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LA
BIBLIA
El
Evangelio según San Lucas
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PRIMERA PARTE :
INFANCIA
DE JESUS (1-2)
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SEGUNDA PARTE :
PREDICACION
DE JESUS EN GALILEA (3-9)
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TERCERA PARTE :
CAMINO
DE JERUSALEN (10-19)
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CUARTA PARTE:
MINISTERIO
DE JESUS EN JERUSALEN ( 20-21)
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QUINTA PARTE :
PASION
Y RESURRECCION DEL SALVADOR (22-24)
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Prólogo |
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1 |
1 |
Puesto que ya muchos han intentado componer un relato de los
acontecimientos cumplidos entre nosotros, |
2 |
según nos han transmitido los que, desde el principio, fueron
testigos oculares, convertidos después en ministros de la
palabra, |
3 |
me ha parecido a mí también, después de informarme exactamente
de todo desde los orígenes, escribirte ordenadamente, óptimo
Teófilo, |
4 |
para
que conozcas la firmeza de las enseñanzas que tú has recibido de viva voz. |
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PRIMERA PARTE
INFANCIA
DE JESÚS
Capítulo
1 |
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Anunciación
del Precursor |
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5 |
Hubo
en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre
Zacarías, del turno de Abías, cuya mujer, de la descendencia
de Aarón, se llamaba Isabel. |
6 |
Ambos
eran justos en la presencia de Dios, e irreprensibles, caminaban
en los preceptos y observancias del Señor. |
7 |
No
tenían hijos, pues Isabel era estéril y los dos ya avanzados
en edad. |
8 |
Sucedió,
pues, que, ejerciendo él sus funciones sacerdotales delante
de Dios según el orden de su turno, |
9 |
conforme
al uso del servicio divino, le
tocó entrar en el santuario del Señor para ofrecerle el incienso, |
10 |
y
toda la muchedumbre del pueblo estaba orando fuera durante
la hora de la oblación del incienso. |
11 |
Apareciósele
un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. |
12 |
Al
verle se turbó Zacarías y el temor se apoderó de él. |
13 |
Dijóle
el ángel: “No temas, Zacarías, porque tu plegaria ha sido
escuchada, e Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, al que
pondrás por nombre Juan. |
14 |
Será
para ti gozo y regocijo, y todos se alegrarán en su nacimiento, |
15 |
porque
será grande en la presencia del Señor. No beberá vino ni licores,
y desde el seno de su madre será lleno del Espíritu Santo; |
16 |
y
a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor su Dios, |
17 |
y
caminará delante del mismo en el espíritu y el poder de Elias
para reducir los corazones de los padres a los hijos, y los
rebeldes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto,” |
18 |
Dijo
Zacarías al ángel: “¿De qué modo sabré yo esto? Porque yo
soy ya viejo y mi mujer muy avanzada en edad.” |
19 |
El
ángel le contestó, diciendo: “Yo soy Gabriel, que asisto ante
Dios y he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena
nueva. |
20 |
He
aquí que tú estarás mudo y no podrás hablar hasta el día en
que esto se cumpla, por cuanto no has creído en mis palabras,
que se cumplirán a su tiempo.” |
21 |
El
pueblo esperaba a Zacarías y se maravillaba de que se retardase
en el templo. |
22 |
Cuando
salió no podía hablar, por donde conocieron que había tenido
alguna visión en el templo. El les hacia señas, pues se había
quedado mudo. |
23 |
Cumplidos los días de su servicio, volvióse a casa. |
24 |
Y
después de algunos días concibió Isabel, su mujer, que se
ocultó durante cinco meses, diciendo: |
25 |
Porque
así ha obrado conmigo el Señor, al tiempo que le plugo quitar
mi oprobio entre los hombres. |
|
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|
La
anunciación de Jesús |
|
|
26 |
En
el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios
a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, |
27 |
a
una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa
de David; el nombre de la virgen era María. |
28 |
Y
presentándose a ella, le dijo: Salve, llena de gracia, el
Señor es contigo. |
29 |
Ella
se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar
aquella salutación. |
30 |
El
ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia
delante de Dios, |
31 |
y
concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás
por nombre Jesús. |
32 |
El
será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor
Dios el trono de David, su padre, |
33 |
y
reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no
tendrá fin. |
34 |
Dijo
María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? |
35 |
EL
ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto
el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios. |
36 |
E
Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez,
y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, |
37 |
porque
nada hay imposible para Dios. |
38 |
Dijo
María: He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu
palabra. Y se fue de ella el ángel. |
|
|
|
La
visitación de Isabel |
|
|
39 |
En
aquellos días se puso María en camino y con presteza fue a
la montaña, a una ciudad de Judá, |
40 |
y
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. |
41 |
Así
que oyó Isabel el saludo de María, exultó el niño en su seno,
e Isabel se llenó del Espíritu Santo, |
42 |
y
clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre! |
43 |
¿De
dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? |
44 |
Porque
así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, exultó
de gozo el niño en mi seno. |
45 |
Dichosa
la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha dicho de
parte del Señor. |
46 |
Dijo
María: Mi alma engrandece al Señor |
47 |
y
exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, |
48 |
porque
ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones
me llamarán bienaventurada, |
49 |
porque
ha hecho en mí maravillas el Todopoderoso, cuyo nombre es
Santo. |
50 |
Su
misericordia se derrama de generación en generación sobre
los que le temen. |
51 |
Desplegó
el poder de su brazo y dispersó a los que se engríen con los
pensamientos de su corazón. |
52 |
Derribó
a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes. |
53 |
A
los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió
vacíos. |
54 |
Acogió
a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia. |
55 |
Según
lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su
descendencia para siempre. |
56 |
María
permaneció con ella como unos tres meses, y se volvió a su
casa |
|
|
|
Nacimiento
del Bautista |
|
|
57 |
Le
llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo. |
58 |
Oyendo
sus vecinos y parientes que el Señor le había mostrado la
grandeza de su misericordia, se congratulaban con ella. |
59 |
Al
octavo día vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarle
con el nombre de su padre, Zacarías. |
60 |
Pero
la madre tomó la palabra y dijo: No, se llamará Juan. |
61 |
Le
decían: ¡Si no hay ninguno en tu parentela que se llame con
ese nombre! |
62 |
Entonces
preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase; |
63 |
y
pidiendo unas tablillas, escribió: Juan es su nombre. Y todos
se maravillaron. |
64 |
Y
abrió al instante su boca (y se soltó) su lengua. y empezando
a hablar, bendecía a Dios. |
65 |
Se
apoderó el temor de todos los vecinos, y en toda la montaña
de Judea se contaban todas estas cosas, |
66 |
y
cuantos las oían, pensativos, se decían: ¿Qué vendrá a ser
este niño? Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con
él. |
67 |
Zacarías,
su padre, se llenó del Espíritu Santo y profetizó diciendo: |
68 |
Bendito
el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo, |
69 |
y
suscitó en favor nuestro un poder salvador en la casa de David,
su siervo, |
70 |
como
había prometido por la boca de sus santos profetas desde antiguo, |
71 |
salvándonos
de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos aborrecen, |
72 |
para
hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su alianza
santa, |
73 |
del
juramento que juró a Abraham, nuestro padre, darnos, |
74 |
para
que, sin temor, libres del poder de los enemigos, le sirvamos |
75 |
en
santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. |
76 |
Y
tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás
delante del Señor para preparar sus caminos, |
77 |
para
dar a conocer la salvación a su pueblo, con la remisión de
sus pecados, |
78 |
por
las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, en las que nos
visitará el astro que surge de lo alto, |
79 |
para
iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de
muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz. |
80 |
El
niño crecía y se fortalecía en espíritu, y moraba en los desiertos
hasta el día de su manifestación a Israel. |
|
Capítulo
2 |
|
Nacimiento
de Jesús |
|
|
1 |
Aconteció,
pues, en los días aquellos, que salió un edicto de César Augusto
para que se empadronase todo el mundo. |
2 |
Este
empadronamiento primero tuvo lugar siendo Cirino gobernador
de Siria. |
3 |
E
iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. |
4 |
José
subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad
de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la
familia de David, |
5 |
para
empadronarse, con María, su esposa, que estaba encinta. |
6 |
Estando
allí se cumplieron los días de su parto, |
7 |
y
dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales
y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en
el mesón. |
8 |
Había
en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche
se turnaban velando sobre su rebaño. |
9 |
Se
les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los
envolvía con su luz, quedando ellos sobrecogidos de gran temor. |
10 |
Díjoles
el ángel: No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría,
que es para todo el pueblo; |
11 |
pues
os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, Señor, en
la ciudad de David. |
12 |
Esto
tendréis por señal: encontraréis un niño envuelto en pañales
y reclinado en un pesebre. |
13 |
Al
instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial,
que alababa a Dios, diciendo: |
14 |
“Gloria
a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad.” |
15 |
Así
que los ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores
unos a otros: Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha
anunciado. |
16 |
Fueron
con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado
en un pesebre, |
17 |
y
viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. |
18 |
Y
cuantos les oían se maravillaban de lo que les decían los
pastores. |
19 |
María
guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón. |
20 |
Los
pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo
lo que habían oído y visto, según se les había dicho. |
|
|
|
Circuncisión del Niño |
|
|
21 |
Cuando
se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño,
le dieron por nombre Jesús, impuesto por el ángel antes de
ser concebido en el seno. |
|
|
|
La
presentación en el templo |
|
|
22 |
Así
que se cumplieron los días de la purificación conforme a la
ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarlo al
Señor, |
23 |
según
está escrito en la ley del Señor que “todo varón primogénito
sea consagrado al Señor,” |
24 |
y
para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la ley del
Señor, un par de tórtolas o dos pichones. |
25 |
Había
en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que
esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba
en él. |
26 |
Le
había sido revelado por el Espíritu
Santo que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. |
27 |
Movido
del Espíritu, vino al templo, y al entrar los padres con el
Niño Jesús para cumplir lo que prescribe la ley sobre El, |
28 |
Simeón
le tomó en sus brazos, y, bendiciendo a Dios, dijo: |
29 |
Ahora,
Señor, puedes ya dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra; |
30 |
porque
han visto mis ojos tu salud, |
31 |
la
que has preparado ante la faz de todos los pueblos, |
32 |
luz
para iluminación de las gentes y gloria de tu pueblo, Israel. |
33 |
Su
padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se
decían de El. |
34 |
Simeón
los bendijo y dijo a María, su Madre: Puesto está para caída
y levantamiento de muchos en Israel y para signo de contradicción; |
35 |
y
una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos
de muchos corazones. |
36 |
Había
una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, muy
avanzada en días, que había vivido con su marido siete años
desde su virginidad, |
37 |
y
permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo con ayunos
y oraciones noche y día. |
38 |
Como
viniese en aquella misma hora, alabó también a Dios y hablaba
de El a cuantos esperaban la redención de Jerusalén. |
39 |
Cumplidas
todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron a Galilea,
a la ciudad de Nazaret. |
|
|
|
El
niño Jesús en el templo |
|
|
40 |
El
Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia
de Dios estaba en El. |
41 |
Sus
padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. |
42 |
Cuando
era ya de doce años, al subir sus padres, según el rito festivo, |
43 |
y
volverse ellos, acabados los días, el niño Jesús se quedó
en Jerusalén, sin que sus padres lo echasen de ver. |
44 |
Pensando
que estaba en la caravana, anduvieron camino de un día. Buscáronle
entre parientes y conocidos, |
45 |
y
al no hallarle, se volvieron a Jerusalén en busca suya. |
46 |
Y
al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en
medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles. |
47 |
Cuantos
le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus
respuestas. |
48 |
Cuando
sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su
madre: Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que
tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote. |
49 |
Y EL les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso
que me ocupe en las cosas de mi Padre? |
50 |
Ellos
no entendieron lo que les decía. |
51 |
Bajó
con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto, y su madre
guardaba todo esto en su corazón. |
52 |
Jesús
crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres. |
SEGUNDA
PARTE
PREDICACION
DE JESUS EN GALILEA
Capítulo
3 |
|
Presentación
de Juan a Israel |
|
|
|
|
1 |
El
año quintodécimo del imperio de Tiberio César, siendo gobernador
de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, y Filipo,
su hermano, tetrarca de Iturea y de la Traconítíde, y Lisania
tetrarca de Abilene, |
2 |
bajo
el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de
Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, |
3 |
y
vino por toda la región del Jordán predicando el bautismo
de penitencia en remisión de los pecados, |
4 |
según
está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
“Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del
Señor, enderezad sus sendas. |
5 |
Todo
barranco será rellenado; y todo monte y collado allanado;
y los caminos tortuosos rectificados; y los ásperos igualados. |
6 |
Y
toda carne verá la salvación de Dios. |
|
|
|
Predicación
del Bautista |
|
|
7 |
Decía,
pues, a las muchedumbres que venían para ser bautizadas por
él: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira
que llega? |
8 |
Haced,
pues, dignos frutos de penitencia y no andéis diciéndoos:
Tenemos por padre a Abraham. Porque yo os digo que puede Dios
suscitar de estas piedras hijos a Abraham. |
9 |
Ya
el hacha está puesta a la raíz del árbol; todo árbol que no
dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. |
10 |
Las
muchedumbres le preguntaban: Pues ¿qué hemos de hacer? |
11 |
El
respondía: El que tiene dos túnicas, dé una al que no la tiene,
y el que tiene alimentos haga lo mismo. |
12 |
Vinieron
también publicanos a bautizarse y le decían: Maestro, ¿qué
hemos de hacer? |
13 |
Y
les contestaba: No exigir nada fuera de lo que está tasado. |
14 |
Le
preguntaban también los soldados: Y nosotros, ¿qué hemos de
hacer? Y les respondía: No hagáis extorsión a nadie, ni denunciéis
falsamente y contentaos con vuestra soldada. |
15 |
Hallándose
el pueblo en ansiosa expectación y pensando todos entre sí
de Juan si sería el Mesías, |
16 |
Juan
respondió a todos diciendo: Yo os bautizo en agua, pero llegando
está otro más fuerte que yo, a quien no soy digno de soltarle
la correa de las sandalias: Él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego. |
17 |
En
su mano tiene el bieldo para limpiar la era y almacenar el
trigo en su granero, mientras quemará la paja con fuego inextinguible. |
|
|
|
Prisión
de Juan |
|
|
18 |
Muchas
veces, haciendo otras exhortaciones, evangelizaba al pueblo. |
19 |
Pero
el tetrarca Herodes, reprendido por él a causa de Herodías,
la mujer de su hermano, y por todas las maldades que cometía, |
20 |
añadió
ésta a todas las otras, encarcelando a Juan. |
|
|
|
Bautismo
de Jesús |
|
|
21 |
Aconteció,
pues, cuando todo el pueblo se bautizaba, que, bautizado Jesús
y orando, se abrió el cielo |
22 |
y
descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma,
sobre El, y se dejó oír del cielo una voz: “Tú eres mi Hijo
amado, en ti me complazco.” |
|
|
|
Genealogía
de Jesús |
|
|
23 |
Jesús,
al empezar, tenía unos treinta años, y era, según se creía,
hijo de José, hijo de Helí, |
24 |
hijo
de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de Janai, hijo
de José, |
25 |
hijo
de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahúm, hijo de Esli, hijo
de Nagai, |
26 |
hijo
de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semein, hijo de Josec,
hijo de Joda, |
27 |
hijo
de Joanán, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel,
hijo de Neri, |
28 |
hijo
de Melquí, hijo de Addi, hijo de Cosam, hijo de Elmadam, hijo
de Er, |
29 |
hijo
de Jesús, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, hijo
de Leví, |
30 |
hijo
de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonam, hijo
de Eliaquim, |
31 |
hijo
de Melea, hijo de Menna, hijo de Mattata, hijo de Natam, hijo
de David, |
32 |
hijo
de Jesé, hijo de Jobed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de
Naasón, |
33 |
hijo
de Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arni, hijo de Esrom, hijo
de Fares, hijo de Judá, |
34 |
hijo
de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo
de Najor, |
35 |
hijo
de Seruc, hijo de Ragau, hijo de Falec, hijo de Eber, hijo
de Sala, |
36 |
hijo
de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo
de Lamec, |
37 |
hijo
de Matusalá, hijo de Enoc, hijo de Jaret, hijo de Maleleel,
hijo de Cainán, |
38 |
hijo
de Enós, hijo de Set, hijo de Adam, hijo de Dios. |
|
Capítulo
4 |
|
La
tentación en el desierto |
|
|
1 |
Jesús,
lleno del Espíritu Santo, se volvió
del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto |
2 |
y
tentado allí por el diablo durante cuarenta días. No comió
nada en aquellos días, y pasados, tuvo hambre. |
3 |
Díjole
el diablo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta
en pan. |
4 |
Jesús
le respondió: “No sólo de pan vive el hombre.” |
5 |
Llevándole
a una altura, le mostró desde allí, en un instante, todos
los reinos del mundo, |
6 |
y
le dijo el diablo: Todo este poder y su gloria te daré, pues
a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy; |
7 |
si,
pues, te postras delante de mí, todo será tuyo. |
8 |
Jesús,
respondiendo, le dijo: Está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás
y a El sólo servirás.” |
9 |
Le
condujo después a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de
Dios, échate de aquí abajo; |
10 |
porque
escrito está: “A sus ángeles ha mandado sobre ti para que
te guarden |
11 |
y
te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra las
piedras.” |
12 |
Respondiendo,
díjole Jesús: Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios.” |
13 |
Acabado
todo género de tentaciones, el diablo se retiró de El hasta
el tiempo determinado. |
|
|
|
Vuelta
de Jesús a Galilea |
|
|
14 |
Jesús,
impulsado por el Espíritu, se volvió a Galilea. Su fama corrió
por toda la región; |
15 |
enseñaba
en las sinagogas, siendo celebrado por todos. |
|
|
|
Jesús
en Nazaret |
|
|
16 |
Vino
a Nazaret, donde se había criado, y, según costumbre, entró
el día de sábado en la sinagoga y se levantó para hacer la
lectura. |
17 |
Le
entregaron un libro del profeta Isaías, y, desenrollándolo,
dio con el pasaje donde está escrito: |
18 |
“El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar
a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad,
a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad
a los oprimidos, |
19 |
para
anunciar un año de gracias del Señor.” |
20 |
Y
enrollando el libro, se le devolvió al servidor y se sentó.
Los ojos de cuantos había en la sinagoga estaban fijos en
El. |
21 |
Comenzó
a decirles: Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír. |
22 |
Todos
le aprobaban, Y maravillados de las palabras de gracia que
salían de su boca, decían: ¿No es éste el hijo de José? |
23 |
El
les dijo: Seguro que me diréis este proverbio: Médico, cúrate
a ti mismo; todo cuanto hemos oído que has hecho en Cafarnaúm,
hazlo aquí en tu patria. |
24 |
El
les dijo: En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido
en su patria. |
25 |
Pero
en verdad os digo también que muchas viudas había en Israel
en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años
y seis meses y sobrevino una gran hambre en toda la tierra, |
26 |
y
a ninguna de ellas fue enviado Elias sino a Sarepta de Sidón,
a una mujer viuda. |
27 |
Y
muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Elíseo, y ninguno de ellos fue limpiado, sino
el sirio Naamán. |
28 |
Al
oír esto se ellenaron de cólera cuantos estaban en la sinagoga, |
29 |
y
levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron
a la cima del monte sobre el cual está edificada su ciudad,
para precipitarle de allí; |
|
pero
El, atravesando por medio de ellos, se fue. |
|
|
|
En
la sinagoga de Cafarnaúm |
|
|
31 |
Bajó
a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y les enseñaba los días de
sábado, |
32 |
y
se maravillaban de su doctrina, porque su palabra iba acompañada
de autoridad. |
33 |
Había
en la sinagoga un hombre poseído del espíritu de un demonio
impuro que gritaba a grandes voces: |
34 |
¡Ah!
¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido
a perdernos? Bien sé quién eres, el Santo de Dios. |
35 |
Jesús
le ordenó diciendo: Cállate y sal de él. El demonio, arrojando
al poseso en medio, salió de él sin hacerle daño. |
36 |
Quedaron
todos pasmados, y mutuamente se hablaban, diciendo: ¿Qué palabra
es ésta, que con autoridad y poder impera a los espíritus
impuros y salen? |
37 |
Por
todos los lugares de la comarca se divulgó su fama. |
|
|
|
Curación
de la suegra de Pedro |
|
|
38 |
Saliendo
de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón
estaba con una gran calentura,
y le rogaron por ella. |
39 |
Acercándose,
mandó a la fiebre, y la fiebre la dejó. Al instante se levantó
y les servía. |
|
|
|
Nuevas
curaciones |
|
|
40 |
Puesto
el sol, todos cuantos tenían enfermos de cualquier enfermedad
los llevaban a El, y El, imponiendo a cada uno las manos,
los curaba. |
41 |
Los
demonios salían también de muchos gritando y diciendo: Tú
eres el Hijo de Dios. Pero El los reprendía y no los dejaba
hablar, porque conocían que era El el Mesías. |
|
|
|
Jesús sale de Cafarnaúm |
|
|
42 |
Llegando
el día, salió y se fue a un lugar desierto; las muchedumbres
le buscaban, y, viniendo hasta El, le retenían para que no
se partiese de ellos. |
43 |
Pero
El les dijo: Es preciso que anuncie también el Reino de Dios
en otras ciudades, porque para esto he sido enviado. |
44 |
E
iba predicando por las sinagogas de Judea. |
|
Capítulo
5 |
|
La
pesca milagrosa |
|
|
1 |
Agolpándose
sobre El la muchedumbre para oír la palabra de Dios, y hallándose
junto al lago de Genesaret, |
2 |
vio
dos barcas que estaban al borde del lago; los pescadores,
que habían bajado a ellas, lavaban las redes. |
3 |
Subió,
pues, a una de las barcas, que era la de Simón, y le rogó
que se apartase un poco de tierra, y, sentándose, desde la
barca enseñaba a las muchedumbres. |
4 |
Así
que cesó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro y echad
vuestras redes para la pesca. |
5 |
Simón
le contestó y dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando
y no hemos pescado nada; mas, porque tú lo dices, echaré las
redes. |
6 |
Haciéndolo,
tomaron una gran cantidad de peces, tanto que las redes se
rompían, |
7 |
e
hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que
vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron las dos barcas,
tanto que se hundían. |
8 |
Viendo
esto Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, diciendo:
Señor, apártate de mí, que soy hombre pecador. |
9 |
Pues
así él como todos sus compañeros habían quedado sobrecogidos
de espanto ante la pesca que habían hecho, |
10 |
e
igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios
de Simón. Dijo Jesús a Simón: No temas; en adelante vas a
ser pescador de hombres. |
11 |
Y
atracando a tierra las barcas, lo dejaron todo y le siguieron. |
|
|
|
Curación
de un leproso |
|
|
12 |
Estando
en una ciudad, un hombre cubierto de lepra, viendo a Jesús,
se postró de hinojos ante El y le suplicó, diciendo: Señor,
si quieres, puedes limpiarme. |
13 |
Extendiendo
El la mano, le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y luego
desapareció la lepra. |
14 |
Y
le encargó: No se lo digas a nadie, sino vete y muéstrate
al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que prescribió Moisés,
para que les sirva de testimonio. |
15 |
Cada
vez se extendía más su fama, y concurrían numerosas muchedumbres
para oírle y ser curados de sus enfermedades, |
16 |
pero
El se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración. |
|
|
|
Curación
de un paralítico |
|
|
17 |
Sucedió
un día que, mientras enseñaba, estaban sentados algunos fariseos
y doctores de la Ley, que habían venido de todas las aldeas
de Galilea, y de Judea, y de Jerusalén, y la virtud del Señor
estaba en El para curar. |
18 |
Y
he aquí que unos hombres que traían en una camilla un paralítico
buscaban introducirle y presentárselo; |
19 |
pero,
no encontrando por dónde meterlo, a causa de la muchedumbre,
subieron al terrado y por el techo le bajaron con la camilla
y le pusieron en medio, delante de Jesús. |
20 |
Viendo
su fe, dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. |
21 |
Comenzaron
a murmurar los escribas y fariseos, diciendo: ¿Quién es éste,
que así blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo
Dios? |
22 |
Conociendo
Jesús sus pensamientos, respondió y les dijo: |
23 |
¿Por
qué murmuráis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir:
Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? |
24 |
Pues
para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la
tierra para perdonar los pecados — dijo al paralítico — :
A ti te digo, levántate, toma la camilla y vete a casa. |
25 |
Al
instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que
yacía y se fue a casa, glorificando a Dios. |
26 |
Quedaron
todos fuera de sí, glorificando a Dios, y, llenos de temor,
decían: Hoy hemos visto cosas increíbles. |
|
|
|
Vocación
de Leví |
|
|
27 |
Después
de esto salió y vio a un publicano por nombre Leví, sentado
al telonio, y le dijo: Sígueme. |
28 |
El,
dejándolo todo, se levantó y le siguió. |
29 |
Leví
le ofreció un gran banquete en su casa, con asistencia de
gran multitud de publícanos y otros que estaban recostados
con ellos. |
30 |
Los
fariseos y los escribas murmuraban hablando con los discípulos:
¿Por qué coméis y bebéis con publícanos y pecadores? |
31 |
Respondiendo
Jesús les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino
los enfermos, |
32 |
y
no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores
a penitencia. |
|
|
|
Por
qué no ayunan los discípulos de Jesús |
|
|
33 |
Ellos
le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y
hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos; pero tus
discípulos comen y beben. |
34 |
Respondióles
Jesús: ¿Queréis vosotros hacer ayunar a los convidados a la
boda mientras con ellos está el esposo? |
35 |
Días
vendrán en que les será arrebatado el esposo; entonces, en
aquellos días, ayunarán. |
36 |
Y
les dijo una parábola: Nadie pone un remiendo de paño nuevo
a un vestido viejo; de lo contrario, romperá el nuevo, y el
remiendo tomado del vestido nuevo
no ajustará sobre el viejo. |
37 |
Ni
echa nadie el vino nuevo en cueros viejos; de lo contrarío,
el vino nuevo romperá los cueros viejos y se derramará, y
los cueros se perderán; |
38 |
sino
que el vino nuevo se echa en cueros nuevos, |
39 |
y nadie que tenga vino añejo quiere el nuevo, porque dice:
El añejo es mejor. |
|
Capítulo
6 |
|
Sobre
la observancia del sábado |
|
|
1 |
Aconteció
que un sábado, atravesando El por los sembrados, sus discípulos
arrancaban espigas, y, frotándolas con las manos, las comían. |
2 |
Algunos
fariseos dijeron: ¿Cómo hacéis lo que no está permitido en
sábado? |
3 |
Jesús
les respondió: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo
hambre él y sus acompañantes? |
4 |
¿Cómo
entró en la casa de Dios y, tomando
los panes de la proposición, comió y dio a los que venían
con él, siendo así que no es lícito comerlos sino sólo a los
sacerdotes? |
5 |
Y
les dijo: Dueño es del sábado el Hijo del hombre. |
6 |
Otro
sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba; y había allí un
hombre que tenía una mano seca. |
7 |
Le
observaban los escribas y fariseos para ver si curaría en
día de sábado, a fin de tener de qué acusarle. |
8 |
El,
que conocía los pensamientos suyos, dijo al hombre de la mano
seca: Levántate y ponte en medio. El, levantándose, se quedó
en pie. |
9 |
Díjoles
Jesús: Voy a haceros una pregunta: si es lícito hacer bien
o mal en sábado, salvar un alma o perderla. |
10 |
Y
dirigiendo su mirada a todos ellos, les dijo: Extiende tu
mano. El lo hizo, y su mano quedó sana. |
11 |
Ellos
se llenaron de furor y trataban entre sí qué podrían hacer
contra Jesús. |
|
|
|
Elección
de los Doce |
|
|
12 |
Aconteció
por aquellos días que salió El hacia la montaña para orar,
y pasó la noche orando a Dios. |
13 |
Cuando
llegó el día, llamó a sí a los discípulos y escogió a doce
de ellos, a quienes dio el nombre de apóstoles: |
14 |
Simón,
a quien puso también el nombre de Pedro, y Andrés, su hermano;
Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, |
15 |
Mateo
y Tomás, Santiago el de Alfeo y Simón, llamado el Celador; |
16 |
Judas
de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor, |
17 |
Bajando
con ellos del monte, se detuvo en un rellano, y con El la
numerosa muchedumbre de sus discípulos y una gran multitud
del pueblo de toda la Judea, de Jerusalén y del litoral de
Tiro y de Sidón, |
18 |
que
habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades;
y los que eran molestados de los espíritus impuros eran curados. |
19 |
Toda
la multitud buscaba tocarle, porque salía de El una virtud
que sanaba a todos. |
|
|
|
Las
bienaventuranzas |
|
|
20 |
El,
levantando sus ojos sobre los discípulos, decía: Bienaventurados
los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. |
21 |
Bienaventurados
los que ahora padecéis hambre, porque seréis hartos. Bienaventurados
los que ahora lloráis, porque reiréis. |
22 |
Bienaventurados
seréis, cuando aborreciéndoos los hombres, os excomulguen,
y maldigan, y proscriban vuestro nombre como malo por amor del Hijo del hombre. |
23 |
Alegraos
en aquel día y regocijaos, pues vuestra recompensa será grande
en el cielo. Así hicieron sus padres con los profetas. |
|
|
|
Las
imprecaciones |
|
|
24 |
Pero
¡ay de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo! |
25 |
¡Ay
de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre!
¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! |
26 |
¡Ay
cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros, porque
así hicieron sus padres con los falsos profetas! |
|
|
|
El
amor hacia los enemigos |
|
|
27 |
Pero
yo os digo a vosotros que me escucháis: amad a vuestros enemigos,
haced bien a los que os aborrecen, |
28 |
bendecid
a los que os maldicen y orad por los que os calumnian. |
29 |
Al
que te hiere en una mejilla ofrécele la otra, y al que te
tome el manto no le impidas tomar la túnica; |
30 |
da
a todo el que te pida y no reclames de quien toma lo tuyo. |
31 |
Tratad
a los hombres de la manera de que vosotros queréis ser de
ellos tratados. |
32 |
Si
amáis a los que os aman, ¿qué gracia tendréis? Porque los
pecadores aman también a quienes los aman. |
33 |
Y
si hacéis bien a los que os lo hacen, ¿qué gracia tendréis?
También los pecadores hacen lo mismo. |
34 |
Si
prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracia
tendréis? También los pecadores prestan a los pecadores para
recibir de ellos igual favor. |
35 |
Pero
amad a vuestros enemigos, haced bien y prestad sin esperar
nada, y será mucha vuestra recompensa, pues seréis hijos del
Altísimo, porque El es bondadoso para con los ingratos y malos. |
36 |
Sed
misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. |
37 |
No
juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados;
absolved y seréis absueltos. |
38 |
Dad
y se os dará; una medida buena, apretada, colmada, rebosante,
será derramada en vuestro corazón. La medida que con otros
usareis, ésa será usada con vosotros. |
|
|
|
Espíritu
de benevolencia |
|
|
39 |
Les
dijo también una parábola: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego?
¿No caerán ambos en el hoyo? |
40 |
Ningún
discípulo está sobre su maestro; para ser perfecto ha de ser
como su maestro. |
41 |
¿Por
qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la
viga en el tuyo? |
42 |
¿O
cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame quitarte la
paja que tienes en el ojo, cuando tú no ves la viga que hay
en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y
entonces verás de quitar la paja que hay en el de tu hermano. |
43 |
Porque
no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni tampoco árbol malo
que dé fruto bueno, |
44 |
pues
cada árbol se conoce por su fruto; y no se cogen higos de
los espinos, ni de la zarza se vendimian racimos. |
45 |
El
hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas,
y el malo saca cosas malas de su mal tesoro, pues de la abundancia
del corazón habla la lengua. |
46 |
¿Por
qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo? |
|
|
|
Conclusión final |
|
|
47 |
Todo
el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en obra, os
diré a quién es semejante. |
48 |
Es
semejante al hombre que, edificando una casa, cava y profundiza
y cimienta sobre roca; sobreviniendo una inundación, el río
va a chocar contra la casa, pero no puede conmoverla, porque
está bien edificada. |
49 |
El
que oye y no hace, es semej ante al hombre que edifica su
casa sobre tierra, sin cimentar, sobre la cual choca el río,
y luego se cae y viene a ser grande la ruina de aquella casa. |
|
Capítulo
7 |
|
El
centurión de Cafarnaúm |
|
7 |
1 |
Cuando
hubo acabado de pronunciar estos discursos a oídos del pueblo,
entró en Cafarnaúm. |
2 |
Estaba
a punto de morir un siervo de cierto centurión que le era
muy querido. |
3 |
Este,
oyendo hablar de Jesús, envió a El algunos ancianos de los
judíos, rogándole que viniese para salvar a su siervo. |
4 |
Llegados
éstos a Jesús, le rogaban con instancia, diciéndole: Merece
que le hagas esto, |
5 |
porque
ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. |
6 |
Jesús
echó a andar con ellos. Ya no estaba lejos de la casa, cuando
el centurión envió a algunos amigos, que le dijeron: Señor,
no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo. |
7 |
Ni
yo me he creído digno de ir a ti. Pero di sólo una palabra
y mi siervo ses sano. |
8 |
Porque
también yo soy hombre sometido a la autoridad, pero tengo
a la vez soldados bajo mi mando, y digo a éste: Ve, y va;
y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. |
9 |
Oyendo
esto Jesús, se maravilló de él y, vuelto a la multitud que
le seguía, dijo: Yo os digo que fe como ésta no la he hallado
en Israel. |
10 |
Vueltos
a casa los enviados, encontraron sano al siervo. |
|
|
|
La
resurrección en Naín |
|
|
11 |
Aconteció
tiempo después que iba a una ciudad llamada Naín, e iban con
El sus discípulos y una gran muchedumbre. |
12 |
Cuando
se acercaban a las puertas de la ciudad, vieron que llevaban
un muerto, hijo único de su madre, viuda, y una muchedumbre
bastante numerosa de la ciudad la acompañaba. |
13 |
Viéndola
el Señor, se compadeció de ella y le dijo: No llores. |
14 |
Y
acercándose, tocó el féretro; los que lo llevaban se detuvieron,
y El dijo: Joven, a ti te hablo, levántate. |
15 |
Sentóse
el muerto y comenzó a hablar, y El se lo entregó a su madre. |
16 |
Se
apoderó de todos el temor y glorificaban a Dios diciendo:
Un gran profeta se ha levantado entre nosotros y Dios ha visitado
a su pueblo. |
17 |
La
fama de este suceso corrió por toda Judea y por todas las
regiones vecinas. |
|
|
|
El
mensaje del Bautista |
|
|
18 |
Los
discípulos de Juan dieron a éste noticia de todas estas cosas,
y, llamando Juan a dos de ellos, |
19 |
los
envió al Señor para decirle: ¿Eres tú el que viene o esperamos
a otro? |
20 |
Llegados
a El, le dijeron: Juan el Bautista nos envía a ti para preguntarte:
¿Eres tú el que viene o esperamos a otro? |
21 |
En
aquella misma hora curó a muchos de sus enfermedades y males y de los espíritus malignos e
hizo gracia de la vista a muchos ciegos, |
22 |
y,
tomando la palabra, les dijo: Id y comunicad a Juan lo que
habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan,
los pobres son evangelizados; |
23 |
y
bienaventurado es quien no se escandaliza en mí. |
|
|
|
El
panegírico del Bautista |
|
|
24 |
Cuando
se hubieron ido los mensajeros de Juan, comenzó Jesús a decir
a la muchedumbre acerca de él: ¿Qué habéis salido a ver al
desierto? ¿Una caña agitada por el viento? |
25 |
¿Qué
salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con molicie? Los que visten
suntuosamente y viven con regalo están en los palacios de
los reyes. |
26 |
¿Qué
salisteis, pues, a ver? ¿Un profeta? Sí, yo os digo, y más
que profeta. |
27 |
Este
es aquel de quien está escrito: “He aquí que yo envío delante
de tu faz a mi mensajero, que preparará mi camino delante
de ti.” |
28 |
Yo
os digo, no hay entre los nacidos de mujer profeta más grande
que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor
que él. |
|
|
|
Actitud de los publicanos y fariseos ante la misión de Juan |
|
|
29 |
Todo
el pueblo que le escuchó y los publicanos reconocieron la
justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan; |
30 |
pero
los fariseos y doctores de la Ley anularon el consejo divino
respecto de ellos no haciéndose bautizar por él |
31 |
¿A
quién, pues, compararé yo a los hombres de esta generación
y a quién son semejantes? |
32 |
Son
semejantes a los muchachos que, sentados en la plaza, invitan
a los otros, diciendo: Os tocamos la flauta, y no danzasteis;
os cantamos lamentaciones, y no llorasteis. |
33 |
Porque
vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decíais:
Tiene demonio. |
34 |
Vino
el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Es comilón y
bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. |
35 |
Y
la sabiduría ha sido justificada por todos sus hijos. |
|
|
|
La
pecadora arrepentida |
|
|
36 |
Le
invitó un fariseo a comer con él, y, entrando en su casa,
se puso a la mesa. |
37 |
Y
he aquí que llegó una mujer pecadora que había en la ciudad,
la cual, sabiendo que estaba a la mesa del fariseo, con un
pomo de alabastro de ungüento, |
38 |
se
puso detrás de El ,junto a sus pies, llorando, y comenzó a
bañar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con los cabellos
de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento. |
39 |
Viendo
lo cual, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: Si
éste fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que
le toca, porque es una pecadora. |
40 |
Tomando
Jesús la palabra, le dijo: Simón, tengo una cosa que decirte.
El dijo: Maestro, habla. |
41 |
Un
prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos
denarios; el otro, cincuenta. |
42 |
No
teniendo ellos con qué pagar, se lo condonó a ambos. ¿Quién,
pues, le amará más? |
43 |
Respondiendo
Simón, dijo: Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole:
Bien has respondido. |
44 |
Y
vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré
en tu casa, y tú no me diste agua a los pies; mas ella ha
regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus
cabellos. |
45 |
No
me diste el ósculo; pero ella, desde que entré, no ha dejado
de besarme los pies. |
46 |
No
ungiste mi cabeza con óleo, y ésta ha ungido mis pies con
ungüento. |
47 |
Por
lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados,
porque amó mucho. Pero a quien poco se le perdona, poco ama. |
48 |
Y
a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. |
49 |
Comenzaron
los convidados a decir entre sí: ¿Quién es éste para perdonar
los pecados? |
50 |
Y
dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz. |
|
Capítulo
8 |
|
Las
proveedoras de Jesús |
|
|
1 |
Yendo
por ciudades y aldeas, predicaba y evangelizaba el reino de
Dios. Le acompañaban los Doce |
2 |
y
algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos
y de enfermedades. María llamada Magdalena, de la cual habían
salido siete demonios; |
3 |
Juana,
mujer de Cusa, administrador de Herodes, y Susana y otras
varias, que le servían de sus bienes. |
|
|
|
La
parábola del sembrador |
|
|
4 |
Reunida
una gran muchedumbre de los que venían a El de cada ciudad,
dijo en parábola: |
5 |
Salió
un sembrador a sembrar su simiente, y, al sembrar, una parte
cayó junto al camino y fue pisada, y las aves del cielo la
comieron. |
6 |
Otra
cayó sobre la peña, y, nacida, se secó por falta de humedad. |
7 |
Otra
cayó en medio de espinas, y, creciendo con ellas las espinas,
la ahogaron. |
8 |
Otra
cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo. Dicho
esto, clamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. |
|
|
|
Razón
de las parábolas |
|
|
9 |
Preguntábanle
sus discípulos qué significase aquella parábola, |
10 |
y
El contestó: A vosotros ha sido dado conocer los misterios
del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera
que viendo no vean y oyendo no entiendan. |
|
|
|
Explicación
de la parábola del sembrador |
|
|
11 |
He
aquí la parábola: La semilla es la palabra de Dios. |
12 |
Los
que están a lo largo del camino son los que oyen; pero en
seguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra
para que no crean y se salven. |
13 |
Los
que están sobre peña son los que, cuando oyen, reciben con
alegría la palabra, pero no tienen raíces, creen por algún
tiempo, pero al tiempo de la tentación sucumben. |
14 |
Lo
que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan
en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida y no
llegan a madurez. |
15 |
Lo
caído en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazón
generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia. |
|
|
|
El
misterio del reino debe ser conocido |
|
|
16 |
Nadie,
después de haber encendido una lámpara, la cubre con una vasija
ni la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre el
candelabro para que los que entren vean. |
17 |
Pues
nada hay oculto que no haya de descubrirse ni secreto que
no haya de conocerse y salir a la luz. |
18 |
Mirad,
pues, cómo escucháis, porque al que tiene se le dará, y al
que no tiene, aun lo que parece tener se le quitará. |
|
|
|
Los
parientes de Jesús |
|
|
19 |
Vino
su madre con sus hermanos, y no lograron acercarse a El a
causa de la muchedumbre, |
20 |
y
le comunicaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y
desean verte. |
21 |
El
contestó diciéndoles: Mi madre y mis hermanos son éstos, los
que oyen la palabra de Dios y la ponen en obra. |
|
|
|
La
tempestad calmada |
|
|
22 |
Sucedió,
pues, un día que subió con sus discípulos a una barca y les
dijo: Pasemos a la otra orilla del lago. Y se dieron a la
mar |
23 |
Mientras
navegaban, se durmió. Vino sobre el lago una borrasca, y,
a causa de la inundación, estaban en peligro. |
24 |
Llegándose
a El, le despertaron diciendo: Maestro, Maestro, que perecemos.
Despertó El e increpó al viento y al oleaje del agua, que
se aquietaron, haciéndose la calma. |
25 |
Y
les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Llenos de pasmo, se admiraban
y se decían unos a otros: Pero ¿quién es éste, que manda a
los vientos y al agua y le obedecen? |
|
|
|
La
curación del endemoniado y la muerte de la piara |
|
|
26 |
Arribaron
a la región de los gerasenos, frente a Galilea, |
27 |
y,
bajando El a tierra, le salió al encuentro un hombre de la
ciudad poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se
había vestido ni morado en casa, sino en los sepulcros. |
28 |
Cuando
vio a Jesús, gritando se postró ante El y en alta voz dijo:
¿Qué tengo que ver yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?
Te pido que no me atormentes |
29 |
Y era que El ordenaba al espíritu impuro que saliese del hombre.
Muchas veces se apoderaba de él, y le ataban con cadenas y
le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras y era
arrebatado por el demonio a los desiertos. |
30 |
Preguntóle
Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestóél: Legión. Porque habían
entrado en él muchos demonios, |
31 |
y le rogaban que no les mandase volver al abismo. |
32 |
Había allí cerca una piara de puercos bastante numerosa paciendo
en el monte, y le rogaron que les permitiese entrar en ellos.
Se lo permitió, |
33 |
y,
saliendo los demonios del hombre, entraron en los puercos,
y se arrojó la manada por un precipicio abajo hasta el lago
y se ahogó. |
34 |
Viendo
los porquerizos lo sucedido, huyeron y lo anunciaron en la
ciudad y en los campos. |
35 |
Salieron
a ver lo ocurrido, y vieron a Jesús, y encontraron al hombre
de quien habían salido los demonios, sentado, vestido y en
su pleno juicio, a los pies de Jesús, de lo que se quedaron
espantados. |
36 |
Los
que habían visto cómo el endemoniado había sido curado lo
contaban, |
37 |
y
toda la gente del territorio de los gerasenos le rogó que
se retirase de allí, porque estaban dominados de un gran temor.
El, subiendo a la barca, se volvió. |
38 |
El
hombre de quien habían salido los demonios le suplicaba quedarse
con El, pero El le despidió diciendo: |
39 |
Vuélvete
a tu casa y refiere lo que te ha hecho Dios. Y se fue por
toda la ciudad pregonando cuanto le había hecho Jesús. |
|
|
|
La
hija de Jairo y la hemorroísa |
|
|
40 |
Cuando
Jesús estuvo de vuelta, le recibió la muchedumbre, pues todos
estaban esperándole. |
41 |
Llegó
un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo
a los pies de Jesús, le suplicaba que entrase en su casa, |
42 |
porque
tenía una hija única, de unos doce años, que estaba a punto
de morir. Mientras iba, las muchedumbres le ahogaban. |
43 |
Una
mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y
que en médicos había gastado toda su hacienda, sin lograr
ser de ninguno curada, |
44 |
se
acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al instante
cesó el flujo de su sangre. |
45 |
Jesús
dijo: ¿Quién me ha tocado? Como todos negaban, dijo Pedro
y los que le acompañaban: Maestro, las muchedumbres te rodean
y te oprimen. |
46 |
Pero
Jesús dijo: Alguno me ha tocado, porque yo he conocido que
una virtud ha salido de mí. |
47 |
La
mujer, viéndose descubierta, se llegó temblando y, postrándose
ante El, le dijo ante todo el pueblo por qué le había tocado
y cómo al instante había quedado sana. |
48 |
El
le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz. |
49 |
Aún
estaba hablando cuando llegó uno de casa del jefe de la sinagoga
diciendo: Tu hija ha muerto, no molestes ya al Maestro. |
50 |
Pero
Jesús, que lo oyó, le respondió: No temas, cree tan sólo y
será sana. |
51 |
Llegado
a la casa, no permitió que entrasen con él más que Pedro,
Juan y Santiago y el padre y la madre de la niña |
52 |
Todos
lloraban y plañían por ella. Les dijo El: No lloréis, porque
no está muerta; es que duerme. |
53 |
Se
burlaban de El, sabiendo que estaba muerta. |
54 |
El,
tomándola de la mano, le dijo en alta voz: Niña, levántate. |
55 |
Volvió
a ella el espíritu y al instante se levantó, y El mandó que
le diesen de comer. |
56 |
Los
padres se quedaron fuera de sí; pero El les mandó que no contasen
a nadie lo sucedido. |
|
Capítulo
9 |
|
La
Misión de los apóstoles |
|
|
1 |
Habiendo
convocado a los Doce, les dio poder sobre todos los demonios
y de curar enfermedades, |
2 |
y
les envió a predicar el reino de Dios y a hacer curaciones. |
3 |
Y
les dijo: No toméis nada para el camino, ni báculo, ni alforja,
ni pan, ni dinero, ni llevéis dos túnicas. |
4 |
En
cualquier casa en que entréis, quedaos allí, sin dejarla hasta
partir. |
5 |
Cuanto
a los que no quieran recibiros, saliendo de aquella ciudad,
sacudios el polvo de los pies en testimonio contra ellos. |
6 |
Partieron
y recorrieron las aldeas anunciando el Evangelio y curando
en todas partes. |
|
|
|
La
opinión de Herodes sobre Jesús |
|
|
7 |
Tuvo
noticia Herodes el tetrarca de todos estos sucesos, y estaba
vacilante, por cuanto algunos decían que era Juan, que había
resucitado de entre los muertos; |
8 |
otros,
que era Elias, que había aparecido, y otros, que había resucitado
alguno de los antiguos profetas. |
9 |
Dijo
Herodes: A Juan le degollé yo, ¿quién puede ser este de quien
oigo tales cosas? Y deseaba verle. |
|
|
|
Regreso
de los apóstoles y multiplicación de los panes |
|
|
10 |
A
su vuelta, los apóstoles le contaron cuanto habían hecho.
El, tomándolos consigo, se retiró a un lugar apartado cerca
de una ciudad llamada Betsaida. |
11 |
Pero
la muchedumbre se dio cuenta, y fue en pos de El. Habiéndolos
recibido, les hablaba del Reino de Dios y curaba a todos los
necesitados. |
12 |
Empezaba
ya a declinar el día, y acercándosele los Doce, le dijeron:
Despide a la muchedumbre, para que vayan a las aldeas y alquerías
de alrededor, donde se alberguen y encuentren alimentos, porque
aquí estamos en el desierto. |
13 |
El
les contestó: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron:
No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos
a comprar provisiones para todo este pueblo. |
14 |
Porque
eran unos cinco mil hombres. Y dijo a sus discípulos: Macedlos
recostarse por grupos como de cincuenta. |
15 |
Lo
hicieron así, diciéndoles que se recostasen todos, |
16 |
y,
tomando los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al
cielo, los bendijo y se los dio a los discípulos para que
los sirviesen a la muchedumbre. |
17 |
Comieron,
se saciaron todos y se recogieron de las sobras doce cestos
de mendrugos. |
|
|
|
La
confesión de Pedro |
|
|
18 |
Aconteció
que, orando El a solas, estaban con El sus discípulos, a los
cuales preguntó: ¿Quién dicen las muchedumbres que soy yo? |
19 |
Respondiendo
ellos, le dijeron: Juan Bautista; otros, Elias; otros, que
uno de los antiguos profetas ha resucitado. |
20 |
Díjoles
El: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro,
dijo: El Cristo de Dios. |
21 |
El
les prohibió decir esto a nadie, añadiendo: |
22 |
Es
preciso que el Hijo del hombre padezca mucho y que sea rechazado
de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de
los escribas, y sea muerto y resucite al tercer día. |
|
|
|
Necesidad
de seguir a Jesús |
|
|
23 |
Decía
a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. |
24 |
Porque
quien quisiere salvar su vida, la perderá; pero quien quisiere
perder su vida por amor de mí, la salvará. |
25 |
Pues
¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si él se pierde
y se condena? |
26 |
Porque
quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de él se avergonzará
el Hijo del hombre cuando venga en su gloria y en la del Padre
y de los santos ángeles. |
27 |
En
verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no
gustarán la muerte antes que vean el reino de Dios. |
|
|
|
La
Transfiguración |
|
|
28 |
Aconteció
como unos ocho días después de estos discursos que, tomando
a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a un monte a orar. |
29 |
Mientras
oraba, el aspecto de su rostro se transformó, su vestido se
volvió blanco y resplandeciente. |
30 |
Y
he aquí que dos varones hablaban con EL, Moisés y Elias, |
31 |
que
aparecían gloriosos y le hablaban de su muerte, que había
de cumplirse en Jerusalén. |
32 |
Pedro
y sus compañeros estaban cargados de sueño. Al despertar,
vieron su gloria y a los dos varones que con El estaban. |
33 |
Al
desaparecer éstos, dijo Pedro a Jesús: Maestro, qué bueno
es estar aquí; hagamos tres cabañas, una para ti, otra para
Moisés y otra para Elias, sin saber lo que se decía. |
34 |
Mientras
esto decía, apareció una nube que los cubrió y quedaron atemorizados
al entrar en la nube. |
35 |
Salió
de la nube una voz que dijo: Este es mi Hijo elegido, escuchadle. |
36 |
Mientras
sonaba la voz estaba Jesús solo. Ellos callaron, y por aquellos
días no contaron nada de cuanto habían visto. |
|
|
|
Curación
del epiléptico endemoniado |
|
|
37 |
Al
día siguiente, al bajar del monte, vino a su encuentro una
numerosa muchedumbre, |
38 |
y
uno de entre ella gritó, diciendo: Maestro, te ruego que eches
una mirada sobre este mi hijo, porque es mi hijo único, |
39 |
y
el espíritu lo toma lo hace gritar, lo agita, haciéndole echar
espumarajos, y a duras penas se retira de él después de haberlo
molido. |
40 |
He
suplicado a tus discípulos que lo echasen, y no han podido. |
41 |
Jesús,
respondiendo, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!,
¿hasta cuándo tendré que estar con vosotros y aguantaros?
Traédmelo acá. |
42 |
Al
acercarse, el demonio lo echó por tierra y lo agitó fuertemente.
Pero Jesús increpó al espíritu impuro, y curó al niño y se
lo entregó a su padre. |
43 |
Todos
se maravillaron al ver la grandeza de Dios. |
|
|
|
Profecía
de la pasión |
|
|
43 |
Admirándose
todos de cuanto hacía, dijo El a sus discípulos: |
44 |
Estad
atentos a lo que voy a deciros: El Hijo del hombre ha de ser
entregado en poder de los hombres. |
45 |
Pero
ellos no sabían lo que significaban estas palabras, que estaban
para ellos veladas, de manera que no las entendieron, y temían
preguntarle sobre ellas. |
|
|
|
Quién
será el mayor |
|
|
46 |
Les
vino a ellos este pensamiento: quién sería entre ellos el
mayor. |
47 |
Conociendo
Jesús los pensamientos de su corazón, tomó un niño, lo puso
junto a sí, |
48 |
y
les dijo: El que recibiere a este niño en mi nombre, a mí
me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió;
y el menor entre todos vosotros, ése será el más grande. |
|
|
|
La
invocación del nombre de Jesús por los extraños |
|
|
49 |
Tomando
la palabra, Juan dice: Maestro, hemos visto a uno echar los
demonios en tu nombre y se lo hemos estorbado, porque no era
de nuestra compañía. |
50 |
Contestóle
Jesús: No se lo estorbéis, pues el que no está contra vosotros,
está con vosotros. |
TERCERA
PARTE
CAMINO
DE JERUSALEN
Capítulo
9 |
|
La
mala acogida de los samaritanos |
|
|
51 |
Estando
para cumplirse los días de su ascensión, se dirigió resueltamente
a Jerusalén, |
52 |
y
envió mensajeros delante de sí, que en su camino entraron en
una aldea de samaritanos para prepararle albergue. |
53 |
No
fueron recibidos, porque iban a Jerusalén. |
54 |
Viéndolo
los discípulos, Santiago y Juan dijeron: Señor, ¿quieres que
digamos que baje fuego del cielo que los consuma? |
55 |
Volviéndose
Jesús, los reprendió, |
56 |
y
se fueron a otra aldea. |
|
|
Capítulo
10 |
|
Varias
vocaciones |
|
|
57 |
Siguiendo
el camino, vino uno que le dijo: Te seguiré adondequiera que
vayas. |
58 |
Jesús
le respondió: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo
nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. |
59 |
A
otro le dijo: Sigúeme, y respondió: Señor, déjame ir primero
a sepultar a mi padre. |
60 |
El
le contestó: Deja a los muertos sepultar a sus muertos, y tú
vete y anuncia el Reino de Dios. |
61 |
Otro
le dijo: Te seguiré, Señor, pero déjame antes ir a despedirme
de los de mi casa. |
62 |
Jesús
le dijo: Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el
arado, mire atrás, es apto para el Reino de Dios. |
|
|
|
Misión
de los setenta y dos |
|
|
1 |
Después
de esto, designó Jesús a otros setenta y dos y los envió, de
dos en dos, delante de sí, a toda ciudad y lugar adonde El había
de venir, |
2 |
y
les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues,
al amo de la mies mande obreros a su mies. |
3 |
Id,
yo os envío como corderos en medio de lobos. |
4 |
No
llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y a nadie saludéis
por el camino. |
5 |
En
cualquier casa en que entréis, decid primero: La paz sea con
esta casa. |
6 |
Si
hubiere en ella un hijo de la paz, descansará sobre él vuestra
paz; si no, se volverá a vosotros. |
7 |
Permaneced
en esa casa y comed y bebed lo que os sirvieren, porque el obrero
es digno de su salario. No vayáis de casa en casa. |
8 |
En
cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo
que os fuere servido, |
9 |
y
curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El Reino
de Dios está cerca de vosotros. |
10 |
En
cualquier ciudad en que entréis y no os recibieren, salid a
las plazas y decid: |
11 |
Hasta
el polvo que de vuestra ciudad se nos pegó a los pies lo sacudimos,
pero sabed que el Reino de Dios está cerca. |
12 |
Yo
os digo que aquel día Sodoma será tratada con menos rigor que
esa ciudad. |
|
|
|
Ciudades
incrédulas |
|
|
13 |
¡Ay
de ti, Corazeín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón
hubieran sido hechos los milagros que en vosotras se han hecho,
tiempo ha que en saco y sentados en ceniza hubieran hecho penitencia. |
14 |
Pero
Tiro y Sidón serán más toleradas que vosotras en el juicio. |
15 |
Y
tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno
serás abatida. |
16 |
El
que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha,
a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me
envió. |
|
|
|
Vuelta
de los setenta y dos |
|
|
17 |
Volvieron
los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta
los demonios se nos sometían en tu
nombre. |
18 |
Y
El les dijo: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo. |
19 |
Yo
os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y
sobre todo poder enemigo, y nada os dañará. |
20 |
Mas
no os alegréis dé que los espíritus os estén sometidos; alegraos
más bien de que vuestros nombres estén escritos en los cielos. |
|
|
|
Revelación
del Padre a los pequeñuelos |
|
|
21 |
En
aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo
y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las
revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito. |
22 |
Todo
me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino
el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien
el Hijo quisiere revelárselo. |
23 |
Vuelto
a los discípulos, aparte les dijo: Dichosos los ojos que ven
lo que vosotros veis, |
24 |
porque
yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que
vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron. |
|
|
|
El
mayor precepto |
|
|
25 |
Levantóse
un doctor de la Ley para tentarlo y le dijo: Maestro, ¿qué haré
para alcanzar la vida eterna? |
26 |
El
le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? |
27 |
Le
contestó diciendo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente,
y al prójimo como a ti mismo. |
28 |
Y
le dijo: Bien has respondido. Haz esto y vivirás. |
29 |
El,
queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? |
|
|
|
Parábola
del samaritano |
|
|
30 |
Tomando
Jesús la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó
y cayó en poder de ladrones, que le desnudaron, le cargaron
de azotes y se fueron, dejándole medio muerto. |
31 |
Por
casualidad bajó un sacerdote por el mismo camino, y, viéndolo,
pasó de largo. |
32 |
Asimismo
un levita, pasando por aquel sitio, le vio también y pasó adelante. |
33 |
Pero
un samaritano que iba de camino llegó a él, y, viéndole, se
movió a compasión, |
34 |
acercóse,
le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino; le
hizo montar sobre su propia cabalgadura, le condujo al mesón
y cuidó de él. |
35 |
A
la mañana, sacando dos denarios, se los dio al mesonero y dijo:
Cuida de él, y lo que gastares, a la vuelta te lo pagaré. |
36 |
¿Quién
de estos tres te parece haber sido prójimo de aquel que cayó
en poder de ladrones? |
37 |
EL
contestó: El que hizo con él misericordia. Contestóle Jesús:
Vete y haz tú lo mismo. |
|
|
|
Marta
y Maria |
|
|
38 |
Yendo
de camino, entró en una aldea, y una mujer, Marta de nombre,
lo recibió en su casa. |
39 |
Tenía
ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies
del Señor, escuchaba su palabra. |
40 |
Marta
andaba afanada en los muchos cuidados del servicio, y, acercándose,
dijo: Señor, ¿no te preocupa que mi hermana me deje a mí sola
en el servicio? Dile, pues, que me ayude. |
41 |
Respondió
el Señor y le dijo: Marta, Marta, tú te inquietas y te turbas
por muchas cosas; pero pocas son necesarias, o más bien una
sola. |
42 |
María
ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada. |
|
Capítulo
11 |
|
La
oración dominical |
|
|
1 |
Acaeció
que, hallándose El orando en cierto lugar, así que acabó, le dijo
uno de los discípulos: Señor, enséñanos a orar, como también Juan
enseñaba a sus discípulos. |
2 |
El
les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu reino; |
3 |
danos
cada día el pan cotidiano; |
4 |
perdónanos
nuestras deudas, porque también nosotros perdonamos a nuestros
deudores, y no nos pongas en tentación. |
|
|
|
Parábola
del amigo importuno |
|
|
5 |
Y
les dijo: Si alguno de vosotros tuviere un amigo y viene a él
a medianoche y le dijera: Amigo, préstame tres panes, |
6 |
pues
un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo qué darle; |
7 |
y
él, respondiendo de dentro, le dijese: No me molestes; la puerta
está ya cerrada, y mis niños están ya conmigo en la cama, no
puedo levantarme para dártelos. |
8 |
Yo
os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo,
al menos por su desvergüenzase levantará y le dará cuanto necesite. |
9 |
Os
digo, pues: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad,
y se os abrirá; |
10 |
porque
quien pide recibe, y quien busca halla, y al que llama se le
abre. |
11 |
¿Qué
padre entre vosotros, si el hijo le pide un pan, le dará una
piedra? ¿O, si le pide un pez, le dará, en vez del pez, una
serpiente? |
12 |
¿O,
si le pide un huevo le dará un escorpión? |
13 |
Si
vosotros, pues, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo piden? |
|
|
|
Origen
del poder sobre
los demonios |
|
|
14 |
Estaba
expulsando a un demonio mudo, y así que salió el demonio, habló
el mudo. Las muchedumbres se admiraron, |
15 |
pero
algunos de ellos dijeron: Por el poder de Beelzebul, príncipe
de los demonios, expulsa éste los demonios; |
16 |
otros,
para tentarle, le pedían una señal del cielo. |
17 |
Pero
El, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido
contra si mismo será devastado, y caerá casa sobre casa. |
18 |
Si,
pues, Satanás se halla dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá
su reino? Puesto que decís que por poder de Beelzebul expulso
yo a los demonios. |
19 |
Si
yo expulso a los demonios por Beelzebul, vuestros hijos, ¿por
quién los expulsan? Por esto ellos mismos serán vuestros jueces. |
20 |
Pero,
si expulso a los demonios por el dedo de Dios, sin duda que
el reino de Dios ha llegado a vosotros. |
21 |
Cuando
un fuerte bien armado guarda su palacio, seguros están sus bienes; |
22 |
pero
si llega uno más fuerte que él, le vencerá, le quitará las armas
en que confiaba y repartirá sus despojos. |
23 |
El
que no está conmigo, está contra mí, y el que conmigo no recoge,
desparrama. |
24 |
Cuando
un espíritu impuro sale de un hombre, recorre los lugares áridos
buscando reposo, y, no hallándolo, se dice: Volveré a la casa
de donde salí; |
25 |
y
viniendo, la encuentra barrida y aderezada. |
26 |
Entonces
va y toma otros siete espíritus peores que él, y, entrando,
habitan allí, y vienen a ser las postrimerías de aquel hombre
peores que los principios. |
|
|
|
Elogio
de la Madre de Jesús |
|
|
27 |
Mientras
decía estas cosas, levantó la voz una mujer de entre la muchedumbre,
y dijo: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que mamaste. |
28 |
Pero
El dijo: Más bien dichosos los que oyen la palabra de Dios y
la guardan. |
|
|
|
Juicio severo sobre la presente generación |
|
|
29 |
Creciendo
la muchedumbre, comenzó a decir: Esta generación es una generación
mala; pide una señal, y no le será dada otra señal que la de Jonas. |
30 |
Porque
como fue Jonas señal para los ninivitas, así también lo será el
Hijo del hombre para esta generación. |
31 |
La
reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres
de esta generación y los condenará, porque vino desde los confines
de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y hay aquí algo
más que Salomón. |
32 |
Los
ninivitas se levantarán en el juicio contra esta generación y
la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de
Jonás, y hay aquí más que Jonás. |
|
|
|
Luz
de Cristo, luz del alma |
|
|
33 |
Nadie
enciende la lámpara y la pone en un rincón ni bajo el celemín,
sino sobre un candelero, para que los que entren tengan luz. |
34 |
La
lámpara de tu cuerpo es tu ojo; si tu ojo es puro, todo tu cuerpo
estará iluminado; pero, si fuese malo, también tu cuerpo estará
en tinieblas. |
35 |
Cuida,
pues, que tu luz no tenga parte de tinieblas, |
36 |
porque,
si todo tu cuerpo es luminoso, sin parte alguna tenebrosa, todo
él resplandecerá como cuando la lámpara te alumbra con vivo
resplandor. |
|
|
|
Reprensión
de los fariseos y escribas |
|
|
37 |
Mientras
hablaba, le invitó un fariseo a comer con él; y fue y se puso
a la mesa. |
38 |
El
fariseo se maravilló de ver que no se había lavado antes de
comer. |
39 |
El
Señor le dijo: Mira, vosotros los fariseos limpiáis la copa
y el plato por defuera, pero vuestro interior está lleno de
rapiña y maldad. |
40 |
¡Insensatos!
¿Acaso el que ha hecho lo de fuera no ha hecho también lo de
dentro? |
41 |
Sin
embargo, dad limosna según vuestras facultades, y todo será
puro para vosotros. |
42 |
¡Ay
de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, y de
la ruda, y de todas las legumbres, y descuidáis la justicia
y el amor de Dios! Hay que hacer esto sin omitir aquello. |
43 |
¡Ay
de vosotros, fariseos, que amáis los primeros puestos en las
sinagogas y los saludos en las plazas! |
44 |
¡Ay
de vosotros, que sois como sepulturas que no se ven, y que los
hombres pisan sin saberlo! |
45 |
Tomando
la palabra un doctor de la Ley, le dijo: Maestro, hablando así
nos ultrajas también a nosotros. |
46 |
Pero
El le dijo: ¡Ay también de vosotros, doctores de la Ley, que
echáis pesadas cargas sobre los hombres, y vosotros ni con uno
de vuestros dedos las tocáis! |
47 |
¡Ay
de vosotros, que edificáis monumentos a los profetas, a quienes
vuestros padres dieron muerte! |
48 |
¡Vosotros
mismos atestiguáis que consentís en la obra de vuestros padres;
ellos los mataron, pero vosotros edificáis! |
49 |
Por
esto dice la Sabiduría de Dios: Yo les envío profetas y apóstoles,
y ellos los matan y persiguen, |
50 |
para
que sea pedida cuenta de la sangre de todos los profetas derramada
desde el principio del mundo, |
51 |
desde
la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, asesinado entre
el altar y el santuario; sí, os digo que le será pedida cuenta
a esta generación. |
52 |
¡Ay
de vosotros, doctores de la Ley, que os habéis apoderado de
la llave de la ciencia, y ni entráis vosotros ni dejáis entrar! |
53 |
Cuando
salió de allí comenzaron los escribas y fariseos a acosarle
terriblemente y a proponerle muchas cuestiones, |
54 |
armándole
insidias para sorprenderle en algo que saliera de su boca. |
|
|
Capítulo
12 |
|
Advertencias
a los Discípulos |
|
|
1 |
Entre
tanto se fue juntando la muchedumbre por millares, hasta el
punto de pisarse unos a otros, y comenzó El a decir a sus discípulos:
Ante todo guardaos del fermento de los fariseos, que es la hipocresía, |
2 |
pues
nada hay oculto que no haya de descubrirse, y nada escondido
que no llegue a saberse. |
3 |
Por
esto, todo lo que decís en las tinieblas será oído en la luz,
y lo que habláis al oido en vuestros aposentos será pregonado
desde los terrados. |
4 |
A
Vosotros, mis amigos, os digo: No temáis a los que matan el
cuerpo y después de esto no tienen ya más que hacer. |
5 |
Yo
os mostrare a quién habéis de temer; temed al que, después de
haber dado la muerte, tiene poder para echar en la gehenna.
Sí, yo os digo que temáis a ése. |
6 |
¿No
se venden cinco pájaros por dos ases? Y sin embargo, ni uno
de ellos está en olvido ante Dios. |
7 |
Aun
hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados todos. No
temáis; vosotros valéis más que muchos pájaros. |
8 |
Yo
os digo: A quien me confesare delante de los hombres, el Hijo
del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios. |
9 |
El
que me negare delante de los hombres, será negado ante los ángeles
de Dios. |
10 |
A
quien dijere una palabra contra el Hijo del hombre, le será
perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo,
no le será perdonado. |
11 |
Cuando
os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades,
no os preocupéis de cómo o qué habéis de responder o decir, |
12 |
porque
el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que habéis
de decir. |
|
|
|
Ciudado
con la avaricia |
|
|
13 |
Díjole
uno de la muchedumbre: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo
la herencia. |
14 |
El
le respondió: Pero, hombre, ¿quién me ha constituido juez o
partidor entre vosotros? |
15 |
Les
dijo: Mirad de guardaros de toda avaricia, porque, aunque se
tenga mucho, no está la vida en la hacienda. |
16 |
Y
les dijo una parábola: Había un hombre
rico, cuyas tierras le dieron gran cosecha. |
17 |
Comenzó
él a pensar dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, pues no tengo
donde encerrar mi cosecha? |
18 |
Y
dijo: Ya sé lo que voy a hacer: demoleré mis graneros y los
haré más grandes, y almacenaré en ellos todo mi grano y mis
bienes, |
19 |
y
diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes almacenados para
muchos años; descansa, come, regálate. |
20 |
Pero
Dios le dijo: Insensato, esta misma noche te pedirán el alma,
y lo que has acumulado, ¿para quién será? |
21 |
Así
será el que atesora para sí y no es rico ante Dios. |
|
|
|
Confianza
en la Providencia |
|
|
22 |
Dijo
a sus discípulos: Por esto os digo: No os preocupéis de vuestra
vida, por lo que habéis de comer; ni de vuestro cuerpo, por
lo que habéis de vestir, |
23 |
porque
la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. |
24 |
Mirad
a los cuervos, que ni hacen sementera ni cosecha, que no tienen
ni despensa ni granero, y Dios los alimenta: ¿cuánto más valéis
vosotros que un ave? |
25 |
¿Quién
de vosotros, a fuerza de cavilar, puede añadir un codo a su
estatura? |
26 |
Si,
pues, no podéis ni lo menos, ¿por qué preocuparos de lo más? |
27 |
Mirad
los lirios cómo crecen; ni trabajan ni hilan, y yo os digo que
ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. |
28 |
Si
a la hierba, que hoy está en el campo y mañana es arrojada al
horno, así la viste Dios, ¿cuánto más a vosotros, hombres de
poca fe? |
29 |
No
andéis buscando qué comeréis y qué beberéis, y no andéis ansiosos, |
30 |
porque
todas estas cosas las buscan las gentes del mundo, pero vuestro
Padre sabe que tenéis de ellas necesidad. |
31 |
Vosotros
buscad su Reino, y todo eso se os
dará por añadidura. |
32 |
No
temas, rebañito mío, porque vuestro Padre se ha complacido en
daros el reino. |
33 |
Vended
vuestros bienes y dadlos en limosna; haceos bolsas que no se
gastan, un tesoro inagotable en los cielos, adonde ni el ladrón
llega ni la polilla roe; |
34 |
porque
donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. |
|
|
|
Necesidad
de la vigilancia |
|
|
35 |
Tened
ceñidos vuestros lomos y encendidas las lámparas, |
36 |
y
sed como hombres que esperan a su amo de vuelta de las bodas,
para que, al llegar él y llamar, al instante le abran. |
37 |
Dichosos
los siervos aquellos a quienes el amo hallare en vela; en verdad
os digo que se ceñirá, y los sentará a la mesa, y se prestará
a servirlos. |
38 |
Ya
llegue a la segunda vigilia, ya a
la tercera, si los encontrare así, dichosos ellos. |
39 |
Vosotros
sabéis bien que, si el amo de casa conociera a qué hora habría
de venir el ladrón, velaría y no dejaría horadar su casa. |
40 |
Estad,
pues, prontos, porque a la hora que menos penséis vendrá el
Hijo del hombre. |
41 |
Dijo
Pedro: Señor, ¿es a nosotros a quienes dices esta parábola o
a todos? |
42 |
El
Señor contestó: ¿Quién es, pues, el administrador fiel, prudente,
a quien pondrá el amo sobre su servidumbre para distribuirle
la ración de trigo a su tiempo? |
43 |
Dichoso
ese siervo a quien el amo, al llegar, le hallare haciendo así. |
44 |
En
verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. |
45 |
Pero
si ese siervo dijese en su corazón: Mi amo tarda en venir, y
comenzase a golpear a siervos y siervas, a comer, y beber, y
embriagarse, |
46 |
llegará
el amo de ese siervo el día que menos lo espere y a la hora
que no sabe, y le mandará azotar y le pondrá entre los infieles. |
47 |
Ese
siervo que, conociendo la voluntad de su amo, no se preparó
ni hizo conforme a ella, recibirá muchos azotes. |
48 |
El
que, no conociéndola, hace cosas dignas de azotes, recibirá
pocos. A quien mucho se le da, mucho se le reclamará, y a quien
mucho se le ha entregado, mucho se le pedirá. |
|
|
|
Por
Jesús o contra Jesús |
|
|
49 |
Yo
he venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino
que se encienda? |
50 |
Tengo
que recibir un bautismo, ¡y cómo me siento constreñido hasta
que se cumpla! |
51 |
¿Pensáis
que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que no, sino
la disensión. |
52 |
Porque
en adelante estarán en una casa cinco divididos, tres contra
dos y dos contra tres; |
53 |
se
dividirán el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre,
y la madre contra la hija, y la hija contra la madre, la suegra
contra la nuera, y la nuera contra la suegra. |
|
|
|
Las
señales del tiempo |
|
|
54 |
A
la muchedumbre le decía también: Cuando veis levantarse una
nube por el poniente, al instante decís: Va a llover. Y así
es. |
55 |
Cuando
sentís soplar el viento sur, decís: Va a hacer calor. Y así sucede. |
56 |
Hipócritas,
sabéis juzgar del aspecto de la tierra y del cielo; pues ¿cómo
no juzgáis del tiempo presente? |
57 |
¿Por
qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? |
58 |
Cuando
vayas, pues, con tu adversario al magistrado, procura en el
camino desembarazarte de él, no sea que te entregue al juez,
y el juez te ponga en manos del alguacil, y el alguacil te arroje
en la cárcel. |
59 |
Te
digo que no saldrás hasta que hayas pagado el último ochavo. |
|
|
Capítulo
13 |
|
Invitación a la penitencia |
|
|
1 |
Por
aquel tiempo se presentaron algunos, que le contaron lo de los
galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios
que ofrecían, |
2 |
y,
respondiéndoles, dijo: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores
que los otros por haber padecido todo esto? |
3 |
Yo
os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente
pereceréis. |
4 |
Aquellos
dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿creéis
que eran más culpables que todos los hombres que moran en Jerusalén? |
5 |
Os
digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente
pereceréis. |
6 |
Y
dijo esta parábola: Tenía uno plantada una higuera en su viña
y vino en busca del fruto, y no lo halló. |
7 |
Dijo
entonces al viñador: Van ya tres años que vengo en busca del
fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala; ¿por qué ha de
ocupar la tierra en balde? |
8 |
Le
respondió y dijo: Señor, déjala aún por este año que la cave
y la abone, |
9 |
a
ver si da fruto para el año que viene; si no, la cortarás. |
|
|
|
Una curación en sábado |
|
|
10 |
Enseñaba
en una sinagoga un sábado. |
11 |
Había
allí una mujer que tenía un espíritu de enfermedad hacía dieciocho
años, y estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse. |
12 |
Viéndola
Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, estás libre de tu enfermedad. |
13 |
Le
impuso las manos y al instante se enderezó, y glorificaba a
Dios. |
14 |
Interviniendo
el jefe de la sinagoga, lleno de ira porque Jesús había curado
en sábado, decía a la muchedumbre: Hay seis días en los cuales
se puede trabajar; en ésos venid y curad, y no en día de sábado. |
15 |
Respondióle
el Señor y dijo: Hipócritas, ¿cualquiera de vosotros no suelta
del pesebre su buey o su asno en sábado y lo lleva a abrevar? |
16 |
Pues
esta hija de Abraham, a quien Satanás tenía ligada dieciocho
años ha, ¿no debía ser soltada de su atadura en día de sábado? |
17 |
Y
diciendo esto, quedaban confundidos todos sus adversarios, y
toda la muchedumbre se alegraba de las obras prodigiosas que
hacía. |
|
|
|
El
grano de mostaza |
|
|
18 |
Decía,
pues: ¿A qué es semejante el reino de Dios y a qué lo compararé? |
19 |
Es
semej ante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su
huerto, y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo
anidan en sus ramas. |
20 |
De
nuevo dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios? |
21 |
Es
semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas
de harina hasta que fermenta toda. |
|
|
|
La
salud de los gentiles y la reprobación de
Israel |
|
|
22 |
Recorría
ciudades y aldeas, enseñando y siguiendo su camino hacia Jerusalén. |
23 |
Le
dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? El le dijo: |
24 |
Esforzaos
a entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos serán
los que busquen entrar y no podrán; |
25 |
una
vez que el amo de casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis
fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. El
os responderá: No sé de dónde sois. |
26 |
Entonces
comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas. |
27 |
El
dirá: Os repito que no sé de dónde sois. Apartaos de mí todos,
obradores de iniquidad. |
28 |
Allí
habrá llanto y crujir de dientes, cuando viereis a Abraham,
a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios,
mientras vosotros sois arrojados fuera. |
29 |
Vendrán
de Oriente y de Occidente, del Septentrión y del Mediodía, y
se sentarán a la mesa en el reino de Dios, |
30 |
y
los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos. |
|
|
|
La
astucia de Herodes |
|
|
31 |
En
aquella hora se le acercaron algunos fariseos, diciéndole: Sal
y vete de aquí, porque Heredes quiere matarte. |
32 |
El
les dijo: Id y decid a esa raposa: Yo expulso demonios y hago
curaciones hoy, y las haré mañana, y al día tercero habré lleado
a mi término. |
33 |
Pues
he de andar hoy, y mañana, y el día siguiente, porque no conviene
que un profeta perezca fuera de Jerusalén. |
|
|
|
Amenazas
contra Jerusalén |
|
|
34 |
¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te
son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como el
ave a su nidada debajo de las alas, y no quisiste! |
35 |
Se
os deja vuestra casa. Os digo que no me veréis hasta que digáis:
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! |
|
Capítulo
14 |
|
El hidrópico curado en sábado |
|
|
1 |
Habiendo
entrado en casa de uno de los principales fariseos para comer
en día de sábado, le estaban observando. |
2 |
Había
delante de El un hidrópico. |
3 |
Y
tomando Jesús la palabra, habló a los doctores de la Ley y a
los fariseos, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado o no? |
4 |
Ellos
guardaron silencio. Y, asiéndole, le curó y le despidió, |
5 |
y
les dijo: ¿Quién de vosotros, si su hijo o su buey cayere en
un pozo, no le saca al instante en día de sábado? |
6 |
Y
no podían replicar a esto. |
|
|
|
Invitación a la modestia |
|
|
7 |
Decía
a los invitados una parábola, observando cómo escogían para
sí los primeros puestos: |
8 |
Cuando
seas invitado a una boda, no te sientes en el primer puesto,
no sea que venga otro más honrado que tú, invitado por el mismo, |
9 |
y,
llegando el que al uno y al otro os invitó, te diga: Cede a éste
tu puesto, y entonces, con vergüenza, vayas a ocupar el último
lugar. |
10 |
Cuando
seas invitado, ve y siéntate en el postrer lugar, para que, cuando
venga el que te invitó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces
tendrás gran honor en presencia de todos los comensales, |
11 |
porque
el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. |
|
|
|
Sobre
la elección de los invitados |
|
|
12 |
Dijo
también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o
una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez,
te inviten y tengas ya tu recompensa. |
13 |
Cuando
hagas una comida, llama a los pobres, a los tullidos, a los
rengos y a los ciegos, |
14 |
y
tendrás la dicha de que no podrán pagarte, porque obtendrás
la recompensa en la resurrección de los muertos. |
|
|
|
Parábola
de los invitados descorteses |
|
|
15 |
Oyendo
esto, uno de los invitados dijo: Dichoso el que coma pan en
el Reino de Dios. |
16 |
El
le contestó: Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos. |
17 |
A
la hora del banquete envió a su siervo a decir a los invitados:
Venid, que ya está preparado todo. |
18 |
Pero
todos unánimemente comenzaron a excusarse. El primero dijo:
He comprado un campo y tengo que salir a verlo; te ruego que
me des por excusado. |
19 |
Otro
dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y tengo que ir a probarlas;
ruégote que me excuses. |
20 |
Otro
dijo: He tomado mujer y no puedo ir. |
21 |
Vuelto
el siervo, comunicó a su amo estas cosas. Entonces el amo de
la casa, irritado, dijo a su siervo: Sal aprisa a las plazas
y calles de la ciudad, y a los pobres tullidos, ciegos y cojos,
tráelos aquí. |
22 |
El
siervo le dijo: Señor, está hecho lo que mandaste y aún queda
lugar. |
23 |
Y
dijo el amo al siervo: Sal a los caminos y a los cercados, y
obliga a entrar, para que se llene mi casa, |
24 |
porque
os digo que ninguno de aquellos que habían sido invitados gustará
mi cena. |
|
|
|
Necesidad
de la abnegación para tomar la cruz |
|
|
25 |
Se
le juntó numerosa muchedumbre, y, vuelto a ella, les decía: |
26 |
Si
alguno viene a mí y no aborrece a su padre, a su madre, a su
mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y aun a su
propia vida, no puede ser mi discípulo. |
27 |
El
que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. |
28 |
¿Quién
de vosotros, si quiere edificar una torre, no se sienta primero
y calcula los gastos, a ver si tiene para terminarla? |
29 |
No
sea que, echados los cimientos y no pudiendo acabarla, todos
cuantos lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: |
30 |
Este
hombre comenzó a edificar y no pudo acabar. |
31 |
¿O
qué rey, saliendo a su campaña para guerrear con otro rey, no
considera primero y delibera si puede hacer frente con diez
mil al que viene contra él con veinte mil? |
32 |
Si
no, hallándose aún lejos de aquél, le envía una embajada haciéndole
proposiciones de paz. |
33 |
Así,
pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes,
no puede ser mi discípulo. |
34 |
Buena
es la sal; pero, si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se sazonará? |
35 |
Ni
para la tierra es útil, ni aun para el estercolero; la tiran
fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga. |
|
Capítulo
15 |
|
La
censura de los fariseos |
|
|
1 |
Se
acercaban a El todos los publícanos y pecadores para oírle, |
2 |
y
los fariseos y escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los
pecadores y come con ellos. |
|
|
|
La
oveja perdida |
|
|
3 |
Propúsoles
esta parábola, diciendo: |
4 |
¿Quién
habrá entre vosotros que, teniendo cien ovejas y habiendo perdido
una de ellas, no deje las noventa y nueve en el desierto y vaya
en busca de la perdida hasta que la halle? |
5 |
Y
una vez hallada, la pone alegre sobre sus hombros, |
6 |
y
vuelto a casa convoca a los amigos y vecinos, diciéndoles: Alegraos
conmigo, porque he hallado mi oveja perdida. |
7 |
Yo
os digo que en el cielo será mayor la alegría por un pecador
que haga penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan
de penitencia. |
|
|
|
La
dracma perdida |
|
|
8 |
¿O
qué mujer que tenga diez dracmas, si pierde una, no enciende
la luz, barre la casa y busca cuidadosamente
hasta hallarla? |
9 |
Y,
una vez hallada, convoca a las amigas y vecinas, diciendo: Alegraos
conmigo, porque he hallado la dracma, que había perdido. |
10 |
Tal
os digo que será la alegría entre los ángeles de Dios por un
pecador que haga penitencia. |
|
|
|
El
hijo pródigo |
|
|
11 |
Y
añadió: Un hombre tenía dos hijos, |
12 |
y
dijo el más joven de ellos al padre: Padre, dame la parte de
hacienda que me corresponde. Les dividió la hacienda, |
13 |
y,
pasados pocos días, el más joven, reuniéndolo todo, partió a
una lejana tierra, y allí disipó toda su hacienda viviendo disolutamente. |
14 |
Después
de haberlo gastado todo sobrevino una fuerte hambre en aquella
tierra, y comenzó a sentir necesidad. |
15 |
Fue
y se puso a servir a un ciudadano de aquella tierra, que le
mandó a sus campos a apacentar puercos. |
16 |
Deseaba
llenar su estómago de las algarrobas que comían los puercos,
y no le era dado. |
17 |
Volviendo
en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia,
y yo aquí me muero de hambre! |
18 |
Me
levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti. |
19 |
Ya
no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de
tus jornaleros. |
20 |
Y
levantándose, se vino a su padre. Cuando aún estaba lejos, viole
el padre, y, compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello
y le cubrió de besos. |
21 |
Díjole
el hijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no
soy digno de ser llamado hijo tuyo. |
22 |
Pero
el padre dijo a sus criados: Pronto, traed la túnica más rica
y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en
sus pies, |
23 |
y
traed un becerro bien cebado y matadle, y comamos y alegrémonos, |
24 |
porque
este mi hijo, que había muerto, ha vuelto a la vida; se había
perdido, y ha sido hallado. Y se pusieron a celebrar la fiesta. |
25 |
El
hijo mayor se hallaba en el campo, y cuando, de vuelta, se acercaba
a la casa, oyó la música y los coros; |
26 |
y
llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. |
27 |
El
le dijo: Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un
becerro, porque le ha recobrado sano. |
28 |
El
se enojó y no quería entrar; pero su padre salió y le llamó. |
29 |
El
respondió y dijo a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo
sin jamás haber traspasado tus mandatos, y nunca me diste un
cabrito para hacer fiesta con mis amigos; |
30 |
y
al venir este hijo tuyo, que ha consumido su hacienda con meretrices,
le matas un becerro cebado. |
31 |
El
le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todos mis bienes
tuyos son; |
32 |
mas
era preciso hacer fiesta y alegrarse, porque este tu hermano
estaba muerto, y ha vuelto a la vida; se había perdido, y ha
sido hallado. |
|
Capítulo 16 |
|
El
administrador infiel |
|
|
1 |
Decía
a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo,
el cual fue acusado de disiparle la hacienda. |
2 |
Llamóle
y le dijo: ¿Qué es lo que oigo de ti? Da cuenta de tu administración,
porque ya no podrás seguir de mayordomo. |
3 |
Y
se dijo para sí el mayordomo: ¿Qué haré, pues mi amo me quita
la mayordomía? Cavar no puedo, mendigar me da vergüenza. |
4 |
Ya
sé lo que he de hacer para que, cuando me destituya de la mayordomía,
me reciban en sus casas. |
5 |
Llamando
a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto
debes a mi amo? |
6 |
El
dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu caución, siéntate
al instante y escribe cincuenta. |
7 |
Luego
dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? El dijo: Cien coros de trigo.
Díjole: Toma tu caución y escribe ochenta. |
8 |
El
amo alabó al mayordomo infiel por haber obrado sagazmente, pues
los hijos de este siglo son más avisados entre sus congéneres
que los hijos de la luz. |
9 |
Y
yo os digo: Con las riquezas injustas haceos amigos, para que,
cuando éstas falten, os reciban en los eternos tabernáculos. |
10 |
El
que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho: y el que
en lo poco es infiel, también es infiel en lo mucho. |
11 |
Si
vosotros, pues, no sois fieles en las riquezas injustas, ¿quién
os confiará las riquezas verdaderas? |
12 |
Y
si en lo ajeno no sois fieles, ¿quién os dará lo vuestro? |
13 |
Ningún
criado puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno
y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas. |
|
|
|
Reprensión
a los fariseos |
|
|
14 |
Oían
estas cosas los fariseos, que son avaros, y se mofaban de El. |
15 |
Y
les dijo: Vosotros pretendéis pasar por justos ante los hombres,
pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es para los
hombres estimable, es abominable ante Dios. |
16 |
La
Ley y los Profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia
el Reino de Dios, y cada cual ha de esforzarse para entrar en
él. |
17 |
Pero
es más fácil que pasen el cielo y la tierra que el faltar un
solo ápice de la Ley. |
18 |
Todo
el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera, y el
que se casa con la repudiada por el marido, comete adulterio. |
|
|
|
El
rico Epulón y el pobre Lázaro |
|
|
19 |
Había
un hombre rico que vestía de púrpura y lino y celebraba cada
día espléndidos banquetes. |
20 |
Un
pobre, de nombre Lázaro, estaba echado en su portal, cubierto
de úlceras, |
21 |
y
deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico; hasta los
perros venían a lamerle las úlceras. |
22 |
Sucedió,
pues, que murió el pobre, y fue llevado por los ángeles al Seno
de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. |
23 |
En
el infierno, en medio de los tormentos, levantó sus ojos y vio
a Abraham desde lejos y a Lázaro en su seno. |
24 |
Y,
gritando, dijo: Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro
para que, con la punta del dedo mojada en agua, refresque mi
lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. |
25 |
Dijo
Abraham: Hijo, acuérdate de que recibiste ya tus bienes en vida
y Lázaro recibió males, y ahora él es aquí consolado y tú eres
atormentado. |
26 |
Además,
entre nosotros y vosotros hay un gran abismo, de manera que
los que quieran atravesar de aquí a vosotros, no pueden, ni
tampoco pasar de ahí a nosotros. |
27 |
Y
dijo: Te ruego, padre, que siquiera le envíes a casa de mi padre, |
28 |
porque
tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no
vengan también ellos a este lugar de tormento. |
29 |
Y
dijo Abraham: Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen. |
30 |
El
dijo: No, padre Abraham; pero, si alguno de los muertos fuese
a ellos, harían penitencia. |
31 |
Y
les dijo: Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se dejarán
persuadir si un muerto resucita. |
|
Capítulo
17 |
|
El
escándalo |
|
|
1 |
Dijo
a sus discípulos: Es inevitable que haya escándalos; sin embargo,
¡ay de aquel por quien vengan! |
2 |
Mejor
le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen
al mar antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Mirad
por vosotros. |
|
|
|
El
perdón del prójimo |
|
|
3 |
Si
peca tu hermano contra ti, corrígele, y si se arrepiente, perdónale. |
4 |
Si
siete veces peca al día contra ti y siete veces se vuelve a
ti diciéndote: Me arrepiento, le perdonarás. |
|
|
|
El
poder de la
Fe |
|
|
5 |
Dijeron
los apóstoles al Señor: Acrecienta nuestra fe. |
6 |
Dijo
el Señor: Si tuvierais fe tanta como un grano de mostaza, diríais
a este sicómoro: Desarraígate y trasplántate en el mar, y él
os obedecería. |
|
|
|
Siervos
inútiles ante el Señor |
|
|
7 |
¿Quién
de vosotros, teniendo un siervo arando o apacentando el ganado,
al volver él del campo le dice: Pasa en seguida y siéntate a
la mesa, |
8 |
y
no le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete para servirme
hasta que yo coma y beba, y luego comerás y beberás tú? |
9 |
¿Deberá
gratitud al siervo, porque hizo lo que se le había ordenado? |
10 |
Así
también vosotros, cuando hiciereis estas cosas que os están
mandadas, decid: Somos siervos inútiles; lo que teníamos que
hacer, eso hicimos. |
|
|
|
Los
diez leprosos |
|
|
11 |
Yendo
hacia Jerusalén, atravesaba por entre Samaria y Galilea, |
12 |
y,
entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez leprosos,
que a lo lejos se pararon, |
13 |
y,
levantando la voz, decían: Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. |
14 |
Viéndolos,
les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. En el camino quedaron
limpios. |
15 |
Uno
de ellos, viéndose curado, volvió glorificando a Dios a grandes
voces, |
16 |
y
cayendo a sus pies, rostro en tierra, le daba las gracias. Era
un samaritano. |
17 |
Tomando
Jesús la palabra, dijo: ¿No han sido diez los curados? Y los
nueve, ¿dónde están? |
18 |
¿No
ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? |
19 |
Y
le dijo: Levántate y vete, tu fe te ha salvado. |
|
|
|
La
venida del reino de Dios |
|
|
20 |
Preguntado
por los fariseos acerca de cuándo llegaría el reino de Dios,
respondiéndoles, dijo: No viene el reino de Dios ostensiblemente. |
21 |
Ni
podrá decirse: Helo aquí o allí, porque el reino de Dios está
dentro de vosotros. |
22 |
Dijo
a los discípulos: Llegará tiempo en que desearéis ver un solo
día del Hijo del hombre, y no lo veréis. |
23 |
Os
dirán: Helo allí o helo aquí. No vayáis ni le sigáis. |
24 |
Porque
así como un rayo relampaguea y fulgura desde un extremo al otro
del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. |
25 |
Pero
antes ha de padecer mucho y ser reprobado por esta generación. |
26 |
Como
sucedió en los días de Noé, así será en los días del Hijo del
hombre. |
27 |
Comían
y bebían, tomaban mujer los hombres, y las mujeres marido, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el
diluvio y los hizo perecer a todos. |
28 |
Lo
mismo en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían,
plantaban y edificaban; |
29 |
pero,
en cuanto Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre,
que los hizo perecer a todos. |
30 |
Así
será el día en que el Hijo del hombre se revele. |
31 |
Aquel
día, el que esté en el terrado y tenga en casa sus enseres,
no baje a cogerlos; e igualmente el que esté en el campo, no
vuelva atrás. |
32 |
Acordaos
de la mujer de Lot. |
33 |
El
que busque guardar su vida, la perderá, y el que la perdiere,
la conservará. |
34 |
Dígoos
que en aquella noche estarán dos en una misma cama, uno será
tomado y otro dejado. |
35 |
Estarán
dos moliendo juntas, una será tomada y otra será dejada. |
36 |
Y
tomando la palabra, le dijeron: ¿Dónde será, Señor? |
37 |
Les
dijo: Donde esté el cuerpo, allí se juntarán los buitres. |
|
Capítulo
18 |
|
Parábola
del juez inicuo |
|
|
1 |
Les
dijo una parábola para mostrar que es preciso orar en todo tiempo
y no desfallecer, |
2 |
diciendo:
Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba
a los hombres. |
3 |
Había
asimismo en aquella ciudad una viuda que vino a él diciendo:
Hazme justicia contra mi adversario. |
4 |
Por
mucho tiempo no le hizo caso; pero luego se dijo para sí: Aunque,
a la verdad, yo no tengo temor de Dios ni respeto a los hombres, |
5 |
mas,
porque esta viuda me está cargando, le haré justicia, para que
no acabe por molerme. |
6 |
Dijo
el Señor: Oíd lo que dice este juez inicuo. |
7 |
¿Y
Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a El día y
noche, aun cuando los haga esperar? |
8 |
Os
digo que hará justicia prontamente. Pero, cuando venga el Hijo
del hombre, ¿encontrará fe en la tierra? |
|
|
|
El
fariseo y el publicano |
|
|
9 |
Dijo
también esta parábola a algunos que confiaban mucho en sí mismos,
teniéndose por justos, y despreciaban a los demás. |
10 |
Dos
hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo, el otro publicano. |
11 |
El
fariseo, en pie, oraba para sí de esta manera: ¡Oh Dios!, te
doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, adúlteros,
injustos, ni como este publicano. |
12 |
Ayuno
dos veces en la semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo. |
13 |
El
publicano se quedó allá lejos y ni se atrevía a levantar los
ojos al cielo, y hería su pecho diciendo: ¡Oh Dios, sé propicio
a mí, pecador! |
14 |
Os
digo que bajó éste justificado a su casa, y no aquél. Porque
el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. |
|
|
|
Los
niños vienen a Jesús |
|
|
15 |
También
le presentaban niños para que los tocase; viendo lo cual, los
discípulos los reprendían. |
16 |
Jesús
los llamó a sí, diciendo: Dejad que los niños vengan a mí, y
no se lo prohibáis, que de ellos es el reino de Dios. |
17 |
En
verdad os digo, quien no reciba el reino de Dios como un niño,
no entrará en él. |
|
|
|
La
abnegación y renuncia de todo |
|
|
18 |
Cierto
personaje le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para
alcanzar la vida eterna? |
19 |
Jesús
le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino
sólo Dios. |
20 |
Ya
sabes los preceptos: No adulterarás, no matarás, no robarás,
no levantarás falsos testimonios, honra a tu padre y a tu madre. |
21 |
Díjole
él: Todos esos preceptos los he guardado desde la juventud. |
22 |
Oyendo
esto Jesús, le dijo: Aún te queda una cosa: Vende cuanto tienes
y repártelo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo, y
luego sígueme. |
23 |
El,
oyendo esto, se entristeció, porque era muy rico. |
24 |
Viéndolo
Jesús, dijo: ¡Qué difícilmente entran en el reino de Dios los
que tienen riquezas! |
25 |
Porque
más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja, que
el que un rico entre en el reino de Dios. |
26 |
Dijeron
los que le oían: Entonces, ¿quién puede salvarse? |
27 |
El
respondió: Lo que es imposible a los hombres, es posible para
Dios. |
|
|
|
El
premio de los apóstoles |
|
|
28 |
Díjole
Pedro: Pues nosotros, dejando todo lo que teníamos, te hemos
seguido. |
29 |
El les dijo: En verdad os digo que ninguno
que haya dejado casa, mujer, hermanos, padre o hijos por amor
a Dios, |
30 |
dejará
de recibir mucho más en este siglo, y la vida eterna en el venidero. |
|
|
|
Nuevo vaticinio de la pasión |
|
|
31 |
Tomando
aparte a los Doce, les dijo: Mirad, subimos a Jerusalén y se
cumplirán todas las cosas escritas por los profetas del Hijo
del hombre, que |
32 |
será
entregado a los gentiles, y escarnecido, e insultado, y escupido, |
33 |
y
después de haberle azotado, le quitarán la vida, y al tercer
día resucitará. |
34 |
Pero
ellos no entendían nada de esto; eran cosas ininteligibles para
ellos, no entendían lo que les decía. |
|
|
|
El
ciego de Jericó |
|
|
35 |
Acercándose a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino
pidiendo limosna. |
36 |
Oyendo
a la muchedumbre que pasaba, preguntó qué era aquello. |
37 |
contestaron
que era Jesús Nazareno que pasaba. |
38 |
El
se puso a gritar, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí. |
39 |
Los
que iban en cabeza le reprendían para que callase, pero él gritaba
cada vez más fuerte: Hijo de David, ten piedad de mí. |
40 |
Deteniéndose
Jesús, mandó que se lo llevasen, y cuando se le hubo acercado,
le preguntó: |
41 |
¿Qué
quieres que te haga? Dijo él: Señor, que vea. |
42 |
Jesús
le dijo: Ve, tu fe te ha salvado, |
43 |
y
al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios.
Todo el pueblo que esto vio, daba gloria a Dios. |
|
Capítulo
19 |
|
Zaqueo |
|
|
1 |
Entrando,
atravesó Jericó. |
2 |
Había
allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico. |
3 |
Hacía
por ver a Jesús, pero a causa de la muchedumbre no podía, porque
era de poca estatura. |
4 |
Corriendo
adelante, se subió a un sicómoro para verle, pues había de pasar
por allí. |
5 |
Cuando
llegó a aquel sitio, levantó los ojos Jesús y le dijo: Zaqueo,
baja pronto, porque hoy me hospedaré en tu casa. |
6 |
El
bajó a toda prisa y le recibió con
alegría. |
7 |
Viéndolo,
todos murmuraban de que hubiera entrado a alojarse en casa de
un pecador. |
8 |
Zaqueo,
en pie, dijo al Señor: Señor, doy la mitad de mis bienes a los
pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el
cuádruplo. |
9 |
Díjole
Jesús: Hoy ha venido la salud a tu casa, por cuanto éste es
también hijo de Abraham; |
10 |
pues
el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido. |
|
|
|
Parábola
de las minas |
|
|
11 |
Oyendo
ellos esto, añadió Jesús una parábola, por cuanto estaba próximo
a Jerusalén, y les parecía que el reino de Dios iba a manifestarse
luego. |
12 |
Dijo,
pues: Un hombre noble partió para una región lejana para recibir
la dignidad real y volverse; |
13 |
y
llamando a diez siervos suyos, les entregó diez minas y les
dijo: Negociad mientras vuelvo. |
14 |
Sus
conciudadanos le aborrecían, y enviaron detrás de él una legación,
diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. |
15 |
Sucedió
que, al volver él, después de haber recibido el reino, hizo
llamar a aquellos siervos a quienes había entregado el dinero,
para saber cómo habían negociado. |
16 |
Se
presentó el primero, diciendo: Señor, tu mina ha producido diez
minas. |
17 |
Díjole:
Muy bien, siervo bueno; puesto que has sido fiel en lo poco,
recibirás el gobierno de diez ciudades. |
18 |
Vino
el segundo, que dijo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. |
19 |
Díjole
también a éste: Y tú recibe el gobierno de cinco ciudades. |
20 |
Llega
el otro diciendo: Señor, ahí tienes tu mina, que tuve guardada
en un pañuelo, |
21 |
pues
tenía miedo de ti, que eres hombre severo, que quieres recoger
lo que no pusiste y segar donde no sembraste. |
22 |
Díjole:
Sabías que yo soy hombre severo, que tomo donde no deposité
y siego donde no sembré, |
23 |
¿por
qué, pues, no diste mi dinero al banquero, y yo, al volver,
lo hubiera recibido con los intereses? |
24 |
Y
dijo a los presentes: Quitadle a éste la mina y dádsela al que
tiene diez. |
25 |
Le
dijeron: Señor, ya tiene diez minas. |
26 |
Díjoles:
Os digo que a todo el que tiene se le dará, y al que no tiene,
aun lo que tiene le será quitado. |
27 |
Cuanto
a esos mis enemigos que no quisieron que yo reinase sobre ellos,
traedlos acá y, delante de mí, degolladlos; |
28 |
Y
diciendo esto, siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén. |
CUARTA
PARTE
MINISTERIO DE JESÚS EN JERUSALÉN
Capítulo
19 (cont.) |
|
Entrada triunfal en Jerusalén
|
|
19 |
29 |
Al
acercarse a Betfagé y Betania, en el monte llamado de los
Olivos, envió a dos de sus discípulos, |
30 |
diciéndoles:
Id a la aldea de enfrente, y, entrando en ella, hallaréis
un pollino atado, que todavía no ha sido montado por nadie;
desatadlo y traedlo. |
31 |
Y
si alguno os dijere: ¿Por qué lo soltáis? diréis así: El Señor
tiene de él necesidad. |
32 |
Fueron
los enviados y lo hallaron así como les había dicho. |
33 |
Desatando
ellos el pollino, les dijeron sus amos: ¿Por qué desatáis
el pollino? |
34 |
Les
respondieron: El Señor tiene necesidad de él. |
35 |
Lo
llevaron a Jesús, y, echando sus mantos sobre el pollino,
montaron a Jesús. |
36 |
Según
El iba, extendían sus vestidos en el camino. |
37 |
Cuando
ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, comenzó
la muchedumbre de los discípulos a alabar alegres a Dios a
grandes voces por todos los milagros que habían visto, |
38 |
diciendo:
¡Bendito el que viene, el Rey, en nombre del Señor! ¡Paz en
el cielo y gloria en las alturas! |
39 |
Algunos
fariseos de entre la muchedumbre le dijeron: Maestro, reprende
a tus discípulos. |
40 |
El
contestó y dijo: Os digo que, si ellos callasen, gritarían
las piedras. |
|
|
|
El
llanto sobre Jerusalén |
|
|
41 |
Así
que estuvo cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: |
42 |
¡Si
al menos en este día conocieras lo que hace a la paz tuya!
Pero ahora está oculto a tus ojos. |
43 |
Porque
días vendrán sobre ti, y te rodearán de trincheras tus enemigos,
y te cercarán, y te estrecharán por todas partes, |
44 |
y
te abatirán al suelo a ti y a los hijos que tienes dentro,
y no dejarán en ti piedra sobre piedra por no haber conocido
el tiempo de tu visitación. |
|
|
|
Expulsión
de los vendedores |
|
|
45 |
Entrando
en el templo, comenzó a echar a los vendedores, |
46 |
diciéndoles:
Escrito está: Y será mi casa casa de oración; perovosotros
la habéis convertido en cueva de ladrones. |
47 |
Enseñaba
cada día en el templo; pero los príncipes de los sacerdotes
y los escribas, así como los primates del pueblo, buscaban
prenderle, |
48 |
y
no sabían qué hacer, porque el pueblo todo estaba pendiente
de El escuchándole. |
|
|
Capítulo
20 |
|
Origen
de los poderes de Jesús |
|
|
1 |
Aconteció
uno de aquellos días que, enseñando El al pueblo en el templo
y evangelizándolo, se presentaron los príncipes de los sacerdotes
y los escribas con los ancianos, |
2 |
y
le dirigieron la palabra, diciendo: Dinos con qué poder haces
estas cosas o quién te ha dado ese poder. |
3 |
Tomando
la palabra, les dijo: También quiero yohaceros una pregunta;
decidme, pues: |
4 |
El
bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres? |
5 |
Ellos
comenzaron a cavilar entre sí, diciéndose: Si decimos: Del
cielo, dirá: ¿Por qué no habéis creído en él? |
6 |
Si
decimos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará, porque
está persuadido de que Juan era un profeta. |
7 |
Así,
respondieron que no sabían de dónde procedía. |
8 |
Jesús
les dijo: Pues tampoco os digo yo con qué poder hago estas
cosas. |
|
|
|
Parábola
de los viñadores |
|
|
9 |
Y
comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó
una viña y la arrendó a unos viñadores y se partió de viaje
para largo tiempo. |
10 |
Al
tiempo oportuno envió un siervo a los viñadores para que le
diesen de los frutos de la viña; pero los viñadores le azotaron
y le despidieron con las manos vacías. |
11 |
Volvió
a enviarles otro siervo, y a éste también le azotaron, le
ultrajaron y le despacharon de vacío. |
12 |
Aún
les envió un tercero. Y también a éste le echaron fuera después
de haberle herido. |
13 |
Dijo
entonces el amo de la viña: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado;
a lo menos a éste le respetarán. |
14 |
Pero,
en viéndole los viñadores, se hablaron unos a otros, diciendo:
Este es el heredero; matémosle y será nuestra la heredad. |
15 |
Y,
arrojándole fuera de la viña, le mataron. ¿Qué hará, pues,
con ellos el amo de la viña? |
16 |
Vendrá
y hará perecer a esos viñadores y dará la viña a otros. Oyendo
lo cual, dijeron: No ocurra tal. |
I7 |
El,
fijando en ellos su mirada, les dijo: Pues ¿qué significa
aquello que está escrito: La piedra que reprobaron los edificadores,
ésa ha venido a ser cabecera de esquina? |
18 |
Todo
el que cayere contra esa piedra se quebrantará, y aquel sobre
quien ella cayere quedará aplastado. |
|
|
|
El
tributo al Cesar |
|
|
19 |
Los
escribas y príncipes de los sacerdotes quisieron echarle mano
en aquella hora, porque conocieron que a ellos iba dirigida
aquella parábola; pero temieron al pueblo. |
20 |
Quedándose
al acecho, enviaron espías, que se presentaron como hombres
justos, para sorprenderle en su doctrina, de manera que pudieran
entregarle a la autoridad y poder del gobernador. |
21 |
Le
preguntaron diciendo: Maestro, sabemos que hablas y enseñas
con rectitud y no tienes miramientos, sino que enseñas según
la verdad los caminos de Dios. |
22 |
¿Nos
es lícito a nosotros pagar tributo al César? |
23 |
Viendo
El su malicia, les dijo: |
24 |
Mostradme
un denario. ¿De quién es la efigie y la inscripción que tiene?
Dijeron: Del César. |
25 |
Y
El les respondió: Pues dad al César lo que es del César y
a Dios lo que es de Dios. |
26 |
No
pudiendo sorprenderle en sus palabras delante del pueblo,
y maravillados de su respuesta, callaron. |
|
|
|
La
resurrección de los muertos |
|
|
27 |
Se
acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y
le preguntaron, |
28 |
diciendo:
Maestro, Moisés nos ha prescrito que, si el hermano de uno
viniere a morir con mujer, pero sin hijos, su hermano tome
la mujer para dar descendencia a su hermano. |
29 |
Pues
había siete hermanos, y el primero tomó mujer y murió sin
dejar hijos. |
30 |
También
el segundo |
3l |
y
el tercero tomaron la mujer, e igualmente los siete, y no
dejaron hijos y murieron. |
32 |
Por
fin, murió también la mujer. |
33 |
En
la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los
siete la tuvieron por mujer. |
34 |
Díjoles
Jesús: Los hijos de este siglo toman mujeres y maridos. |
35 |
Pero
los juzgados dignos de tener parte en aquel siglo y en la
resurrección de los muertos, ni tomarán mujeres ni maridos, |
36 |
porque
ya no pueden morir y son semejantes a los ángeles e hijos
de Dios, siendo hijos de la resurrección. |
37 |
Pues
que han de resucitar los muertos, el mismo Moisés lo da a
entender en el pasaje de la zarza, cuando dice: El Señor,
Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. |
38 |
Dios
no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para El todos
viven. |
39 |
Tomaron
entonces la palabra algunos escribas y dijeron: Maestro, muy
bien has dicho. |
40 |
Porque
ya no se atrevían a proponerle ninguna cuestión. |
|
|
|
El
origen del Mesías |
|
|
41 |
Entonces
les dijo El: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David? |
42 |
Pues
el mismo David dice en el libro de los Salmos: “Dijo el Señor
a mi Señor: Siéntate a mi diestra |
43 |
hasta
que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.” |
44 |
Pues
si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo? |
45 |
Oyéndole
todo el pueblo, dijo a sus discípulos: |
46 |
Guardaos
de los escribas, que gustan de ir vestidos de largas túnicas,
y buscan los saludos en las plazas, y los primeros asientos
en las sinagogas, |
47 |
mientras
devoran las casas de las viudas y hacen ostentación de largas
oraciones. Estos tendrán un juicio más severo. |
|
Capítulo
21 |
|
El
óbolo de la viuda |
|
|
1 |
Levantando
la vista, vio ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio, |
2 |
y
vio también a una viuda pobre que echaba dos ochavos, |
3 |
y
dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado más
que todos los otros, |
4 |
porque los demás echaron para las ofrendas de Dios de lo que
les sobraba, mientras que ésta echó de su indigencia todo
lo que tenía para el sustento. |
|
|
|
La
hermosura del templo |
|
|
5 |
Hablándole
algunos del templo, que estaba edificado con hermosas piedras
y adornado de exvotos, dijo: |
6 |
De
todo esto que veis, vendrán días en que no quedará piedra sobre
piedra que no sea demolida. |
7 |
Le
preguntaron diciendo: Maestro, ¿y cuándo sucederá y cuál es
la señal de que estas cosas estén a punto de suceder? |
|
|
|
Tiempos de angustia |
|
|
8 |
El
les dijo: Mirad que no os dejéis engañar, porque muchos vendrán
en mi nombre diciendo: “Soy yo” y “El tiempo está cerca.”
No los sigáis. |
9 |
Cuando
oyereis hablar de guerras y revueltas, no os aterréis; porque
es preciso que sucedan estas cosas primero, pero no vendrá
luego el fin. |
10 |
Entonces
les decía: Se levantará nación contra nación y reino contra
reino, |
11 |
habrá
grandes terremotos, y en diversos lugares, hambres, pestes,
espantos y grandes señales del cielo. |
|
|
|
Persecución
de los discípulos |
|
|
12 |
Pero
antes de todas estas cosas pondrán sobre vosotros las manos
y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y metiéndoos
en prisión, conduciéndoos ante los reyes y gobernadores por
amor de mi nombre. |
13 |
Será
para vosotros ocasión de dar testimonio. |
14 |
Haced
propósito de no preocuparos de vuestra defensa, |
15 |
porque
yo os daré un lenguaje y una sabiduría a la que no podrán
resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. |
16 |
Seréis
entregados aun por los padres, por los hermanos, por los parientes
y por los amigos, y harán morir a muchos de vosotros, |
17 |
y
seréis aborrecidos de todos a causa de mi nombre. |
18 |
Pero
no se perderá un solo cabello de vuestra cabeza. |
19 |
Por
vuestra paciencia compraréis la salvación de vuestras almas. |
|
|
|
La
ruina de Jerusalén |
|
|
20 |
Cuando
viereis a Jerusalén cercada por los ejércitos, entended que
se aproxima su desolación. |
21 |
Entonces
los que estén en Judea huyan a los montes; los que estén en
medio de la ciudad, retírense; quienes en los campos, no entren
en ella, |
22 |
porque
días de venganza serán ésos, para que se cumpla todo lo que
está escrito. |
23 |
23
¡Ay entonces de las encintas y de las que estén criando en
aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre la tierra
y gran cólera contra este pueblo. |
24 |
Caerán
al filo de la espada y serán llevados cautivos entre todas
las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles hasta
que se cumplan los tiempos de las naciones. |
|
|
|
La
venida del Hijo del hombre |
|
|
25 |
Habrá
señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre
la tierra perturbación de las naciones, aterradas por los
bramidos del mar y la agitación de las olas, |
26 |
exhalando
los hombres sus almas por el terror y el ansia de lo que viene
sobre la tierra, pues los poderes celestes se conmoverán. |
27 |
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder
y majestad grandes. |
|
|
|
Señales
de la proximidad del reino de Dios |
|
|
28 |
Cuando
estas cosas comenzaren a suceder, cobrad ánimo y levantad
vuestras cabezas, porque se acerca vuestra redención. |
29 |
Y
les dijo una parábola: Ved la higuera y todos los árboles; |
30 |
cuando
echan ya brotes, viéndolos, conocéis por ellos que se acerca
el verano. |
31 |
Así
también vosotros, cuando veáis estas cosas, conoced que está
cerca el reino de Dios. |
32 |
En verdad os digo que no pasará esta generación antes que
todo suceda. |
33 |
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. |
|
|
|
La vigilancia |
|
|
34 |
Estad
atentos, no sea que se emboten vuestros corazones por la crápula,
la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y de repente
venga sobre vosotros aquel día |
35 |
como
un lazo; porque vendrá sobre todos los moradores de la tierra. |
36 |
Velad,
pues, en todo tiempo y orad para que podáis evitar todo esto
que ha de venir y comparecer ante el Hijo del hombre. |
37 |
Enseñaba
durante el día en el templo, y por la noche salía para pasarla
en el monte llamado de los Olivos. |
38 |
Todo
el pueblo madrugaba para escucharle en el templo. |
QUINTA
PARTE
PASION Y RESURRECCION
DEL SALVADOR
Capítulo
22 |
|
La
conspiración contra Jesús |
|
22 |
1 |
Estaba
cerca la fiesta de los Ácimos, que se llama la Pascua. |
2 |
Los
príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo quitarle
de en medio, porque temían al pueblo. |
3 |
Entró
Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los
doce, |
4 |
y
fue a tratar con los príncipes de los sacerdotes y los oficiales
sobre la manera de entregárselo. |
5 |
Ellos
se alegraron, y convinieron con él en darle dinero. |
6 |
Puestos
de acuerdo, buscaba ocasión para entregárselo sin ruido. |
|
|
|
La
preparación de la última cena |
|
|
7 |
Llegó,
pues, el día de los Ácimos, en que habían de sacrificar la Pascua, |
8 |
y
envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparadnos la Pascua
para que la comanos. |
9 |
Ellos
le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? |
10 |
Díjoles
El: En entrando en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre
con un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre, |
11 |
y
decid al amo de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está la
sala en que he de comer la Pascua con mis discípulos? |
12 |
El
os mostrará una sala grande, aderezada; preparadla allí. |
13 |
E idos, encontraron al que les había dicho, y prepararon la
Pascua. |
|
|
|
Institución
de la Eucaristía |
|
|
14 |
Cuando
llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con El. |
15 |
Y
díjoles: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros
antes de padecer, |
16 |
porque
os digo que no la comeré más hasta que sea cumplida en el reino
de Dios. |
17 |
Tomando
el cáliz, dio gracias y dijo: Tomadlo y distribuidlo entre vosotros; |
18 |
porque
os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid hasta
que llegue el reino de Dios. |
19 |
Tomando
el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Este es
mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria
mía. |
20 |
Asimismo
el cáliz, después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es la
Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. |
21 |
Mirad,
la mano del que me entrega está conmigo a la mesa. |
22 |
Porque
el Hijo del hombre va su camino, según está decretado, pero
¡ay de aquel por quien será entregado! |
23 |
Ellos comenzaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos
sería el que había de hacer esto. |
|
|
|
Cuestión
de la primacía |
|
|
24 |
Se
suscitó entre ellos una contienda sobre quién de ellos había
de ser tenido por mayor. |
25 |
El
les dijo: Los reyes de las naciones imperan sobre ellas, y los
que ejercen autoridad sobre las mismas son llamados bienhechores; |
26 |
pero
no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros será como
el menor, y el que manda, como el que sirve. |
27 |
Porque
¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa o el que sirve?
¿No es el que está sentado? Pues yo estoy en medio de vosotros
como quien sirve. |
28 |
Vosotros
sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, |
29 |
y
yo dispongo del reino en favor vuestro, como mi Padre ha dispuesto
de él en favor de mí, |
30 |
para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis
sobre tronos como jueces de las doce tribus de Israel. |
|
|
|
La
prueba de Pedro y el vaticinio de
la negación |
|
|
31 |
Simón,
Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; |
32 |
pero
yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una
vez convertido, confirma a tus hermanos. |
33 |
Díjole
él: Señor, preparado estoy para ir contigo no sólo a la prisión,
sino a la muerte. |
34 |
El
dijo: Yo te aseguro, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes
que tres veces hayas negado conocerme. |
|
|
|
La
gran prueba que se acerca |
|
|
35 |
Y
les dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin sandalias,
¿os faltó alguna cosa? Dijeron ellos: Nada. |
36 |
Y
les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente
la alforja, y el que no la tenga, venda su manto y compre una
espada. |
37 |
Porque
os digo que ha de cumplirse en mi esta escritura: “Fue contado
entre los malhechores”; porque también lo que a mí toca llega
a su término. |
38 |
Dijéronle
ellos: Aquí hay dos espadas. Respondióles: Es bastante. |
|
|
|
La
agonía en Getsemaní |
|
|
39 |
Saliendo,
se fue, según costumbre, al monte de los Olivos, y le siguieron
también sus discípulos. |
40 |
Llegado
allí, díjoles: Orad para que no entréis en tentación. |
41 |
Se apartó de ellos como un tiro de piedra,
y, puesto de rodillas, oraba, |
42 |
diciendo:
Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga
mi voluntad, sino la tuya. |
43 |
Se
le apareció un ángel del cielo que le confortaba. |
44 |
Lleno
de angustia, oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas
de sangre, que corrían hasta la tierra. |
45 |
Levantándose
de la oración, vino a los discípulos, y, encontrándolos adormilados
por la tristeza, |
46 |
les
dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis
en tentación. |
|
|
|
La
prisión |
|
|
47 |
Aún
está El hablando, y he aquí que llegó una turba, y el llamado
Judas, uno de los doce, los precedía, el cual, acercándose a
Jesús, le besó. |
48 |
Jesús
le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? |
49 |
Viendo
los que estaban en torno a El lo que iba a suceder, le dijeron:
Señor, ¿herimos con la espada? |
50 |
Y
uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le llevó
la oreja derecha. |
51 |
Tomando
Jesús la palabra, le dijo: Basta ya. Dejad; y tocando la oreja,
le curó. |
52 |
Dijo
Jesús a los príncipes de los sacerdotes, oficiales del templo
y ancianos que habían venido contra El: ¿Como contra un ladrón
habéis venido con espadas y garrotes? |
53 |
Estando
yo cada día en el templo con vosotros, no extendisteis las manos
en mí; pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas. |
|
|
|
La
negación de Pedro |
|
|
54 |
Apoderándose
de El, le llevaron e introdujeron en casa del sumo sacerdote;
Pedro le seguía de lejos. |
55 |
Habiendo encendido fuego en medio del atrio y sentándose, Pedro
se sentó también entre ellos. |
56 |
Viéndole
una sierva sentado a la lumbre y fijándose en él, dijo: Este
estaba también con El. |
57 |
El
lo negó, diciendo: No le conozco, mujer. |
58 |
Después
de poco, le vio otro, y dijo: Tú eres también de ellos. Pedro
dijo: Hombre, no soy. |
59 |
Transcurrida
cosa de una hora, otro insistió, diciendo: En verdad que éste
estaba con El, porque es galileo. |
60 |
Dijo
Pedro: Hombre, no sé lo que dices. Al instante, hablando aún
él, cantó el gallo. |
61 |
Vuelto
el Señor, miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del
Señor, cuando le dijo: Antes de que el gallo cante hoy me negarás
tres veces; |
62 |
y
saliendo fuera, lloró amargamente. |
|
|
|
Jesús escarnecido |
|
|
63 |
Los
que le guardaban se burlaban de El y le maltrataban, |
64 |
y,
vendándole, le preguntaban, diciendo: Profetízanos, ¿quién es
el que te hirió? |
65 |
Y
otras muchas injurias proferían contra El. |
|
|
|
El
consejo y la condenación |
|
|
66 |
Cuando
fue de día se reunió el consejo de los ancianos del pueblo,
y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le condujeron
ante su tribunal, |
67 |
diciendo:
Si eres el Mesías, dínoslo. El les contestó: Si os lo dijere,
no me creeréis; |
68 |
y
si os preguntare, no responderéis; |
69 |
pero
el Hijo del hombre estará sentado desde ahora a la diestra del
poder de Dios. |
70 |
Todos
dijeron: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Díjoles: Vosotros lo
decís, Yo soy. |
71 |
Dijeron
ellos: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Porque nosotros
mismos lo hemos oído de su boca. |
|
Capítulo
23 |
|
Acusación
ante Pilato |
|
|
1 |
Levantándose
todos, le llevaron a Pilato, |
2 |
y
comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos encontrado a éste pervirtiendo
a nuestro pueblo; prohibe pagar tributo al César y dice ser
El el Mesías rey. |
3 |
Pilato
le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el rey de los judíos? El respondió
y dijo: Tú lo dices. |
4 |
Pilato
dijo a los príncipes de los sacerdotes y a la muchedumbre: Ningún
delito hallo en este hombre. |
5 |
Pero ellos insistían, diciendo: Subleva al pueblo enseñando
por toda Judea, desde Galilea hasta aquí. |
|
|
|
Presentación a Herodes |
|
|
6 |
Oyendo
esto Pilato, preguntó si aquel hombre era galileo, |
7 |
y,
enterado de que era de la jurisdicción de Herodes, le envió
a éste, que estaba también en Jerusalén por aquellos días. |
8 |
Viendo
Herodes a Jesús, se alegró mucho, pues desde hacía bastante
tiempo deseaba verle, porque había oído hablar de El y esperaba
ver de El alguna señal. |
9 |
Le
hizo bastantes preguntas, pero El no le contestó nada. |
10 |
Estaban
presentes los príncipes de los sacerdotes y los escribas, que
insistentemente le acusaban. |
11 |
Herodes
con su escolta le despreció, y por burla le vistió una vestidura
blanca y se lo devolvió a Pilato. |
12 |
En aquel día se hicieron amigos uno del otro, Herodes y Pilato,
pues antes eran enemigos. |
|
|
|
Jesús
y Barrabás |
|
|
13 |
Pilato,
convocando a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados
y al pueblo, les dijo: |
14 |
Me
habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, y,
habiéndole interrogado yo ante vosotros, no hallé en El delito
alguno de los que alegáis contra El. |
15 |
Y
ni aun Herodes, pues nos lo ha vuelto a enviar. Nada, pues,
ha hecho digno de muerte. |
16 |
Le
corregiré y le soltaré. |
17 |
Tenía
que soltarles uno por la fiesta. |
18 |
Pero
todos a una comenzaron a gritar, diciendo: Quítale y suéltanos
a Barrabás, |
19 |
el
cual había sido encarcelado por un motín ocurrido en la ciudad
y por homicidio. |
20 |
De
nuevo Pilato se dirigió a ellos, queriendo librar a Jesús. |
21 |
Pero
ellos gritaban diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! |
22 |
Por
tercera vez les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Yo no encuentro en
El nada digno de muerte; le corregiré y le soltaré. |
23 |
Pero
ellos a grandes voces instaban pidiendo que fuese crucificado,
y sus voces prevalecieron. |
24 |
Decidió,
pues, Pilato, acceder a su petición. |
25 |
Soltó al que por motín y homicidio había sido puesto en la cárcel,
según le pedían, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. |
|
|
|
Camino
del Gólgota |
|
|
26 |
Cuando
le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que
venía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevase
en pos de Jesús. |
27 |
Le
seguía una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres, que se
herían y lamentaban por El. |
28 |
Vuelto
a ellas Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos, |
29 |
porque
días vendrán en que se dirá: Dichosas las estériles, y los vientres
que no engendraron, y los pechos que no amamantaron. |
30 |
Entonces
dirán a los montes: Caed sobre nosotros, y a los collados: Ocultadnos, |
31 |
porque,
si esto se hace en el leño verde, en el seco, ¿qué será? |
32 |
Con
El llevaban otros dos malhechores para ser ejecutados. |
|
|
|
La
crucifixión |
|
|
33 |
Guando
llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y
a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. |
34 |
Jesús
decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen. Dividiendo
sus vestidos, echaron suerte sobre ellos. |
35 |
El
pueblo estaba allí mirando, y los príncipes mismos se burlaban,
diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo si es el Mesías
de Dios, el Elegido. |
36 |
Y
le escarnecían también los soldados, que se acercaban a El ofreciéndole
vinagre |
37 |
y
diciendo: Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. |
38 |
Había
también una inscripción sobre El: “Este es el Rey de los
judíos.” |
|
|
|
Los
dos ladrones |
|
|
39 |
Uno
de los malhechores crucificados le insultaba, diciendo: ¿No
eres tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros. |
40 |
Pero
el otro, tomando la palabra, le reprendía, diciendo: ¿Ni tú,
que estás sufriendo el mismo suplicio, temes a Dios? |
41 |
En
nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo
de nuestras obras; pero éste nada malo ha hecho. |
42 |
Y
decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. |
43 |
El
le dijo: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso. |
44 |
Era
ya como la hora de sexta, y las tinieblas cubrieron toda la
tierra hasta la hora de nona, |
45 |
oscurecióse
el sol, y el velo del templo se rasgó por medio. |
46 |
Jesús,
dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu;
y diciendo esto, expiró. |
|
|
|
La
hora de la verdad |
|
|
47 |
Viéndolo
el centurión, glorificó a Dios, diciendo: Verdaderamente este
hombre era justo. |
48 |
Toda
la muchedumbre que había asistido a aquel espectáculo, viendo
lo sucedido, se volvía hiriéndose el pecho. |
49 |
Todos
sus conocidos y las mujeres que le habían seguido de Galilea
estaban a distancia y contemplaban todo esto. |
|
|
|
La
sepultura |
|
|
50 |
Un
varón de nombre José, que era consejero, hombre bueno y justo, |
51 |
que
no había dado su consentimiento a la resolución y a los actos
de aquéllos, originario de Arimatea, ciudad de Judea, que esperaba
el reino de Dios, |
52 |
se
presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús; |
53 |
y,
bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un monumento
cavado en la roca, donde ninguno había sido aún sepultado. |
54 |
Era
día de la Parasceve y estaba para comenzar el sábado. |
55 |
Las
mujeres que habían venido con El de Galilea le siguieron y vieron
el monumento y cómo fue depositado su cuerpo. |
56 |
A
la vuelta prepararon aromas y mirra. Durante el sábado estuvieron
quietas por causa del precepto. |
|
Capítulo
24 |
|
El
sepulcro vacío |
|
|
1 |
Pero
el primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monumento,
trayendo los aromas que habían preparado, |
2 |
y
encontraron removida del monumento la piedra, |
3 |
y,
entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. |
4 |
Estando
ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres vestidos
de vestiduras deslumbrantes. |
5 |
Mientras
ellas se quedaron aterrorizadas y bajaron la cabeza hacia el
suelo, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive? |
6 |
No
está aquí, ha resucitado. Acordaos cómo os habló estando aún
en Galilea, |
7 |
diciendo
que el Hijo del hombre había de ser entregado en poder de pecadores,
y ser crucificado, y resucitar al tercer día. |
8 |
Ellas
se acordaron de sus palabras, |
9 |
y,
volviendo del monumento, comunicaron todo esto a los once y
a todos los demás. |
10 |
Eran
María la Magdalena, Juana y María de Santiago y las demás que
estaban con ellas. Dijeron esto a los apóstoles, |
11 |
pero
a ellos les parecieron desatinos tales relatos y no los creyeron. |
12 |
Pero
Pedro se levantó y corrió al monumento, e inclinándose vio sólo
los lienzos y se volvió a casa admirado de lo ocurrido. |
|
|
|
En
el camino de Emaús |
|
|
13 |
El
mismo día, dos de ellos iban a una aldea que dista de Jerusalén
sesenta estadios, llamada Emaús, |
14 |
y
hablaban entre sí de todos estos acontecimientos. |
15 |
Mientras
iban hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba
con ellos, |
16 |
pero
sus ojos no podían reconocerle. |
17 |
Y
les dijo: ¿Qué discursos son éstos que vais haciendo entre vosotros
mientras camináis? Ellos se detuvieron entristecidos, |
18 |
y,
tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofás, le dijo:
¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no conoce los
sucesos en ella ocurridos estos días? |
19 |
El
les dijo: ¿Cuáles? Contestáronle: Lo de Jesús Nazareno, varón
profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo
el pueblo; |
20 |
cómo
le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados
para que fuese condenado a muerte y crucificado. |
21 |
Nosotros
esperábamos que sería El quien rescataría a Israel; mas, con
todo, van ya tres días desde que esto ha sucedido. |
22 |
Nos
dejaron estupefactos ciertas mujeres de las nuestras que, yendo
de madrugada al monumento, |
23 |
no
encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido
una visión de ángeles que les dijeron que vivía. |
24 |
Algunos
de los nuestros fueron al monumento y hallaron las cosas como
las mujeres decían, pero a El no le vieron. |
25 |
Y
El les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón
para creer todo lo que vaticinaron los profetas! |
26 |
¿No
era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria? |
27 |
Y,
comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando
cuanto a El se refería en todas las Escrituras. |
28 |
Se
acercaron a la aldea adonde iban, y El fingió seguir adelante. |
29 |
Obligáronle
diciéndole: Quédate con nosotros, pues el día ya declina. Y
entró para quedarse con ellos. |
30 |
Puesto
con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se
lo dio. |
31 |
Se
les abrieron los ojos y le reconocieron, y desapareció de su
presencia. |
32 |
Se
dijeron uno a otro: ¿No ardían nuestros corazones dentro de
nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las
Escrituras? |
33 |
En
el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los once y a sus compañeros, |
34 |
que
les dijeron: El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido
a Simón. |
35 |
Y
ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le
reconocieron en la fracción del pan. |
|
|
|
Aparición
a los once |
|
|
36 |
Mientras
esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: La
paz sea con vosotros. |
37 |
Aterrados
y llenos de miedo, creían ver un espíritu. |
38 |
El
les dijo: ¿Por qué os turbáis y por qué suben a vuestro corazón
esos pensamientos? |
39 |
Ved
mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el espíritu
no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. |
40 |
Diciendo
esto, les mostró las manos y los pies. |
41 |
No
creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de la admiración, les
dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer? |
42 |
Le
dieron un trozo de pez asado, |
43 |
y,
tomándolo, comió delante de ellos. |
|
|
|
Ultimas
instrucciones |
|
|
44 |
Les
dijo: Esto es lo que yo os decía estando aún con vosotros: que
era preciso que se cumpliera todo lo que está escrito en la
Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos de mí. |
45 |
Entonces
les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, |
46 |
y
les dijo que así estaba escrito, que el Mesías padeciese y al
tercer día resucitase de entre los muertos, |
47 |
y
que se predicase en su nombre la penitencia para la remisión
de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. |
48 |
Vosotros
daréis testimonio de esto. |
49 |
Pues
yo os envío la promesa de mi Padre; pero habéis de permanecer
en la ciudad hasta que seáis revestidos del poder de lo alto. |
|
|
|
Ascension |
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50 |
Los
llevó hasta cerca de Betania, y, levantando sus manos, les bendijo, |
51 |
y
mientras los bendecía, se alejaba de ellos y era elevado al
cielo. |
52 |
Ellos
se postraron ante El y se volvieron a Jerusalén con grande gozo. |
53 |
Y
estaban de continuo en el templo bendiciendo a Dios. |
C.R.Y&S
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