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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO. PENTATEUCO

GENESIS

 

SEGUNDA PARTE

HISTORIA DE ABRAHAM

Capítulo 12
   
1
Dijo Yavé a Abram:“Sal de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre, para la tierra que yo te indicaré.
2

Yo te haré un gran pueblo, te bendeciré y engrandeceré tu nombre, que será bendición.

3

Y bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan. Y serán bendecidas en ti todas las familias de la tierra.”

4
Fuese Abraham conforme le había dicho Yavé; llevando consigo a Lot. Al salir de Jarán era Abram de setenta y cinco años.
5
Tomó, pues, Abram a Sarai, su mujer, y a Lot, su sobrino, y el personal de su familia y la hacienda y ganados que en Jarán habían adquirido, y salieron en dirección de la tierra de Canán, y llegaron a ella.
6
Penetró en ella Abram hasta el lugar de Siquem, hasta el encinar de Moreh. Entonces estaban los cananeos en la tierra.
7
Y se le apareció Yavé a Abram y le dijo: “A tu descendencia daré yo esta tierra”. Alzó allí un altar a Yavé, que se le había aparecido,
8
y pasando de allí hacia el monte que está frente a Betel, asentó su tienda, teniendo a Betel al occidente y a Haí al oriente, y alzó allí un altar a Yavé, invocando su nombre de Yavé.
 
 
Bajada de Abram a Egipto
   
9
Levantó Abram sus tiendas para ir al Negueb;
10
pero hubo un hambre en aquella tierra, y bajó a Egipto para peregrinar allí, por haber en aquella tierra gran escasez.
11
Cuando estaba ya próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer: “Mira, que sé que eres mujer hermosa,
12
y, cuando te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer,” y me matarán a mí, y a ti te dejarán la vida;
13
di, pues, te ruego, que eres mi hermana, para que así me traten bien por ti, y por amor de ti salve yo mi vida.”
14
Cuando, pues, hubo entrado Abram en Egipto, vieron los egipcios que su mujer era muy hermosa,
15
y, viéndola los jefes del faraón, se la alabaron mucho, y la mujer fue llamada al palacio del faraón.
16
A Abram le trataron muy bien por amor de ella, y tuvo ovejas, ganados y asnas y camellos.
17
Pero Yavé afligió con grandes plagas al faraón y a su casa por Sarai, la mujer de Abram;
18
y, llamando el faraón a Abram, le dijo: “¿Por qué me has hecho esto? ¿Por qué no me diste a saber que era tu mujer?
19
¿Por qué dijiste: Es mi hermana, dando lugar a que la tomase yo por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y vete.”
20
Y dio el faraón órdenes acerca de él a sus hombres, y le despidieron a él y a su mujer con todo cuanto era suyo.
   
Capítulo 13
   
1
Subió, pues, de Egipto Abram con su mujer, toda su hacienda, y con Lot hacia el Negueb.
2
Era Abram muy rico en ganados y en plata y oro,
3
y se volvió desde el Negueb hacia Betel,
hasta el lugar donde estuvo antes acampado entre Betel y Haí, al lugar del altar que allí alzara al principio, e invocó allí el nombre de Yavé.
 
Separación de Abraham y Lot
   
5
También Lot, que acompañaba a Abram, tenía rebaños, ganados y tiendas,
6
y el país no les bastaba para  habitar juntos, por ser mucha su hacienda, y no podían morar juntos.
7
Hubo contiendas entre los pastores del ganado de Abram y los del ganado de Lot. Habitaban entonces aquella tierra cananeos y fereceos.
8
Dijo, pues, Abram a Lot: “Que no haya contiendas entre los dos, ni entre mis pastores y los tuyos, pues somos hermanos.
9
¿No tienes ante ti toda la región? Sepárate, pues, de mí, te lo ruego; si tú a la izquierda, yo a la derecha; si tú a la derecha, yo a la izquierda.”
10
Alzando Lot sus ojos, vio toda la hoya del Jordán, enteramente regada -antes de que destruyera Yavé a Sodoma y a Gomorra-, que era como el paraíso de Yavé, compo Egipto según se va a Segor.
11
Eligió, pues, Lot la hoya del Jordán, y se dirigió a oriente, separándose el uno del otro.
12
Abram siguió en la tierra de Canán, y Lot moró en las ciudades de la hoya del Jordán, asentando su tienda hasta Sodoma.
13
Eran los habitantes de Sodoma malos y pecadores ante Yavé en muy alto grado.
14
Dijo Yavé a Abram después que Lot se hubo separado de él: “Alza tus ojos, y desde el lugar donde estás mira al norte y al mediodía, al oriente y al occidente.
15
Toda esa tierra que ves te la daré yo a ti y a tu descendencia para siempre.
16
Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; si hay quien pueda contar el polvo de la tierra, ése será quien pueda contar tu descendencia.
17
levántate y camina por la tierra, a lo largo y a lo ancho, pues a ti te la he de dar”.
18
Levantó, pues, Abram sus tiendas y se fue a habitar al encinar de Mambré, cerca de Hebrón, y alzó allí un altar a Yavé.
   
Capítulo 14
 
Liberación de Lot
   
1
Sucedió que en tiempo de Amrafel, rey de Senaar; Arioc, rey de Elasar; Codorlaomor, rey de Elam, y Tadal, rey de Goyim,
2
hicieron guerra a Bera, rey de Sodoma; a Birsa, rey de Gomorra; a Senab, rey de Adama; a Semebar, rey de Seboyim, y al rey de Bela, que es Segor.
3
Estos se concentraron en el valle de Sidim, que es el mar de la Sal.
4
Por doce años habían estado sometidos a Codorlaomor, pero el año trece se rebelaron.
5
El catorce vino Codorlaomor y los reyes con él coligados, y derrotaron a los Refaim en Astarot Carnaim, a los Zuzim en Ham, a los Enim en el llano de Quiriataim,
6
y a los jorreos en los montes de Seir hasta El Farán, que está junto al desierto;
7
y, volviéndose, vinieron a la fuente de Mispat (Juicio), que es Cades, y talaron todos los campos de los amalecitas y los de los amorreos que habitaban en Jasasón Tamar.
8
Saliéronles al encuentro el rey de Sodoma, el de Gomorra, el de Adama, el de Seboyim y el de Bela, que es Segor, y presentaron batalla en el valle de Sidim
9
contra Codorlaomor, rey de Elam; Tadal, rey de Goyim; Amrafel, rey de Senaar, y Arioc, rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco.
10
Había en el valle de Sidim muchos pozos de betún. Los reyes de Sodoma y de Gomorra se dieron a la fuga, y cayeron allí muchos, y los que se salvaron huyeron al monte.
11
Saquearon todas las haciendas de Sodoma y de Gomorra y todas sus provisiones y se retiraron.
12
Capturaron a Lot  sobrino de Abram, con su hacienda, y se fueron; él habitaba en Sodoma,
13
y fue uno de los fugitivos a decírselo a Abram, el hebreo, que habitaba en el encinar de Mambré, amorreo, hermano de Escol y de Aner, que habían hecho alianza con Abram;
14
y como supo Abram que había sido hecho cautivo su hermano, reunió los capaces de llevar armas de entre sus domésticos, trescientos dieciocho, y persiguió a los aprehensores hasta Dan,
15
y, dividiendo su tropa, cayó sobre ellos por la noche, él y sus siervos, y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Joba, que está al norte de Damasco,
16
y recobró todo el botín y a Lot, su hermano, con toda su hacienda, y mujeres y pueblo.
17
Después que volvió de derrotar a Codorlaomor y a los reyes que con él estaban, salióle al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save, que es el valle del rey;
18
y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Altísimo,
19
bendijo a Abram, diciendo: “Bendito Abram del Dios Altísimo, el dueño de cielos y tierra.
20
Y bendito el Dios Altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus manos.” Y le dio Abram el diezmo de todo.
21
Dijo el rey de Sodoma a Abram: “Dame las personas; la hacienda tómala para ti;”
22
pero Abram dijo al rey de Sodoma: “Alzo mi mano a Yavé, al Dios Altísimo, el dueño de cielos y tierra,
23
que desde un hilo hasta una correa de zapato no tomare yo nada de cuanto es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram,
24
salvo lo que han comido los mozos y la parte de los que me han acompañado, Aner, Escol y Mambré. Estos tomarán sus partes.”
   
Capítulo 15
 
Alianza de Yavé con Abraham
   
1
Después de estos sucesos habló Yavé a Abram en visión, diciéndole: “No temas, Abram; yo soy tu escudo; tu recompensa será muy grande.”
2
Contestóle Abram: “Señor, Yavé, ¿qué vas a darme? Yo me iré sin hijos, y será heredero de mi casa ese damasceno Eliezer.
3
No me has dado descendencia, y será mi criado quien me herede.”
4
Pero en seguida le respondió Yavé: “No te heredará ése; al contrario, uno salido de tus entrañas, ése te heredará.”
5
Y, sacándole fuera le dijo: “Mira al cielo, y cuenta, si puedes, las estrellas; así de numerosa será tu descendencia.”
6
Y creyó Abram a Yavé, y le fue reputado por justicia.
7
Díjole después Yavé: “Yo soy Yavé, que te saqué de Ur Casdim para darte esta tierra en posesión”.
8
Preguntóle Abram: “Señor, Yavé, ¿en qué conoceré que he de poseerla?”.
9
Y le dijo Yavé: “Elígeme una vaca de tres años, una cabra de tres años también, y un carnero igualmente de tres años, y una tórtola y un palomino.”
10
Tomó Abram todo esto, y partió los animales por la mitad, pero no las aves, y puso de cada uno una parte frente a la otra.
11
Bajaban las aves sobre las carnes muertas, y Abram las espantaba.
12
Cuando estaba ya el sol para ponerse, cayó un sopor sobre Abram, y fue presa de gran terror, y le envolvió densa tiniebla.
13
Y dijo a Abram: “Has de saber que tu descendencia será extranjera en una tierra no suya, y estará en servidumbre, y la oprimirán por cuatrocientos años;
14
pero yo juzgaré al pueblo que los esclavizará, y saldrán de allí después con mucha hacienda;
15
pero tú irás a reunirte en paz con tus padres, y serás sepultado en buena ancianidad.
16
A la cuarta generación volverán acá, pues todavía no se han consumado las iniquidades de los amorreos.”
17
Puesto ya el sol, y en densísimas tinieblas, apareció una hornilla humeando y un fuego llameante, que pasó por entre la mitad de las víctimas.
18
En aquel día Yavé hizo pacto con Abram, diciéndole: “A tu descendencia he dado esta tierra desde el río de Egipto hasta el gran río, el Eufrates;
19
al quineo, al quineceo, al cadmoneo,
20
al jeveo, al fereceo, a los refaim,
21
al amorreo, al cananeo, al guergueseo y al jebuseo.
   
Capítulo 16
 
Nacimiento de Ismael
   
1
Sarai, la mujer de Abram, no tenía hijos. Pero tenia una esclava egipcia, de nombre Agar,
2
y dijo a Abram: “Mira, Yavé me ha hecho estéril; entra, pues, a mi esclava, a ver si por ella puedo tener hijos”. Escuchó Abram a Sarai,
3
Tomó, pues, Sarai, la mujer de Abram, a Agar, su esclava egipcia, al cabo de diez años de habitar Abram en la tierra de Canán, y se la dio por mujer a su marido, Abram.
4
Entró éste a Agar, que concibió, y, viendo que había concebido, miraba con desprecio a su señora.
5
Dijo, pues, Sarai a Abram: “Mi afrenta sobre ti cae; yo puse mi esclava en tu seno, y ella, viendo que ha concebido, me desprecia. Juzgue Yavé entre ti y mí.”
6
Y Abram dijo a Sarai: “Mira, en tus manos está tu esclava, haz con ella como bien te parezca.” Corrigióla Sarai, y ella huyó de su presencia;
7
la encontró el ángel de Yavé junto a la fuente que hay en el desierto, camino de Sur,
8
y le dijo: “Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde vienes y adónde vas?”; y le respondió ella: “Voy huyendo de Sarai, mi señora.”
9
“Vuelve a tu señora -le dijo el ángel de Yavé- y humíllate bajo su mano”;
10

y añadió: “Yo multiplicaré tu descendencia, que por lo numerosa no podrá contarse.

11

Mira, has concebido y parirás un hijo, y le llamarás Ismael, porque ha escuchado Yavé tu aflicción.

12

Será un onagro de hombre; su mano contra todos, y las manos de todos contra él. Y habitará frente a todos sus hermanos.”

13
Dio Agar a Yavé, que le había hablado, el nombre de Atta-El-Roi, pues se dijo: “¿No he visto también aquí al que me ve?”
14
Por eso llamó al pozo Ber-Lajai-Roi. Es el que está entre Cades y Barad.
15
Parió Agar a Abram un hijo, y le dio Abram el nombre de Ismael.
16

Tenía Abram ochenta y seis años cuando Agar le parió a Ismael.

   
Capítulo 17
 
Renovación de la alianza. La Circuncisión.
   
1
Siendo Abram de noventa y nueve años, se le apareció Yavé y le dijo: “Yo soy El -Saddai; anda en mi presencia y sé perfecto.
2
Yo haré contigo mi alianza y te multiplicaré muy grandemente.”
3
Cayó Abram rostro a tierra, y siguió diciéndole Dios:
4
“He aquí mi pacto contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos,
5
y ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque yo te haré padre de una muchedumbre de pueblos.
6
Te acrecentaré muy mucho, y te daré pueblos, y saldrán de ti reyes;
7
yo establezco contigo, y con tu descendencia después de ti por sus generaciones, mi pacto eterno de ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti,
8
y de darte a ti, y a tu descendencia después de ti, el país donde moras, la tierra de Canán, en eterna posesión, y sere tu Dios.
9
Tú, de tu parte, guarda mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones.
10
Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y entre la descendencia después de ti:
11
circuncidad todo varón, circuncidad la carne de vuestro prepucio, y ésta será la señal de mi pacto entre mí y vosotros.
12
A los ocho días de nacido, todo varón será circuncidado en vuestra descendencia, ya sea el nacido en casa o comprado por plata a algún extranjero, que no es de tu estirpe.
13
Todos, tanto los criados en casa como los comprados, se circuncidarán, y llevaréis en vuestra carne la señal de mi pacto por siempre;
14
y el incircunciso que no circuncidare la carne de su prepucio será borrado de su pueblo; rompió mi pacto.”
15
Dijo también Yavé a Abraham: “Sarai, tu mujer, no se llamará ya Sarai, sino Sara,
16
pues la bendeciré, y te daré de ella un hijo, a quien bendeciré, y engendrará pueblos, y saldrán de él reyes de pueblos.”
17
Cayó Abraham sobre su rostro, y se reía, diciéndose en su corazón: “¿Conque a un centenario le va a nacer un hijo, y Sara, ya nonagenaria, va a parir?”
18
Y dijo Abraham a Dios: “¡Ojalá que viva en tu presencia Ismael!”.
19
Pero le respondió Dios: “De cierto que Sara, tu mujer, te parirá un hijo, a quien llamarás Isaac, con quien estableceré yo mi pacto sempiterno y con su descendencia después de él.
20
También te he escuchado en cuanto a Ismael. Yo le bendeciré y le acrecentaré y multiplicaré muy grandemente. Doce jefes engendrará, y le haré un gran pueblo;
21
pero mi pacto lo estableceré con Isaac, el que te parirá Sara el año que viene por este tiempo.”
22
Y, como acabó de hablarle, desapareció Dios.
23
Tomó, pues, Abraham a Ismael, su hijo, y a todos los siervos, los nacidos en casa y los comprados, todos los varones de su casa, y circuncidó la carne de su prepucio aquel mismo día, como se lo había mandado Yavé.
24
Era Abraham de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio,
25
e Ismael de trece años cuando fue circuncidado.
26
En el mismo día fueron circuncidados Abraham e Ismael, su hijo,
27
y todos los varones de su casa, los nacidos en ella y los extraños comprados, se circuncidaron con él.
   
Capítulo 18
 
La aparición en el encinar de Mambré
   
1
Aparecióse Yavé un día en el encinar de Mambré. Estaba sentado a la puerta de la tienda, a la hora del calor,
2
y alzando los ojos, vio parados cerca de él a tres varones. En cuanto los vio, salióles al encuentro desde la puerta de la tienda y se postró en tierra,
3
diciéndoles: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a tu siervo;
4
haré traer un poco de agua para lavar vuestros pies, y descansaréis debajo del árbol,
5
y os traeré un bocado de pan y os confortaréis; después seguiréis, pues no en vano habéis llegado junto a vuestro siervo.” Ellos contestaron: “Haz como has dicho.”
6
Y se apresuró Abraham a llegarse a la tienda, donde estaba Sara, y le dijo: “Date prisa: amasa tres “seas” de flor de harina, y cuece en el rescoldo unos panes”.
7
Corrió al ganado, y tomó un ternero muy tierno y muy gordo, y se lo dio a un mozo, que se apresuró a prepararlo;
8
y, tomando leche cuajada y leche recién ordeñada y el ternero ya dispuesto, se lo puso todo delante, y él se quedó junto a ellos debajo del árbol mientras comían.
9
Dijéronle: “¿Dónde está Sara, tu mujer?” “En la tienda está,” contestó él.
10
Y dijo uno de ellos: “A otro año por este tiempo volveré sin falta, y ya tendrá un hijo Sara, tu mujer.” Sara oía desde la puerta de la tienda, que estaba a espaldas del que hablaba.
11
Eran ya Abraham y Sara ancianos, muy entrados en años; había cesado ya a Sara la menstruación.
12
Rióse, pues, Sara dentro, diciendo: “¿Cuando estoy ya consumida, voy a remocear, siendo ya también viejo mi señor?”
13
Y dijo Yavé a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara, diciéndose: De veras voy a parir, siendo tan vieja?
14
¿Hay algo imposible para Yavé? A otro año por este tiempo volveré, y Sara tendrá ya un hijo.”
15
Temerosa Sara, negó haberse reído, diciendo: “No me he reído”; pero El le dijo: “Sí, te has reído.”
16
Levantáronse los tres varones y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham iba con ellos para despedirlos.
17
Yavé dijo: “¿Voy a encubrir yo a Abraham lo que voy a hacer,
18
habiendo él de ser, como será, un pueblo grande y fuerte, y habiendo de bendecirle todos los pueblos de la tierra?
19
Pues bien sé que mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden los caminos de Yavé, y hagan justicia y juicio, para que cumpla Yavé a Abraham cuanto le ha dicho.”
20
Y prosiguió Yavé: “El clamor de Sodoma y Gomorra ha crecido mucho, y su pecado se ha agravado en extremo;
21
voy a bajar a ver si sus obras han llegado a ser como el clamor que ha venido hasta mí, y si no, lo sabré.”
22
Y partiéndose de allí dos de los varones, se encaminaron a Sodoma. Abraham siguió en pie delante de  Yavé.
   
 
Intercesión por Sodoma
   
23
Acercósele, pues, y le dijo: “¿Pero vas a exterminar juntamente al justo con el malvado?
24
Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías acaso, y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos?
25
Lejos de ti obrar así, matar al justo con el malvado, y que sea el justo como el malvado; lejos eso de ti; el juez de la tierra toda, ¿no va a hacer justicia?”
26
Y le dijo Yavé: “Si hallare en Sodoma cincuenta justos, perdonaría por ellos a todo el lugar.”
27
Prosiguió Abraham y dijo: “Mira, te ruego, ya que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza:
28
Si de los cincuenta justos faltaren cinco, ¿destruirías por los cinco a toda la ciudad?” Y le contestó: “No la destruiría si hallase allí cuarenta y cinco justos.”
29
Insistió Abraham todavía y dijo: “¿Y si se hallasen allí cuarenta?” Contestóle: “También por los cuarenta lo haría.”
30
Volvió a insistir Abraham: “No te incomodes, Señor, si hablo todavía: ¿Y si se hallasen allí treinta justos?” Repuso: “Tampoco lo haría si se hallasen treinta.”
31
Volvió a insistir: “Señor, ya que comencé; ¿y si se hallasen allí veinte justos?” Y contestó: “No la destruiría por los veinte.”
32
Y dijo Abraham: “No se incomode mi Señor si hablo aún otra vez: ¿Y si se hallasen allí diez?” Y le contestó: “Por los diez no la destruiría.”
33
Fuese Yavé después de haber hablado así a Abraham, y éste se volvió a su lugar.
   
Capítulo 19
 
Corrupción de Sodoma
   
1
Llegaron a Sodoma los dos ángeles ya de tarde, y Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Al verlos, se levantó Lot y les salió al encuentro, e inclinó su rostro a tierra,
2
diciendo: “Mirad, señores; os ruego que vengáis a la casa de vuestro siervo, para pernoctar en ella y lavaros los pies. Cuando os levantéis por la mañana, seguiréis vuestro camino.” Y le contestaron: “No; pasaremos la noche en la plaza.”
3
Instóles mucho, y se fueron con él a su casa, donde les preparó de comer, y coció panes ácimos y comieron.
4

Antes que fueran a acostarse, los hombres de la ciudad, los habitantes de Sodoma, rodearon la casa, mozos y viejos, todos sin excepción.

5
Llamaron a Lot y le dijeron: “¿Dónde están los hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslos para que los conozcamos.”
6
Salió Lot a la puerta, y, cerrándola tras sí,
7
les dijo: “Por favor, hermanos míos, no hagáis semejante maldad.
8
Mirad, dos hijas tengo que no han conocido varón; os las sacaré para que hagáis con ellas como bien os parezca; pero a esos hombres no les hagáis nada, pues para eso se han acogido a la sombra de mi techo.”
9
Ellos le respondieron: “¡Quítate allá! Quien ha venido como extranjero, ¿va a querer gobernarnos ahora? Te trataremos a ti peor todavía que a ellos.” Forcejeaban con Lot violentamente, y estaban ya para romper la puerta, cuando,
10
sacando los hombres su mano, metieron a Lot dentro de la casa y cerraron la puerta.
11
los que estaban fuera los hirieron de ceguera desde el menor hasta el mayor, y no pudieron ya dar con la puerta.”
12
Dijeron los dos hombres a Lot: “¿Tienes aquí alguno, yerno, hijo o hija? Todo cuanto tengas en esta ciudad, sácalo de aquí,
13
porque vamos a destruir este lugar, pues es grande su clamor en la presencia de Yavé, y éste nos ha mandado para destruirla.”
14
Salió, pues, Lot para hablar a sus yernos, los que habían de tomar por mujeres a sus hijas, y les dijo: “Levantaos y salid de este lugar, porque va a destruir Yavé la ciudad”; y les pareció a sus yernos que se burlaba.
 
Destrucción de Sodoma y Gomorra
   
15
En cuanto salió la aurora, dieron prisa los ángeles a Lot, diciéndole: “Levántate, toma a tu mujer y a las dos hijas que tienes, no sea que perezcas tú también por las iniquidades de la ciudad.”
16
Y como se retardase, tomáronlo de la mano los hombres a él, a su mujer y a sus dos hijas, pues quería Yavé salvarle, y, sacándolos, los pusieron fuera de la ciudad.
17
Una vez fuera, le dijeron: “Sálvate; no mires atrás y no te detengas en parte alguna del valle; huye al monte, si no quieres perecer.”
18
Díjoles Lot: “No, por favor, señor mío;
19
vuestro siervo ha hallado gracia a vuestros ojos, pues me habéis hecho el gran beneficio de salvarme la vida, pero yo no podré salvarme en el monte sin riesgo de que me alcance la destrucción y perezca.
20
Mirad, ahí cerca está esa ciudad en que podré refugiarme; es bien pequeña; permitid que me salve en ella: ¿no es bien pequeña?; así viviría.”
21
Y le dijeron: “Mira, te concedo también la gracia de no destruir esa ciudad de que hablas.
22
Pero apresúrate a refugiarte en ella, pues no puedo hacer nada mientras en ella no hayas entrado tú.” Por eso se dio a aquella ciudad el nombre de Segor.
23
Salía el sol sobre la tierra cuando entraba Lot en Segor,
24
e hizo Yavé llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yavé, desde el cielo.
25
Destruyó estas ciudades y toda la hoya, y cuantos hombres había en ellas, y hasta las plantas de la tierra.
26
La mujer de Lot miró atrás, y se convirtió en un bloque de sal.
27
Levantóse Abraham de mañana y fue al lugar donde había estado con Yavé,
28
 y, mirando hacia Sodoma y Gomorra y toda la hoya, vio que salía de la tierra una humareda, como humareda de horno.
29

Cuando destruyó Yavé las ciudades de la hoya, se acordó de Abraham y salvó a Lot de la destrucción al aniquilar las ciudades donde habitaba Lot.

 
La Descendencia de Lot
   
30
Subió Lot desde Segor, y habitó en el monte con sus dos hijas, porque temía habitar en Segor, y moró en una caverna con sus dos hijas.
31
Y dijo la mayor a la menor: “Nuestro padre es ya viejo, y no hay aquí hombres que entren a nosotras, como en todas partes se acostumbra.
32
Vamos a embriagar a nuestro padre y acostarnos con él, a ver si tenemos de él descendencia.”
33
Embriagaron, pues, a su padre aquella misma noche, y se acostó con él la mayor, sin que él la sintiera, ni al acostarse ella ni al levantarse.
34
Al día siguiente dijo la mayor a la menor: “Ayer me acosté yo con mi padre; embriaguémosle también esta noche, y te acuestas tú con él para ver si tenemos descendencia de nuestro padre.”
35
Embriagaron, pues, también aquella noche a su padre, y se acostó con él la menor, sin que al acostarse ella ni al levantarse, la sintiera.
36
Y concibieron de su padre las dos hijas de Lot.
37
Parió la mayor un hijo, a quien llamó Moab, que es el padre de Moab hasta hoy.
38
También la menor parió un hijo, a quien llamó “Ben Ammi,” que es el padre de los Bene Ammón de hoy.
   
Capítulo 20
Abraham en Guerar. Abimelec
   
1
Partióse de allí Abraham para la tierra del Negueb, y habitó entre Cades y Sur, y moró en Guerar.
2
Abraham decía de Sara, su mujer: “Es mi hermana.” Abimelec, rey de Guerar, mandó tomar a Sara;
3
pero vino Dios a Abimelec en sueños durante la noche, y le dijo: “Mira que vas a morir por la mujer que has tomado, pues tiene marido.”
4
Abimelec, que no se había acercado a ella, respondió: “Señor, ¿matarías así al inocente?
5
¿No me ha dicho él: Es mi hermana?, y ¿no me ha dicho ella: Es mi hermano? Con corazón íntegro y pureza de manos hice yo esto.”
6
Y le dijo Dios en el sueño: “Bien sé yo que lo has hecho con pureza de corazón; por eso te he impedido que pecaras contra mí, y no he consentido que la tocaras.
7
Ahora, pues, devuelve la mujer al marido, pues él, que es profeta, rogará por ti y vivirás; pero, si no se la devuelves, sabe que ciertamente morirás tú con todos los tuyos.”
8
Por la mañana llamó Abimelec a sus servidores y les contó todo esto, y fueron presa de gran terror.
9
Llamó después a Abraham y le dijo: “¿Qué es lo que nos has hecho? ¿En qué te he faltado yo para que trajeras sobre mí y sobre mi reino tan gran pecado? Lo que has hecho con nosotros no debe hacerse.”
10
Y dijo Abimelec a Abraham: “¿Qué es lo que has visto para que eso hicieras?”
11
Y le respondió Abraham: “Es que me dije: De seguro que no hay temor de Dios en este lugar, y van a matarme por causa de mi mujer.
12
Aunque es también en verdad mi hermana, hija de mi padre, pero no de madre, y la tomé por mujer;
13
y desde que me hizo Dios errar fuera de la casa de mi padre, le dije: Has de hacerme la merced de decir en todos los lugares adonde lleguemos que eres mi hermana.”
14
Tomó, pues, Abimelec ovejas y bueyes, siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara, su mujer,
15
y le dijo: “Tienes la tierra a tu disposición; mora donde bien te parezca.”
16
Y a Sara le dijo: “Mira, a tu hermano le he dado mil monedas de plata; sírvante de velo para los ojos a ti y a cuantos contigo están, y todo estará en regla.”
17
Rogó Abraham por Abimelec, y curó Dios a Abimelec, a su mujer y a sus siervos, y engendraron,
18
pues había Yavé cerrado enteramente todo útero en la casa de Abimelec por lo de Sara, la mujer de Abraham.
   
Capítulo 21
 
Nacimiento de Isaac
   
1
Visitó, pues, Yavé a Sara, como le dijera, e hizo con ella lo que le prometió;
2
y concibió Sara, y dio a Abraham un hijo en su ancianidad, al tiempo que le había dicho Dios.
3
Dio Abraham el nombre de Isaac a su hijo, el que le nació de Sara.
4
Circuncidó Abraham a Isaac, su hijo, a los ocho días, como se lo había mandado Dios.
5
Era Abraham de cien años de edad cuando le nació Isaac, su hijo.
6
Y dijo Sara: “Me ha hecho reír Dios, y cuantos lo sepan reirán conmigo.”
7
Y añadió: “¿Quién había de decir a Abraham: Amamantará hijos Sara? Pues yo le he dado un hijo en su ancianidad.”
8
Creció el niño, y le destetaron, y dio Abraham un gran banquete el día del destete de Isaac.
9
Y vio Sara al hijo de Agar, la egipcia, el que había ella parido a Abraham, burlándose;
10
y dijo a Abraham: “Echa a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de una esclava no ha de heredar con mi hijo, con Isaac.”
11
Muy duro se le hacía esto a Abraham por causa de su hijo;
12
pero le dijo Dios: “No te dé pena por el niño y la esclava; haz lo que te dice Sara, que es por Isaac por quien será llamada tu descendencia.
13
También al hijo de la esclava le haré un pueblo, por ser descendencia tuya.”
14
Se levantó, pues, Abraham de mañana y, cogiendo pan y un odre de agua, se lo dio a Agar, poniéndoselo a la espalda, y con ello al niño, y la despidió. Ella se fue y anduvo errante por el desierto de Berseba.
15
Se acabó el agua del odre, y echó al niño bajo un arbusto,
16
y fue a sentarse frente a él a la distancia de un tiro de arco, diciéndose: “No quiero ver morir al niño”; y se sentó enfrente del niño, que lloraba en voz alta.
17
Oyó Dios al niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos, diciendo: “¿Qué tienes, Agar? No temas, que ha escuchado Yavé la voz del niño que aquí está.
18
Levántate, toma al niño y ctómale de la mano, pues he de hacerle un gran pueblo.”
19
Y abrió Dios los ojos a Agar, haciéndola ver un pozo, adonde fue y llenó el odre de agua, dando de beber al niño.
20
Fue Dios con el niño, que creció y habitó en el desierto, y de mayor fue arquero.
21
Habitó en el desierto de Farán, y su madre tomó para él mujer de la tierra de Egipto.
   
 
Alianza de Abraham con Abimelec
   
22
Sucedió por entonces que Abimelec con Picol, jefe de su ejército, dijo a Abraham: “Dios está contigo en todo cuanto haces.
23
Júrame, pues, ahora por Dios que no has de engañarme a mí ni a mis descendientes, y que, como te favorecí yo a ti, así harás tú conmigo y con la tierra por donde andas.”
24
Y dijo Abraham: “Te lo juro.”
25
Pero reconvino Abraham a Abimelec por causa de un pozo de aguas de que se habían apoderado los siervos de Abimelec,
26
y contestó Abimelec: “No sé quién haya hecho eso; tú tampoco me habías dicho nada de ello, y nada he sabido hasta ahora.”
27
Tomó, pues, Abraham ovejas y bueyes y se las dio a Abimelec, e hicieron entre ambos alianza.
28
Apartó Abraham siete corderas del rebaño,
29
y le preguntó Abimelec: “¿Para qué son esas siete corderas que has apartado?”
30
Abraham le contestó: “Para que las recibas de mi mano y me sirvan de prueba de que he abierto este pozo.”
31
Por eso se llamó aquel lugar Berseba,
32
porque allí juraron ambos, e hicieron alianza en Berseba. Y se levantó Abimelec y Picol, jefe de su ejército, y se volvieron al país de los filisteos.
33
Abraham plantó en Berseba un tamarisco e invocó allí el nombre de Yavé, el Dios eterno,
34 y moró mucho tiempo Abraham por tierra de los filisteos.
   
Capítulo 22
 
El Sacrificio de Isaac
   
1
Después de todo esto, quiso probar Dios a Abraham, y, llamándole, dijo: “¡Abraham!” Y éste contestó: “Heme aquí.”
2
Y le dijo Dios: “Anda, toma a tu hijo, a tu unigénito, a quien tanto amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah y ofrécemelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te indicaré.”
3
Se levantó, pues, Abraham de mañana, aparejó su asno y, tomando consigo dos mozos y a Isaac, su hijo, partió la leña para el holocausto y se puso en camino para el lugar que le había dicho Dios.
4
Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio de lejos el lugar.
5
Dijo a sus dos mozos:” Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allí, y, después de haber adorado, volveremos a vosotros.”
6
Y tomando Abraham la leña para el holocausto, se la cargó a Isaac, su hijo; tomó él en su mano el fuego y el cuchillo, y siguieron ambos juntos.
7
Dijo Isaac a Abraham, su padre: “Padre mío” “¿Qué quieres, hijo mío?,” le contestó. Y él dijo: “Aquí llevamos el fuego y la leña; pero la res para el holocausto, ¿dónde está?”
8
Y Abraham le contestó: “Dios se proveerá de res para el holocausto, hijo mío”; y siguieron juntos los dos.
9
Llegados al lugar que le dijo Dios, alzó allí Abraham el altar y dispuso sobre él la leña, ató a su hijo y le puso sobre el altar, encima de la leña.
10
Tomó el cuchillo y tendió luego su brazo para degollar a su hijo.
11
Pero le gritó desde los cielos el ángel de Yavé, diciéndole: “¡Abraham, Abraham!” Y éste contestó: “Heme aquí.”
12
“No extiendas tu brazo sobre el niño — le dijo — y no le hagas nada, porque ahora he visto que en verdad temes a Dios, pues por mí no has perdonado a tu hijo, a tu unigénito.”
13
Alzó Abraham los ojos, y vio tras sí un carnero enredado por los cuernos en la espesura, y cogió el carnero y lo ofreció en holocausto en vez de su hijo.
14
Llamó Abraham a aquel lugar “Yavé ve”; por lo que todavía se dice: “En el monte de Yavé se proveerá.”
15
Llamó el ángel de Yavé a Abraham por segunda vez desde los cielos,
16
y le dijo: “Por mí mismo juro, palabra de Yavé, que por haber tú hecho cosa tal, de no perdonar a tu hijo, a tu unigénito,
17
te bendeciré largamente, y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de la orilla del mar, y se adueñará tu descendencia de las puertas de sus enemigos,
18
y  y en tu posteridad serán benditas todas las naciones de la tierra, por haberme tú obedecido.”
19
Volvióse Abraham a los mozos, y, levantándose, fueron juntos a Berseba, y habitó Abraham en Berseba.
20
Después de todo esto recibió Abraham noticia, diciéndole: “También Melca ha dado hijos a Najor, tu hermano;
21
Us es el primogénito, Buz su hermano, y Quemuel, padre de Aram;
22
Quesed, Jazó, Peldas, Jidlaf y Batuel.”
23
Batuel fue el padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que dio Melca a Najor, hermano de Abraham.
24
También su concubina, de nombre Raumo, le parió a Tebai, Gajam, Tajas y Maaca.
   
Capítulo 23
 
Muerte de Sara
   
1
Vivió Sara ciento veintisiete años.
2
Murió en Quiriat Arbe, que es Hebrón, en la tierra de Canán. Vino Abraham a llorar a Sara y hacer duelo por ella,
3
y cuando se levantó de junto a su muerta, habló así a los hijos de Jet:
4
“Soy entre vosotros extranjero y huésped. Dadme en propiedad una sepultura donde pueda sepultar a mi difunta, apartándola de mi vista.”
5
Los hijos de Jet contestaron a Abraham:
6
“Óyenos, señor, por favor: Tú eres entre nosotros un príncipe de Dios; sepulta a la difunta en el mejor de nuestros sepulcros; ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que en él sepultes a tu difunta.”
7
Alzóse Abraham, e inclinándose profundamente ante el pueblo de aquella tierra, los hijos de Jet,
8
les dijo: “Si de veras queréis que pueda yo apartar i a mi difunda de mi vista, sepultándola, escuchadme y rogad por mí a Efrón, el hijo de Seor,
9
que por su justo precio me ceda para sepultura en propiedad, en presencia vuestra, su caverna de Macpela, que está al término de su campo.”
10
Efrón estaba sentado entre los hijos de Jet, y respondió Efrón, el jeteo, a Abraham en presencia de los hijos de Jet y de cuantos entraban por las puertas de la ciudad:
11
“No, señor mío, óyeme: Yo te doy el campo y la caverna que se halla a su extremo; te la doy ante los hijos de mi pueblo; sepulta a tu difunta.”
12
Abraham volvió a prosternarse ante la gente de aquella tierra,
13
y habló así a Efrón, enpresencia de todos: “Oyeme, te ruego; yo te daré el precio del campo. Recíbelo tú, y sepultaré en él a mi difunta.”
14
Respondió Efrón a Abraham diciéndole:
15
“Señor mío, óyeme: ¿qué es para mí ni para ti una tierra de cuatrocientos siclos de plata? Sepulta a tu difunta,”
16
Oyó Abraham a Efrón y pesóle ante los hijos de Jet la plata que éste había dicho, cuatrocientos siclos de plata corriente en el mercado.
17
Vino, pues, a ser propiedad de Abraham, ante los hijos de Jet y de cuantos entraban por la puerta de la ciudad,
18
el campo de Efrón en Macpela, frente a Mambré, con la caverna que hay en él, y todos los árboles del campo y sus contornos.
19
Después de esto sepultó Abraham a Sara, su mujer, en la caverna del campo de Macpela, frente a Mambré, que es Hebrón, en tierra de Canán.
20
El campo, con la caverna que hay en él, vino a ser sepultura de propiedad de Abraham, adquirida de los hijos de Jet.
   
Capítulo 24
 
Casamiento de Isaac
   
1
Era Abraham ya viejo, muy entrado en años, y Yavé le había bendecido en todo.
2
Dijo, pues, Abraham al más antiguo de los siervos de su casa, el que administraba cuanto tenía: “Pon, te ruego, tu mano bajo mi muslo.
3
Yo te hago jurar por Yavé, Dios de los cielos y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en medio de los cuales habito,
4
sino que irás a mi tierra, a mi parentela, a buscar mujer para mi hijo Isaac.”
5
Y le dijo el siervo: “Y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿habré de llevar allá a tu hijo, a la tierra de donde saliste?”
6
Díjole Abraham: “Guárdate muy bien de llevar allá a mi hijo.
7
Yavé, Dios de los cielos, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mi nacimiento, que me ha hablado y me juró, diciendo: A tu descendencia daré yo esta tierra, enviará a su ángel ante ti y traerás de allí mujer para mi hijo.
8
Si la mujer no quiere venir contigo, quedarás libre de este juramento; pero de ninguna manera volverás allá a mi hijo.”
9
Puso, pues, el siervo la mano bajo el muslo de Abraham, su señor, y le juró.
10
Tomó el siervo diez de los camellos de su señor, y se puso en camino, llevando consigo cuanto de bueno tenía su señor, y se dirigió a Aram Naharaím, a la ciudad de Najor.
11
Hizo que los camellos doblaran sus rodillas fuera de la ciudad, junto a un pozo de aguas, ya de tarde, a la hora de salir las que van a tomar agua,
12
y dijo: “Yavé, Dios de mi amo Abraham, salme al encuentro hoy, y muéstrate benigno con mi señor Abraham.
13
Voy a ponerme junto al pozo de aguas mientras las mujeres de la ciudad vienen a buscar agua;
14
la joven a quien yo dijere: Inclina tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella me respondiere: Bebe tú y daré también de beber a tus camellos, sea la que destinas a tu siervo Isaac, y conozca yo así que te muestras propicio a mi señor.”
15
Y sucedió que antes de que él acabara de hablar, salía con el cántaro al hombro Rebeca, hija de Batuel, hijo de Melca, la mujer de Najor, hermano de Abraham.
16
La joven era muy Hermosa, y virgen, que no había conocido varón. Bajó al pozo, llenó su cántaro y volvió a subir.
17
Corrió a su encuentro el siervo y le dijo: “Dame, por favor, a beber un poco de agua de tu cántaro.”
18
“Bebe, señor mío,” le contestó ella; y bajando el cántaro apresuradamente con sus manos, le dio a beber.
19
Cuando hubo él bebido, le dijo: “También para tus camellos voy a sacar agua, hasta que hayan bebido lo que quieran.”
20
Y se apresuró a vaciar el cántaro en el abrevadero, y corrió de nuevo al pozo a sacar más, hasta que hubo sacado para todos los camellos.
21
Y el hombre la contemplaba en silencio, por saber si Yavé otorgaba éxito a su viaje o no.
22
Cuando hubieron acabado de beber los camellos, tomó el siervo un arillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos, también de oro, y, dándoselos,
23
le preguntó: “¿De quién eres hija tú? Dime, por favor, si no habría lugar en casa de tu padre para pasar allí la noche.
24
Ella le contestó: “Soy hija de Batuel, el hijo que Melca dio a Najor.”
25
Y añadió: “Hay en nuestra casa paja y heno en abundancia y lugar para pernoctar.”
26
Postróse entonces el hombre y adoró a Yavé,
27
diciendo: “Bendito sea Yavé, Dios de mi señor Abraham, que no ha dejado de hacer gracia y mostrarse fiel a mi señor, y a mí me ha conducido derecho a la casa de los hermanos de mi señor.”
28
Corrió la joven a contar en casa de su madre lo que había pasado.
29
Tenía Rebeca un hermano de nombre Labán, que se apresuró a ir al pozo en busca del hombre.
30
Había visto el arillo y los brazaletes en la mano de su hermana y le había oído decir: “Así me ha hablado el hombre.” Vino, pues, a él, que seguía con sus camellos junto a la fuente,
31
y le dijo: “Ven, bendito de Yavé; ¿por qué te estás ahí fuera? Ya he preparado yo la casa y lugar para los camellos.”
32
Fue, pues, el hombre a casa. Labán desaparejó los camellos, dio a éstos paja y heno, y agua al hombre y a los que le acompañaban, para lavarse los pies,
33
y después le sirvió de comer; pero el hombre dijo: “No comeré mientras no diga lo que tengo que decir.” Respondióle: “Di.”
34
Este dijo: “Yo soy siervo de Abraham.
35
Yavé ha bendecido largamente a mi señor y le ha engrandecido, dándole ovejas y bueyes, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
36
Parióle Sara, la mujer de mi señor, un hijo en su ancianidad, y a él le ha dado todos sus bienes.
37
Mi señor me ha hecho jurar: No tomarás para mi hijo mujer de entre los hijos de los cananeos, de la tierra en que habito;
38
sino que irás a la casa de mi padre, a mi parentela, y de allí traerás mujer para mi hijo.
39
Yo dije a mi señor,: Quizá no quiera venir conmigo la mujer;
40
y él me contestó: Yavé, ante quien yo ando, mandará contigo su ángel y hará que tu camino tenga buen éxito, y tomarás mujer para mi hijo de mi parentela y de la casa de mi padre.
41
Entonces quedarás libre de mi maldidción si fueses a mi parentela y no te la dieren; libres quedarás de mi maldición.”
42
Llegué hoy a la fuente y dije: Yavé, Dios de mi señor Abraham, te ruego, si de verdad quieres llevar a bien fin mi viaje,
43
hagas que mientras yo me quedo junto a la fuente, la joven que salga a buscar agua y a quien diga yo: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro,
44
y me diga ella: Bebe, y sacaré también para tus camellos, sea la mujer que Yavé ha destinado para esposa del hijo de mi señor.
45
No había yo acabado de decir esto en mi corazón, cuando salía Rebeca con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: Dame de beber, te lo ruego.
46
Bajó ella en seguida el cántaro de sobre su hombro y dijo: Bebe, y daré también de beber a tus camellos; y bebí yo, y ella dio también de beber a mis camellos.
47
Yo le pregunté: ¿De quién eres hija? Ella me respondió: Soy hija de Batuel, el hijo de Najor, que le dio Melca. Entonces puse yo el arillo en su nariz, y los brazaletes en sus manos,
48
y me incliné postrándome ante Yavé, y bendije a Yavé, Dios de mi señor Abraham, que me había traído por camino derecho para tomar a la hija de su hermano por mujer de su hijo.
49
Ahora, si queréis hacer gracia y fidelidad a mi señor, decídmelo; si no, decídmelo también, y me dirigiré a la derecha o a la izquierda.
50
Labán y su casa contestaron, diciendo: “De Yavé viene esto; nosotros no podemos decirte ni bien ni mal.
51
Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho Yahvé.”
52
Cuando el siervo de Abraham hubo oído estas palabras, se postró en tierra ante Yavé;
53
y, sacando objetos de plata y oro y vestidos, se los dio a Rebeca, e hizo también presentes a su hermano y a su madre.
54
Pusiéronse luego a comer y a beber, él y los que con él venían, y pasaron la noche. A la mañana, cuando se levantaron, dijo el siervo: “Dejad que me vaya a mi señor.”
55
El hermano y la madre de Rebeca dijeron: “Que esté la joven con nosotros todavía algunos días, unos diez, y después partirá.”
56
El les contestó: “No retraséis mi vuelta, ya que Yavé ha hecho feliz el éxito de mi viaje; dejadme partir, para que vuelva a mi señor.”
57
Dijéronle, pues: “Llamemos a la joven y preguntémosle lo que ella quiere.”
58
Llamaron a Rebeca y le preguntaron: “¿Quieres partir luego con este hombre?” Y ella respondió: “Partiré.”
59
Dejaron, pues, ir a Rebeca, su hermana, y a su nodriza con el siervo de Abraham y sus hombres,
60
y bendecían a Rebeca, diciendo: “Hermana nuestra eres; que crezcas en millares de millares y se adueñe tu descendencia de las puertas de tus enemigos.”
61
Montaron, pues, Rebeca, sus doncellas y su nodriza en los camellos, y se fueron tras el hombre, y éste partió con Rebeca.
62
Volvía un día Isaac del pozo de Lajai Roi, pues habitaba entonces en el Negueb,
63
y había salido para pasearse por el campo al atardecer, y, alzando los ojos, vio venir camellos.
64
También Rebeca alzó sus ojos, y, viendo a Isaac, se apeó del camello,
65
y preguntó al siervo: “¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?” El siervo le respondió: “Es mi señor.” Ella agarró el velo y se cubrió.
66
El siervo contó a Isaac cuanto había ocurrido,
67
e Isaac condujo a Rebeca a la tienda de Sara, su madre; la tomó por mujer y la amó, consolándose de la muerte de su madre.

 

C.R.Y&S

LA SAGRADA BIBLIA