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Esta es la Voluntad Presente de Dios:

"Unifiquense todas las iglesias en una sola y única"

LA CREACIÓN DEL UNIVERSO SEGÚN EL GÉNESIS

 

 

 

LA CONFESION DE FE WESTMINSTER DE 1647

Respuesta de Cristo Raúl

a la Declaración de Ruptura de la Unidad de la Iglesia Universal

en nombre de Inglaterra

 

“Todo Reino en sí dividido será desolado,

y toda casa o ciudad en sí dividida no subsistirá”.

 

PRIMERA PARTE

LA SALVACIÓN POR LA BIBLIA SOLA

CAPITULO I

SOBRE EL VALOR TESTIFICAL DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

CAPITULO 2

SOBRE EL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITYURAS:

CAPITULO 3

SOBRE LA BIBLIA SOLA

   

SEGUNDA PARTE

LA NATURALEZA DE LA SANTISIMA TRINIDAD

 

 

En el primer capítulo se desenmascaró la mano sangrienta que escribió esta Confesión y la metodología que se empleó para confeccionar estos artículos de declaración de guerra a muerte contra la Esposa del Señor Jesús. Pero… no se reveló el nombre del Confesor ni las circunstancias infernales que el país firmante estaba atravesando. Silencio que ha podido dar a interpretación errónea sobre la naturaleza del ataque frontal y directo emprendido

A este lado del Canal las confesiones madres de esta Confesión Inglesa Final habían conducido a una Guerra que durante Treinta Años, del 1618 al 1648, devoró la apetitosa cifra de unos Cuatro Millones y medio de vidas humanas. Las viudas y los huérfanos, y mutilados de todos los géneros, fueron sin número; al menos nadie le puso número; ya se sabe, los daños colaterales nunca se cuentan.

Las epidemias y hambres que masacraron la población de Europa en nombre de sus reyes protestantes, declarados en guerra perpetua contra el fenómeno, al parecer nunca antes visto antes, la existencia de la Iglesia Católica en Alemania, Suiza, Austria, Francia Suecia, Noruega, Dinamarca, Polonia, Rusia, España, Portugal, Hungría, Checoslovaquia, etcétera; las epidemias,  y las hambres diezmaron la población europea a la salud de la Reforma hasta el punto de ser el verdadero fenómeno del Siglo la continuación de la Civilización que el Papado levantó sobre las ruinas del Imperio Romano.

Es solo natural que mi Respuesta a esta hija de las Confesiones anteriores, tanto Inglesas como Alemanas, Suizas y Belgas, venga envuelta en el Celo por la Casa de mi Dios. Y aun he de decir que si las primeras confesiones llevaron la esperanza de dar un buen fruto; fruto pacífico, vivificador, una vez gustado su fruto de muerte y desolación, servido a todas las naciones europeas a la salud de Lutero, Calvino y Enrique VIII, el Confesor de esta nueva Confesión hubiera debido cortarse las manos, conociendo ya los frutos que daría su vid,  en lugar de dedicarse a cortar cabezas de obispos y de todos quienes se opusieron a su política divina.

Sí, claro que sí, estoy hablando de Oliver Cromwell.

Las primeras confesiones anglicanas financiadas por la espada del terror de los Tudores dieron su fruto sangriento apenas nacidas. Muerta aquella hija de Satanás que llevó un nombre igual al de la Reina Católica, ésta hija de la Iglesia, los tres reinos de la Isla abrieron la veda de la caza del hombre. Aprovechando el momento un hijo del Diablo llamado Oliver sumió a los reinos de Escocia, Inglaterra e Irlanda en una guerra fratricida inmunda que descargó la peor parte, como no podía ser de otra forma viniendo de un hijo de Calvino,  contra la Irlanda Católica, cuyo Genocidio está recogido en los libros de la Historia y no creo necesario mover estas líneas de esta zona a aquel océano de sangre bajo cuyas aguas asesinas el Confesor y autor de esta Confesión inundó Irlanda por aquellas fechas.

Tenemos, pues, que el autor de esta Confesión no vino del puño y letra de la corona británica. Ahora bien, se escribió sobre la tumba de la Confesora de los 39 Artículos fundadores de la Religión Anglicana, dado que una vez muerta la arpía la relajación de la persecución anticatólica puso en peligro el legado de la diosa, la todopoderosa y divina Isabel I.

En este año del 1647 se firmó en Europa la Tregua de Ulm, preludio del fin de la Guerra Mundial Europea conocida como la Guerra de los Treinta Años.

Los hijos de las Confesiones protestantes no tenían ya más fuerzas para mantener la orgía fratricida entre los pueblos europeos. Se habían saciados de carne humana, se habían emborrachado hasta la locura bebiendo sangre católica. Ahora corrían el peligro de devorarse entre ellos.

En el interludio entre el 47 y el 48 los ejércitos protestantes se maravillaron ante el fenómeno de la indestructibilidad del Catolicismo con el mismo desparpajo escandaloso que el Turco comprendió la invencibilidad del Cristianismo. Y se firmó la Paz de Westfalia.

 Nacidos de perros barbaros sin inteligencia excepto para la violación y el sacrificio humano, según la ignorancia popular del Protestantismo el mundo acababa de nacer unos días atrás; y era una mentira papista que la Iglesia Católica tuviese 1.600 años; o que  las persecuciones que la Iglesia Católica vivió durante el Imperio Romano, bajo el Arrianismo de los Bárbaros, bajo el Imperio del Islam Mahometano, hubiesen tenido realidad histórica; todo era una mentira, un invento de los papistas, cuento de viejas de esos siervos del Diablo que vivían en Roma.

Cuatro Millones  y Medio de muertos en combate a la salud de Lutero y Calvino, plus los correspondientes millones de viudas, unas alegres, otras lloronas, con sus legiones de huérfanos destinados a las hogueras donde sus cuerpos serían incinerados víctimas del hambre y las epidemias, plus los cientos y cientos de miles de cojos, mancos, ciegos, etcétera que aquellos 30 Años de Guerra fratricida dejaron sobre el terreno iluminaron a los hijos de aquella Reforma gloriosa que reinstauraría el Paraíso en la Tierra y todos los alemanes, suizos… y hasta el mundo entero comerían perdices y serían felices bajo la égida de los nuevos dioses cristianos.

La Guerra tiene esa virtud maligna de acabar quitándoles las cataratas de los ojos a los necios que les entregan sus vidas a demonios de gente malvada y perversa cuya meta en este mundo es realizar el sueño de  Satanás, ser un dios.

Esta Confesión de Westminster, contrariamente a su nombre, no fue firmada por el entonces rey de Inglaterra, aquel Carlos I quien dos años más tarde perdería la cabeza bajo la espada de quien con la espada firmó esta Confesión. El título recoge la firma de su Hada Madrina, la Confesora de los 39 Artículos fundadores de la Religión Anglicana, perfeccionándolos, como no era menos de esperar de quien se creía un dios, por Dios elegido para masacrar a fuego y espada el revival católico en la Isla que por la gracia de la reina Francesa comenzó a campear alegre, atreviéndose incluso, ¡vade retro Satanás!, a discutir la naturaleza divina del Calvinismo Puritano del Nuevo Orden Mundial Cromwelliano.

Este es el Confesor que a punta de espada, bajo la ley del Terror, siguiendo el ejemplo de su Hada Madrina Isabel  I, firmó y selló estos puntos sobre los que pondré las íes, y luego que cada cual haga con ellos lo que mejor entienda convenirle.

 

 PROLOGO

 

Que la Iglesia es el Reino, la Casa y la Ciudad de Dios entre los hombres no es necesario demostrarlo. Los Santos ya dejaron esta Realidad edificada en sus Discursos. Que la Iglesia edificada sobre la Roca Divina es indestructible ya ha quedado demostrado tras dos mil años de lucha en pro de su destrucción. Ni Romanos ni Judíos, ni Bárbaros ni Musulmanes, ni Ateos ni Comunista. Nadie ha podido echar abajo lo que el Hijo de Dios construyó. La Iglesia fue construida sobre la Roca en la que David fue elevado sobre todos los hombres, YAVÉ DIOS. EL era la ROCA de David, la ROCA sobre la que el hijo de David le construyó a Dios Ciudad y Casa en la Tierra. Sólo Dios puede destruir lo que Dios creó. Como al principio usó el Diablo la Ley para mediante su Transgresión causar la Caída del Hombre, así al Final buscó la Destrucción de la Obra del Hijo de Dios arrastrando a las iglesias a la Desobediencia al Mandato de Unidad sobre el que se edificó el Cristianismo.

Del todo punto es evidente que Dios quiso mediante hechos actuales revivir acontecimientos pasados, a fin de que la  Verdad se estableciese entre los hombres no en el discurso que procede de infinitas palabras sino del que tiene su raíz en la sangre de la Historia.

Los capítulos históricos en la base de la Rebelión Anglicana son conocidos de todos, el acceso a su lectura está hoy abierto. Hasta hace poco la Reforma Anglicana ha mantenido su yihad letal contra el Catolicismo Latino, del todo copiando las medidas del islam radical contra el cristianismo, si bien ceñidas al mundo de los católicos.

Nadie ignora las causas  en las que se justificaron los movimientos reformistas protestantes. La corrupción del papado de los siglos XIV y XV no fueron novedosas, pero si espantosas. Y aun así, todas las iglesias hubieran debido seguir el Ejemplo del Señor Jesús, quien teniendo en su Palabra toda Omnipotencia ante la Negación consumada de Pedro no se atrevió, ni quiso ni se le ocurrió quitarle la Jefatura sobre los Apóstoles a quien Dios Padre  se la concediera.

Ciertamente la Sabiduría de quien se hizo hombre para devenir el Campeón de Dios en el Duelo entre el hijo de Eva y el hijo de la Muerte, Satanás, distaba tanto de los Reformadores cuanto dista el Cielo de la Tierra. La ignorancia de los Reformadores sobre las cosas de Dios fue absoluta, y de aquí que el Diablo sembrase la Cizaña de la División entre las iglesias y sus naciones, sellando con la sangre de la Guerra de los 30 años el odio que las mantendría alejadas las unas de las otras.

Si Martín Lutero hubiese conocido a Dios Padre antes se hubiese cortado las manos que escribir una sola línea de aquellas famosas 95 Tesis con las que el Diablo comenzó a llevar a las naciones cristianas a aquella Guerra de 30 Años con cuya sangre se sellaría el Pacto de Odio entre unas y otras, preservado por las iglesias con el mismo celo que los sacerdotes guardan el cuerpo sagrado de Cristo en sus altares mayores, sangre que le sirvió al Diablo de argamasa para afirmar el Muro de la División entre el Norte y el Sur, entre Protestantes y Católicos.

Dios le do a conocer a su Hijo Su Decisión de liberar al Diablo en el Año Mil con el objeto de Revivir la Caída del Pasado, de un sitio; y del otro acelerar los acontecimientos de manera que se acortasen los siglos de expectación que aun habían de vivir la Creación hasta de Heredar de su Padre, Cristo Jesús, el Espíritu de Inteligencia.

Aquella Decisión de Dios Padre de Liberación del Diablo tenía sus Raíces en la misma tierra en la que la Necesidad de la Muerte de Cristo, hijo de David, hijo de Eva, levantó Cuerpo.

Pues que Dios me ha dado el Poder de responder a las tesis y declaraciones que unos y otros se dieron en su Nombre  desde este Espíritu, siendo la estrella que me guía la Unificación de todas las iglesias, en Amor a la Voluntad de mi Creador, a quien le debo la vida, y movido por su Amor a todos los pastores y siervos de su Hijo, no entraré sino en la cuestión intelectual subyacente en tales líneas, trayendo a luz sus errores desde el espíritu de la Verdad, no como quien busca condenar sino con el espíritu de quien sabiendo que todos fueron objetos de engaño, como lo fuera Adán en su día, a fin de que no habiendo sido condenados a priori en razón de la Necesidad de dicha liberación, todos los cristianos se levanten de las tinieblas en las que fueron encerrados y en Obediencia a la Voluntad Divina derriben el Muro de las divisiones y vuelvan a formar un Cuerpo Universal Unido en un mismo Espíritu, cuya Cabeza es el Hijo de Dios, una sola Casa, cuyo Señor es Jesucristo, y de cuya Ciudad todos somos Ciudadanos, con los mismos Derechos y Deberes.

Así pues, comenzamos

 

PRIMERA PARTE

LA SALVACIÓN POR LA BIBLIA SOLA