LA SAGRADA BIBLIA. Antiguo Testamento. Reyes. LIBRO SEGUNDO. REYES DE JUDÁS HASTA EL CAUTIVERIO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS
LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO
 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO

REYES

LIBRO SEGUNDO

 

SEGUNDA PARTE

REYES DE JUD�S HASTA EL CAUTIVERIO

 

Cap�tulo 18 Ezequ�as , rey de Jud� (1-37)

 

El a�o tercero de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, comenz� a reinar Ezequ�as, hijo de Ajaz, rey de Jud�. Ten�a veinticinco a�os cuando comenz� a reinar, y rein� veintinueve a�os en Jerusal�n. Su madre se llamaba Ab�, hija de Zacar�as. Hizo lo que es recto a los ojos de Yav�, enteramente como lo hab�a hecho David, su padre. Hizo desaparecer los altos, rompi� los cipos, derrib� las aseras y destroz� la serpiente de bronce que hab�a hecho Mois�s, porque los hijos de Israel hasta entonces hab�an quemado incienso ante ella, d�ndole el nombre de Nejust�n. Puso su confianza en Yav�, Dios de Israel, y de todos los reyes de Jud� que le sucedieron o le precedieron no hubo ninguno semejante a �l. Se alleg� a Yav� y no se apart� de El, guard� todos los mandamientos que Yav� hab�a prescrito a Mois�s. Yav� fue con Ezequ�as, que sali� bien en todas sus empresas. Se rebel� contra el rey de Asiria y no le estuvo sujeto. Bati� a los filisteos hasta Gaza, devastando su tierra desde las torres de atalaya hasta las ciudades fuertes.

El a�o cuarto del rey Ezequ�as, que era el a�o s�ptimo de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, subi� contra Samaria y la asedi�. La tom� al cabo de tres a�os; el a�o sexto de Ezequ�as, que era el a�o noveno de Oseas, rey de Israel, fue tomada Samaria.

El rey de Asiria llev� cautivo a Israel a Asiria y los estableci� en Jalaj, en Jabor, junto al r�o Goz�n, y en las ciudades de Media, porque no hab�an escuchado la voz de Yav�, su Dios, y hab�an roto su alianza, y no hab�an obedecido y puesto por obra todo lo que Yav� hab�a mandado a Mois�s, su siervo.

Invasi�n de Senaquerib

El a�o catorce del rey Ezequ�as, Senaquerib, rey de Asiria, subi� contra todas las ciudades fuertes de Jud� y se apoder� de ellas. Ezequ�as, rey de Jud�, mand� decir al rey de Asiria, a Laquis: �He pecado. D�jame y har� todo lo que me impongas.� El rey de Asiria impuso a Ezequ�as, rey de Jud�, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro. Ezequ�as entreg� toda la plata que hab�a en la casa de Yav� y en el tesoro del palacio real. Fue entonces cuando Ezequ�as destruy� las puertas del templo de Yav� y los dinteles que el mismo Ezequ�as, rey de Jud�, hab�a cubierto de oro para entregarlas al rey de Asiria.

Sitio de Jerusal�n

El rey de Asiria mand� desde Laquis al tart�n, al rab-sais y al rab-saqu� (copero mayor) al rey Ezequ�as con una poderosa fuerza a Jerusal�n. Subieron, pues, y al llegar hicieron alto junto al acueducto de la alberca superior, que est� en la calzada del campo del Batanero.Y preguntaron por el rey. Sali� entonces hacia ellos Eliaqu�n, hijo de Helc�as, mayordomo de palacio, con Sobn�, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, cronista; y el copero mayor les habl�, diciendo: �Decid a Ezequ�as: As� habla el rey grande, el rey de Asiria: �Qu� confianza es esa que manifiestas? �Crees t� que las palabras de los labios sirven de consejo y fuerza para la guerra? Ahora, pues, �en qui�n conf�as para rebelarte contra m�? �Conf�as en Egipto, en esa ca�a rota que pincha y hiere la mano de quienquiera que en ella se apoya? As� les sucede con el Fara�n, rey de Egipto, a cuantos conf�an en �l.Y si me dec�s: Confiamos en Yav�, nuestro Dios, �no ha hecho desaparecer Ezequ�as sus altos y sus altares, diciendo a Jud� y a Jerusal�n: Ante este altar de Jerusal�n hab�is de ofrecer? Haz, pues, un convenio con mi se�or el rey de Asiria, y yo te dar� dos mil caballos, si est�s en condiciones de proc�rate jinetes para ellos. �C�mo podr�s resistir ni a un solo jefe de los menores entre los siervos de mi se�or? �Conf�as en que Egipto te mandar� carros y caballeros?Y, adem�s, �ha sido sin la voluntad de Yav� como he subido yo a este lugar para destruirlo ? Es Yav� quien me ha dicho: Sube contra esa tierra y destr�yela.�

Eliaqu�n, hijo de Helc�as; Sobn� y Joaj dijeron al copero mayor: �Habla a tus siervos en arameo, que lo entendemos; no nos hables en jud�o delante de todo el pueblo que est� en las murallas.�

Entonces el copero mayor respondi�: ��Acaso es a tu se�or y a ti a quienes mi se�or me ha mandado decir estas palabras, y no m�s bien a la gente que hay en la muralla y han de comer sus excrementos y beber sus orines con vosotros?�

Entonces se acerc� el copero mayor y grit� en alta voz, en jud�o: �Escuchad el mensaje del rey grande, del rey de Asiria: As� habla el rey de Asiria: No os dej�is enga�ar de Ezequ�as, que no podr� libraros de mi mano. Que no os haga confiar tampoco Ezequ�as en Yav�, diciendo: Yav� nos librar�, y esta ciudad no ser� entregada en manos del rey de Asiria. No deis o�dos a Ezequ�as, porque as� habla el rey de Asiria: Haced paces conmigo, rend�os a m�, y cada uno de vosotros comer� de su vi�a y de su higuera y beber� el agua de su cisterna, hasta que yo venga y os lleve a otra tierra como la vuestra; a una tierra de trigo y de vino, tierra de pan y de vi�as, de olivos, de aceite y de miel, y all� vivir�is y no morir�is. No escuch�is a Ezequ�as; no hace m�s que enga�aros cuando dice: Yav� nos librar�. �Han librado los dioses de los pueblos a su tierra del poder del rey de Asiria?�D�nde est�n los dioses de Jamat y de Arfad? �D�nde los dioses de Sefarva�m, Ana y Ava? �D�nde est�n los dioses de la tierra de Samaria? �Han librado a Samaria de mi poder? �Qu� dios de �stos ha librado a su tierra de mi poder para que pueda Yav� librar de mi mano a Jerusal�n?�

El pueblo estuvo callado y no dijo una sola palabra, porque el rey hab�a dado esta orden: �No les respond�is.�

Eliaqu�n, hijo de Helc�as, mayordomo del palacio; Sobn�, secretario, y Joaj, hijo de Asaf, cronista, vinieron a Ezequ�as, rasgadas las vestiduras, y le refirieron las palabras que el copero mayor hab�a dicho.

 

Cap�tulo 19 Jerusal�n, libertada, y el ej�rcito de Senaquerib, destruido (1-37)

 

Cuando Ezequ�as lo oy�, rasg� sus vestiduras, se cubri� de saco y fue a la casa de Yav�. Mand� a Eliaqu�n, mayordomo del palacio del rey; a Sobn�, secretario, y a los sacerdotes m�s ancianos, cubiertos de saco, al profeta Isa�as, hijo de Am�s, para que le dijeran: �As� habla Ezequ�as: Hoy es d�a de angustia, de castigo y de oprobio, como si los hijos estuvieran para salir del seno de sus madres y no hubiera fuerza para el alumbramiento. �No habr� o�do Dios las palabras del copero mayor, que el rey de Asiria, su se�or, ha mandado para insultar al Dios vivo, y dejar� Yav�, tu Dios, de castigar las palabras que ha o�do? Haz, pues, subir a El una plegaria por el resto que a�n queda.�

Los servidores del rey Ezequ�as fueron a Isa�as, e Isa�as les dijo: �He aqu� lo que dir�is a vuestro se�or: As� habla Yav�: No te asusten las palabras que has o�do, con las que los servidores del rey de Asiria me han ultrajado. Yo voy a poner sobre �l un esp�ritu tal, que al o�r una noticia que recibir� se volver� luego a su tierra, y all�, en su tierra, yo le har� morir a espada.�

El copero mayor se retir� y se vio con el rey de Asiria, que estaba atacando a Libna, pues se le dijo que se hab�a retirado de Laquis.

Di�ronle noticia de Taraca, rey de Etiop�a, diciendo: �Se ha puesto en marcha para atacarte.� El rey de Asiria mand� entonces de nuevo mensajeros a Ezequ�as, diciendo: �Hablad as� a Ezequ�as, rey de Jud�: Que tu Dios, en quien conf�as, no te enga�e, diciendo: Jerusal�n no ser� entregada en manos del rey de Asiria. Bien sab�is lo que los reyes de Asiria han hecho con todos los pueblos y c�mo los han destruido, �y vas a librarte t�? Los dioses de los pueblos que mis padres han destruido, �los libraron en Goz�n, Har�n, Resef, y libraron a los hijos de Ed�n, que habitan en Telasar? D�nde est�n el rey de Jamat, el rey de Arfad y el rey de la ciudad de Sefarva�m, de Ana y de Ava?�

Ezequ�as tom� las cartas de manos de los mensajeros y las ley�. Luego subi� a la casa de Yav�, y las despleg� ante Yav�, a quien hizo esta plegaria: �Yav� Dios de Israel, que te sientas sobre los querubines: T�, que eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra; t�, que has hecho los cielos y la tierra, �oh Yav�!, inclina tu o�do y escucha. Abre, �oh Yav�!, tus ojos y mira. Oye las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios vivo. Es verdad, �oh Yav�!, que los reyes de Asiria han destruido pueblos y asolado tierras y que han quemado sus dioses; pero �sos no eran dioses; eran obra de la mano del hombre, le�o y piedra, y ellos los aniquilaron. L�branos, pues, Yav�, Dios nuestro, l�branos de la mano de Senaquerib, y que todos los reinos de la tierra sepan que s�lo t� eres Dios, �oh Yav�!�

Entonces Isa�as, hijo de Am�s, mand� a decir a Ezequ�as: �As� habla Yav�, Dios de Israel: He escuchado la plegaria que t� me has dirigido a causa de Senaquerib, rey de Asiria. He aqu� la palabra que Yav� ha pronunciado contra �l: Te desprecia y se burla de ti, la virgen hija de Si�n; detr�s de ti mueve la cabeza la hija de Jerusal�n. �A qui�n has insultado y ultrajado t�? �Contra qui�n has alzado tu voz? �Contra qui�n alzaste tus ojos? �Contra el Santo de Israel! Por tus mensajeros has ultrajado al Se�or y has dicho: Con mis muchos carros subo yo he subido a la cumbre de los montes, a las �ltimas cimas del L�bano; he derribado los altos cedros, los selectos cipreses; he penetrado en los lugares m�s remotos, en los bosques m�s espesos. Yo he alumbrado y bebido aguas extranjeras y con la planta de mi pie he secado los canales de Egipto. �No lo has o�do t�? Desde mucho ha lo he preparado yo; desde muy antiguo lo he planeado yo, y ahora lo realizo; que sirva para reducir a montones de ruinas las ciudades fortificadas. Sean sus habitantes reducidos a la impotencia, aterrorizados y confusos, como la hierba de los campos, como la hierba tierna, como las hierbas de los tejados, como el pasto quemado por el viento solano. Yo s� muy bien cu�ndo te levantas y cu�ndo te sientas, y cu�ndo vienes y cu�ndo vas. Porque te has enfurecido contra m� y han llegado a mis o�dos tus bravatas, por eso yo pondr� mi anillo en tus narices y mi freno en tus labios, y te har� volver por el camino que has tra�do. Y he aqu� lo que te servir� de se�al: Este a�o se comer� lo que reto�e, y el a�o que viene lo que de s� brote. Pero al tercer a�o sembrar�s, y cosechar�s; plantar�is vi�as, y comer�is su fruto, pues el resto de la casa de Jud� que se salve y quede echar� ra�ces por debajo y dar� frutos por arriba. Porque saldr� de Jerusal�n un resto, y de la monta�a de Si�n los escapados. Y el celo de Yav� har� esto. Por eso, as� dice Yav� del rey de Asiria: No entrar� �l en esta ciudad ni meter� en ella una flecha. Ni la acordonar� con escudos ni alzar� contra ella empalizadas. Se volver� por el camino por donde ha venido. No entrar� en esta ciudad. Palabra de Yav�. Yo proteger� esta ciudad y la salvar� por amor de m� y por amor de David, mi siervo.�

Aquella misma noche sali� el �ngel de Yav� e hiri� en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres; y al levantarse por la ma�ana, todos eran muertos. Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levant� el campo y parti�; se volvi� y se qued� en N�nive. Mientras estaba prosternado en el templo de Nisroc, su dios, Adramelec y Sarasar, sus hijos, le hirieron con la espada y huyeron a la tierra de Ararat. Su hijo Asarad�n rein� en su lugar.

 

 

Cap�tulo 20 Enfermedad de Ezequ�as (1-21)

 

Por entonces enferm� de muerte Ezequ�as, y el profeta Isa�as, hijo de Am�s, vino a �l y le dijo: �As� dice Yav�: Disp�n de tu casa, porque vas a morir y no vivir�s m�s.� Ezequ�as volvi� su rostro con la pared y or� a Yav�, diciendo: ��Oh Yav�! Ten en cuenta que he andado ante ti fielmente y con coraz�n �ntegro y que he hecho lo que es bueno a tus ojos.� Y Ezequ�as lloraba con gran llanto. Isa�as hab�a salido; pero antes que llegase al atrio central, recibi� palabra de Yav�, que le dijo: Vuelve a Ezequ�as, jefe de mi pueblo, y dile: As� habla Yav�, el Dios de David, tu padre: He escuchado tu oraci�n y he visto tus l�grimas. Te curar�. Dentro de tres d�as subir�s a la casa de Yav�. Te a�adir� otros quince a�os a tus d�as y te librar� a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y proteger� a esta ciudad por amor de m� y por amor de David, mi siervo.�

Isa�as dijo: �Tomad una masa de higos.� Tom�ronla y se la pusieron sobre la �lcera, y Ezequ�as san�.

Ezequ�as hab�a preguntado a Isa�as: ��En qu� se�al conocer� yo que Yav� me curar� y que al tercer d�a subir� a la casa de Yav�?�

Isa�as le respondi�: �He aqu� la se�al por la que conocer�s que Yav� cumplir� la palabra que ha pronunciado: La sombra avanzar� diez grados o retroceder� diez grados.�

Y Ezequ�as dijo: �Poca cosa es que avance diez grados; no as� que retroceda diez grados.�

Entonces Isa�as, profeta, invoc� a Yav�, que hizo retroceder diez grados la sombra en el reloj de Ajaz.

Por este tiempo, Merodac Balad�n, hijo de Balad�n, rey de Babilonia, mand� una carta y un presente a Ezequ�as, pues hab�a tenido noticia de su enfermedad. Ezequ�as dio audiencia a los mensajeros y les ense�� todos sus tesoros, la plata, el oro, los aromas y el aceite refinado, el arsenal y todo cuanto de precioso hab�a en el tesoro. Nada hubo que Ezequ�as no les ense�ara en la casa y en todas sus dependencias.

Isa�as, profeta, vino luego a Ezequ�as y le dijo: ��Qu� han dicho esas gentes que han venido a ti?� Ezequ�as contest�: �Vienen de tierra lejana, de Babilonia.�

Isa�as a�adi�: ��Qu� es lo que han visto de tu casa?� Ezequ�as respondi�: �Han visto todo cuanto hay en la casa; les he ense�ado todo mi tesoro, sin dejar nada.�

Entonces Isa�as le dijo a Ezequ�as: �Escucha la palabra de Yav�: Tiempo vendr� en que ser� llevado a Babilonia todo cuanto hay en esta casa, todo cuanto atesoraron tus padres hasta hoy, sin quedar nada.Y de los hijos que de ti saldr�n, de los engendrados por ti, tomar�n para hacer de ellos eunucos del palacio del rey de Babilonia.�

Ezequ�as respondi� a Isa�as: �Buena es la palabra de Yav� que has pronunciado". Pues se dec�a: �Por qu� no, si va a haber paz y seguridad en mis d�as?

El resto de los hechos de Ezequ�as, todas sus haza�as, c�mo hizo el estanque y el acueducto y trajo las aguas a la ciudad �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Ezequ�as se durmi� con sus padres, y le sucedi� Manas�s, su hijo.

 

Cap�tulo 21 Manas�s, rey de Jud� (1-26)

 

Doce a�os ten�a Manas�s cuando comenz� a reinar, y rein� cincuenta y cinco a�os en Jerusal�n. Su madre se llamaba Jafsiba. Hizo el mal a los ojos de Yav�, seg�n todas las abominaciones de las gentes que Yav� hab�a arrojado ante los hijos de Israel. Reedific� los altos que Ezequ�as, su padre, hab�a destruido; alz� altares a Baal, levant� una asera, como hab�a hecho Ajaz, rey de Israel, y se prostern� ante todo el ej�rcito de los cielos y le sirvi�.Alz� altares en la casa de Yav�, de la que Yav� hab�a dicho: �Pondr� mi nombre en Jerusal�n.� Alz� altares a todo el ej�rcito de los cielos en los dos atrios de la casa de Yav�. Hizo pasar a su hijo por el fuego; se dio a la observaci�n de las nubes y de las serpientes, para obtener pron�sticos, e instituy� evocadores de los esp�ritus y adivinadores del porvenir. Hizo enteramente lo que es malo a los ojos de Yav� para irritarle. Tambi�n alz� en la casa de Yav� la asera, en la casa de que Yav� hab�a dicho a David y a Salom�n, su hijo: �En esta casa, en Jerusal�n, que he elegido entre todas las tribus de Israel, yo pondr� para siempre mi nombre. No har� errar m�s el pie de Israel fuera de la tierra que yo he dado a sus padres, siempre que ellos cuiden de poner por obra los mandamientos y las leyes que yo he prescrito a mi siervo Mois�s.�

Pero ellos no obedecieron, y Manas�s fue causa de que se descarriaran e hicieran el mal, m�s todav�a que las gentes que Yav� hab�a destruido ante los hijos de Israel. Entonces Yav� habl� por medio de sus siervos los profetas, diciendo: Por haber cometido Manas�s, rey de Jud�, todas esas abominaciones, por haber obrado peor que antes de �l obraron los amorreos, por haber hecho pecar a Jud� con sus �dolos, he aqu� lo que dice Yav�, Dios de Israel: Voy a echar sobre Jerusal�n y sobre Jud� males que a quien los oyere le reti�ir�n los o�dos. Yo echar� sobre Jerusal�n la cuerda de Samaria y la plomada de la casa de Acab, y fregar� a Jerusal�n como se friega un plato, volvi�ndolo de un lado y de otro. Abandonar� el resto de mi heredad y se lo entregar� a sus enemigos; y ser�n la presa y el bot�n de todos sus enemigos por haber hecho lo malo a mis ojos y haberme irritado desde el d�a en que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.�

Derram� tambi�n Manas�s mucha sangre inocente, hasta llenar a Jerusal�n de un cabo al otro, sobre los pecados que �l cometi� y que hizo cometer a Jud�, haciendo el mal a los ojos de Yav�.

El resto de los hechos de Manas�s, cuanto hizo, los pecados a que se entreg�, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Manas�s se durmi� con sus padres y fue sepultado en el jard�n de su casa, en el jard�n de Uza. Le sucedi� Am�n, su hijo.

Am�n, rey de Jud�

Veintid�s a�os ten�a Am�n cuando comenz� a reinar, y rein� dos a�os en Jerusal�n. Su madre se llamaba Mesulemet, hija de Jarus, de Yotb�. Hizo el mal a los ojos de Yav�, como lo hab�a hecho Manas�s, su padre, y sigui� en todo el camino que hab�a seguido su padre. Sirvi� a los �dolos a que hab�a servido su padre y se prostern� ante ellos, apart�ndose de Yav�, Dios de sus padres, y no siguiendo sus caminos.

Los servidores de Am�n conspiraron contra �l y mataron al rey en su casa; pero el pueblo castig� a todos los que hab�an conspirado contra el rey Am�n, y puso por rey a Jos�as, su hijo, en lugar suyo.

El resto de los hechos de Am�n, lo que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Fue sepultado en su sepulcro en el jard�n de Uza, y le sucedi� Jos�as, su hijo.

 

Cap�tulo 22 Jos�as, rey de Jud� (1-20)

 

Ocho a�os ten�a Jos�as cuando comenz� a reinar, y rein� treinta y un a�os en Jerusal�n. Su madre se llamaba Jedida, hija de Adaya, de Boscat. Hizo lo que es recto a los ojos de Yav� y sigui� en todo el camino de David, su padre, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.El a�o dieciocho del reinado de Jos�as mand� el rey a la casa de Yav� a Saf�n, secretario, hijo de Asal�a, hijo de Mesulam, dici�ndole: �Sube a Helc�as, sumo sacerdote, y que re�na el dinero que haya en la casa de Yav� y que han recaudado del pueblo los guardias de la puerta, y lo entregue a los encargados de hacer las obras en la casa de Yav�, emple�ndolo en pagar a los que trabajan en las obras de reparaci�n de la casa de Yav�, a los carpinteros, a los maestros y alba�iles, y en pagar la madera y las piedras talladas para la reparaci�n de la casa. Pero que no se les exijan cuentas del dinero que se les entregue, por ser gente de probidad.�

Hallazgo del libro de la Ley

Entonces Helc�as, el sumo sacerdote, dijo a Saf�n, secretario: �He encontrado en el templo de Yav� el libro de la Ley.� Helc�as dio el libro a Saf�n, y Saf�n, escriba, lo ley�; y fue luego a dar cuenta al rey, y le dijo: �Tus siervos han reunido el dinero que hab�a en el templo y se lo han entregado a los encargados de hacer las obras en la casa de Yav�.� Y a�adi�: �El sacerdote Helc�as me ha entregado este libro�; y lo ley� delante del rey.

Cuando oy� el rey las palabras del libro de la Ley, rasg� sus vestiduras, y dio esta orden al sacerdote Helc�as, a Ajicam, hijo de Saf�n; a Acbor, hijo de Miqueas; a Saf�n, secretario, y a Asaya, ministro del rey: �Id a consultar a Yav� por m�, por el pueblo y por todo Jud� respecto de las palabras del libro que se ha encontrado, porque seguro que es grande la c�lera de Yav� contra nosotros por no haber obedecido nuestros padres las palabras de este libro y no haber puesto por obra cuanto en �l se nos manda.�

El sacerdote Helc�as, Ajicam, Acbor, Saf�n y Asaya fueron a la profetisa Jolda, mujer de Salum, hijo de Tecua, hijo de Jarjam, guardarropa que moraba en Jerusal�n, en el otro barrio de la ciudad. Una vez que le hablaron,les dijo ella: �As� habla Yav�, Dios de Israel: Decid al que a m� os ha enviado: As� dice Yav�: Yo voy a hacer venir sobre este lugar y sus habitantes los males de que habla este libro que el rey de Jud� ha le�do; porque me han dejado y han quemado perfumes a otros dioses, irrit�ndome con la obra de sus manos, y mi c�lera se ha encendido contra este lugar, y no se apagar�; pero dir�is al rey de Jud�, que os env�a para consultar a Yav�: As� dice Yav�, Dios de Israel: Acerca de las palabras de este libro que t� has o�do, por haberse conmovido tu coraz�n y haberte humillado ante Yav� al o�r lo que yo he anunciado contra este lugar y contra sus habitantes, que ser�n objeto de espanto y de execraci�n; por haber rasgado tus vestiduras y haber llorado ante m�, yo tambi�n te he o�do a ti, dice Yav�. Por eso yo te recoger� a tus padres, siendo sepultado en paz, y no ver�n tus ojos todos los males que yo har� venir sobre este lugar.� Y ellos llevaron al rey esta respuesta.

 

Cap�tulo 23 (1-37)

 

El rey hizo reunir junto a �l a todos los ancianos de Jud� y de Jerusal�n, y subi� luego a la casa de Yav� con todos los hombres de Jud� y todos los habitantes de Jerusal�n, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el m�s peque�o hasta el m�s grande, y ley� delante de ellos todas las palabras del libro de la alianza que se hab�a encontrado en la casa de Yav�. Estaba el rey en pie junto a la columna; e hizo alianza con Yav�, de seguir a Yav� y guardar sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes, con todo su coraz�n y toda su alma, poniendo por obra las palabras de esta alianza escritas en el libro. Todo el pueblo confirm� esta alianza.

Destrucci�n de la idolatr�a

El rey mand� al sumo sacerdote, Helc�as; a los sacerdotes de segundo orden y a los que hac�an la guardia a la puerta que sacaran del templo de Yav� todos los enseres que hab�an sido hechos para Baal, para asera y para toda la milicia del cielo, y los quem� fuera de Jerusal�n, en el valle de Cedr�n, e hizo llevar las cenizas a Betel. Expuls� a los sacerdotes de los �dolos, puestos por los reyes de Jud� para quemar perfumes en los altos, en las ciudades de Jud� y en los alrededores de Jerusal�n; a los que ofrec�an perfumes a Baal, al Sol, a la Luna, al Zod�aco y a toda la milicia de los cielos. Sac� la asera fuera de la casa de Yav�, fuera de Jerusal�n, al valle de Cedr�n, y la quem� all�, reduci�ndola a ceniza, que hizo arrojar a la sepultura com�n del pueblo. Derrib� los lugares de prostituci�n idol�trica del templo de Yav�, donde las mujeres tej�an tiendas para la asera. Hizo venir de las ciudades de Jud� a todos los sacerdotes, profan� los altos donde los sacerdotes quemaban perfumes, desde Gueba hasta Berseba; derrib� los altos de los s�tiros que hab�a delante de la puerta del gobernador Josu�, a mano izquierda de la puerta de la ciudad. Sin embargo, los sacerdotes de los altos no sub�an al altar de Yav� en Jerusal�n, pero com�an panes �cimos con sus hermanos.

El rey profan� el Tofet del valle de los hijos de Hin�n, para que nadie hiciera pasar a su hijo o su hija por el fuego en honor de Moloc. Hizo desaparecer de la entrada de la casa de Yav� los caballos que los reyes de Jud� hab�an dedicado al sol, cerca de la habitaci�n del camarero Natanmelec, en el atrio. Quem� los carros del sol, demoli� los altares que hab�a en la terraza de la c�mara alta de Ajaz, que hab�an alzado los reyes de Jud�, y los altares que hab�a hecho Manas�s en los dos atrios de la casa de Yav�; y despu�s de destrozarlos y quitarlos de all�, arroj� el polvo al valle de Cedr�n.

Profan� el rey los altos que hab�a al oriente de Jerusal�n, al mediod�a del monte de los Olivos, que Salom�n, rey de Israel, hab�a erigido a Astart�, la abominaci�n de los sidonios; a Camos, la abominaci�n de los moabitas, y a Milcom, la abominaci�n de los amonitas.

Destroz� los cipos, derrib� las aseras y llen� los lugares donde estaban de huesos humanos. Derrib� tambi�n el altar de B�tel, el alto que hab�a hecho Jeroboam, hijo de Nabat, que hab�a hecho pecar a Israel; destroz� sus piedras y las redujo a polvo, y quem� la asera.

Cuando Jos�as se volv�a de all�, vio los sepulcros que hab�a en la monta�a, y mand� sacar de ellos los huesos y los quem� sobre el altar, profan�ndolo conforme a la palabra de Yav�, pronunciada por el hombre de Dios que hab�a anunciado esto. Y pregunt�: ��Qu� monumento es aquel que veo all�?� Los habitantes de la ciudad le respondieron: �Es el sepulcro del hombre de Dios que vino de Jud� y anunci� estas cosas que t� has hecho con el altar de Betel�.

Entonces dijo �l: �Dejadle en paz. Que nadie remueva sus huesos.� As� se conservaron intactos sus huesos, juntos con los del profeta que proced�a de Samaria.

Jos�as hizo tambi�n desaparecer todos los templos de los altos de las ciudades de Samaria, que hab�an hecho los reyes de Israel para irritar a Yav�; hizo con ellos enteramente como hab�a hecho con Betel.Inmol� sobre los altares a todos los sacerdotes de los altos que hab�a all� y quem� huesos humanos en el sitio donde hab�an sido elevados. Despu�s se volvi� a Jerusal�n.

Celebraci�n de la pascua

Luego mand� Jos�as a todo el pueblo: �Celebrad la pascua en honor de Yav�, vuestro Dios, como est� escrito en el libro de esta alianza�. Ninguna pascua semejante a �sta se hab�a celebrado desde el tiempo en que los jueces juzgaban a Israel ni durante todo el tiempo de los reyes de Israel y de los reyes de Jud�. El a�o dieciocho del reinado de Jos�as se celebr� esta pascua en honor de Yav� en Jerusal�n.

Adem�s, hizo Jos�as desaparecer a los evocadores de los esp�ritus y a los adivinos, los terafim, los �dolos y todas las abominaciones que se ve�an en la tierra de Jud� y en Jerusal�n, para poner por obra las palabras de la Ley escritas en el libro que el sacerdote Helc�as hab�a encontrado en la casa de Yav�.

Antes de Jos�as no hubo rey que como �l volviera a Yav� con todo su coraz�n, y con toda su alma, y con todas sus fuerzas, conforme a toda la Ley de Mois�s; y despu�s de �l no le ha habido tampoco semejante. Pero, con todo, no desisti� Yav� del ardor de su gran c�lera, encendida contra Jud� por todo lo que hab�a hecho Manas�s para irritarle. Yav� dijo: �Quitar� tambi�n de mi presencia a Jud�, como lo he hecho con Israel, y rechazar� a esta ciudad de Jerusal�n, que yo hab�a elegido, y la casa de que yo dije: All� estar� mi nombre.�

El resto de los hechos de Jos�as, cuanto hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�?En su tiempo, el fara�n Necao, rey de Egipto, subi� contra el rey de Asiria, hacia el r�o Eufrates. El rey Jos�as le sali� al encuentro, y el fara�n, al verlo, le dio muerte en Megiddo. Sus servidores le llevaron muerto en el carro, tray�ndolo de Megiddo a Jerusal�n, y lo enterraron en su sepulcro. El pueblo tom� a Joacaz, hijo de Jos�as, y le ungi� rey en lugar de su padre.

Joacaz, Joaquim y Joaqu�n, reyes de Jud�

 

Veintitr�s a�os ten�a Joacaz cuando comenz� a reinar, y rein� tres meses en Jerusal�n. Su madre se llamaba Jamutal, hija de Jerem�as, de Libna. Hizo el mal a los ojos de Yav�, enteramente como lo hab�an hecho sus padres. El fara�n Necao le encaden� en Ribla, en tierra de Jamat, y le destron�, e impuso a las gentes de la tierra una contribuci�n de cien talentos de plata y un talento de oro. El fara�n Necao puso por rey a Eliaquim, hijo de Jos�as, en lugar de Jos�as, su padre, y le mud� el nombre, poni�ndole el de Joaquim. Tom� a Joacaz y lo llev� a Egipto, donde muri�.

Joaquim entreg� al fara�n la plata y el oro; mas para reunir este dinero, seg�n la imposici�n del fara�n, hubo de sacarlo al pueblo, determinando lo que cada uno hab�a de dar para entregarlo al fara�n Necao.

Veinticinco a�os ten�a Joaquim cuando comenz� a reinar, y rein� once a�os en Jerusal�n. Su madre se llamaba Sebida, hija de Pedaya, de Ruma. Hizo el mal a los ojos de Yav�, enteramente como lo hab�an hecho sus padres.

 

 

Cap�tulo 24 (1-20)

 

En su tiempo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se puso en campa�a; Joaquim le hab�a estado sujeto durante tres a�os, pero luego se volvi� y se rebel� contra �l.

Entonces mand� Yav� contra Joaquim tropas caldeas, tropas de los sirios, tropas de los moabitas y de los amonitas; las envi� contra Jud� para destruirle, seg�n la palabra que Yav� hab�a pronunciado por sus siervos los profetas. No sucedi� esto sino por orden de Yav�, que quer�a arrojar a Jud� de su presencia a causa de los pecados cometidos por Manas�s y de la sangre inocente derramada por Manas�s, que hab�a llenado a Jerusal�n, que no quiso Yav� perdonar.

El resto de los hechos de Joaquim, cuanto hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Joaquim se durmi� con sus padres, y le sucedi� Joaqu�n, su hijo.

El rey de Egipto no sali� ya m�s de su tierra, porque el rey de Babilonia se hab�a apoderado de cuanto era del rey de Egipto, desde el torrente de Egipto hasta el Eufrates.

Dieciocho a�os ten�a Joaqu�n cuando comenz� a reinar, y rein� tres meses en Jerusal�n. Su madre se llamaba Nejusta, hija de Elnat�n, de Jerusal�n. Hizo el mal a los ojos de Yav�, enteramente como lo hab�a hecho su padre.

En este tiempo subieron contra Jerusal�n los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la ciudad fue asediada. Nabucodonocor, rey de Babilonia, lleg� a la ciudad mientras sus servidores la asediaban.

Entonces Joaqu�n, rey de Jud�, sali� al rey de Babilonia con su madre, sus servidores, sus jefes y sus eunucos. El rey de Babilonia le prendi� el octavo a�o de su reinado. Sac� de all� todos los tesoros del templo de Yav� y los tesoros del palacio real; rompi� todos los utensilios que Salom�n, rey de Israel, hab�a hecho para el templo de Yav�, conforme a lo que Yav� hab�a anunciado. Llev� cautiva a toda Jerusal�n, a todos los jefes y a todos los hombres de importancia, en n�mero de diez mil, con todos los carpinteros y herreros, no dejando m�s que a la gente pobre de la tierra.

Deport� a Joaqu�n a Babilonia, y llev� cautivos, de Jerusal�n a Babilonia, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus eunucos, a los grandes de la tierra; a todos los hombres de armas, en n�mero de siete mil, y a los carpinteros y herreros, en n�mero de mil. A todos los hombres de valer aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llev� cautivos a Babilonia. Luego puso por rey, en lugar de Joaqu�n, a Matan�as, su t�o, mud�ndole el nombre en el de Sedec�as.

Sedec�as, �ltimo rey de Jud�. Asedio, toma y destrucci�n de Jerusal�n

Veinti�n a�os ten�a Sedec�as cuando comenz� a reinar, y rein� once a�os en Jerusal�n. Su madre se llamaba Jamutai, hija de Jerem�as, de Libna. Hizo el mal a los ojos de Yav�, enteramente como lo hab�a hecho Joaqu�n,por la c�lera de Yav� contra Jerusal�n y contra Jud�, que Yav� quer�a arrojar de su presencia. Sedec�as se rebel� contra el rey de Babilonia.

 

Cap�tulo 25 (1-30)

 

El a�o noveno del remado de Sedec�as, el d�a diez del mes d�cimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ej�rcito contra Jerusal�n, acamp� ante ella, y levantaron contra ella ingenios en derredor. La ciudad estuvo cercada hasta el a�o und�cimo del reinado de Sedec�as. El d�a nueve del cuarto mes del a�o und�cimo de Sedec�as era grande el hambre en la ciudad, y no hab�a ya pan para la gente del pueblo. Entonces abrieron brecha en la ciudad, y toda la gente de guerra huy� de noche por el camino de la puerta entre los muros, cerca del jard�n del rey, mientras los caldeos ten�an cercada la ciudad. Los huidos tomaron el camino del Arab�; pero el ej�rcito de los caldeos persigui� al rey y le dio alcance en los llanos de Jeric�, y todo su ej�rcito se dispers�, dej�ndole. Apresaron al rey y le llevaron al rey de Babilonia, a Ribla, y le sentenciaron.

Los hijos de Sedec�as fueron degollados en su presencia; a Sedec�as le sacaron los ojos, y cargado de cadenas de bronce, le llevaron a Babilonia.

El d�a s�ptimo del quinto mes � era el a�o diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia �, Nebuzard�n, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, entr� en Jerusal�n, quem� el templo de Yav�, el palacio real y todas las casas de Jerusal�n.

Todo el ej�rcito de los caldeos, que estaba con el jefe de la guardia, demoli� las murallas que rodeaban a Jerusal�n.

Nebuzard�n, jefe de la guardia, llev� cautivos a los que hab�an quedado en la ciudad, de los que se rindieron al rey de Babilonia, y al resto de la gente, fuera de algunos pobres que dej�, como vi�adores y labradores.

Los caldeos rompieron las columnas de bronce que hab�a en la casa de Yav�, las basas, el mar de bronce que hab�a en la casa de Yav�, y se llevaron el bronce a Babilonia. Se apoderaron de los ceniceros, las tenazas, las palas, los cuchillos, las tazas y todos los utensilios de bronce con que se hac�a el servicio. El jefe de la guardia cogi� tambi�n los braseros, las copas y todo cuanto era de oro y de plata. Las dos columnas, el mar, las basas que Salom�n hab�a hecho para la casa de Yav�; todos los utensilios de bronce ten�an un peso incalculable. La altura de una columna era de dieciocho codos, y ten�a encima un capitel de bronce de tres codos de altura, y en derredor del capitel hab�a trenzados y granadas, todo de bronce; y lo mismo la otra columna.

El jefe de la guardia prendi� a Sarayas, sumo sacerdote; a Sofon�as, el segundo sacerdote, y a los tres guardias del atrio; y de la ciudad, a un eunuco, que ten�a a sus �rdenes la gente de guerra; a cinco hombres de los consejeros del rey que fueron encontrados en la ciudad, al secretario del jefe del ej�rcito encargado del alistamiento y a sesenta m�s del pueblo que se hallaban en la ciudad. Nebuzard�n, jefe de la guardia, los cogi� y los llev� a Ribla, al rey de Babilonia. El rey de Babilonia les dio muerte en Ribla, en tierra de Jamat. As� fue llevado cautivo Jud� lejos de su tierra.

Nabucodonosor puso el resto del pueblo que quedaba en la tierra bajo el gobierno de Godol�as, hijo de Ajic�n, hijo de Saf�n. Cuando los jefes de las tropas supieron, ellos y sus hombres, que Godol�as hab�a sido puesto por el rey de Babilonia como gobernador del territorio, vinieron a Godol�as, a Misfa, Ismael, hijo de Netan�a; Jojan�n, hijo de Careaj; Sarayas, hijo de Tanjumet, de Neftoa, y Jazan�a, hijo de un macateo, con sus gentes. Godol�as les jur� a ellos y a sus hombres, dici�ndoles: �No tem�is nada de parte de los caldeos; quedaos en la tierra, servid al rey de Babilonia, y os ir� bien.�

Pero el s�ptimo mes, Ismael, hijo de Netan�a, hijo de Elisama, de sangre real, vino acompa�ado de diez hombres, e hirieron mortalmente a Godol�as, as� como a los jud�os y caldeos que estaban con �l en Misfa. Entonces todo el pueblo, peque�os y grandes, los jefes y sus tropas, se levantaron y se fueron a Egipto por temor de los caldeos.

El a�o treinta y siete de la cautividad de Joaqu�n, rey de Jud�, el d�a veintisiete del duod�cimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, el a�o primero de su reinado, alz� la cabeza de Joaqu�n, rey de Jud�, y le sac� de la prisi�n. Le habl� con benevolencia, y puso su trono por encima de los tronos de los reyes que con �l estaban en Babilonia. Le hizo quitar sus vestidos de preso, y ya siempre comi� a su mesa todo el tiempo de su vida. El rey provey� constantemente a su mantenimiento todo el tiempo de su vida.

 

C.R.Y&S