieblas. Vi también que una misma es la suerte de ambos.
15
Y dije en mi corazón: “También yo tendré la misma suerte del necio; ¿por qué, pues, hacerme sabio; qué provecho sacaré de ello?” Y dije para mí: "También esto es vaciedad",
16
porque del sabio, como del necio, no se hará eterna memoria, sino que todo, pasado algún tiempo, pronto se olvida. Muere, pues, el sabio igual que el necio.
17
Por eso aborrecí la vida, al ver que cuanto se hace debajo del sol es malo para mí, pues todo es vanidad y apacentarse de viento,
18
y aborrecí todo el afán que me había tomado bajo el sol, porque todo tendré que dejarlo a quien venga después de mí.
19
¿Y quién sabe si ése será sabio o necio? Y, con todo, será dueño del fruto de mis afanes y de mi sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad.
20
Y desesperé en mi corazón de todo el trabajo que he hecho debajo del sol,
21
porque quien trabajó con conocimiento, con pericia y buen suceso, tiene después que dejárselo todo a quien nada hizo en ello; también esto es vanidad y mal grande.
22
Pues ¿qué le queda al hombre de todo su afanarse y fatigarse con que debajo del sol se afanó?
23
Todos sus días son dolor, y todo su trabajar fatiga, y ni aun de noche descansa su corazón. También esto es vanidad.
24
No hay para el hombre cosa mejor que comer y beber y gozar de su trabajo, y vi que esto es don de Dios.
25
Porque ¿quién puede comer y beber sino gracias a El?
26

Porque al que le es grato le da sabiduría, ciencia y gozo; pero al pecador le da el trabajo de allegar y amontonar para dejárselo después a quien Dios quiera. También esto es vanidad y apacentarse de viento.

 
Capítulo 3
 
Todo a su tiempo
   
1
Todo tiene su momento y cuanto nace debajo del sol su tiempo.
2
Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
3
tiempo de herir y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar;
4
tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar;
5
tiempo de esparcir las piedras y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse;
6
tiempo de ganar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar;
7
tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar;
8
tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra y tiempo de paz.
   
 
Incertidumbre de lo por venir
   
9
¿Qué provecho saca el que se afana de aquello que hace?
10
Yo he mirado el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en él se ocupen.
11
Todo lo hace El apropiado a su tiempo, y ha puesto además en el alma la idea de perduración, sin que pueda el hombre descubrir la obra de Dios desde el principio hasta el fin.
12
Conocí que no hay para él otro bien que gozarse y procurarse el bienestar en su vida,
13
pues el que uno coma, beba y se goce de su trabajo, don es de Dios.
14
Conocí que cuanto hace Dios es permanente, y nada se le puede añadir, nada quitar, y hace así Dios que se le tema.
15
Lo que es, eso fue ya, y lo que fue, eso será, y Dios busca al perseguido.
   
 
Desórdenes sociales
   
16
Otra cosa he visto debajo del sol: que en el puesto del derecho está la injusticia, y en el lugar de la justicia la prevaricación.
17
Por eso me dije: Dios juzgará al justo y al injusto, porque hay un tiempo destinado para todo y para toda obra.
18
Díjeme también acerca del hombre: Dios quiere hacerles ver y conocer que de sí son como las bestias,
19
porque una misma es la suerte de los hijos de los hombres y la suerte de las bestias, y la muerte del uno es la muerte de las otras, y no hay más que un hálito para todos, y no tiene el hombre ventaja sobre la bestia, pues todo es vanidad.
20
Todos van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo, y al polvo vuelven todos.
21
¿Quién sabe si el hálito del nombre sube arriba, y el de la bestia baja abajo, a la tierra?
22
Y vi que no hay para el hombre nada mejor que gozar de su trabajo, pues ésa es su parte; ¿quién le dará a conocer lo que ha de venir después?
 
Capítulo 4
   
1
Tórneme, y vi las violencias que se hacen debajo del sol, y las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele, y la fuerza en mano de los opresores, tener sin aquéllos consolador.
2
Y proclamé dichosos a los muertos que se fueron más dichosos que los vivos que viven todavía,
3
y más dichosos aún a los que nunca vivieron y no vieron lo malo que debajo del sol se hace.
4
Vi también que todo trabajo y cuanto de bueno se hace mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y apacentarse de viento.
5
El necio se cruza de manos y se come su carne.
6
Más vale una sola mano llena en reposo que las dos llenas en trabajo y en vanos afanes.
7
Volvíme de nuevo y vi otra vanidad debajo del sol:
8
un hombre solo que no tiene sucesor, que no tiene hijo ni hermano y no cesa nunca de trabajar ni se hartan sus ojos de riquezas. ¿Para quién trabajo yo y me someto a privaciones? También esto es vanidad y duro trabajo.
   
 
Ventajas de la compañía
   
9
Más valen dos que uno solo, porque logran mejor fruto de su trabajo.
10
Si uno cae, el otro le levanta; pero ¡ay del solo, que si cae, no tiene quien le levante!
11
También, si duermen dos juntos, uno a otro se calientan; pero el solo, ¿cómo podrá calentarse?
12
Si uno es agredido, serán dos a defenderse, y la cuerda de tres hilos no es fácil de romper.
13
Más vale mozo pobre y sabio que rey viejo y necio, que no sabe escuchar los consejos.
14
Aquél, aun de la cárcel podrá salir para subir al trono, aunque en su reino haya nacido pobre.
15
Vi que todos los que andan y viven debajo del sol se iban con él, con el mozo que le quitó su puesto.
16

No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan detrás tampoco estarán contentos de él. También esto es vanidad y apacentarse de viento.

   
 
Deberes para con Dios
   
17
Pon atención a tus pasos al acercarte a la casa de Dios; llegarse dócilmente vale más que el sacrificio de los insensatos que no saben hacer más que el mal
 
Capítulo 5
   
1
No seas precipitado en tus palabras y que tu corazón no se apresure a proferir una palabra delante de Dios, que en los cielos está Dios, y tú en la tierra; sean, pues, pocas tus palabras.
2
Porque de la muchedumbre de las ocupaciones nacen los sueños, y de la muchedumbre de las palabras los despropósitos.
3
Si haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, que no hallan favor los negligentes; lo que prometes, cúmplelo.
4
Mejor es no prometer que dejar de cumplir lo prometido.
5
No consientas que tu boca te haga culpable, y no digas luego ante el sacerdote que fue inadvertencia, pues se irritaría Dios contra tu palabra y destruiría las obras de tus manos;
6
pues de la muchedumbre de los cuidados nacen los sueños, y de la muchedumbre de las palabras, los despropósitos. Teme, pues, a Dios.
   
 
Injusticias
   
7
Si ves en la región la opresión del pobre y la violación de la justicia y del derecho, no te sorprendas, porque por encima del grande hay otro más grande que vela, y por encima de ambos, otro mayor.
8
Una ventaja total del país es un rey para un campo cultivado.
9
El que ama el dinero no se ve harto de él, y el que ama los tesoros no saca de ellos provecho alguno; también esto es vanidad.
10
Con la mucha hacienda, muchos son los que la comen; y ¿qué saca de ella el amo más que verla con sus ojos?
11
Dulce es el sueño del trabajador, coma poco, coma mucho; pero la hartura no deja dormir al rico.
 
 
Afanes inútiles
 
12
Hay un trabajoso afán que he visto debajo del sol: riquezas guardadas para el mal de su dueño.
13
Piérdense esas riquezas en un mal negocio, y a los hijos que engendra no les queda nada en la mano.
14
Como desnudo salió del seno de su madre, desnudo se tornará, yéndose como vino, y nada podrá tomar de sus fatigas para llevárselo consigo.
15
También esto es un triste mal, que como vino, así ha de volverse; y ¿qué aprovechó haberse afanado para el viento?
16
Y sobre esto, comer todos los días de su vida en tinieblas, en afán, dolor y miseria.
   
 
El bien
   
17
He aquí lo que he hallado de bien: que es bueno comer, beber y disfrutar en medio de tantos afanes con que se afana el hombre debajo del sol los contados días que Dios le concede, pues ésa es su parte;
18
y el haber recibido de Dios riquezas y hacienda y facultad de gozar de ellas, alegrándose con su parte en medio de sus afanes, es también don de Dios;
19
no tendrá mucho en qué pensar en los días de su vida, porque Dios le llenó de alegría el corazón.
 
Capítulo 6
 
Deseos insaciados
   
1
Hay un mal que yo vi debajo del sol y que pesa muy gravemente sobre el hombre.
2
Uno a quien Dios dio riquezas, hacienda y honra, y a quien nada le falta de cuanto su deseo puede desear, pero a quien Dios no le deja gozar de todo eso, sino que lo gozan los extraños.
3
Esto es vanidad y mal trabajo. Aunque tenga cien hijos y viva muchos años, si no se hartó su alma del bien y ni siquiera halla sepultura,
4
digo que mejor que él es el aborto, que si en vano vino y oscuramente se va y cubren su nombre las tinieblas,
5
y ni vio el sol ni supo nada, todavía más quietud goza que aquél,
6
y aunque dos veces mil años viviese sin gustar el bien, ¿no irían todos esos años por el mismo camino?
7
Todo el trabajo del hombre es para su boca, y nunca se harta su alma.
8
¿Cuál es la ventaja del sabio sobre el necio? ¿Cuál la del pobre que sabe conducirse ante los vivientes?
9
Mejor es lo que ven los ojos que seguir los deseos; y también esto es vanidad y apacentarse de viento.
10
El que es, ya tiene nombre, y ya se sabe que es un hombre y que no podrá contender con quien es más fuerte que él.
11
Cierto, muchas palabras aumentan la vanidad; pero ¿qué provecho hay en eso para el hombre
12

y quién sabe lo que es mejor para el hombre en la vida, en los días contados de su vano vivir, que pasa como una sombra? ¿Quién dará a saber al hombre lo que después de él sucederá debajo del sol?

 
Capítulo 7
 
Lo mejor
   
1
Mejor es el buen nombre que el oloroso ungüento, y mejor el día de la muerte que el del nacimiento.
2
Mejor es ir a casa de luto que ir a casa de banquete, porque aquél es el fin de todo hombre, y el que vive reflexiona.
3
Mejor es la tristeza que la risa, porque la tristeza del rostro es buena para el corazón.
4
El corazón del sabio está en la casa en luto, mas el del necio en la de la alegría.
5
Mejor es oír el reproche de un sabio que escuchar las cantilenas de los necios,
6
porque cual el chisporrotear del fuego bajo la caldera, tal es el aplauso del necio; y también esto es vanidad.
7
Porque la opresión puede hacer enloquecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.
8
Mejor es el fin de una cosa que su principio, y mejor es el paciente que el orgulloso.
9
No te apresures a enojarte, porque la ira es propia de necios.
10
Nunca digas: "¿Por qué los tiempos pasados fueron mejores?", porque nunca preguntarás esto sabiamente.
11
Buena es la ciencia con hacienda, y es una ventaja para los que ven el sol.
12
Porque proteccion es la sabiduría, y protección es el dinero; pero la ventaja del saber es que la sabiduría da vida al que la posee.
13
Contempla la obra de Dios, porque ¿quién podrá enderezar lo que El torció?
14
En el día del bien goza del bien, y en el día del mal reflexiona que lo uno y lo otro lo ha dispuesto Dios, de modo que el hombre nada sepa de lo por venir.
15
De todo he visto en mis fugaces días: justo que muere en toda su justicia e impío que con todas sus iniquidades campa largo tiempo.
16
No quieras ser demasiado justo ni demasiado sabio, ¿para qué quieres destruirte?
17
No hagas mucho mal ni seas insensato: ¿por qué has de querer morir antes de tiempo?
18
Bien te estará esto sin dejar aquello, que el que teme a Dios saldrá con todo.
   
 
Valor de la sabiduría
   
19
La sabiduría da al sabio una fuerza superior a la de diez potentes que gobiernan la ciudad.
20
Cierto, no hay justo en la tierra que haga sólo el bien y no peque.
21
Tampoco apliques tu corazón a todo lo que se dice, para que no tengas que oír a tu siervo decir mal de tí.
22
Sabe muy bien tu conciencia que tú muchas veces hablaste mal de otros.
23
Todo esto he experimentado con la sabiduría, y dije: Quiero hacerme sabio; pero la sabiduría está lejos de mí.
24
Lejos se queda lo que estaba lejos, y profundo lo profundo. ¿Quién lo alcanzará?
   
 
La mujer
25
He aplicado con mi corazón por saber e inquirir la sabiduría y la razón y por conocer la maldad de la insensatez los desvaríos del error.
26
Y hallé que es la mujer más amarga que la muerte y lazo para el corazón, y sus manos, atadura. El que agrada a Dios escapará de ella, mas el pecador en ella quedará preso.
27
Esto hallé, dice el Cohelet, pesando las cosas una por una para hallar la razón.
28
Lo que busca mi alma y no lo halla: entre mil hallé un hombre, mas mujer entre todas, ni una hallé.
29
Lo que hallé fue sólo esto: que Dios hizo recto al hombre, mas ellos se buscaron muchas maquinaciones.
 
Capítulo 8
 
El hombre de bien
   
1
¿Quién como el sabio? ¿Quién como el que sabe explicar las cosas? La sabiduría del hombre ilumina el rostro y cambia la dureza de su semblante
2
Guarda el mandato del rey a causa del juramento hecho a Dios.
3
No te apresures a alejarte de su presencia ni persistas en cosa
4
pues la palabra del rey es eficaz, y ¿quién podrá decirle : "¿Qué es lo que haces?"
5
El que guarda los mandamientos no tendrá mal, y la mentesabia conocel el tiempo y el juicio;
6
que para toda cosa hay tiempo y juicio, y mucho es el mal que pesa sobre el hombre,
7
porque no sabe lo que vendrá después, ¿ y quién podrá decirle lo que vendrá después?
8
No tiene poder el hombre sobre el espíritu para detenerle ni tiene poder sobre el día de la muerte; no hay armas para tal guerra, ni podrá la iniquidad salvar al reo de ella
   
 
La virtud, desconocida
   
9
Esto he visto poniendo atención a cuanto sucede bajo el sol, en tiempos en que el hombre domina sobre el hombre para su mal.
10
Ví a impíos sepultados que se iban en paz del lugar santo, y eran alabados en la ciudad por lo que hicieron; tambien esto es vanidad.
11
Que la sentencia contra el mal no se ejecuta prontamente,y por esto el corazón de los hijos de los hombres se llena de deseos de hacer el mal;
12
que hace el pecador cien veces el mal y pervive; con todo yo sé que los que temen a Dios tendrán el bien, los que temen ante su presencia,
13
mientras que el impío no tendrá bien ni prolongará sus días, que serán como sombras por no temer a Dios
14
Sin embargo tal vanidad se da sobre la tierra: que son tratados justos como conviene a los malvados, y malvados como conviene a los justos. Y yo me digo tambièn que esto es vanidad.
15
Por eso alabo la alegría, que el hombre no tiene bien bajo el sol sino comer, beber y alegrarse, y esto es lo que queda de sus trabajos en los días de vida que le da Dios bajo el sol
   
 
Incertidumbre del destino
   
16 Di, pues, mi corazón a conocer la sabiduría y a examinar el trabajo que se hace sobre la tierra, porque hay quien ni de día ni de noche ve cerrarse sus ojos por el sueño.
17
Examiné también la obra de Dios, que no puede el hombre conocer cuanto se hace bajo el sol, y por mucho que en conocer se fatigue, nada llega a descubrir, y aun cuando dijere el sabio que sabe, nada llega a saber.
 
Capítulo 9
   
1
Apliqué mi corazón a inquirir todo esto, a saber: que los justos y los sabios están en las manos de Dios, y ni siquiera sabe el hombre si es objeto de amor o de odio; todo está ante ellos.
2
Todo a todos sucede de la misma manera; una misma es la suerte que corren el justo y el impío, el bueno y el malo, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no ofrece sacrificios; como el hombre de bien, el malhechor; como el que jura, el que teme el juramento.
   
 
La muerte
   
3
Este mal hay en todo cuanto existe bajo el sol: que sea una misma la suerte de todos y que el corazón de los hijos de los hombres esté lleno de mal y de enloquecimiento durante su vida y luego con los muertos.
4
Mientras uno está ligado a todos los vivientes, hay esperanza, que mejor es perro vivo que león muerto;
5
pues los vivos saben que han de morir, mas el muerto nada sabe, y ya no espera recompensa, habiéndose perdido ya su memoria.
6
Amor, odio, envidia, para ellos ya todo se acabó; no tendrán jamás parte alguna en lo que sucede bajo el sol.
7
Ve, come alegremente tu pan y bebe tu vino con corazón contento, pues que se agrada Dios en tus obras.
8
Vístete en todo tiempo de blancas vestiduras y no falte el ungüento sobre tu cabeza.
9
Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la fugaz vida que Dios te da bajo el sol, porque ésa es tu parte en esta vida entre los trabajos que padeces debajo del sol.
10
Todo lo que puedas hacer, hazlo en tu pleno vigor, porque no hay en el sepulcro, adonde vas, ni obra, ni razón, ni ciencia, ni sabiduría.
   
 
Incertidumbre del destino
   
11
Volví a ver debajo del sol que no es de los ágiles el correr, ni de los valientes el combate, ni aun de los sabios el pan, ni de los entendidos la riqueza, ni aun de los cuerdos el favor, sino que el tiempo y el acaso salen al encuentro de todos,
12
y que ni aun su hora conoce el hombre. Como pez que es capturado en una siniestra red y como pájaro que se enreda en el lazo, así se enredan los hijos de los hombres en el tiempo aciago cuando de improviso cae sobre ellos.
13

Otra cosa he visto debajo del sol, que fue para mí de gran sabiduría:

14
haber una ciudad pequeña con poca gente dentro, contra la cual vino un gran rey y la asedió, levantando contra ella grandes fortificaciones;
15
y haber un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría salvó la ciudad. Y, sin embargo, de aquel hombre pobre nadie se acuerda.
16
Entonces me dije: Más vale la sabiduría que la fuerza; pero la sabiduría del pobre es despreciada y sus palabras no son escuchadas.
   
 
El sabio
   
17
Las calmas palabras del sabio se hacen oír mejor que los gritos del que manda a necios.
18
Más vale la sabiduría que las armas de guerra, y un yerro destruye mucho bien.
 
Capítulo 10
 
1
Una mosca muerta corrompe el ungüento del perfumista, y un poco de locura puede pesar más que la sabiduría y la honra.
2
Dirige el sabio su mente a la derecha, y a la izquierda el necio.
3
Por cualquier camino que el necio vaya, le falta cordura, y todos dicen: “Es un loco.”
4
Si el humor del que manda se levanta contra tí, no dejes tu puesto, porque la mansedumbre impide grandes pecados.
   
 
Un mal gobierno
   
5
Un mal que he visto debajo del sol es un desacierto que emana del soberano.
6
Es puesto el inepto en muchos puestos elevados, y los aptos se sientan abajo.
7
He visto al siervo a caballo, y a los príncipes andar a pie como siervos.
8
El que cava una fosa, dentro de ella cae, y el que deshace una pared es mordido de la sierpe.
9
El que rueda una piedra se hace mal con ella, y el que parte la leña corre peligro de herirse con ella.
10
Si el filo se embota y no se aguza, hay que poner más esfuerzo; pero la sabiduría da el remedio.
11
Si muerde una serpiente no encantada, de nada vale el encantador
12
Las palabras de la boca del sabio son graciosas; pero al necio sus labios le causan la ruina.
13
El comienzo de su hablar es necedad, y su final es funesto desvarío.
14
El necio multiplica las palabras. No sabe el hombre lo que es, y lo que sucederá después de él, ¿quién se lo comunicará?.
15
El trabajo al necio le fatiga, pues no sabe ni por dónde ir a la ciudad.
   
 
Templanza y prudencia
   
16
¡Ay de ti, país que tienes por rey a un niño y cuyos gobernantes banquetean de mañana!
17
¡Dichoso tú, país que tienes por rey a un hombre noble y cuyos gobernantes comen a su tiempo para refección y no por francachelas!
18
Por la negligencia se cae la techumbre y por la pereza se dan goteras en la casa.
19
Para exultar se hace el pan, y el vino alegra la vida, y el dinero sirve para todo.
20

No digas mal del rey ni aun con el pensamiento, ni digas mal del rico ni en tu alcoba; porque los pájaros llevan la noticia y un alado hará saber tus palabras.

 
Capítulo 11
   
1
Echa tu pan en las aguas, que después de mucho tiempo lo hallarás.
2
Da de lo tuyo a siete y aun a ocho, que no sabes el mal que podrá venir sobre la tierra.
3
La nube preñada de lluvia la derramará sobre la tierra, y si el árbol cae al mediodía o al norte, allí quedará.
4
El que al viento mira no sembrará, y el que mira a las nubes no segará.
5
Como no sabes por qué camino entra el espíritu en los huesos, dentro del seno de la mujer encinta, así no conoces la obra de Dios, que es quien todo lo hace.
6
Siembra bien de mañana tu simiente, y a la tarde no dejes reposar tu mano; que no sabes qué es mejor, si esto o lo otro, o si ambas cosas son igualmente buenas.
7
Dulce es la vida y agradable a los ojos ver el sol.
8
Mas si el hombre viviere muchos años y en todos ellos gozase de alegría, piense en los días de tinieblas, que serán muchos, y que cuanto sucede es vanidad.
9
Alégrate, mozo, en tu mocedad, y alégrese tu corazón en los días de tu juventud; sigue los impulsos de tu corazón y los atractivos de tus ojos, pero ten presente que de todo esto te pedirá cuenta Dios.
10
Echa la tristeza fuera de tu corazón y tente lejos del dolor, porque mocedad y juventud son vanidad.
 
Capítulo 12
 
La Vejez
   
1
En los días de la juventud acuérdate de tu Hacedor, antes de que vengan los días malos y lleguen los años en que dirás: "No tengo ya contento";
2
antes de que se oscurezcan el sol, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras el aguacero;
3
cuando temblarán los guardianes de la casa, y se encorvarán los fuertes, y cesarán de trabajar las muelas porque son pocas, y se oscurecerán los que miran por las ventanas,
4
y se cerrarán las puertas de fuera, y se debilitará el ruido del molino y el canto de los pájaros, y se atenuarán las canciones,
5
y habrá temores en lo alto y tropezones en el camino, y florecerá el almendro, y se pondrá pesada la langosta, y dará su fruto la alcaparra, porque se va el hombre a su eterna morada y andan las plañideras en torno a la plaza;
6
antes que se rompa el cordón de plata y se quiebre la ampolla de oro, y se haga pedazos el cántaro junto a la fuente, y se rompa la polea en el pozo,
7
y se torne el polvo a la tierra que antes era, y retorne a Dios el espíritu que El dio.
8
Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet, y todo vanidad.
 
 
EPILOGO
   
9
El Cohelet, además de ser sabio, enseñó al pueblo la ciencia. Estudió, investigó y compuso muchos proverbios.
10
Procuró el Cohelet hallar dichos placenteros y escribir rectamente palabras de verdad.
11
Las palabras del sabio son como aguijones y como clavos hincados de que cuelgan provisiones, y todas son dadas por un solo pastor.
12
No busques, hijo mío, más de esto, que el componer libros es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al hombre.
13
El resumen del discurso, después de oírlo todo, es éste: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque eso es el hombre todo,
14

Porque Dios ha de juzgarlo todo, aun lo oculto, y toda acción, sea buena, sea mala.

 

 

C.R.Y&S