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| EFESIOS:VIAJE AL CORAZÓN DEL ESPÍRITU SANTO 
                
               No quiso
            abandonar Dios a su Creación en las garras de la Muerte. Al contrario, viviendo
            en el sufrimiento de ver su Creación expuesta a los fuegos del Infierno de la
            Guerra, sobrecogido su Corazón ante el espectáculo de la Tragedia del Género
            Humano, no dudó Dios en darnos por Héroe y Campeón de nuestra Causa a su Hijo
            Todopoderoso, Aquel en quien Su Corazón tiene su Vida y Felicidad.
                 So pena de
            ver bajo las ruedas del Infierno a su Creación, Dios Padre no podía de ninguna
            manera permitir que el Duelo a muerte entre el hijo del Hombre y el hijo del
            Infierno tuviese otro Vencedor que Jesucristo, el Hijo de su Corazón; Jesucristo,
            por quien su Ser entero vive; Jesucristo, en quien Dios vive en Verdad. Este
            Jesucristo es el Hijo en quien Dios encontró la Alegría que perdiera en los
            campos del Infinito y de la Eternidad. Por este Jesucristo fuimos salvados y
            llamados a la vida eterna. Por ese mismo Jesucristo ya no somos esclavos de la
            carne en el Miedo a la Muerte. Aun en la carne somos eternos por el Espíritu
            del Campeón que Dios nos suscitó para aplastarle la cabeza al Príncipe de las
            Tinieblas. En su Resurrección resucitamos todos los que le amamos. Pues el que
            ama al Hijo de Dios, no muere sino que vive para siempre. Su Victoria sobre la
            Muerte es nuestra Victoria.  ¡Cómo entonces caer tentados por las
            fábulas de los sabios y esclavos de la Muerte que nos quieren negar lo que
            nuestro Espíritu ve con los ojos: ¡Jesucristo, la Puerta de la Vida eterna!, quien
            le ama cierra los ojos a este mundo y los abre a la Vida Eterna. Jesucristo es
            el Verbo, y el Verbo es Dios. No creer en su Palabra, es negar a Dios. Cuando
            Satán puso en Duda la Veracidad Divina del Hijo de Dios negó la Veracidad de YAVÉ
            Dios Padre: Creador del Universo, del Cosmos, y de las Tinieblas que rodean la
            Creación.
             San Pablo,
            al igual que sus Hermanos en el Espíritu de Yavé, aunque en la carne, vivió la
            Vida Eterna a imagen y semejanza del Hijo de Dios hecho hombre: por el Espíritu
            fueron “dioses”, y como tales, perfectos conocedores de que la Palabra de Dios,
            comprendieron que fue por ellos por quienes Dios escribió: “Dioses sois, pero
            moriréis como cualquiera de los príncipes”.
                 Conscientes
            de la Parusía que les aguarda, el final que Jesucristo les mostró en su propia
            persona, libres del Miedo a la Muerte y  deseando cruzar la Puerta de
            la Resurrección, ninguno de Ellos vaciló en hacer lo que como hijos de Dios
            debían hacer. Gracias a Ellos el Género Humano tuvo un Futuro.
             Pero no sólo
            el Género Humano fue atrapado bajo las ruedas de la Muerte a consecuencia de la
            Traición de la parte de la casa de los hijos de Dios que, uniéndose a Satán, se
            conjuraron para obligar al Señor del Cosmos a bendecir la transformación de su
            Imperio en un Olimpo de dioses más allá del Bien y del Mal. Llamados a
            participar en la Formación del Hombre a la Imagen y Semejanza de los hijos de
            Dios, ésos “hijos rebeldes”, “no de esta creación”, se conjuraron
            para  apartándose de la Obediencia debida al Creador de todos
            declararle la Guerra a su Espíritu Santo, muerte del Hombre mediante.
             Ante esta
            Traición comprendió Dios que su Creación le pedía a gritos una Revolución
            Universal que acabase para siempre jamás con la exposición de su Reino a
            la  Muerte.
              El
            Dilema fue profundo. Cada vez que Dios dejó sola su Creación sus hijos rebeldes
            se declararon en guerra. Dilema existencial tremendo, porque Dios no puede
            dejar sola su Casa ni tampoco Dios puede devenir esclavo de su Creación. Así
            que en su Amor por la Vida adoptó en su Sabiduría darle Cuerpo a su Espíritu
            Santo a fin de que deviniendo Carne toda su Creación pudiese decir a corazón
            abierto: “Cristo Jesús, Dios con Nosotros”.
                 Este es el
            Misterio de Cristo. Tanto más hermoso y bendito este Misterio para la creación
            entera por cuanto el espíritu de Dios se hizo hombre, y deviniendo Cristo Jesús
            la Cabeza de los Apóstoles elevó Dios la Casa de los hermanos de su Hijo al
            Gobierno de su Reino : en la Plenitud del Poder de quienes participan en todo
            de la Incorrupción y la Perfección del Amor del Creador  a su Creación y de la Creación a su Creador.
             Este es el
            Misterio de la Salvación Universal. El espíritu de Dios se hizo Hombre, y sin
            perder su Origen fue elevado a la condición de la Divinidad del Todopoderoso Hijo
            de Dios y Señor Jesús, por quien vive toda la casa de los hijos de Dios, y de
            quien reciben todos gloria y poder, amén de toda Justicia y Sabiduría. Es Dios
            en Cristo quien escribe, quien habla, quien se mueve, quien vive. Por esto leemos:
            “San Pablo”, “San Pedro”, “San Juan”, “San Mateo”, “San Felipe” … Pues el
            Cuerpo participa de la Naturaleza de su Cabeza, y si la Cabeza es Santa ¡cómo
            no lo será su Cuerpo!
                 Gloria para
            todo el que ama a Dios en el Misterio de la Encarnación; pero abismo insalvable
            para todo el que quiere penetrar en el Misterio de Dios hecho hombre contando
            con las fuerzas de “la sola razón humana”, negando así la necesidad de Cristo,
            es decir, de la Iglesia que Jesús fundó en la Tierra para la Adoración de Dios.
                 Nadie puede
            entender a Dios si Dios no le abre la Puerta a su Ser. La Razón Humana es un
            instinto animal, y lo animal no puede entender del Espíritu de Dios, como se ve
            en el reino animal. Pretender entender la Palabra de Dios desde “la Razón Sola”
            es declararse Animal y negar el Espíritu.
                 Esta Verdad
            es Eterna. Pero muchos, siguiendo la senda de Satán, eligieron labrarse un
            camino propio, y prefirieron la Traición de quien quiere usar el Amor del
            Creador por su Creación para obligar a Dios a doblar las rodillas ante
            sus siervos. Locura infinita esta: querer que Dios haga la Voluntad de sus
            hijos, en lugar de ser éstos quienes tienen por gloria hacer la Voluntad de su Dios
            y Padre.
             Los
            Apóstoles, una sola cosa con el Espíritu Santo, en quien viven y en quien
            tienen su existencia, participaron de la Sabiduría de Dios en grado perfecto y
            pleno. Cristo Jesús y Sus hermanos en Dios son Un Solo Ser, una Sola realidad,
            un Mismo Dios: “El Espíritu Santo, Dios con Nosotros”. Esta es la Creación de
            Dios que al llegar la Plenitud de los tiempos se consumó. El Espíritu Santo de
            Dios, que vive en el Padre y en el Hijo, y en Él Padre e Hijo viven, ¡se hizo
            Hombre, se Encarnó, y vive en la Creación para que la Creación no se sienta
            jamás “abandonada”!
                 ¡El Creador
            le ha dado un Cuerpo al Amor de Dios por la Vida!
                 No podía ser
            de otro modo. Dios rechazó la Idea de un Imperio gobernado por una Casa de
            reyes todos más allá del bien y del mal, para quienes la Ley es un capricho y
            la Guerra es un juego de dioses. Dios no podía ni quiso permitir semejante
            transformación maligna de su Creación en un Infierno regido por demonios.
                 Contra esta
            Visión Maligna Dios engendró en su Creación “la Casa de Jesucristo”, todos
            unidos a Él en un mismo Espíritu, el Espíritu Santo de Dios, y todos los hijos
            de Dios, tanto del Cielo como de la Tierra, reciben de Él la Gloria y la
            Majestad de quien Gobierna el Universo.
                 Pero  San
            Pablo y San Pedro y sus hermanos en el Espíritu Santo nacieron en la Tierra. Supieron
            cómo sería la Salida de todos ellos de este Mundo, la Parusía hacia la que caminaron
            unidos, porque vieron en vivo ese final en quien los llamó a ser sus Discípulos
            y cumplirse en ellos lo que  Dios les anunció:
            “Dioses sois, pero moriréis como cualquier príncipe!”. Y en otro  sitio: “Sois mis Testigos”. El Testimonio que
            debían dar, para el que nacieron, fue la propia vida. Para que no le tuviesen
            miedo a la Muerte, Dios les envió a su Hijo  Primogénito a fin de que la sola idea de la Duda
            fuese una abominación en sus mentes. El Acontecimiento de la Resurrección selló
            con la sangre de los Apóstoles y los Primeros Cristianos la Veracidad de lo que
            vivieron. Dios estuvo con Ellos, Dios estaba en ellos, y  participaban
            de Su Sabiduría sin ninguna restricción. No es el Poder lo que los hizo
            Grandes; lo que los hace Únicos delante de Dios fue el Amor por su Hijo. Amor
            que se mostró invencible y aun viendo su Salida de este Mundo por la Puerta de
            la Resurrección: como Columnas  asentadas sobre Roca, se mantuvieron
            firmes.
             Ellos eran
            Pastores de hombres con una Misión, conducir los Rebaños del Señor al Matadero.
            “Hay Muerte. Hay Resurrección”. No hay que tener Miedo. No hay que temblar. El
            Pastor Divino ha bajado del Cielo para que todos en la Tierra se mantengan
            firmes. Es Dios quien abre la Puerta. “Dios es la Puerta”. Si hombre hubiera
            sido, ¡horror! Pero es el Hijo de Dios quien primero cruzó esa Puerta para
            hacer desaparecer el Miedo, la Confusión, la Duda. Más aún, “YO soy la Puerta”,  la Puerta de la Resurrección es el
            propio Jesús. Y la Misión de los Edificadores de la Iglesia Apostólica
            Universal era, y sigue siendo, el trabajo de quienes, arrecie la tormenta,
            tiemble la tierra, o pegue el sol sin descanso, deben continuar trabajando sin
            prestarle atención a los elementos.
             El Vencedor
            sufre el peso de los elementos pero no se esconde de ellos ni renuncia a su
            trabajo. Estrecho y largo es el camino que lleva a la vida, pero es Dios el que
            guía, así que adelante, si te caes, te levantas; si te duele, te calmas; si
            sangras,  reposa. La Victoria es tuya, Dios es el Señor del Tiempo.
            Dios es Fiel a su Palabra. Su Palabra es Dios.
             Habla San
            pablo.
                 1
                 “Pablo,
            apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles de
            Jesucristo en Éfeso: sean con vosotros la gracia y la paz de parte de
            Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”.
                
                 1
                 Contra
            la Ortodoxia de la Tercera Roma
                   
             Nadie por
            tanto viene de Dios si no es por Jesucristo, pues Dios a todos llama para que
            se sometan a su Hijo, y quien no se somete a su Hijo sino que quiere llegar a
            Dios dejando de lado a Jesucristo, ese comete un terrible delito. La Creación
            entera tiene su Origen en el Amor del Padre por el Hijo, y quien quiere quitar
            este Amor y ponerse en comunicación directa con el Padre, como si el Hijo fuese
            un accesorio de lujo, un capricho de Dios, ésa iglesia comete un tremendo
            pecado.
                 Pues Dios a
            nadie mira sino es en el Corazón de su Hijo. De manera que nadie exista fuera
            de su Hijo, y nadie recibe nada si no es por su Hijo, para que en todo su Hijo
            sea adorado como es adorado Dios, su Padre.
                 Y quien no
            adora a Jesucristo como es adorado YAVÉ DIOS, su Padre, se declara enemigo de
            Dios.
                 En cambio,
            en el Amor y por el Amor a su Hijo: Dios se declara Padre de todos los que le
            aman. Y fuera de este Amor nadie recibe la Felicidad de ser llamado hijo de
            Dios.
                 Aquí le
            habla a los Siglos uno que en medio de sus Hermanos tuvo y tiene la Gloria de
            ser hijo de Dios, semejante en todo a Cristo Jesús, el Espíritu Santo hecho
            Hombre, con quien San Pablo es una sola Realidad, para Alegría de toda la
            Creación: Vencedor del Pecado, Incorruptible y Todopoderoso ante la Muerte por
            Voluntad de Dios y por Amor a su Hijo.
                 Esta es la
            Nueva Creación Viva de Dios: una Casa Indestructible basada en la Santidad de
            sus Miembros, en la cual todos los Pueblos de la Creación encontramos y tenemos
            la Garantía de la Paz y la Salud de quien tiene a Dios por  Rey.
             Los siglos
            han pasado. Pero la Obra permanece.  Así pues:   
             2
             “Bendito
            sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con
            toda bendición espiritual en los cielos”.
                
                 Se ve que
            San Pablo no se refiere al Poder según el Mundo, sino según el Espíritu.
                 El Poder
            según el Mundo ya lo conocemos; tiene sus raíces en la Ciencia del bien y del
            mal, en el deseo de Satán de contar con la bendición de Dios, y estar más allá
            de la Ley, hacer su propia soberana voluntad, gobernar acorde a los deseos y
            caprichos de quienes, contra Dios, se creen dioses a cuyos pies la Justicia debe
            dejar su Juicio, la Paz su bandera y la Verdad su espíritu.
             Dios no
            bendice a Sus Siervos con Poder sin límites para pisar la Ley Universal e
            imponer una ley propia. ¡Para nada! Dios bendice con su Sabiduría para gobernar
            su Reino acorde a la Ley del Amor por la Vida.
             Mientras que
            el Poder según el Mundo alza dioses inmundos que tienen en sus manos la muerte
            de todos los seres, el Poder que viene del Espíritu administra el Reino acorde
            a la verdad Eterna, Madre de la Justicia y de la Paz, sin las cuales no puede
            haber Libertad.
                 La Santidad
            tiene en el Amor de Dios por la Vida y en el Amor de la Creación por su Creador
            su Fuerza, su Principio, su Sentido, su Existencia. Es sobre este Amor hecho
            Carne que Dios llueve sus Bendiciones para que sus hijos administren su Reino y
            sean la Luz que ilumina su Paraíso durante los Días de la Eternidad.
                 Y será sobre
            esta Santidad que recibe Cristo el Poder de Jesús, que está en su Palabra,
            según leemos en el Evangelio, donde vemos que le basta abrir la boca para que
            su Voluntad se haga.
                 Lo cual lo
            vemos al Principio cuando Dios dijo:
                 “Haya Luz, y
            la Luz se hizo”.
             Razón por la
            cual el Espíritu Santo en Juan escribe:  
             “Al
            principio era el Verbo,
             y el Verbo
            estaba en Dios,
             y el Verbo
            era Dios”.
             Pues si al
            principio el Hombre fue llamado a la Imagen y semejanza de los hijos de Dios,
            según leemos, “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”, al
            cerrar Dios aquella Creación nace otra Nueva, de manera que el Hombre Nuevo es
            llamado a la Imagen y Semejanza del Espíritu Santo, que hecho Hombre revela su
            Gloria en Cristo y de ella hace partícipes a sus Hermanos, viniendo a ser ellos
            mismos Cuerpo del Verbo Hecho Carne, “Dios con Nosotros”. Que permanecerá por
            siempre entre Nosotros, sin cuya Presencia Visible la Creación se hunde en la
            Confusión, según leemos en el Origen cuando Dios dice: “La Tierra estaba
            Confusa y Vacía…” Razón por la que  el Espíritu en Pablo escribe:
             3
                 “por
            cuanto que en Él nos eligió antes de la constitución del mundo para que
            fuésemos santos e inmaculados ante El en Amor”.
               
             En efecto,
            no los eligió Dios fuera de su Hijo. No creó Dios un Nuevo Hombre eligiendo el
            Modelo en otro hijo de su Casa, sino que levantó como Modelo a cuya Imagen y
            Semejanza levantó este Nuevo Hombre a su propio Hijo, el Hijo de sus entrañas
            Increadas, Todopoderoso como Él mismo, y como su propio Padre movido por Amor
            Infinito a su Creación. Este Amor se hace Carne y lo viste Dios con la Gloria
            de su Unigénito, al sonido de cuya Palabra los elementos doblan sus rodillas.
            ¡Cómo vivir este Poder fuera del Espíritu de Cristo! ¡Cómo alcanzarlo si no es
            por la Voluntad de Dios!
                 Por esto
            este hijo de Dios dice:
                 4
                 “Y nos
            predestinó a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al
            beneplácito de su voluntad”
                
                 Predestinación
            que el Abogado del Diablo envenenó para confundir el término “desde la
            constitución del mundo … después de la Caída”, a la que se refiere el
            Siervo de Dios, con “la constitución del mundo … antes de la Caída” que el
            Siervo Reformador del Diablo puso en su Manifiesto Anticristiano sobre las
            Instituciones de la Iglesia.
             Rechazando
            la Palabra de Dios, que manifestó en sus Profetas su Voluntad de hacer una
            Creación Nueva, el Abogado del Diablo y su jauría de asesinos Calvinistas:
            Hugonotes, Puritanos y Presbiterianos… negaron la profecía acusando a
            Dios de haber tenido en mente la Caída del Primer Hombre desde el principio de
            la Creación del Universo.
             El Juicio de
            Dios sobre tal Doctrina es el Fuego. El que sobreviva, vivirá; el que no, será
            consumido por el Fuego.
                 Dios no es
            un objetivo, Dios no es una meta en la distancia. Dios engendra en su Creación
            hijos que participan en todo del Espíritu de su Primogénito. De manera que la
            Veracidad del Unigénito se extiende a sus Hermanos en Cristo en razón de su
            Primogenitura, y son éstos Hermanos del Hijo de Dios quienes siendo su Creación
            Nueva nacen predestinados para participar del Ser de quien se dice “Jesucristo,
            Dios con Nosotros”.
                 Y nadie participa
            de esa Gloria sino quien fue engendrado por Dios para ser Coheredero de su
            Hijo, cuya Historia conocemos y cuyo Amor por Dios fue probado hasta el
            Martirio. Amor que es el Origen de su Gloria y el principio de su Fuerza,
            gracias al cual su Palabra es Dios....
                 5
                 “…para
            alabanza del esplendor de su gracia, que nos otorgó gratuitamente en
            el Amado …”
                
                 … contra
            quienes en el Futuro vendrían  a negar que
            el Espíritu Santo proceda del Hijo. Mentes perversas y espíritus enfermos a
            quienes debemos preguntarles:
             ¿Sin el Hijo
            de Dios alcanzasteis la Salvación que procede de la Redención?
             Y una vez
            alcanzada por Su Sangre la Salvación ¿despreciáis a aquel cuya sangre os ha
            dado la vida?
             ¿El Hijo de
            Dios es Nadie? Una vez Crucificado ¿Dios lo arrojó de su Corazón?
             ¿Creéis que
            sois alguien o que vuestra existencia es fundamental para el desarrollo de la
            Vida en el Universo y de la expansión de la Creación?
             ¿Quién os ha
            dicho que podéis presentaros delante de Dios Padre mirando a Dios Hijo como si
            fuese un cero a la izquierda?
             ¿Tan santo y
            sabios que sois no habéis leído lo que está escrito, el Decreto de Dios por el
            que le entregó a su Hijo su Reino entera y puso a sus pies la vida y la muerte
            de todos su Imperio? El Orgullo fue tu pecado, Bizancio, y por el Pecado
            te vino la Muerte.
             La Verdad
            que la Eternidad ha recogido en sus Brazos es esta:
             Nada hace
            Dios sin pensar en su Hijo.
             Nadie recibe
            de Dios Sabiduría e Inteligencia si no es por Amor a su Hijo.
             De manera
            que Dios lo ordena todo para que su Hijo sea la Fuente de todos los dones que
            su creación recibe.
                 Nadie  se
            acerca a Dios si no es por su hijo.
             Escrito
            está:  “Yo soy la Puerta”. Quien niega esta Declaración procede de aquel
            Satán que quiso desplazar al Hijo y sentarse en su Trono sin querer entender
            que todo lo que existe tiene en el Hijo su Origen, y nadie se acerca a Dios haber
            recibido de su Hijo su Espíritu. 
             El Hijo de
            Dios es el Principio del Hombre. Pretender que se puede recibir de Dios su
            Espíritu sin que este Espíritu sea el del Hijo, tal que lo que se recibe
            procede de Dios pero no de su Hijo, es una Negación Maligna cuyo fruto es la
            Destrucción, como se viera en la Iglesia Ortodoxa Bizantina, a la que Dios ha
            dejado un resto entre las naciones para su conversión.
                 El Orgullo
            es el Pecado que condujo a la Iglesia Ortodoxa Bizantina a creer que podía
            desplazar al Hijo de Dios y presentarse delante de Dios pasando por alto a su
            Rey y Señor, Jesucristo.
             El Orgullo
            la condujo al Pecado haciéndole olvidar al Patriarca Ortodoxo que Jesucristo es
            el Sumo Pontífice Universal del Templo de Dios, y que sólo y exclusivamente Él,
            como el Nuevo Aarón, puede correr el Velo y presentarse delante del
            Todopoderoso Creador de todo lo Visible y lo Invisible.
             El Orgullo
            de la Iglesia Ortodoxa arrastró a Bizancio a su Destrucción.
                 Todo lo que
            vive y respira, existe y se mueve, se mueve y existe, respira y vive por el
            Hijo de Dios...
                 6
                 “… en
            quien tenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados, según las
            riquezas de su gracia”
                
                 Y diciendo
            “la redención por su sangre” se dice absolutamente todo.  Y quien no
            lo entiende es porque no está redimido, ni la ha conocido, ni gustado ni
            vivido.
             Por el
            Pecado el hombre devino un animal más cuya fuerza está en su Razón, en su
            cerebro. El pensamiento del hombre, fuera de Dios, es puro instinto animal cazando
            a diario su supervivencia.
                 Sin embargo,
            por la Redención fuimos creados de nuevo para regirnos por el Espíritu, y así
            todo lo que somos lo somos por quien nos ha Redimido.
                 Todo el
            mundo es nada; Jesucristo lo es todo. Sin Él no existiría en el homo sapiens el
            Hombre. Y sin el Cristiano no existiría la Civilización. Así que lo
            que somos, lo somos porque, por Amor a la Creación de su Padre, Jesucristo nos
            salvó de la Ruina; y del polvo nos levantó para darnos un Futuro establecido en
            la Vida Eterna.
             Por tanto,
            hoy, mañana y siempre nos movemos en la Eternidad delante del Hijo de Dios,
            nuestro Señor y Rey Sempiterno.
                 
             Así que nuestro
            Mundo se lo debe todo al Cristianismo, sin el cual no existiría Civilización, hasta
            el punto de que si el Cristiano dejara de existir la Vida en la
            Tierra volvería al polvo. Horizonte de ruina establecido en el Pecado, contra
            el que el Hijo de Dios nos abrió el Camino hacia la Vida de la que actualmente
            disfrutamos. Camino imposible de abrir para el Hombre con “su sola Razón”, una “razón”
            a su vez movida por el Orgullo de no necesitar al Hijo de Dios para presentarse
            delante de Dios y recibir de Dios los dones de los que el Espíritu Santo en
            Pablo dice:
             7
                 “Quien
            superabundantemente derramó sobre nosotros toda sabiduría y prudencia”.
                
                 En efecto,
            El Poder no les fue dado a este hijo de Dios y a sus Hermanos en Jesucristo
            para hacer su Voluntad y establecer su Pensamiento como fuente de sus
            movimientos en la Historia. Para nada. Dios estaba obrando. Una Nueva Creación
            había sido abierta y estaba en proceso.
             Si el
            Pensamiento humano  hubiese sido suficiente para romper por ese
            horizonte y conducir la Historia de la Civilización lejos de su Destrucción,
            Jesús se hubiese bastado solo, no hubiese tenido necesidad de nadie para hacer
            que el Mundo se reordenara acorde a su Pensamiento.
             Pero el Hijo
            de Dios no vino a hacer su Voluntad Personal, vino a hacer la de su Padre. Y
            fue en Adoración de la Voluntad de Salvación Universal que Dios ordenó para su
            Creación por la que, aunque siendo Él el Hijo de Dios, y con su Palabra puede
            hacerlo todo, Jesucristo dobló sus rodillas ante la Sabiduría de Dios.
            Sabiduría que no conocieron los Discípulos sino por el Espíritu Santo que vino
            sobre Ellos tras la Resurrección….
                 8
                 “Dándoles
            a conocer el misterio de su voluntad, conforme a su beneplácito, que se propuso
            en Jesucristo”
                
                 Volvemos a
            lo mismo. Dios lo hace todo en su Hijo, con su Hijo, por y para su Hijo. “El
            Padre le muestra al Hijo todo lo que hace”. El Amor por su Hijo es la Razón que
            mueve el Corazón de Dios, la Causa Metafísica en la que su Fuerza Creadora se
            hace Semilla y engendra Nuevos Mundos.
                 Todos somos
            Creación del Hijo de Dios, por potencia física y acto metafísico. Él fue quien
            le dijo a las estrellas que separasen la Luz de las Tinieblas; Jesucristo fue
            quien que estableció en los Cielos el Firmamento  que separa las
            aguas que están encima del firmamento de las aguas de los océanos que están
            debajo del firmamento.
             Jesucristo
            fue quien bendijo toda vida con la Potencia de la Reproducción Procreativa, y
            quien bendijo a toda vida con alimento abundante para que ninguna especie que
            vive en la Tierra conociera la sed y el hambre. Él le comunicó al Primer Hombre
            la Salud que conduce al Deseo de la Inmortalidad.
                 Creer,
            pensar, que el Hombre puede acercarse a Dios Padre como si Dios Hijo no
            existiera, la sola idea es un pecado de orgullo, un delito contra la Vida,
            propia y ajena.
                 Dios Hijo no
            es un espectador pasivo en el Acto Creador, es Creador activo de la creación de
            universos junto a Dios Padre. Es Dios Hijo quien dice “Haya Luz”; es Dios Padre
            de quien dice: ·Y vio Dios ser bueno”. Fue Dios Hijo quien llamó a sus hermanos
            “no de esta creación” a participar en la formación del Hombre a la Imagen y
            Semejanza de todos ellos.
                 En
            definitiva, que Dios Padre lo hace todo con Dios Hijo, por Él y para Él. Y es
            en Él que, queriendo Redimir al Hombre, Dios nos lo envió: 
             9
                 “… para
            realizar el Misterio de su Voluntad al cumplirse los tiempos, recapitulando
            todas las cosas en Cristo, las de Cielo y las de la Tierra”
                
                 Y así fue.
            Se recapituló:
                 1.-La
            Traición de Satán a Dios en la Traición de Judas.
                 2.-La
            Tentación de Satán a Adán en la Tentación del Diablo a Jesús.
                 3.-La
            Elección de Adán en la Elección de Cristo.
                 4.-La
            Llamada a la Participación en la Formación del Género Humano en la Llamada de
            los Discípulos.
                 5.-La
            naturaleza del Reino de Dios en el Edén en la del Reino de los cielos: no basada
            en el Fuego y el Hierro sino en el Amor y la Sabiduría.
                 6.-Adán,
            cabeza de su mundo; Cristo la Cabeza de nuestro mundo. De manera que cayendo la
            cabeza todo el cuerpo quedó condenado a la Caída.
                 7.-En la
            Encarnación –por la Gracia del Dogma nos viene la Salvación. Misterio en el que
            gracias al Dogma de la Encarnación todos nos mantenemos en la Verdad delante de
            nuestro Creador.
                 8.-En la
            Virgen María, la Belleza y la Inocencia de la Sabiduría Creadora, Esposa de
            Dios, y la Naturaleza del Amor sin límites de la Sabiduría por el Padre y el
            Hijo.
                 9.-En San
            José, la Devoción y Fidelidad del Hombre a Dios, Padre e Hijo, su Obediencia y
            su Amor por la Salvación de todas las familias humanas.
                 II
                 San Pablo
            habla consciente de su encuentro con la Muerte. Habla para lectores igualmente
            conscientes de su  encuentro con el Señor al que sirven y en quien
            tienen la Resurrección al otro lado de la Cruz. Pues el Hombre fue creado para
            la Vida Eterna. Como muy bien dice el Espíritu Santo, la Muerte entró por el
            pecado de una generación que acogió la Guerra como medio para alcanzar el fin
            de la  integración de todas las familias de la Tierra en el Reino de
            Adán. Una vez instalada en la conciencia del ser humano la Muerte devino un
            medio de acción para alcanzar el Poder. El caso que nos presenta Dios, el
            fratricidio Caín-Abel es el ejemplo universal clásico que determina el
            comportamiento homicida de quien  quiere alcanzar el Poder sobre
            todas las cosas.
             En el caso
            de los dos hijos de Adán la psicología del crimen de Caín tiene su fuente en el
            instinto.
                 Acorde a la
            Palabra, Dios debía elegir entre los dos hijos de Adán a su heredero, ese hijo
            de Eva que recuperaría la corona que a su padre le quitaron. Caín quería ser
            ese hijo de Eva que le aplastaría la cabeza al enemigo de su padre.
                 Pero la
            elección era de Dios, no del hombre. Pero si Caín mataba a su hermano Abel la
            elección de Dios quedaría anulada por la Necesidad de Caín, y Dios debería
            doblar sus rodillas ante el asesino de Abel: era Caín, o nadie.
                 Evidentemente
            meterse por ese camino no sería un viaje por un valle de flores. Querer poner a
            Dios entre la espada o la pared no es un juego. Caín tenía razones para andar
            “cabizbajo”.
                 El hecho era
            que Dios, siempre según el razonamiento de Caín, se había encadenado a su
            Promesa de Venganza y una vez muerto Abel la corona de Adán sería suya. Este fue
            el pensamiento de Caín antes de tomar la decisión de matar a su hermano Abel.
                 Justificando
            a Caín por su ignorancia, ciertamente el Misterio de la Salvación empezó desde
            el momento en que Dios dictó sentencia contra todos los implicados en la Caída.
                 Dado que se
            dictó Redención se reconoció la Ignorancia del Transgresor y la Inocencia de
            Dios en la Traición. Ergo, de haber Dios lanzado toda su Ira contra el Traidor
            su Justicia hubiese quedado Inmaculada. El Traidor era una bestia que había
            estado acorneando la Paz de la Creación, y atacando los Fundamentos del Trono
            del Hijo de Dios desde antes de la Creación del Género Humano. De haber
            procedido Dios a su Destierro Eterno en aquel mismo momento, y teniendo el
            Poder Soberano de restaurar el Alma y perdonar el Pecado de Adán, el Mundo no
            hubiese cruzado la Puerta de la Tragedia que llamamos “Historia Universal de
            las Guerras del Género Humano”. 
             Arrastrado
            al Infierno por un Satán cuya Maldad rebasó todo límite delante de Dios, la
            misma Justicia que trajo la Redención hubiese sido suficiente y hubiese
            legitimado la decisión de Dios de haber procedido a la Absolución de su hijo
            pequeño Adán.  
             ¿Dónde está
            el padre que viendo a su hijo pequeño, en su ignorancia arrastrado al delito
            por la maldad de un hermano más grande castiga a ambos a la misma pena? Si los
            hombres siendo malos padres no nos dejamos arrastrar por semejante crueldad,
            ¡cómo creer que Dios, Padre amantísimo del Hombre, por amor al cual no dudó en
            darnos por Campeón a su Hijo Jesús, podría en su Cólera meter en el mismo saco
            al Traidor y al Transgresor!
                 El Misterio
            de la Salvación de su Creación estaba sobre el tablero. No era exclusivamente
            el Hombre quien había sido atacado, era la Creación entera la que se veía
            asediada por la Muerte.
                 Con el
            Corazón sangrando Dios Padre tuvo que firmar sentencia contra su hijo pequeño
            Adán, acogiendo en su Sentencia la Promesa de Redención. Que, como dije antes,
            Caín interpretó según la Carne, razón por la que Dios, habiendo retirado del
            hombre su Espíritu, tuvo misericordia del fratricida.
                 El hombre
            resuelve todas las cosas haciéndose él la medida de todo. Pero Dios tiene
            delante de sus ojos el Futuro de la Creación entera. Y es este Futuro el que
            Dios tuvo delante de sus ojos cuando dictó sentencia contra el Transgresor y el
            Traidor.
                 Contra el Traidor,
            Dios dictó Destierro Eterno de su Creación; contra el Transgresor escribió pena
            de destierro de su Presencia hasta que se cumpliese su Tiempo de Condena. Mas hasta
            la Venida del Redentor, y Vengador de la Sangre de su Hermano pequeño Adán,
            habrían de pasar milenios.
                 Desde aquel
            Día de Lamento por el Asesinato de un hijo de Dios, la Predestinación del
            Mesías y sus Hermanos quedó escrita.  
             10
                 “Y es en
            Él, Jesucristo, en quien hemos sido declarado herederos, predestinados, según
            el propósito de aquel que hace todas las cosas conforme al consejo de su
            voluntad”
                
                 Y siendo
            todopoderosos a la Imagen y semejanza de Cristo Jesús, la Muerte quedó
            desterrada de sus corazones, en todo siguiendo el Ejemplo de su Maestro y
            Señor.
                 Porque
            sabemos que desde la Caída del Primer Hombre: el Poder viene con el
            fratricidio, el crimen, el asesinato, el delito. Realidad que se extendió por
            todas las naciones, haciendo del Poder un trono sangriento, una meta abominable
            en razón del camino que conduce a su ejercicio. Denuncia abierta ante todos los
            pueblos de la Creación por el mismo Cristo, cuando y teniendo en su Palabra el
            Poder de Dios jamás puso delante de sus ojos la Muerte del prójimo
            como  camino a la Salvación del mundo.
             El Poder no
            les es dado a los hijos de Dios para ser servidos, sino para servir. Dios es el
            Señor y todo Poder sirve delante de su Trono para la felicidad y la alegría de
            todos los pueblos de su Reino. La Ley que gobierna el Poder es el Espíritu del
            Amor a la Vida. ¡Cómo puede pues tener parte en este Espíritu la muerte del
            prójimo!
                 Y en esta
            Fidelidad al Modelo Divino descubrimos el Misterio de la Revolucionaria
            Expansión del Cristianismo, en tan sólo 30 años llegando a comprender en su
            esfera todas las provincias del Imperio Romano.
                 Cuando la
            Bestia Anticristiana escupió su fuego observamos que el Cristianismo ya estaba
            vivo en todas las provincias del Imperio de Nerón. La causa era Divina. Dios Hijo
            estuvo con nosotros y al irse Dios Padre nos dejó Doce como Él.
                 Pero a
            diferencia del Hijo de Dios los Apóstoles realizaron sus Milagros en privado,
            extendiendo el Nombre de Jesús entre las familias, vehículo infalible e
            indetectable por el que la Fe entró hasta en el palacio del César.
                 Como vemos
            la Misión para la que fueron predestinados tuvo en Dios Hijo su norte, su
            estrella, su meta…
                 11
                 “A fin de
            que cuantos esperamos en Cristo seamos para alabanza de su gloria”.
                
                 Y en este
            orden, excepto en sus Cartas, nada dijeron Ellos de sí mismos. Todo se centró
            en descubrir por las Obras del Espíritu Santo en Ellos la Divinidad de quien
            estuvo en la Tierra para redimirnos a todos, levantarnos la cabeza y abrirnos
            los ojos a la Vida Eterna.
                 De haber
            procedido acorde a la gloria de los hombres, de haber puesto ellos el Poder que
            les fue dado al servicio propio, ciertamente hubiesen quedado registrado el
            infinito número de Milagros que procedieron a realizar en privado en el Nombre
            de Jesús, número indeterminado que a la altura de la Orden de la Bestia
            Neroniana propició que los Cristianos se hallasen ya instalados en todas las
            provincias del Imperio.
                 Idos de este
            Mundo la Conversión por “las Obras según Dios” dio paso a la Conversión por las
            Obras de la Fe, Semilla que plantada en los corazones procedió a la Unión de
            Gentiles y Bárbaros en un mismo Reino, llamado a  hacer de este Mundo
            el Pueblo del Reino de Dios.
             Sabemos que
            Dios sentó a su Hijo en el Trono de su Gloria para que toda su creación doble
            sus rodillas ante su Corona y lo adoremos como es adorado su Padre. De manera
            que habiéndolo anunciado antes, diciendo: “Le has hecho Dios, le has dado el
            imperio de tus Manos, le has hecho Señor de tu Creación, has puesto la vida de
            toda criatura a sus pies”, inmediatamente nos presenta al Rey de la Vida, en
            quien la Muerte no tiene parte.
                 Alegría en
            el Cielo, Felicidad en la Tierra, el trono del  Redentor que Caín
            quiso comprar al precio de la muerte de su hermano Abel, le fue dado a quien
            pagó por Él con su propia sangre.
             Precio que
            pagaron sus hermanos en Abraham, y conscientes de su Predestinación a la Cruz
            no dudaron en  poner a los pies de su Señor sus vidas en pro de la
            Salvación de la Plenitud de las naciones del Género Humano.
             ¡Obra
            maravillosa de Dios, Padre e Hijo!
                 Hijos de
            Dios, engendrados a la Imagen y Semejanza del Redentor, por quien fueron
            formados, no con muchas palabras humanas sino con el Discurso que procede de
            las Obras de la Fe, siguiendo el Ejemplo de su Maestro y Salvador, pusieron a
            sus pies el Poder heredado para que redunde en su Gloria por los siglos de
            los  siglos. Y por el Camino sembraron la Semilla Divina que
            rompiendo los horizontes condujo a Europa al Cristianismo, Semilla Divina que
            la Europa Cristiana extendería por las cuatro esquinas de la Tierra hasta la
            Conversión del Árbol de las Naciones al Rey de los Cielos.
             Por esto,
            contemplando el Futuro, continúa escribiéndole el Espíritu Santo a quienes por
            las Obras de la Fe convertirían a las naciones:
                 12
                 “En
            Jesucristo también vosotros, que escucháis la palabra de la verdad, el
            Evangelio de vuestra salvación, en el que habéis creído, fuisteis sellados con
            el Espíritu Santo de la promesa…”
                    
                 En cuyo
            Sello lo tenemos todo en Él: Inteligencia, Sabiduría, Entendimiento, Fortaleza,
            Consejo y Temor de Dios, y sabiendo que en el Amor se hace perfecto el Temor,
            por la Promesa compartimos la Esperanza  de Victoria…
             13
                 “prenda
            de nuestra heredad con vistas al rescate de su patrimonio, para alabanza de su
            gloria. Por lo cual yo también, habiendo oído hablar de vuestra fe en el Señor
            Jesús y de vuestro amor para con los santos”.
               ¡Cómo no
            amar a quienes son el Río de la Paz que, emergiendo de la Fuente Divina, riega
            todas las almas de la Creación, alimentando el Árbol de la Vida de los Mundos
            para el crecimiento de todas sus Ramas en Salud!
             ¿Acaso la
            Casa del Rey no participa de la Plenitud del Amor del Creador por la Vida de
            todos los Ciudadanos de su Paraíso?
             ¿Dónde la
            Envidia, el Orgullo, la Ambición, la Egolatría?
             No hay en
            Ellos Mancha de corrupción. Son el Escudo Invencible contra la Guerra que el
            Creador le ha dado a su Reino.
                 14
                 “No ceso
            de dar gracias por vosotros y de hacer de vosotros memoria en mis
            oraciones” 
                
                 Los más
            Fuertes tratados como los más débiles; la Creación más amada de Dios arrojada a
            los leones, teas ardientes en la Noche de los Césares.
                 Quiso Dios
            que aquellos que habían de Heredar con su Hijo la Gloria de la Corona viviesen
            el Mal hasta penetrarles el dolor en lo más profundo del Ser. Y así hizo Dios
            una Obra Maravillosa: crear un Templo Vivo, una Fortaleza Viviente, una Casa
            formada no por piedras y rocas sino por el Amor de Dios a la Vida, una Casa en
            la que la Memoria de la Ciencia del Bien y del Mal y el AMOR AL REY, probado
            contra la Muerte, permanecerá por la Eternidad.
                 15
                 “Para que
            el Dios de nuestro Señor Jesucristo y Padre de la gloria os conceda espíritu de
            sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él”
                
                 Palabras que
            nosotros ponemos en nuestros labios, bendiciendo a Dios por haber vestido su
            Creación contra los Fuegos de la Guerra, dándole a la Verdad un Cuerpo investido
            del Poder del Verbo.  
             Llamados a
            la Vida Eterna ¿qué tesoro más preciado puede tener toda Criatura inteligente
            que el Conocimiento Verdadero del Hijo de Dios: Rey y Señor de toda la Creación
            de su Padre?
                 A nosotros
            ¿qué? todo el oro del mundo.
             Todas las
            coronas y todos los poderes fundados en la ciencia del bien y del mal son polvo
            que el viento de la eternidad arrastra al abismo del olvido. Sólo la Vida
            permanece.
                 ¿Qué otra
            doctrina le reveló el Espíritu de Yavé hecho Hombre a aquellos cientos de miles
            de hombres, mujeres, ancianos y niños que pusieron sus vidas en las manos del
            Rey de los Cielos?
                 ¿Qué
            doctrina fue la de la Iglesia Católica desde el Principio?
                 ¿Acercarse a
            Dios Padre pasando por alto a Dios Hijo?
                 ¿El Espíritu
            Santo no procede del Hijo?
                 ¿Entonces
            quién es la Cabeza de Cristo, Encarnación del Espíritu Santo que vive en el
            Padre y el Hijo: El Emperador de Bizancio, el rey de Inglaterra?
             ¿Acaso no
            está escrito?: “El que ve al Hijo ve al Padre”. Y ambos viven en Cristo. Por
            esto concluye el Espíritu Santo: “La Cabeza de Cristo es el Hijo y la cabeza
            del Hijo es el Padre”. De aquí que el Espíritu Santo proclamara el Dogma de la
            trinidad: Tres Personas y un sólo Dios verdadero.
                 16
                 “Iluminando
            los ojos de vuestro corazón, para que entendáis cuál es la esperanza a que os
            ha llamado, cuáles las riquezas y la gloria de la herencia otorgada a los
            santos”
                
                 ¿Hay riqueza
            y gloria mayor que pertenecer a la Casa de Dios como Hermanos de su Hijo, en
            quienes ha depositado Dios la Paz y la Salud de todo su Reino?
                 No uno ni
            dos sino un pueblo entero pasado por el fuego para renacer de sus cenizas como
            Ave Fénix Eterna, copartícipes de la Gloria de Dios Hijo, a cuya Imagen y
            Semejanza fueron engendrados: Jesucristo, Incorruptible, Omnisciente, ante cuya
            Mirada todo corazón y toda alma queda desnuda. El Bien personificado, la
            Sabiduría en la carne de la Creación, “Dios con Nosotros”, el Muro
            Indestructible contra cuya Roca se estrella la Soledad, la Confusión.
                 Obra
            Maravillosa de Dios, Padre e Hijo, con la que han Vestido su Creación de
            Inmortalidad Alegre, de Libertad Gozosa, de Alegría Incontenible, de Felicidad
            sin límites estallando en aclamaciones que no cesan. El Reino de Dios
            Gobernado por el Espíritu del Amor del Creador por su Creación.
             Benditos
            todos aquellos que vivieron el Camino de su Héroe, Rey y Señor Jesucristo,
            dando Testimonio de Sangre, cumpliéndose en Ellos el Designio Divino:
                 “Vosotros
            sois mis Testigos”.
             Y Testigos
            de sangre desde el Fuego del Martirio declarando haber visto y oído al Hijo de
            Dios, al Sonido de cuya Voz los Cielos acogieron su Palabra como Orden, cuya
            Voz recogió la Tierra en sus brazos cuando la Confusión ya le apretaba el
            corazón y se veía condenada a ofrecer en medio de las tinieblas.
                 “Dios
            Verdadero de Dios Verdadero”. Lo tocaron, comieron y caminaron con Él.
                 ¿Dónde la
            gloria, dónde el poder, dónde las riquezas? ¿Con qué se podrá comprar esta
            Gloria: ser coherederos de Jesús, el Primogénito de Dios? ¿A qué Poder se podrá
            comparar ser hijo de Dios?
                 ¡Cómo pues
            hay entre los que se llaman cristianos quienes desprecian a los Santos y tienen
            por Idolatría el Amor y la Veneración a quienes con su Sangre y en medio del
            Fuego gritaron a Voz Limpia y con Palabra Fuerte: Jesucristo es el Hijo
            Todopoderoso y Omnisciente de YAVÉ, Dios Padre, Señor del Infinito y de la
            Eternidad, Creador del Cosmos y de toda Vida que surge en el Universo!
                 17
                 “Y cuál
            la excelsa grandeza de su poder para con nosotros los creyentes, según la
            fuerza de su poderosa virtud”
                
                 Dejad que
            vuestras almas se abran y vuestros corazones estallen en Gratitud Infinita a
            quienes despreciando sus vidas  las entregaron para que deviniendo
            todos Ciudadanos del Reino de Dios tengamos una Morada que ya nada ni nadie nos
            quitará.
             ¿Quiénes
            fueron esos necios, ignorantes y malvados que bajo la máscara de un puritanismo
            perverso condenaron el Amor por los Santos en los que Dios ha depositado la Paz
            y la Salud de todo su Reino? ¿Acaso no está escrito “Dios quiere que la
            Adoración debida al Padre sea la Adoración debida al Hijo? Y “el que no adora
            al Hijo no adora al Padre”. 
             Necios, si
            el Hijo es la Cabeza de Cristo, ¿no participará su Cuerpo de la Adoración que
            se le debe a su Cabeza?
                 De nuevo,
            “Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y la Cabeza de Cristo es Dios”.
                 Por esto,
            porque os disteis una cabeza humana y despreciasteis a Cristo como Cabeza de
            vuestras iglesias, la idolatría es la vuestra, de manera que negándole a los
            Santos la Adoración debida al espíritu de Dios, se la disteis a los criminales
            y homicidas, asesinos de santos, que os disteis por cabezas de vuestras
            iglesias.
                 Temblad de
            espanto porque el Día que el Juez os llame ante Ése a quien despreciasteis como
            Cabeza de vuestras iglesias, una por una tendréis que dar cuentas de vuestra
            Rebelión. 
             Mirad pues
            donde pisáis, porque la Rebelión deviene Traición cuando la Voluntad de Dios se
            manifiesta y llama a  Unificación, ofreciendo Misericordia a los
            Rebeldes para la salud de sus almas en la Obediencia debida a Dios.
             ¿A qué Poder
            podréis comparar el Poder de los Santos?
                 18
                 “Que Dios
            ejerció en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra
            en los cielos”
                
                 Siendo Ellos
            Uno con Cristo, sentado Jesús a la Diestra de Dios Padre, ¿qué Trono más grande
            podréis darle a Criatura alguna?
                 Murieron con
            Él para resucitar con Él a la Gloria de los hijos de Dios, “adoptados” pero en
            todo compartiendo la Naturaleza de su Hermano Mayor, Jesucristo, el Primogénito
            de toda la Casa de Dios, quien siendo el Unigénito de su Padre viste de su
            Naturaleza a todos sus Hermanos, haciéndolos a todos Hijos de su Padre, dueños
            de su Corazón con Él, por Él y en Él. ¿Cómo pues decís algunos de vosotros: El
            Espíritu Santo no procede del Hijo?
                 Nada, ni el
            Cielo ni la Tierra, ni este Mundo ni los Mundos venideros pueden existir sin el
            Hijo; todo lo que recibimos de Dios lo recibimos por Amor a su Hijo, y
            sometiéndolo todo a su Hijo, convirtiéndole en la cabeza de toda su Creación,
            quien está fuera de esta Cabeza no está en Dios. Su Destino es la Destrucción.
                 ¡Recuerda
            Atenas a Bizancio!
                 ¡Aprende de
            Constantinopla, tú, Moscú!
                 Al igual que
            dejó Dios un resto en Israel para que  alcanzase misericordia, así le
            dejó un resto a la Iglesia Ortodoxa Bizantina, para que ahora por vuestra
            Obediencia llaméis a Misericordia a quienes, en su ignorancia de la Plenitud
            del Conocimiento Perfecto del Hijo de Dios, se alzaron contra su Esposa, la
            Iglesia Católica Romana.
             ¿Despreciando
            a la Esposa no desprecias a su Esposo?
                 19
                 “Quien
            está por encima de todo principado, potestad, poder y dominación y de todo
            cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el venidero”.
                
                 Tú,
            Jesucristo, Dios Hijo Unigénito; con tu Padre Creador de Cielos y Tierra, de
            quien por tu Primogenitura toda la Casa de los hijos de Dios recibe Veracidad y
            Santidad para la Paz y la Salud de todos los Pueblos de tu Reino.
                 Tú,
            Jesucristo, que siendo Todopoderoso, te has hecho Siervo de tu Padre para la
            Alegría y Libertad de todos los Pueblos del Universo, de los presentes y de los
            Futuros.
                 De Tí decimos
            lo que el Espíritu Santo nos ha enseñado y hemos depositado en nuestras almas
            para Salud nuestra y de nuestros hijos: 
             “A Ti,
            Señor, ha sujetado Dios, tu Padre, todas las cosas, poniéndonos a todos, del
            Cielo como de la Tierra,  a tus pies; Tú y solo Tú,
            Jesucristo,  eres la cabeza de todas las cosas en la Iglesia, que es
            Tu Cuerpo, la plenitud del que lo acaba todo en todos”.
             ¡Cómo
            entonces decís algunas que tenéis por cabeza a este o a aquel otro rey,
            rebelándoos así contra la Creación de Dios!
                 ¿Y no es de
            la Cabeza que todo el Cuerpo recibe su Naturaleza?
                 Así pues
            unos por Orgullo, y otros por  Perversidad, los unos como los otros
            habéis cometido Delito contra Dios. Pues la Fe os fue dada para vencer la
            Ignorancia y vestir el Silencio de Dios con el Manto Sagrado de la Fidelidad.
             No os
            rebelasteis contra la Iglesia Católica, Madre de todas las Iglesias, el tronco
            del Árbol de la Fe; os rebelasteis contra Dios, Padre e Hijo, acusando a Dios
            por su Silencio y a su Hijo por el propio. ¿Acaso no leísteis lo que está
            escrito: “Si hablándoos de las cosas terrenas no entendéis, cómo entenderíais
            si os hablase de las cosas del Cielo”?
                 Habéis
            acusado a Dios de haber sujetado la Boca de su Hijo.
                 Habéis
            acusado al Hijo de Dios por haberse sometido a la Voluntad de su Padre al
            confirmar la elección de Pedro aun cuando de entre todos los Discípulos fue el
            único que le negó delante del mundo.
                 ¡Quienes
            sois vosotras para atreveros a levantar la Voz delante de Dios! De los santos
            es la Santidad, ¿qué es de los Rebeldes sino la Rebelión?
                 Llamadlo
            Ortodoxia, llamadlo Reforma, llamadlo como queráis,  si no obedecéis
            y proclamáis a Jesucristo la Cabeza de todas las Iglesias y no Confesáis
            vuestro pecado ante Su Esposa, la Iglesia Católica, Madre de todos sus hijos, seréis
            juzgados por Rebelión contra Dios y sus Santos en el Día del Juicio de todas
            las cosas.
             IV
                 Vivimos una
            Adoración de Dios, y una Adoración de los Santos. La diferencia crucial entre
            ambas se basa en el Amor. La primera le corresponde al Judaísmo. La segunda al
            cristianismo.
                 En el
            Judaísmo la Adoración de Dios tiene en el Poder su fundamento. “Dios es Poder”.
            Se sigue su Ley, o se es destruido. La desobediencia a su Palabra va seguida de
            la destrucción del desobediente.
                 En el
            Judaísmo la medida de la Ley no es la Justicia, es el Poder. Dios es
            Todopoderoso y no cabe ninguna relación con Dios fuera del Poder. Todos de
            rodillas o todos muertos. No cabe ninguna otra opción.
                 El Judaísmo
            es Adoración del Ser en cuanto Poder.
                 En el
            Cristianismo la Adoración surge del Amor a la Personalidad Divina.
                 “Si Dios no
            fuera Amor yo no le adorara” es la Adoración de los Santos.
                 El Dios que
            en Moisés dice “YO SOY EL QUE SOY”, en Jesucristo se abre el pecho, descubre su
            Corazón y dice “Hace tanto tiempo que estoy con vosotros ¿y aún no me habéis
            visto?”
                 En el
            Cristianismo es la Personalidad de Dios la que  conquista la
            Adoración. “Dios es Amor”. Y este Amor se viste del Ser de Dios para hacer de
            la Adoración de los Santos la Alegría de toda la Creación.
             Desde el
            Principio del Cristianismo la Adoración de Dios es  de Amor. “Aunque
            no hubiera Cielo yo te amara” se convierte en el corazón del Cristiano.
             Lógico era
            que quienes temían a de Dios en tanto que Poder, se escandalizaran de quien nos
            reveló la Adoración de Dios en tanto que Amor.
                 En
            Jesucristo la Personalidad de ese Dios que  dice “YO SOY QUIEN SOY”
            se abre el Pecho, se descubre, y conquista el Corazón de su
            Creación.  Es Su Victoria. Es su Grandeza. Es Su Gloria. Es el
            Fundamento de su Corona Eterna. De la Adoración del Ser en tanto que Poder la
            Creación ascendió a la Adoración del Ser en tanto que Amor.
             En Moisés
            Dios se descubre como Poder Infinito. En Jesucristo Dios se revela como Amor
            Eterno. No hay Oposición, hay Perfección.
                 Evidentemente
            quienes habían edificado una Religión y Estado sobre el fundamento del Poder, y
            regían  la Nación con el látigo del Terror a la Ley, por lógica
            natural y fuerza histórica la Adoración Jesucristiana de los Santos tenía que
            resultarles una debilidad suicida. Porque en el Corazón que no cabe el Amor a
            Dios, y vive del Terror a Dios en cuanto Ley, no podía caber el Amor en cuanto
            Adoración a la Personalidad Divina, que se revela en su Hijo Jesucristo y
            deviene la Adoración de los Santos.
             Es desde
            esta Adoración que manan las Cartas de San Pablo como ríos que bajan de la
            Montaña del Evangelio para vivificar los desiertos y llanuras estériles de la
            Historia Universal tras milenios de  Guerra Fratricida Mundial. En
            efecto:
             20
                 “Y
            vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados”
                
                 La Muerte
            sembró su Semilla en las naciones, y la Civilización apenas entrada en su
            Adolescencia Ontogénica  se transformó en campo de guerra fratricida
            sin cuartel.
             La
            Fraternidad Universal en Dios Creador que echara sus raíces en la Mesopotamia
            de Adán se secó como árbol privado de agua bajo un sol inclemente. La
            divinización que reclamó la Corona del Primer Hombre creó una oposición sin
            marcha atrás contra su trono.  Por su
            Transgresión el Fruto de la Ciencia del Bien y del Mal: la Guerra, le fue dado
            a comer a todos los pueblos, y haciendo de su Carne campo de cultivo echó raíces,
            tronco y ramas  el árbol del Odio entre
            los pueblos.
             El Amor
            Fraterno dejó paso al Poder de los reyes; la pasión sin freno por ser adorados
            como dioses fue la herencia que recibieron las coronas de aquellos tiempos, y
            que andando los milenios vimos por última vez su manifestación maligna en el
            trono de los Césares.
                 A la altura
            del Siglo de Cristo ya no había ninguna esperanza para el ser humano. Todo en
            el hombre era pecado y delito. La personalidad Divina a la que fuera formado el
            Primer Hombre se disolvió en las aguas sangrientas de los milenios hasta
            convertirse el hombre en una bestia salvaje, la más peligrosa, una bestia
            hambrienta y sedienta de Poder absoluto “ a la imagen y semejanza de Satanás”.
                 Frente a
            este realidad gobernando la mente de todas las naciones, el Evangelio del Hijo
            de Dios: “DIOS ES AMOR”, ¿qué futuro podía tener? Judíos y Romanos se
            rieron de esa Religión de esclavos para esclavos.
             “¿Dios es
            Amor?”, se decían. “Y entonces lo que vivimos ¿qué es, un circo? Pues al Circo
            con ellos”.
                 Así nació el
            Cristianismo. Porque ¿qué tipo de relación puede tener una Criatura de Barro
            animada de vida inteligente por Obra y Gracia del Creador del Cosmos si no es
            en el Amor de un padre por su hijo? Fuera de esta Relación sólo existe una Ley
            posible : De rodillas o tu cabeza pierde el cuello.
             Fue la Ley
            bajo la que vivió el Judaísmo y más tarde rescató el Islam de la tumba en la
            que Jesucristo enterró el Templo de Jerusalén. Tiempos idos…
                 21
                 “En los
            cuales en otro tiempo habéis vivido, según el modo secular de este mundo,
            conforme al príncipe del poder del aire, el espíritu que ahora actúa en los que
            son rebeldes”
                
                 Con el Hijo
            de Dios vino la Adoración de los Santos, el Amor a Dios en cuanto Persona. La
            Personalidad Divina conquistó el Corazón de su Creación.  
             Y Jesucristo
            conquistó para Dios lo que los hombres por sí solos no podíamos hacer:
            Conquistar el Corazón de Dios.
             ¡El Creador
            conquistado por su Creación! No por el Poder sino por el Amor de un corazón que
            pronuncia una sola palabra: “Padre”.  
             La
            Revolución Jesucristiana se hizo imparable. Los burladores fueron burlados. Los
            dioses cayeron de sus pedestales. El Hombre resucitó al Amor de Dios por el
            Amor de su Hijo hacia el Hombre. ¡Qué abismo tan grande entre el que murió
            y el que resucitó, ¿verdad Saulo?
             22
                 “…entre
            los cuales todos nosotros fuimos también contados en otro tiempo y seguimos los
            deseos de nuestra carne, cumpliendo la voluntad de ella y sus pensamientos,
            siendo como los demás por naturaleza hijos de ira”
                
                 En efecto,
            era Necesario que la Creación entera viviese de una vez y por toda la Eternidad
            la causa por la que Dios, en cuanto Persona, tiene por Abominación la Ciencia
            del Bien y del Mal. Estancados en la Adoración del Poder pudiera llegar a creerse
            que la Cólera Divina tiene su origen en ese capricho temporal pasajero del que
            aborrece Hoy lo que pudiera serle gustoso Mañana.
             La Necesidad
            era de obligación. Puesto que por las palabras de Padre no pudo Dios apartar
            las manos de una parte de sus hijos del Árbol prohibido, una vez consumado el
            Hecho de la Caída y la Traición la Necesidad de abrir la Causa por la que Dios
            tiene por Abominación la Ciencia del bien y del mal a toda su Casa devino
            absoluta. Así, aunque con el corazón desgarrado por  los Hechos, la
            Necesidad de que toda su Casa viviese Su Abominación como propia marcó la línea
            del Futuro de nuestro Mundo y de todos los Mundos por la Eternidad. El Fin de
            todo Mundo fundado sobre la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal es la
            Destrucción. Efecto que toda la Casa de Dios vería en vivo en el Apocalipsis de
            nuestro mundo.
             23
                 “… pero
            Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó”
                
                 Mas habiendo
            engendró a todos sus hijos a Imagen y Semejanza de su Hijo, como Padre que
            conoce a la perfección a sus hijos, Él sabía que Ellos mismos de rodillas le
            implorarían Misericordia para nuestro mundo. No necesitarían ver la Consumación
            de esta Verdad Divina para vivirla y tenerla como propia por la Eternidad.
                 24
                 “y
            estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo — de
            gracia hemos sido salvados—”
                
                 Es Hoy el
            Hombre quien debe proclamar esta Verdad Divina, haciéndola tanto más nuestra
            por en cuanto al haberla vivido en nuestras carnes la Causa de Dios la
            llevaremos en nuestro Ser por la eternidad.
                 De manera
            que aquellos que clamaron Misericordia para el Hombre y quienes la alcanzamos
            unidos en un mismo Cuerpo y Casa nos alzamos por la Eternidad como el Muro
            indestructible e impenetrable contra el que se estrellará el rebrote de la
            Semilla Maligna.
                 Y esta es la
            Nueva Creación de Dios, Obra Maravillosa, origen y causa de la Adoración de los
            Santos: “Sólo Tú, Señor y Santísimo Jesucristo eres Digno del Trono de la
            Gloria”
                 25
                 “… y los
            resucitó y los sentó en los cielos en Cristo Jesús”,
                
                 A cuyo lado
            sentó Dios a sus Hermanos, del Cielo y de la Tierra, para la Paz y la Salud de
            la Creación de su Padre por la Eternidad.
                 26
                 “… a fin
            de mostrar en los siglos venideros la excelsa riqueza de su gracia por su
            bondad hacia ellos en Cristo Jesús”.
                
                 Elevados a
            la Diestra del Hijo, coherederos de su Gloria, en quienes Dios Creador deposita
            la Paz y la Salud de su Creación, han sido creados para llenar su Paraíso con
            la Felicidad Perfecta de quien tiene en el Amor de su Creador su Vida y su
            Alegría.
                 Nada de esto
            viene del Hombre, sino de Dios, Padre e Hijo.
                 27
                 “… Así
            pues de gracia habéis sido salvados por la Fe, y esto no os viene de vosotros,
            es don de Dios”
                
                 Ese Dios que
            no quiso nunca destruir su Creación ha tomado todas las medidas Omniscientes
            que, en Sabiduría sin límites, ha creído necesarias para que jamás se vuelva a
            repetir, en el transcurso de la Eternidad, la Caída de su Reino en el Abismo de
            la Ciencia del bien y del mal, cuyo Fruto, la Guerra, es a sus ojos una
            Abominación.
                 Tanto más
            Maravillosa su Nueva Creación en su Hijo por en cuanto si al principio Adán fue
            investido de la corona sobre el Género Humano, al final el Hombre fue elevado,
            en Cristo, a la Diestra del Hijo, coheredero de su Gloria para gobernar, junto
            a los hijos de Dios del Cielo, el Reino de Dios en su Plenitud. Y esto en
            verdad:
                 28
                 “… no
            viene de las obras, para que nadie se gloríe”
                
                 ¡Qué decir!
            ¡Cómo pensar siquiera que el Hombre por sus propios medios hubiera podido
            elevarse a semejante gloria!
                 Ni tampoco
            atrevernos a creer lo que el Abogado del Diablo dijera, que Dios produjo la
            Caída como medio de alcanzar este Fin. Mentira! Ni por pasiva ni por activa, ni
            en potencia ni en acto.
                 O establecer
            que una vez rescatados de la Condena por el Hijo de Dios el Hombre regresa al
            estado anterior al Cristianismo, en todo igual al Judaísmo, en el que el Hijo
            no existía ni tenía parte entre el Hombre y Dios.
                 O sostener,
            como el otro siervo del Diablo, que anuló las Obras de la fe, sin las cuales el
            Cristianismo no hubiera podido nacer, que la Justicia de la Redención se
            comunica por la Razón sola sin las Obras de la Fe.
                 El Amor no
            niega el Poder. El Amor perfecciona la Fe en el Poder de Dios, que se ejerce en
            su Creación para mantener el Amor de la Creación a su Creador en el seno de la
            Adoración de los Santos. Por lo que éste en dice San Pablo:
                 29
                 “… que
            hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras, que Dios
            de antemano preparó para que en ellas anduviésemos”.
                
                 De manera
            que quien no hace “obras buenas” hechas en Cristo Jesús, no es Cristiano, pues
            la Fe no se comunica por la Palabra sola, sino por la Palabra y las Obras que
            proceden de la Fe, según el propio Hijo de Dios dijera : “Si no vierais Obras
            no creeríais”.
                 Luego la
            Salvación de los hombres viene de las obras realizadas en Cristo Jesús, la
            naturaleza de las cuales están descritas en su Evangelio. Y quien cree ha
            creído por las Obras en Cristo, Palabras y Obras las dos caras del mismo Rostro
            Divino, Jesucristo.
                 V
                 Es difícil
            entender las razones por las que el Ser Divino responde a las circunstancias
            creadas por las acciones de sus creaciones. No hay creador que deba responder
            de su obra en razón de la crítica. Todo creador tiene el poder y la libertad
            tanto de destruir cuanto de mantener su obra. Y, a no ser que haya sido
            contratado para producir esa obra, nada ni nadie puede pedirle explicaciones
            sobre el futuro de su trabajo.
                 Evidentemente
            si un trabajo es realizado bajo contrato, este contrato obliga; del futuro de
            la obra acabada pasa a ser único responsable el contratante. No creo que en
            este terreno sea necesario introducirse en retórica.
                 En el caso
            del Creador del Género Humano, y de toda vida  que existe en el
            Universo, la Creación tiene su Origen en una Voluntad Personal Libre. Dios
            desarrolla su Trabajo por voluntad propia y en plena libertad. Ante nadie debe
            responder de su Trabajo, el Futuro de su Creación permanece en sus manos. Dios
            no tiene más Señor que Él mismo.
             Es por tanto
            sorprendente que Dios dé cuentas de su acción frente a las circunstancias
            creadas por las criaturas de su Creación.
                 Si Dios no
            tiene Pasiones, según confiesa la iglesia anglicana en su primer capítulo
            dogmático, esta acción divina de dar razones, y asumir parte en las
            circunstancias temporales con origen en su creación, se nos hace un absurdo.
                 Exigirle a
            un artista de genio, es decir, aquel que crea por  espíritu, la razón
            por la que su trabajo tiene esa forma y no otra, es caer en la estupidez más
            absoluta. De manera que lo que nos compete es entender por qué Dios tiene que
            darnos explicaciones sobre su conducta.
             La Historia
            de las Religiones se desenvuelve en el terreno del Poder. Se da por asumida la
            existencia de Dios y se establece la relación Hombre-Dios desde la óptica del
            Poder. Frente a una Persona, es este caso Divina, cuyo Poder es Infinito,
            únicamente cabe arrojarse a tierra en actitud de indefensión total. No se le
            pide razones al Poder. No se establece una relación desde el Ser. Quien tiene
            Poder Infinito no responde ante nadie de sus acciones.
                 Se observa
            en las religiones no Cristianas y en las iglesias no católicas este mismo
            esquema. La relación del Hombre con Dios se establece desde el Poder, no desde
            el Ser; es decir, se proyecta al Infinito la relación ente los reyes absolutos
            y sus súbditos. El Poder tiene la vida y la muerte en sus manos y no responde ante
            nadie de sus razones para aplicar sentencia de muerte.
                 Si en el
            caso de los hombres al Poder puede ser retado y derrumbado, en el de Dios esta
            posibilidad queda disuelta.
                 Tanto el
            Judaísmo cuanto el Islam se quedan dentro de esta esfera de relación en la que
            el Ser no cuenta; en ambos sistemas religiosos el Poder es la base de la
            Adoración y de la sumisión del Hombre a Dios.
                 La
            Revolución Jesucristiana que el Hijo de Dios pone en marcha en la Historia
            Universal, y sus Apóstoles y Discípulos proyectan a las naciones, rompe este
            Esquema Antiguo y centra el Discurso de la Relación de Dios con el Hombre en la
            Paternidad. El Creador se declara Padre de su Creación. Dios es el Padre del
            Hombre.
             “Por Amor de
            Padre a Hijo” Dios responde de sus Acciones ante su Creación.
                 El Hecho
            Divino de ser Padre transfigura la Relación entre el Creador y su Creación de
            forma que lo que era imposible, una relación real entre Creador y Creación en
            el Orden del Poder se hace viva en el Orden del Ser. “Dios es Padre, Dios es
            Amor”.
                 30
                 “Por lo
            cual, acordaos de que un tiempo vosotros, gentiles según la carne,
            llamados incircuncisión por la llamada circuncisión, que se hace en
            la carne”
             
             Arrancados
            del estado animal al que nuestros padres fueron arrojados, y como tales
            animales racionales establecidos en una relación con la Divinidad desde el
            Poder, la Revolución Jesucristiana, una vez y para siempre la Redención
            consumada, nos abrió la Puerta al Corazón del Creador, en el que Dios responde
            a su Creación como Padre que ama a sus hijos y les da cuentas de las razones de
            su Respuesta a las circunstancias por las que atraviesa su Casa.
             Fuera de
            esta Relación de Paternidad comprender la razón por la que Dios interviene en
            los asuntos de sus hijos deviene un absurdo. Por Amor a su Creación lo que era
            imposible se ha hecho realidad gracias a Cristo, que vive en Nosotros. Sin el
            cual:
                 31
                 “estuvimos,
            entonces sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a las
            alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”
                
                 Lo cual se
            ve contemplando las circunstancias del Mundo antes de Cristo, y de nuevo en el
            mundo de Hoy, alejado otra vez de Dios.
                 Si antes de
            Cristo, ni Judíos ni Gentiles podían comprender a Dios y sus razones para
            mantener la distancia entre Creador y Creación, una vez alejados de nuevo de
            Cristo se regresa al Orden del Poder, aunque en esta ocasión en una nueva forma
            de  entendimiento basada en la Negación de la Existencia de Dios
            derivada de nuestra concepción Política del Poder. Si Dios es Amor y Dios es
            Todopoderoso ¿por qué se mantiene al margen de la Tragedia del Hombre?
             Es decir, la
            incapacidad para comprender a Dios arroja al Hombre a la condición animal de la
            que fue rescatado por Cristo. “Puesto que no podemos comprender, negamos”.
                 Y aun así
            todos sabemos que las razones de un padre quedan muy lejos del entendimiento de
            su hijo en pleno proceso de crecimiento. Si entre padre e hijo de la raza
            humana sucede esto ¿cómo querer comprender a Dios? Es por esto que la Fe se
            hizo Dogma a fin de que la incomprensión debida a la distancia entre Creador y
            Creación  no destruya el Abrazo de Dios en cuanto Padre a sus
            hijos. 
             33
                 “Mientras
            que ahora, por Cristo Jesús, los que un tiempo estábamos lejos, hemos sido
            acercados a Dios por la sangre de Cristo”
                
                  Todos,
            sin excepción, siendo hijos del mismo Creador Divino, todos nos hallamos en el
            mismo estado de  Filiación por el que el Amor sostiene lo que la
            Inteligencia Natural no puede comprender.
             Entender la
            Razón de Dios es un Acto Sobrenatural. Que no puede realizarse sino en el seno
            del Amor de Dios por su Creación. Pues si no hubiera Amor no habría Pasión,
            ciertamente, y la dogmática religiosa anglicana tendría un valor Divino.
                 Sin embargo,
            la Negación de Pasión en Dios es la Negación del “Dios es Amor” de Cristo.
             “Dios es
            Amor”, se revela sobrenaturalmente en su Hijo para realizar por la Fe lo que
            por el Intelecto Natural se mostró imposible, a saber, alcanzar la Sabiduría de
            Dios,  y se ha vuelto a demostrar un imposible aun cuando entre el
            Hombre Moderno y el Hombre Antiguo exista un abismo en el terreno del
            “conocimiento científico”.
             En un caso
            como en el otro  el Rechazo a Cristo condujo al Ateísmo. Que puede
            adoptar diferentes formas pero mantiene una misma sustancia: la imposibilidad
            de penetrar en la Razón Divina sin acceder por la Puerta establecida por el
            propio Dios: “Jesucristo”.
             34
                 “Pues Él
            es nuestra paz, que hizo de los dos pueblos uno, derribando el muro de
            separación, la enemistad”
                
                 Fuimos
            creados como Género Humano, sin diferencia entre hombres y hombres, todos un
            mismo Cuerpo, “el Hombre”, con una Cabeza Única Universal, Jesucristo, Rey y
            Señor de toda la creación de Dios, su Padre.
             Querer
            mantener la división entre los hombres, pueblos y naciones, en razón de la
            sangre es negar a Dios, quien en la Redención, comprándonos a todos con la
            Sangre de su Hijo, nos hizo una misma Sangre, un Mismo Cuerpo, un mismo Ser,
            elevado a la Sobrenaturaleza Cristiana en el orden del Amor.
             Esta es la
            Razón por la que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra Imagen y a nuestra
            Semejanza”, es decir, hijo de Dios. Que Jesucristo vino a reestablecer por su
            Amor a la Creación de su Padre, de esta manera:
                 35
                 “Anulando
            en su carne la Ley de los mandamientos formulada en decretos, para hacer en sí
            mismo de los dos un solo hombre nuevo, y estableciendo la paz”
                
                 Sobre cuya
            Anulación ya sabemos su significado.
             No que los
            Mandamientos formulados en Decretos fuesen desactivados, sino que elevados a la
            Ley de Cristo la sentencia contra la desobediencia, sujeta a muerte, dejó
            de  tener proceso a fin de que lo que no podía alcanzarse por el
            Poder se hiciese vida por el Amor.
             Pues si
            por  la Ley de Moisés el Terror al Castigo fue la fuerza que alimentó
            la Obediencia, y por el Rechazo a una vida en constante Terror se produjo el fin
            de la Obediencia, por el Amor a Dios, y engendrados para ser sus hijos, 
            la Ley del Terror dio paso a la Ley del AMOR, de tal manera que lo que le fue
            imposible al hombre: “la Obediencia en orden al Terror al Castigo”, por el Amor
            de los hijos al Padre Divino esta Obediencia emerge libremente sin estar sujeta
            a escrutinio. Y en el encuentro de la Paternidad Universal Divina:
             36
                 “Jesucristo
            nos reconcilia a todos en un solo cuerpo con Dios por la cruz, dando muerte en
            sí mismo a la enemistad”.
                
                 “El Género
            Humano”. Todos somos parte de este Cuerpo Universal, de este Árbol de la Vida
            de las Naciones, por circunstancias  no predestinadas ni deseadas por
            Dios, expuesto a un medio hostil desatado por la Muerte para ocasionar nuestra
            destrucción.
             La historia
            de Caín y Abel es la historia del Género Humano. Llevamos seis mil años en
            guerra fratricida mundial. Es Hora de enterrar la Enemistad y renacer a la
            Amistad de quienes somos hermanos. Primero, por Naturaleza, siendo nuestra
            madre la Tierra, y luego por tener por Padre de todos al mismo Dios que la
            creó. Por esto el Hijo de Dios se hizo Hombre:
                 37
                 “Y
            viniendo nos anunció la paz a los de lejos y la paz a los de cerca”
                
                 A los ojos
            del Creador de todos no hay diferencia entre unas familias y otras. ¿Existe
            entre una rama y otra del mismo árbol diferencia alguna en lo que se refiere a
            la naturaleza de la sangre que a todo el árbol alimenta?
             El Árbol del
            Género Humano tiene una sola Sangre, la Sangre de Cristo, por la que todos
            devenimos hijos de Dios. Y gracias a esta Sangre:
                 38
                 “por Él
            tenemos los unos y los otros el poder de acercarnos al Padre en un mismo
            Espíritu”
                
                 Gracias a
            Jesucristo participamos todos en el Misterio de la Santísima Trinidad: “Tres
            personas y un sólo Dios Verdadero”. De manera que siendo muchos y tener todos
            un mismo espíritu, todos podemos comprender por el Amor lo que por la Razón nos
            es imposible: La Unidad Perfecta, Eterna e Infinita, de las Personas Divinas en
            un único Ser: “Dios”.
                 Así que,
            siendo todos partes del mismo Ser, “el Ser del Hombre”, participamos en todo en
            Dios, nuestro Padre.  
             39
                 “Por
            tanto, ya no somos extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y
            familiares de Dios”
                
                 Si todos
            hijos de Dios, todos hermanos, y si hermanos la ley que se mueve en nuestra
            Sangre es la Ley del Amor, no la del Terror ni la de la Enemistad, no la del
            Orgullo ni la de la Vanidad. El mismo Padre de todos alimenta a todos con su
            Amor; de manera que nadie puede gloriarse por la sangre delante de Dios. Siendo
            la Sangre de Cristo la que nos da a luz para la vida eterna, todos participamos
            de los mismos fundamentos:
                 40
                 “Edificados
            sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular
            el mismo Cristo Jesús”
                
                 De donde se
            ve que el Cristianismo no rompe con el Israel Bíblico; es su Consumación, el
            horizonte hacia el que caminaron los Profetas desde Adán hasta Cristo.
                 41
                 “En quien
            bien trabada se alza toda la edificación para templo santo en el Señor”
                
                 El Primer
            Templo fue edificado para permanecer hasta  la llegada del Redentor.
            Y en razón de esta espera el Templo fue una Puerta Intraspasable para todas las
            familias del Género Humano. Pero Dios creó todas las familias de la Tierra. Y
            habiendo sido desterradas de la Presencia de su Creador todas las naciones, por
            la Redención sería finalizado este Destierro.
             Por la
            Ignorancia, alzados los sacerdotes del Templo Antiguo contra la Apertura de su
            Interior a todos los hombres,  la Necesidad de su Destrucción y de la
            Edificación de un Nuevo Templo abierto a la Plenitud de las Naciones quedó
            expuesta por los mismos Profetas, quienes siendo de la casa de Israel vieron
            esta Ignorancia levantándose para cerrarle el paso a la Sabiduría del Dios de
            Moisés.
             Tal fue el
            Nuevo Templo, la Iglesia, edificada sobre  Resurrección de
            Jesucristo:
             42
                 “en quien
            nosotros también somos edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
                   
             Amén.
                 
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|  | Amazon.EL CORAZÓN DE MARÍA, VIDA Y TIEMPOS DE LA SAGRADA FAMILIAprint on demandESPAÑA-------------HISPANOAMERICAEsta es la Verdadera Historia de la Sagrada Familia . La Ley del Silencio por Dios impuesta a sus Testigos extendió su Velo sobre la propia Madre de Cristo, quien se llevó en su Corazón la Vida de las Personas que protegieron a los Padres de Cristo. La Historia que vais a leer se lo llevó la Madre al Cielo, y Hoy desciende de su Corazón para Alegría de todos los que han permanecido Fieles a Dios a pesar de los Siglos. Este Libro ayudará a todo el que lo lea a creer. | 
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