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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS
LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO
 
 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO

 

PARALIPÓMENOS O CRÓNICAS

Capítulo 33 Manasés, rey de Judá
1
Doce años tenía Manasés cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén.
2
Hizo el mal a los ojos de Yavé, conforme a las abominaciones de las gentes que Yavé había arrojado ante los hijos de Israel,
3
y reedificó los altos que había derribado Ezequías, su padre; levantó altares a los baales, se hizo aseras y adoró a toda la milicia de los cielos y les sirvió.
4
Alzó también altares en la casa de Yavé, de la que había dicho Yavé: “En Jerusalén estará mi nombre perpetuamente”;
5
pero los alzó en honor de toda la milicia del cielo, en los dos atrios del templo de Yavé.
6
Pasó a sus hijos por el fuego en el valle de Ben Hinnón; observaba los sueños y los augurios, se dio a la magia, teniendo cerca de sí magos y encantadores, e hizo mucho mal ante Yavé, irritándole.
7
Puso, además, una estatua fundida en la casa de Dios, de la que había dicho Yavé hablando a David y a Salomón su hijo: “Estableceré para siempre mi nombre en esta casa en Jerusalén, que he elegido entre todas las tribus de Israel
8
y no removeré el pie de Israel de la tierra que yo di a vuestros padres, siempre que ellos guarden y pongan por obra cuanto yo les he mandado, toda la Ley, mandamientos y precepto que les he dado por mano de Moisés.”
9
Descarrió Manasés a Judá y a los moradores de Jerusalén, para hacer peor todavía que las gentes que Yavé destruyó ante los hijos de Israel.
10
Habló Yavé a Manasés y a su pueblo, pero ellos no le escucharon;
11
por lo que trajo Yavé contra ellos a los jefes del ejército del rey de los asirios, que apresaron a Manasés y, cargado de grillos y cadenas, se lo llevaron a Babilonia.
12
Cuando se vio en la angustia, oró a Yavé, su Dios, humillándose grandemente ante el Dios de sus padres.
13
Gimió y le dirigió instantes súplicas, y fue atendido, pues oyó su oración y le volvió a Jerusalén, a su reino. Entonces conoció Manasés que Yavé es Dios.
14
Después de esto reedificó la muralla exterior de la ciudad de David, a occidente de Guijón, en el valle, desde la entrada de la puerta del pescado, continuándola hasta Ofel y elevándola considerablemente, y puso jefes del ejército en todas las ciudades fuertes de Judá.
15
Hizo desaparecer los dioses ajenos y quitó de la casa de Yavé el ídolo y todos los altares que había alzado en el monte de la casa de Yavé y en Jerusalén, y los hizo arrojar todos fuera de la ciudad.
16
Restableció el altar de Yavé, y sobre él ofreció víctimas y sacrificios pacíficos y eucarísticos, y mandó a Judá que sirviese a Yavé, Dios de Israel.
17
Pero el pueblo seguía sacrificando en los altos, aunque sólo a Yavé, Dios de Israel.
18
El resto de los hechos de Manasés, su oración a Dios y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre de Yavé, Dios de Israel, escrito está en el libro de los reyes de Israel.
19
También su oración, y cómo fue oído, y todos sus pecados y prevaricaciones, los lugares donde edificó altos y puso aseras e ídolos antes de humillarse, todo está escrito en la historia de los videntes.
20
Durmióse Manasés con sus padres y fue sepultado en el jardín de su casa. Le sucedió Amón, su hijo.
Amón, rey de Judá
21
Veintidós años tenía Amón cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén.
22
Hizo el mal a los ojos de Yavé, como lo había hecho Manasés, su padre, pues sirvió y sacrificó Amón a todos los ídolos que había hecho su padre;
23
pero nunca se humilló delante de Yavé, como se humilló Manasés, su padre; antes cometió crímenes mucho más grandes.
24
Conspiraron contra él sus servidores, y le mataron en su casa. El pueblo dio muerte a los que habían matado a Amón, y puso por rey en su lugar a Josías, su hijo.
 
Capítulo 34 Josías, rey de Judá
1
Ocho años tenía Josías cuando comenzó a reinar, y reinó treinta y un años en Jerusalén.
2
Hizo lo recto a los ojos de Yavé y anduvo por los caminos de David, su padre, sin apartarse de ellos ni a la derecha ni a la izquierda.
3
A los ocho años de su reinado, siendo aún mozo, comenzó a buscar al Dios de David, su padre, y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y Jerusalén de altos, aseras esculturas e imágenes de fundición.
4
Derribaron en su presencia los altares de los baales e hizo pedazos los ídolos que estaban en ellos, abatió las aseras y desmenuzó las esculturas y fundiciones, esparciendo el polvo sobre las sepulturas de los que les habían sacrificado.
5
Quemó los huesos de los sacerdotes de los ídolos sobre sus altares y limpió a Judá y Jerusalén.
6
Igual hizo en las ciudades de Manasés, Efraím y Simeón, hasta Neftalí,
7
y después de haber derribado los altares y las aseras y de haber roto y desmenuzado las esculturas y destruido todos los ídolos por la tierra de Israel, se volvió a Jerusalén.
8
A los dieciocho años de su reinado, después de haber limpiado la tierra y el templo, mandó a Safán, hijo de Asalías, y a Maasías, gobernador de la ciudad, y a Juaj, hijo de Joajaz, cronista, que reparasen la casa de Yavé, su Dios.
9
Vinieron éstos a Helcías, sumo sacerdote, y recibido de él el dinero que había sido puesto en la casa de Yavé y el que los levitas y porteros habían recaudado de Manasés y Efraím y de todo el resto de Israel, así como de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén,
10
lo entregaron a los encargados de las obras de reparación del templo, para restaurarlo y reparar las ruinas. Estos dieron el dinero a los maestros encargados de las obras de la casa de Yavé,
11
los cuales lo entregaban a los obreros que trabajaban para restaurar y reparar la casa, a los carpinteros y canteros, para que comprasen piedra en las canteras y maderas para las techumbres de los edificios que habían destruido los reyes de Judá.
12
Estos hombres se portaron con probidad en sus trabajos. Estaban bajo la vigilancia de Jajat y Abdías, levitas, de entre los hijos de Merarí, y de Zacarías y Mesulam, de entre los caatitas, todos ellos hábiles músicos,
13
que vigilaban las obras y dirigían a los obreros ocupados en los diversos trabajos; había además otros levitas que hacían de secretarios, comisarios y porteros.
Hallazgo del libro de la Ley
14
Cuando se sacaba el dinero llevado a la casa de Yavé, Helcías, sacerdote, encontró el libro de la Ley de Yavé, dado por mano de Moisés.
15
Entonces Helcías, tomando la palabra, dijo a Safán, secretario: “He encontrado el libro de la Ley en la casa de Yavé”; y se lo entregó a Safán.
16
Safán llevó el libro al rey y le dio cuenta del hallazgo, diciendo: “Tus siervos han hecho cuanto les has mandado,
17
reuniendo el dinero que había en la casa de Yavé y entregándoselo a los inspectores y a los obreros”.
18
Y Safán, secretario, añadió: “El sacerdote Helcías me ha dado este libro”; y Safán lo leyó ante el rey.
19
Cuando el rey oyó las palabras del libro de la Ley, rasgó sus vestiduras
20
y dio esta orden a Helcías, a Ajicam, hijo de Safán; a Abdón, hijo de Miqueas; a Safán, secretario, y a Asaya, servidor del rey:
21
“Id y consultad a Yavé, por mí y por el resto que queda en Israel y en Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado; porque grande es la cólera de Yavé, que se ha derramado sobre nosotros por no haber guardado nuestros padres la palabra de Yavé y no haber puesto por obra todo lo que en este libro está escrito.”
22
Helcías y los que con él había designado el rey fueron a la profetisa Julda, mujer de Salum, hijo de Tecua, hijo de Jasra, guarda del vestuario, que habitaba en Jerusalén, en el otro barrio de la ciudad. Después que ellos le manifestaron lo que tenían que decirle,
23
ella les respondió: “Así habla Yavé, Dios de Israel: Decid al que a mí os envía: Así habla Yavé:
24
Yo voy a traer sobre este lugar y sobre sus habitantes todas las maldiciones escritas en el libro que ha sido leído ante el rey de Judá,
25
porque me han abandonado y han ofrecido perfumes a otros dioses, irritándome con todas las obras de sus manos; mi cólera se derramará sobre este lugar y no se extinguirá.
26
Pero decid al rey de Judá, que os ha mandado a consultar a Yavé: Así habla Yavé, Dios de Israel, acerca de las palabras que has oído:
27
Por haberse conmovido tu corazón y haberte humillado ante Dios al oír sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes; porque has rasgado tus vestiduras y has llorado ante Yavé, también yo he oído, dice Yavé,
28
y tú te recogerás a tus padres y bajarás en paz al sepulcro y no verán tus ojos todas las desventuras que yo he de hacer venir sobre este lugar y sobre sus habitantes.”
Reforma religiosa
29
Ellos llevaron al rey esta respuesta. El rey hizo reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén;
30
y subió luego a la casa de Yavé con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes y los levitas y todo el pueblo, desde el más grande al más chico, y leyó delante de todos las palabras del libro de la alianza que había sido encontrado en la casa de Yavé.
31
Estaba el rey sobre su estrado y renovó la alianza ante Yavé, obligándose a seguir a Yavé y a guardar sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes con todo el corazón y toda el alma, poniendo por obra las palabras de la alianza escritas en el libro.
32
Hizo entrar en el pacto a todos los que se hallaban en Judá y Benjamín, y los moradores de Jerusalén hicieron según la alianza de Yavé, Dios de sus padres.
33
Josías hizo desaparecer todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel y obligó a todos cuantos se hallaban en Israel a servir a Yavé, su Dios. Durante toda su vida no se apartó de Yavé, Dios de sus padres.
 
Capítulo 35 Solemne celebración de la pascua
1
Josías celebró la pascua en honor de Yavé en Jerusalén, y se inmoló la pascua el día catorce del primer mes.
2
Estableció a los sacerdotes en sus funciones y los animó al servicio de la casa de Yavé.
3
Dijo a los levitas que enseñaban a Israel y estaban consagrados a Yavé: “Colocada el arca santa en la casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel, ya no tenéis que trasladarla en hombros. Servid ahora a Yavé, vuestro Dios, y a su pueblo Israel.
4
Aprestaos todos según vuestras casas paternas, según vuestras divisiones, conforme a la ordenación escrita por David, rey de Israel, y de Salomón, su hijo;
5
ocupad vuestros puestos en el santuario según las diversas casas paternas de vuestros hermanos los hijos del pueblo y según la clasificación de las casas paternas de los levitas.
6
Inmolad la pascua, santifícaos y preparadla para vuestros hermanos, conformándoos a las palabras de Yavé pronunciadas por Moisés.”
7
Josías dio a las gentes del pueblo, a cuantos allí se hallaban, corderos y cabritos en número de treinta mil, todo para la pascua, y tres mil bueyes, todo de la hacienda del rey.
8
Sus jefes hicieron voluntariamente un presente al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Helcías, Zacarías y Jejiel, príncipes de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes para la pascua dos mil seiscientos corderos y trescientos bueyes.
9
Conaya, Semeyas y Natanael, sus hermanos Jasabía, Jeiel y Jozabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas para la pascua cinco mil corderos y quinientos bueyes.
10
Organizóse el servicio, y los sacerdotes y levitas ocuparon sus puestos, según sus divisiones, conforme a la orden del rey.
11
Inmolaron la pascua; los sacerdotes derramaron la sangre que recibían de mano de los levitas, y los levitas desollaron las víctimas.
12
Pusieron aparte los holocaustos para dárselos a las varias casas paternas de las gentes del pueblo para que se los ofreciesen a Yavé, como está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con los bueyes.
13
Asaron la pascua al fuego, como está ordenado, y cocieron las cosas santas en calderas, calderos y sartenes, distribuyéndolas diligentemente al pueblo.
14
Luego prepararon lo que era para ellos y para los sacerdotes, pues los sacerdotes, hijos de Arón, estuvieron hasta la noche ocupados en ofrecer los holocaustos y sebos; por eso los levitas hubieron de preparar para ellos y para los sacerdotes, hijos de Arón.
15
Los cantores, hijos de Asaf estaban en sus puestos, según las órdenes de David, de Asaf de Hernán y de Jedutún, vidente del rey; y los porteros, cada uno en su puerta; no tuvieron que abandonar sus oficios, porque sus hermanos los levitas prepararon lo que era para ellos.
16
Así se organizó aquel día todo el servicio de Yavé para celebrar la pascua y para ofrecer holocaustos en el altar de Yavé, según las órdenes del rey Josías.
17
Los hijos de Israel que se hallaban allí celebraron la Pascua y la fiesta de los Acimos durante siete días.
18
Ninguna pascua semejante a ésta se había celebrado en Israel desde los días de Samuel, profeta, y ningún rey de Israel había celebrado una pascua semejante a esta que celebraron Josías, los sacerdotes y los levitas, todo Judá e Israel que allí se hallaba y los habitantes de Jerusalén.
19
Fue el año dieciocho del reinado de Josías cuando se celebró esta pascua.
Fin de Josías
20
Después de esto, después de haber reparado Josías la casa de Yavé, Necao, rey de Egipto, subió para combatir en Carquemis, a orillas del Eufrates. Josías le salió al paso,
21
y Necao le mandó emisarios que le dijeran: “¿Qué hay entre ti y mí, rey de Judá? No es contra ti contra quien voy yo ahora; es contra una casa con la que estoy en guerra, y Dios me ha dicho que me apresure. No te opongas, pues, a Dios, que está conmigo, no te destruya”.
22
Pero Josías no se retiró y se disfrazó para entrar en el combate sin escuchar las palabras de Necao, que venían de la boca de Dios. Avanzó para atacarle en el valle de Megiddo.
23
Los arqueros tiraron contra el rey Josías, y el rey dijo a sus servidores: “Retiradme, que estoy gravemente herido”.
24
Los servidores le sacaron de aquel carro y le pusieron en otro y le llevaron a Jerusalén. Murió y fue sepultado en el sepulcro de sus padres. Todo Judá y Jerusalén lloraron a Josías,
25
y Jeremías compuso una lamentación sobre Josías, que cantan todavía hoy los cantores y cantoras en sus lamentaciones sobre Josías, habiendo venido a ser esta costumbre como ley en Israel. Están escritas entre las lamentaciones.
26
El resto de los hechos de Josías, todas sus buenas obras, conforme a lo mandado en la Ley de Yavé,
27
sus hechos primeros y postreros, escrito está en el libro de los reyes de Israel y Judá.
 
Capítulo 36 Joacaz, Joaquim y Joaquín
1
El pueblo tomó a Joacaz, hijo de Josías, y le hicieron rey en lugar de su padre en Jerusalén.
2
Veintitrés años tenía Joajaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén.
3
El rey de Egipto le depuso en Jerusalén y castigó al pueblo con una contribución de cien talentos de plata y un talento de oro.
4
El rey de Egipto puso por rey sobre Judá a Eliaquim, hermano de Joacaz, mudándole el nombre por el de Joaquim. Necao cogió a su hermano Joacaz y se lo llevó a Egipto.
5
Veinticinco años tenía Joaquim cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Hizo el mal a los ojos de Yavé, su Dios.
6
Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él y le cargó de cadenas de bronce para conducirle a Babilonia.
7
Llevóse Nabucodonosor a Babilonia los utensilios de la casa de Yavé y los puso en su palacio de Babilonia.
8
El resto de los hechos de Joaquim, las abominaciones que cometió y lo que en él se halló, escrito está en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Le sucedió Joaquín, su hijo.
9
Dieciocho años tenía Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén. Hizo el mal a los ojos de Yavé.
10
A la vuelta del año mandó el rey Nabucodonosor que le llevasen a Babilonia con los vasos preciosos de la casa de Yavé, y puso en su lugar por rey a Sedecías, su hermano, sobre Judá y Jerusalén.
Sedecías
11
Veintiún años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.
12
Hizo el mal a los ojos de Yavé, su Dios, y no se humilló ante Jeremías, profeta, que le habló de parte de Yavé.
13
Rebelóse asimismo contra Nabucodonosor, al cual había por Dios jurado fidelidad, y endureció su cerviz, y, obstinándose su corazón, no se volvió a Yavé, el Dios de Israel.
14
También todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron sus prevaricaciones, siguiendo las abominaciones de las gentes y contaminando la casa de Yavé, que él había santificado en Jerusalén.
15
Yavé, Dios de sus padres, les mandó sus mensajeros constantemente para amonestarlos, pues quería perdonar a su pueblo y a su casa.
16
Pero ellos hicieron escarnio de los mensajeros de Dios y menospreciaron sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Dios contra su pueblo y ya no hubo remedio.
17
Trajo contra ellos el rey de los caldeos, que pasó a cuchillo a sus mancebos en la casa de su santuario, sin perdonar a mancebo ni a doncella, a viejo ni a encanecido. A todos los entregó en sus manos.
18
Nabucodonosor llevó a Babilonia todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y pequeños; los tesoros de la casa de Yavé y los del palacio del rey y los de sus jefes.
19
Quemaron la casa de Dios, demolieron las murallas de Jerusalén, dieron al fuego todos sus palacios y destruyeron todos los objetos preciosos.
20
A los que habían escapado a la espada llevólos Nabucodonosor cautivos a Babilonia, y allí le estuvieron sujetos a él y a sus hijos hasta la dominación del reino de Persia,
21
para que se cumpliese la palabra de Yavé pronunciada por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo reposado sus sábados, descansando todo el tiempo que estuvo devastada hasta que se cumplieron los setenta años.
Edicto de Ciro
22
El año primero de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Yavé pronunciada por boca de Jeremías, Yavé suscitó el espíritu de Ciro, rey de Persia, que hizo publicar de viva voz y por escrito, por todo su reino, este decreto:
23
“Así habla Ciro, rey de Persia: Yavé, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado edificarle una casa en Jerusalén, en Judá. ¿Quién de entre vosotros es de su pueblo? Que suba, y Yavé sea con él.”