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EFESIOS:VIAJE AL CORAZÓN DEL ESPÍRITU SANTO
No quiso
abandonar Dios a su Creación en las garras de la Muerte. Al contrario, viviendo
en el sufrimiento de ver su Creación expuesta a los fuegos del Infierno de la
Guerra, sobrecogido su Corazón ante el espectáculo de la Tragedia del Género
Humano, no dudó Dios en darnos por Héroe y Campeón de nuestra Causa a su Hijo
Todopoderoso, Aquel en quien Su Corazón tiene su Vida y Felicidad.
So pena de
ver bajo las ruedas del Infierno a su Creación, Dios Padre no podía de ninguna
manera permitir que el Duelo a muerte entre el hijo del Hombre y el hijo del
Infierno tuviese otro Vencedor que Jesucristo, el Hijo de su Corazón; Jesucristo,
por quien su Ser entero vive; Jesucristo, en quien Dios vive en Verdad. Este
Jesucristo es el Hijo en quien Dios encontró la Alegría que perdiera en los
campos del Infinito y de la Eternidad. Por este Jesucristo fuimos salvados y
llamados a la vida eterna. Por ese mismo Jesucristo ya no somos esclavos de la
carne en el Miedo a la Muerte. Aun en la carne somos eternos por el Espíritu
del Campeón que Dios nos suscitó para aplastarle la cabeza al Príncipe de las
Tinieblas. En su Resurrección resucitamos todos los que le amamos. Pues el que
ama al Hijo de Dios, no muere sino que vive para siempre. Su Victoria sobre la
Muerte es nuestra Victoria. ¡Cómo entonces caer tentados por las
fábulas de los sabios y esclavos de la Muerte que nos quieren negar lo que
nuestro Espíritu ve con los ojos: ¡Jesucristo, la Puerta de la Vida eterna!, quien
le ama cierra los ojos a este mundo y los abre a la Vida Eterna. Jesucristo es
el Verbo, y el Verbo es Dios. No creer en su Palabra, es negar a Dios. Cuando
Satán puso en Duda la Veracidad Divina del Hijo de Dios negó la Veracidad de YAVÉ
Dios Padre: Creador del Universo, del Cosmos, y de las Tinieblas que rodean la
Creación.
San Pablo,
al igual que sus Hermanos en el Espíritu de Yavé, aunque en la carne, vivió la
Vida Eterna a imagen y semejanza del Hijo de Dios hecho hombre: por el Espíritu
fueron “dioses”, y como tales, perfectos conocedores de que la Palabra de Dios,
comprendieron que fue por ellos por quienes Dios escribió: “Dioses sois, pero
moriréis como cualquiera de los príncipes”.
Conscientes
de la Parusía que les aguarda, el final que Jesucristo les mostró en su propia
persona, libres del Miedo a la Muerte y deseando cruzar la Puerta de
la Resurrección, ninguno de Ellos vaciló en hacer lo que como hijos de Dios
debían hacer. Gracias a Ellos el Género Humano tuvo un Futuro.
Pero no sólo
el Género Humano fue atrapado bajo las ruedas de la Muerte a consecuencia de la
Traición de la parte de la casa de los hijos de Dios que, uniéndose a Satán, se
conjuraron para obligar al Señor del Cosmos a bendecir la transformación de su
Imperio en un Olimpo de dioses más allá del Bien y del Mal. Llamados a
participar en la Formación del Hombre a la Imagen y Semejanza de los hijos de
Dios, ésos “hijos rebeldes”, “no de esta creación”, se conjuraron
para apartándose de la Obediencia debida al Creador de todos
declararle la Guerra a su Espíritu Santo, muerte del Hombre mediante.
Ante esta
Traición comprendió Dios que su Creación le pedía a gritos una Revolución
Universal que acabase para siempre jamás con la exposición de su Reino a
la Muerte.
El
Dilema fue profundo. Cada vez que Dios dejó sola su Creación sus hijos rebeldes
se declararon en guerra. Dilema existencial tremendo, porque Dios no puede
dejar sola su Casa ni tampoco Dios puede devenir esclavo de su Creación. Así
que en su Amor por la Vida adoptó en su Sabiduría darle Cuerpo a su Espíritu
Santo a fin de que deviniendo Carne toda su Creación pudiese decir a corazón
abierto: “Cristo Jesús, Dios con Nosotros”.
Este es el
Misterio de Cristo. Tanto más hermoso y bendito este Misterio para la creación
entera por cuanto el espíritu de Dios se hizo hombre, y deviniendo Cristo Jesús
la Cabeza de los Apóstoles elevó Dios la Casa de los hermanos de su Hijo al
Gobierno de su Reino : en la Plenitud del Poder de quienes participan en todo
de la Incorrupción y la Perfección del Amor del Creador a su Creación y de la Creación a su Creador.
Este es el
Misterio de la Salvación Universal. El espíritu de Dios se hizo Hombre, y sin
perder su Origen fue elevado a la condición de la Divinidad del Todopoderoso Hijo
de Dios y Señor Jesús, por quien vive toda la casa de los hijos de Dios, y de
quien reciben todos gloria y poder, amén de toda Justicia y Sabiduría. Es Dios
en Cristo quien escribe, quien habla, quien se mueve, quien vive. Por esto leemos:
“San Pablo”, “San Pedro”, “San Juan”, “San Mateo”, “San Felipe” … Pues el
Cuerpo participa de la Naturaleza de su Cabeza, y si la Cabeza es Santa ¡cómo
no lo será su Cuerpo!
Gloria para
todo el que ama a Dios en el Misterio de la Encarnación; pero abismo insalvable
para todo el que quiere penetrar en el Misterio de Dios hecho hombre contando
con las fuerzas de “la sola razón humana”, negando así la necesidad de Cristo,
es decir, de la Iglesia que Jesús fundó en la Tierra para la Adoración de Dios.
Nadie puede
entender a Dios si Dios no le abre la Puerta a su Ser. La Razón Humana es un
instinto animal, y lo animal no puede entender del Espíritu de Dios, como se ve
en el reino animal. Pretender entender la Palabra de Dios desde “la Razón Sola”
es declararse Animal y negar el Espíritu.
Esta Verdad
es Eterna. Pero muchos, siguiendo la senda de Satán, eligieron labrarse un
camino propio, y prefirieron la Traición de quien quiere usar el Amor del
Creador por su Creación para obligar a Dios a doblar las rodillas ante
sus siervos. Locura infinita esta: querer que Dios haga la Voluntad de sus
hijos, en lugar de ser éstos quienes tienen por gloria hacer la Voluntad de su Dios
y Padre.
Los
Apóstoles, una sola cosa con el Espíritu Santo, en quien viven y en quien
tienen su existencia, participaron de la Sabiduría de Dios en grado perfecto y
pleno. Cristo Jesús y Sus hermanos en Dios son Un Solo Ser, una Sola realidad,
un Mismo Dios: “El Espíritu Santo, Dios con Nosotros”. Esta es la Creación de
Dios que al llegar la Plenitud de los tiempos se consumó. El Espíritu Santo de
Dios, que vive en el Padre y en el Hijo, y en Él Padre e Hijo viven, ¡se hizo
Hombre, se Encarnó, y vive en la Creación para que la Creación no se sienta
jamás “abandonada”!
¡El Creador
le ha dado un Cuerpo al Amor de Dios por la Vida!
No podía ser
de otro modo. Dios rechazó la Idea de un Imperio gobernado por una Casa de
reyes todos más allá del bien y del mal, para quienes la Ley es un capricho y
la Guerra es un juego de dioses. Dios no podía ni quiso permitir semejante
transformación maligna de su Creación en un Infierno regido por demonios.
Contra esta
Visión Maligna Dios engendró en su Creación “la Casa de Jesucristo”, todos
unidos a Él en un mismo Espíritu, el Espíritu Santo de Dios, y todos los hijos
de Dios, tanto del Cielo como de la Tierra, reciben de Él la Gloria y la
Majestad de quien Gobierna el Universo.
Pero San
Pablo y San Pedro y sus hermanos en el Espíritu Santo nacieron en la Tierra. Supieron
cómo sería la Salida de todos ellos de este Mundo, la Parusía hacia la que caminaron
unidos, porque vieron en vivo ese final en quien los llamó a ser sus Discípulos
y cumplirse en ellos lo que Dios les anunció:
“Dioses sois, pero moriréis como cualquier príncipe!”. Y en otro sitio: “Sois mis Testigos”. El Testimonio que
debían dar, para el que nacieron, fue la propia vida. Para que no le tuviesen
miedo a la Muerte, Dios les envió a su Hijo Primogénito a fin de que la sola idea de la Duda
fuese una abominación en sus mentes. El Acontecimiento de la Resurrección selló
con la sangre de los Apóstoles y los Primeros Cristianos la Veracidad de lo que
vivieron. Dios estuvo con Ellos, Dios estaba en ellos, y participaban
de Su Sabiduría sin ninguna restricción. No es el Poder lo que los hizo
Grandes; lo que los hace Únicos delante de Dios fue el Amor por su Hijo. Amor
que se mostró invencible y aun viendo su Salida de este Mundo por la Puerta de
la Resurrección: como Columnas asentadas sobre Roca, se mantuvieron
firmes.
Ellos eran
Pastores de hombres con una Misión, conducir los Rebaños del Señor al Matadero.
“Hay Muerte. Hay Resurrección”. No hay que tener Miedo. No hay que temblar. El
Pastor Divino ha bajado del Cielo para que todos en la Tierra se mantengan
firmes. Es Dios quien abre la Puerta. “Dios es la Puerta”. Si hombre hubiera
sido, ¡horror! Pero es el Hijo de Dios quien primero cruzó esa Puerta para
hacer desaparecer el Miedo, la Confusión, la Duda. Más aún, “YO soy la Puerta”, la Puerta de la Resurrección es el
propio Jesús. Y la Misión de los Edificadores de la Iglesia Apostólica
Universal era, y sigue siendo, el trabajo de quienes, arrecie la tormenta,
tiemble la tierra, o pegue el sol sin descanso, deben continuar trabajando sin
prestarle atención a los elementos.
El Vencedor
sufre el peso de los elementos pero no se esconde de ellos ni renuncia a su
trabajo. Estrecho y largo es el camino que lleva a la vida, pero es Dios el que
guía, así que adelante, si te caes, te levantas; si te duele, te calmas; si
sangras, reposa. La Victoria es tuya, Dios es el Señor del Tiempo.
Dios es Fiel a su Palabra. Su Palabra es Dios.
Habla San
pablo.
1
“Pablo,
apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles de
Jesucristo en Éfeso: sean con vosotros la gracia y la paz de parte de
Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”.
1
Contra
la Ortodoxia de la Tercera Roma
Nadie por
tanto viene de Dios si no es por Jesucristo, pues Dios a todos llama para que
se sometan a su Hijo, y quien no se somete a su Hijo sino que quiere llegar a
Dios dejando de lado a Jesucristo, ese comete un terrible delito. La Creación
entera tiene su Origen en el Amor del Padre por el Hijo, y quien quiere quitar
este Amor y ponerse en comunicación directa con el Padre, como si el Hijo fuese
un accesorio de lujo, un capricho de Dios, ésa iglesia comete un tremendo
pecado.
Pues Dios a
nadie mira sino es en el Corazón de su Hijo. De manera que nadie exista fuera
de su Hijo, y nadie recibe nada si no es por su Hijo, para que en todo su Hijo
sea adorado como es adorado Dios, su Padre.
Y quien no
adora a Jesucristo como es adorado YAVÉ DIOS, su Padre, se declara enemigo de
Dios.
En cambio,
en el Amor y por el Amor a su Hijo: Dios se declara Padre de todos los que le
aman. Y fuera de este Amor nadie recibe la Felicidad de ser llamado hijo de
Dios.
Aquí le
habla a los Siglos uno que en medio de sus Hermanos tuvo y tiene la Gloria de
ser hijo de Dios, semejante en todo a Cristo Jesús, el Espíritu Santo hecho
Hombre, con quien San Pablo es una sola Realidad, para Alegría de toda la
Creación: Vencedor del Pecado, Incorruptible y Todopoderoso ante la Muerte por
Voluntad de Dios y por Amor a su Hijo.
Esta es la
Nueva Creación Viva de Dios: una Casa Indestructible basada en la Santidad de
sus Miembros, en la cual todos los Pueblos de la Creación encontramos y tenemos
la Garantía de la Paz y la Salud de quien tiene a Dios por Rey.
Los siglos
han pasado. Pero la Obra permanece. Así pues:
2
“Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con
toda bendición espiritual en los cielos”.
Se ve que
San Pablo no se refiere al Poder según el Mundo, sino según el Espíritu.
El Poder
según el Mundo ya lo conocemos; tiene sus raíces en la Ciencia del bien y del
mal, en el deseo de Satán de contar con la bendición de Dios, y estar más allá
de la Ley, hacer su propia soberana voluntad, gobernar acorde a los deseos y
caprichos de quienes, contra Dios, se creen dioses a cuyos pies la Justicia debe
dejar su Juicio, la Paz su bandera y la Verdad su espíritu.
Dios no
bendice a Sus Siervos con Poder sin límites para pisar la Ley Universal e
imponer una ley propia. ¡Para nada! Dios bendice con su Sabiduría para gobernar
su Reino acorde a la Ley del Amor por la Vida.
Mientras que
el Poder según el Mundo alza dioses inmundos que tienen en sus manos la muerte
de todos los seres, el Poder que viene del Espíritu administra el Reino acorde
a la verdad Eterna, Madre de la Justicia y de la Paz, sin las cuales no puede
haber Libertad.
La Santidad
tiene en el Amor de Dios por la Vida y en el Amor de la Creación por su Creador
su Fuerza, su Principio, su Sentido, su Existencia. Es sobre este Amor hecho
Carne que Dios llueve sus Bendiciones para que sus hijos administren su Reino y
sean la Luz que ilumina su Paraíso durante los Días de la Eternidad.
Y será sobre
esta Santidad que recibe Cristo el Poder de Jesús, que está en su Palabra,
según leemos en el Evangelio, donde vemos que le basta abrir la boca para que
su Voluntad se haga.
Lo cual lo
vemos al Principio cuando Dios dijo:
“Haya Luz, y
la Luz se hizo”.
Razón por la
cual el Espíritu Santo en Juan escribe:
“Al
principio era el Verbo,
y el Verbo
estaba en Dios,
y el Verbo
era Dios”.
Pues si al
principio el Hombre fue llamado a la Imagen y semejanza de los hijos de Dios,
según leemos, “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”, al
cerrar Dios aquella Creación nace otra Nueva, de manera que el Hombre Nuevo es
llamado a la Imagen y Semejanza del Espíritu Santo, que hecho Hombre revela su
Gloria en Cristo y de ella hace partícipes a sus Hermanos, viniendo a ser ellos
mismos Cuerpo del Verbo Hecho Carne, “Dios con Nosotros”. Que permanecerá por
siempre entre Nosotros, sin cuya Presencia Visible la Creación se hunde en la
Confusión, según leemos en el Origen cuando Dios dice: “La Tierra estaba
Confusa y Vacía…” Razón por la que el Espíritu en Pablo escribe:
3
“por
cuanto que en Él nos eligió antes de la constitución del mundo para que
fuésemos santos e inmaculados ante El en Amor”.
En efecto,
no los eligió Dios fuera de su Hijo. No creó Dios un Nuevo Hombre eligiendo el
Modelo en otro hijo de su Casa, sino que levantó como Modelo a cuya Imagen y
Semejanza levantó este Nuevo Hombre a su propio Hijo, el Hijo de sus entrañas
Increadas, Todopoderoso como Él mismo, y como su propio Padre movido por Amor
Infinito a su Creación. Este Amor se hace Carne y lo viste Dios con la Gloria
de su Unigénito, al sonido de cuya Palabra los elementos doblan sus rodillas.
¡Cómo vivir este Poder fuera del Espíritu de Cristo! ¡Cómo alcanzarlo si no es
por la Voluntad de Dios!
Por esto
este hijo de Dios dice:
4
“Y nos
predestinó a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al
beneplácito de su voluntad”
Predestinación
que el Abogado del Diablo envenenó para confundir el término “desde la
constitución del mundo … después de la Caída”, a la que se refiere el
Siervo de Dios, con “la constitución del mundo … antes de la Caída” que el
Siervo Reformador del Diablo puso en su Manifiesto Anticristiano sobre las
Instituciones de la Iglesia.
Rechazando
la Palabra de Dios, que manifestó en sus Profetas su Voluntad de hacer una
Creación Nueva, el Abogado del Diablo y su jauría de asesinos Calvinistas:
Hugonotes, Puritanos y Presbiterianos… negaron la profecía acusando a
Dios de haber tenido en mente la Caída del Primer Hombre desde el principio de
la Creación del Universo.
El Juicio de
Dios sobre tal Doctrina es el Fuego. El que sobreviva, vivirá; el que no, será
consumido por el Fuego.
Dios no es
un objetivo, Dios no es una meta en la distancia. Dios engendra en su Creación
hijos que participan en todo del Espíritu de su Primogénito. De manera que la
Veracidad del Unigénito se extiende a sus Hermanos en Cristo en razón de su
Primogenitura, y son éstos Hermanos del Hijo de Dios quienes siendo su Creación
Nueva nacen predestinados para participar del Ser de quien se dice “Jesucristo,
Dios con Nosotros”.
Y nadie participa
de esa Gloria sino quien fue engendrado por Dios para ser Coheredero de su
Hijo, cuya Historia conocemos y cuyo Amor por Dios fue probado hasta el
Martirio. Amor que es el Origen de su Gloria y el principio de su Fuerza,
gracias al cual su Palabra es Dios....
5
“…para
alabanza del esplendor de su gracia, que nos otorgó gratuitamente en
el Amado …”
… contra
quienes en el Futuro vendrían a negar que
el Espíritu Santo proceda del Hijo. Mentes perversas y espíritus enfermos a
quienes debemos preguntarles:
¿Sin el Hijo
de Dios alcanzasteis la Salvación que procede de la Redención?
Y una vez
alcanzada por Su Sangre la Salvación ¿despreciáis a aquel cuya sangre os ha
dado la vida?
¿El Hijo de
Dios es Nadie? Una vez Crucificado ¿Dios lo arrojó de su Corazón?
¿Creéis que
sois alguien o que vuestra existencia es fundamental para el desarrollo de la
Vida en el Universo y de la expansión de la Creación?
¿Quién os ha
dicho que podéis presentaros delante de Dios Padre mirando a Dios Hijo como si
fuese un cero a la izquierda?
¿Tan santo y
sabios que sois no habéis leído lo que está escrito, el Decreto de Dios por el
que le entregó a su Hijo su Reino entera y puso a sus pies la vida y la muerte
de todos su Imperio? El Orgullo fue tu pecado, Bizancio, y por el Pecado
te vino la Muerte.
La Verdad
que la Eternidad ha recogido en sus Brazos es esta:
Nada hace
Dios sin pensar en su Hijo.
Nadie recibe
de Dios Sabiduría e Inteligencia si no es por Amor a su Hijo.
De manera
que Dios lo ordena todo para que su Hijo sea la Fuente de todos los dones que
su creación recibe.
Nadie se
acerca a Dios si no es por su hijo.
Escrito
está: “Yo soy la Puerta”. Quien niega esta Declaración procede de aquel
Satán que quiso desplazar al Hijo y sentarse en su Trono sin querer entender
que todo lo que existe tiene en el Hijo su Origen, y nadie se acerca a Dios haber
recibido de su Hijo su Espíritu.
El Hijo de
Dios es el Principio del Hombre. Pretender que se puede recibir de Dios su
Espíritu sin que este Espíritu sea el del Hijo, tal que lo que se recibe
procede de Dios pero no de su Hijo, es una Negación Maligna cuyo fruto es la
Destrucción, como se viera en la Iglesia Ortodoxa Bizantina, a la que Dios ha
dejado un resto entre las naciones para su conversión.
El Orgullo
es el Pecado que condujo a la Iglesia Ortodoxa Bizantina a creer que podía
desplazar al Hijo de Dios y presentarse delante de Dios pasando por alto a su
Rey y Señor, Jesucristo.
El Orgullo
la condujo al Pecado haciéndole olvidar al Patriarca Ortodoxo que Jesucristo es
el Sumo Pontífice Universal del Templo de Dios, y que sólo y exclusivamente Él,
como el Nuevo Aarón, puede correr el Velo y presentarse delante del
Todopoderoso Creador de todo lo Visible y lo Invisible.
El Orgullo
de la Iglesia Ortodoxa arrastró a Bizancio a su Destrucción.
Todo lo que
vive y respira, existe y se mueve, se mueve y existe, respira y vive por el
Hijo de Dios...
6
“… en
quien tenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados, según las
riquezas de su gracia”
Y diciendo
“la redención por su sangre” se dice absolutamente todo. Y quien no
lo entiende es porque no está redimido, ni la ha conocido, ni gustado ni
vivido.
Por el
Pecado el hombre devino un animal más cuya fuerza está en su Razón, en su
cerebro. El pensamiento del hombre, fuera de Dios, es puro instinto animal cazando
a diario su supervivencia.
Sin embargo,
por la Redención fuimos creados de nuevo para regirnos por el Espíritu, y así
todo lo que somos lo somos por quien nos ha Redimido.
Todo el
mundo es nada; Jesucristo lo es todo. Sin Él no existiría en el homo sapiens el
Hombre. Y sin el Cristiano no existiría la Civilización. Así que lo
que somos, lo somos porque, por Amor a la Creación de su Padre, Jesucristo nos
salvó de la Ruina; y del polvo nos levantó para darnos un Futuro establecido en
la Vida Eterna.
Por tanto,
hoy, mañana y siempre nos movemos en la Eternidad delante del Hijo de Dios,
nuestro Señor y Rey Sempiterno.
Así que nuestro
Mundo se lo debe todo al Cristianismo, sin el cual no existiría Civilización, hasta
el punto de que si el Cristiano dejara de existir la Vida en la
Tierra volvería al polvo. Horizonte de ruina establecido en el Pecado, contra
el que el Hijo de Dios nos abrió el Camino hacia la Vida de la que actualmente
disfrutamos. Camino imposible de abrir para el Hombre con “su sola Razón”, una “razón”
a su vez movida por el Orgullo de no necesitar al Hijo de Dios para presentarse
delante de Dios y recibir de Dios los dones de los que el Espíritu Santo en
Pablo dice:
7
“Quien
superabundantemente derramó sobre nosotros toda sabiduría y prudencia”.
En efecto,
El Poder no les fue dado a este hijo de Dios y a sus Hermanos en Jesucristo
para hacer su Voluntad y establecer su Pensamiento como fuente de sus
movimientos en la Historia. Para nada. Dios estaba obrando. Una Nueva Creación
había sido abierta y estaba en proceso.
Si el
Pensamiento humano hubiese sido suficiente para romper por ese
horizonte y conducir la Historia de la Civilización lejos de su Destrucción,
Jesús se hubiese bastado solo, no hubiese tenido necesidad de nadie para hacer
que el Mundo se reordenara acorde a su Pensamiento.
Pero el Hijo
de Dios no vino a hacer su Voluntad Personal, vino a hacer la de su Padre. Y
fue en Adoración de la Voluntad de Salvación Universal que Dios ordenó para su
Creación por la que, aunque siendo Él el Hijo de Dios, y con su Palabra puede
hacerlo todo, Jesucristo dobló sus rodillas ante la Sabiduría de Dios.
Sabiduría que no conocieron los Discípulos sino por el Espíritu Santo que vino
sobre Ellos tras la Resurrección….
8
“Dándoles
a conocer el misterio de su voluntad, conforme a su beneplácito, que se propuso
en Jesucristo”
Volvemos a
lo mismo. Dios lo hace todo en su Hijo, con su Hijo, por y para su Hijo. “El
Padre le muestra al Hijo todo lo que hace”. El Amor por su Hijo es la Razón que
mueve el Corazón de Dios, la Causa Metafísica en la que su Fuerza Creadora se
hace Semilla y engendra Nuevos Mundos.
Todos somos
Creación del Hijo de Dios, por potencia física y acto metafísico. Él fue quien
le dijo a las estrellas que separasen la Luz de las Tinieblas; Jesucristo fue
quien que estableció en los Cielos el Firmamento que separa las
aguas que están encima del firmamento de las aguas de los océanos que están
debajo del firmamento.
Jesucristo
fue quien bendijo toda vida con la Potencia de la Reproducción Procreativa, y
quien bendijo a toda vida con alimento abundante para que ninguna especie que
vive en la Tierra conociera la sed y el hambre. Él le comunicó al Primer Hombre
la Salud que conduce al Deseo de la Inmortalidad.
Creer,
pensar, que el Hombre puede acercarse a Dios Padre como si Dios Hijo no
existiera, la sola idea es un pecado de orgullo, un delito contra la Vida,
propia y ajena.
Dios Hijo no
es un espectador pasivo en el Acto Creador, es Creador activo de la creación de
universos junto a Dios Padre. Es Dios Hijo quien dice “Haya Luz”; es Dios Padre
de quien dice: ·Y vio Dios ser bueno”. Fue Dios Hijo quien llamó a sus hermanos
“no de esta creación” a participar en la formación del Hombre a la Imagen y
Semejanza de todos ellos.
En
definitiva, que Dios Padre lo hace todo con Dios Hijo, por Él y para Él. Y es
en Él que, queriendo Redimir al Hombre, Dios nos lo envió:
9
“… para
realizar el Misterio de su Voluntad al cumplirse los tiempos, recapitulando
todas las cosas en Cristo, las de Cielo y las de la Tierra”
Y así fue.
Se recapituló:
1.-La
Traición de Satán a Dios en la Traición de Judas.
2.-La
Tentación de Satán a Adán en la Tentación del Diablo a Jesús.
3.-La
Elección de Adán en la Elección de Cristo.
4.-La
Llamada a la Participación en la Formación del Género Humano en la Llamada de
los Discípulos.
5.-La
naturaleza del Reino de Dios en el Edén en la del Reino de los cielos: no basada
en el Fuego y el Hierro sino en el Amor y la Sabiduría.
6.-Adán,
cabeza de su mundo; Cristo la Cabeza de nuestro mundo. De manera que cayendo la
cabeza todo el cuerpo quedó condenado a la Caída.
7.-En la
Encarnación –por la Gracia del Dogma nos viene la Salvación. Misterio en el que
gracias al Dogma de la Encarnación todos nos mantenemos en la Verdad delante de
nuestro Creador.
8.-En la
Virgen María, la Belleza y la Inocencia de la Sabiduría Creadora, Esposa de
Dios, y la Naturaleza del Amor sin límites de la Sabiduría por el Padre y el
Hijo.
9.-En San
José, la Devoción y Fidelidad del Hombre a Dios, Padre e Hijo, su Obediencia y
su Amor por la Salvación de todas las familias humanas.
II
San Pablo
habla consciente de su encuentro con la Muerte. Habla para lectores igualmente
conscientes de su encuentro con el Señor al que sirven y en quien
tienen la Resurrección al otro lado de la Cruz. Pues el Hombre fue creado para
la Vida Eterna. Como muy bien dice el Espíritu Santo, la Muerte entró por el
pecado de una generación que acogió la Guerra como medio para alcanzar el fin
de la integración de todas las familias de la Tierra en el Reino de
Adán. Una vez instalada en la conciencia del ser humano la Muerte devino un
medio de acción para alcanzar el Poder. El caso que nos presenta Dios, el
fratricidio Caín-Abel es el ejemplo universal clásico que determina el
comportamiento homicida de quien quiere alcanzar el Poder sobre
todas las cosas.
En el caso
de los dos hijos de Adán la psicología del crimen de Caín tiene su fuente en el
instinto.
Acorde a la
Palabra, Dios debía elegir entre los dos hijos de Adán a su heredero, ese hijo
de Eva que recuperaría la corona que a su padre le quitaron. Caín quería ser
ese hijo de Eva que le aplastaría la cabeza al enemigo de su padre.
Pero la
elección era de Dios, no del hombre. Pero si Caín mataba a su hermano Abel la
elección de Dios quedaría anulada por la Necesidad de Caín, y Dios debería
doblar sus rodillas ante el asesino de Abel: era Caín, o nadie.
Evidentemente
meterse por ese camino no sería un viaje por un valle de flores. Querer poner a
Dios entre la espada o la pared no es un juego. Caín tenía razones para andar
“cabizbajo”.
El hecho era
que Dios, siempre según el razonamiento de Caín, se había encadenado a su
Promesa de Venganza y una vez muerto Abel la corona de Adán sería suya. Este fue
el pensamiento de Caín antes de tomar la decisión de matar a su hermano Abel.
Justificando
a Caín por su ignorancia, ciertamente el Misterio de la Salvación empezó desde
el momento en que Dios dictó sentencia contra todos los implicados en la Caída.
Dado que se
dictó Redención se reconoció la Ignorancia del Transgresor y la Inocencia de
Dios en la Traición. Ergo, de haber Dios lanzado toda su Ira contra el Traidor
su Justicia hubiese quedado Inmaculada. El Traidor era una bestia que había
estado acorneando la Paz de la Creación, y atacando los Fundamentos del Trono
del Hijo de Dios desde antes de la Creación del Género Humano. De haber
procedido Dios a su Destierro Eterno en aquel mismo momento, y teniendo el
Poder Soberano de restaurar el Alma y perdonar el Pecado de Adán, el Mundo no
hubiese cruzado la Puerta de la Tragedia que llamamos “Historia Universal de
las Guerras del Género Humano”.
Arrastrado
al Infierno por un Satán cuya Maldad rebasó todo límite delante de Dios, la
misma Justicia que trajo la Redención hubiese sido suficiente y hubiese
legitimado la decisión de Dios de haber procedido a la Absolución de su hijo
pequeño Adán.
¿Dónde está
el padre que viendo a su hijo pequeño, en su ignorancia arrastrado al delito
por la maldad de un hermano más grande castiga a ambos a la misma pena? Si los
hombres siendo malos padres no nos dejamos arrastrar por semejante crueldad,
¡cómo creer que Dios, Padre amantísimo del Hombre, por amor al cual no dudó en
darnos por Campeón a su Hijo Jesús, podría en su Cólera meter en el mismo saco
al Traidor y al Transgresor!
El Misterio
de la Salvación de su Creación estaba sobre el tablero. No era exclusivamente
el Hombre quien había sido atacado, era la Creación entera la que se veía
asediada por la Muerte.
Con el
Corazón sangrando Dios Padre tuvo que firmar sentencia contra su hijo pequeño
Adán, acogiendo en su Sentencia la Promesa de Redención. Que, como dije antes,
Caín interpretó según la Carne, razón por la que Dios, habiendo retirado del
hombre su Espíritu, tuvo misericordia del fratricida.
El hombre
resuelve todas las cosas haciéndose él la medida de todo. Pero Dios tiene
delante de sus ojos el Futuro de la Creación entera. Y es este Futuro el que
Dios tuvo delante de sus ojos cuando dictó sentencia contra el Transgresor y el
Traidor.
Contra el Traidor,
Dios dictó Destierro Eterno de su Creación; contra el Transgresor escribió pena
de destierro de su Presencia hasta que se cumpliese su Tiempo de Condena. Mas hasta
la Venida del Redentor, y Vengador de la Sangre de su Hermano pequeño Adán,
habrían de pasar milenios.
Desde aquel
Día de Lamento por el Asesinato de un hijo de Dios, la Predestinación del
Mesías y sus Hermanos quedó escrita.
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“Y es en
Él, Jesucristo, en quien hemos sido declarado herederos, predestinados, según
el propósito de aquel que hace todas las cosas conforme al consejo de su
voluntad”
Y siendo
todopoderosos a la Imagen y semejanza de Cristo Jesús, la Muerte quedó
desterrada de sus corazones, en todo siguiendo el Ejemplo de su Maestro y
Señor.
Porque
sabemos que desde la Caída del Primer Hombre: el Poder viene con el
fratricidio, el crimen, el asesinato, el delito. Realidad que se extendió por
todas las naciones, haciendo del Poder un trono sangriento, una meta abominable
en razón del camino que conduce a su ejercicio. Denuncia abierta ante todos los
pueblos de la Creación por el mismo Cristo, cuando y teniendo en su Palabra el
Poder de Dios jamás puso delante de sus ojos la Muerte del prójimo
como camino a la Salvación del mundo.
El Poder no
les es dado a los hijos de Dios para ser servidos, sino para servir. Dios es el
Señor y todo Poder sirve delante de su Trono para la felicidad y la alegría de
todos los pueblos de su Reino. La Ley que gobierna el Poder es el Espíritu del
Amor a la Vida. ¡Cómo puede pues tener parte en este Espíritu la muerte del
prójimo!
Y en esta
Fidelidad al Modelo Divino descubrimos el Misterio de la Revolucionaria
Expansión del Cristianismo, en tan sólo 30 años llegando a comprender en su
esfera todas las provincias del Imperio Romano.
Cuando la
Bestia Anticristiana escupió su fuego observamos que el Cristianismo ya estaba
vivo en todas las provincias del Imperio de Nerón. La causa era Divina. Dios Hijo
estuvo con nosotros y al irse Dios Padre nos dejó Doce como Él.
Pero a
diferencia del Hijo de Dios los Apóstoles realizaron sus Milagros en privado,
extendiendo el Nombre de Jesús entre las familias, vehículo infalible e
indetectable por el que la Fe entró hasta en el palacio del César.
Como vemos
la Misión para la que fueron predestinados tuvo en Dios Hijo su norte, su
estrella, su meta…
11
“A fin de
que cuantos esperamos en Cristo seamos para alabanza de su gloria”.
Y en este
orden, excepto en sus Cartas, nada dijeron Ellos de sí mismos. Todo se centró
en descubrir por las Obras del Espíritu Santo en Ellos la Divinidad de quien
estuvo en la Tierra para redimirnos a todos, levantarnos la cabeza y abrirnos
los ojos a la Vida Eterna.
De haber
procedido acorde a la gloria de los hombres, de haber puesto ellos el Poder que
les fue dado al servicio propio, ciertamente hubiesen quedado registrado el
infinito número de Milagros que procedieron a realizar en privado en el Nombre
de Jesús, número indeterminado que a la altura de la Orden de la Bestia
Neroniana propició que los Cristianos se hallasen ya instalados en todas las
provincias del Imperio.
Idos de este
Mundo la Conversión por “las Obras según Dios” dio paso a la Conversión por las
Obras de la Fe, Semilla que plantada en los corazones procedió a la Unión de
Gentiles y Bárbaros en un mismo Reino, llamado a hacer de este Mundo
el Pueblo del Reino de Dios.
Sabemos que
Dios sentó a su Hijo en el Trono de su Gloria para que toda su creación doble
sus rodillas ante su Corona y lo adoremos como es adorado su Padre. De manera
que habiéndolo anunciado antes, diciendo: “Le has hecho Dios, le has dado el
imperio de tus Manos, le has hecho Señor de tu Creación, has puesto la vida de
toda criatura a sus pies”, inmediatamente nos presenta al Rey de la Vida, en
quien la Muerte no tiene parte.
Alegría en
el Cielo, Felicidad en la Tierra, el trono del Redentor que Caín
quiso comprar al precio de la muerte de su hermano Abel, le fue dado a quien
pagó por Él con su propia sangre.
Precio que
pagaron sus hermanos en Abraham, y conscientes de su Predestinación a la Cruz
no dudaron en poner a los pies de su Señor sus vidas en pro de la
Salvación de la Plenitud de las naciones del Género Humano.
¡Obra
maravillosa de Dios, Padre e Hijo!
Hijos de
Dios, engendrados a la Imagen y Semejanza del Redentor, por quien fueron
formados, no con muchas palabras humanas sino con el Discurso que procede de
las Obras de la Fe, siguiendo el Ejemplo de su Maestro y Salvador, pusieron a
sus pies el Poder heredado para que redunde en su Gloria por los siglos de
los siglos. Y por el Camino sembraron la Semilla Divina que
rompiendo los horizontes condujo a Europa al Cristianismo, Semilla Divina que
la Europa Cristiana extendería por las cuatro esquinas de la Tierra hasta la
Conversión del Árbol de las Naciones al Rey de los Cielos.
Por esto,
contemplando el Futuro, continúa escribiéndole el Espíritu Santo a quienes por
las Obras de la Fe convertirían a las naciones:
12
“En
Jesucristo también vosotros, que escucháis la palabra de la verdad, el
Evangelio de vuestra salvación, en el que habéis creído, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa…”
En cuyo
Sello lo tenemos todo en Él: Inteligencia, Sabiduría, Entendimiento, Fortaleza,
Consejo y Temor de Dios, y sabiendo que en el Amor se hace perfecto el Temor,
por la Promesa compartimos la Esperanza de Victoria…
13
“prenda
de nuestra heredad con vistas al rescate de su patrimonio, para alabanza de su
gloria. Por lo cual yo también, habiendo oído hablar de vuestra fe en el Señor
Jesús y de vuestro amor para con los santos”.
¡Cómo no
amar a quienes son el Río de la Paz que, emergiendo de la Fuente Divina, riega
todas las almas de la Creación, alimentando el Árbol de la Vida de los Mundos
para el crecimiento de todas sus Ramas en Salud!
¿Acaso la
Casa del Rey no participa de la Plenitud del Amor del Creador por la Vida de
todos los Ciudadanos de su Paraíso?
¿Dónde la
Envidia, el Orgullo, la Ambición, la Egolatría?
No hay en
Ellos Mancha de corrupción. Son el Escudo Invencible contra la Guerra que el
Creador le ha dado a su Reino.
14
“No ceso
de dar gracias por vosotros y de hacer de vosotros memoria en mis
oraciones”
Los más
Fuertes tratados como los más débiles; la Creación más amada de Dios arrojada a
los leones, teas ardientes en la Noche de los Césares.
Quiso Dios
que aquellos que habían de Heredar con su Hijo la Gloria de la Corona viviesen
el Mal hasta penetrarles el dolor en lo más profundo del Ser. Y así hizo Dios
una Obra Maravillosa: crear un Templo Vivo, una Fortaleza Viviente, una Casa
formada no por piedras y rocas sino por el Amor de Dios a la Vida, una Casa en
la que la Memoria de la Ciencia del Bien y del Mal y el AMOR AL REY, probado
contra la Muerte, permanecerá por la Eternidad.
15
“Para que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo y Padre de la gloria os conceda espíritu de
sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él”
Palabras que
nosotros ponemos en nuestros labios, bendiciendo a Dios por haber vestido su
Creación contra los Fuegos de la Guerra, dándole a la Verdad un Cuerpo investido
del Poder del Verbo.
Llamados a
la Vida Eterna ¿qué tesoro más preciado puede tener toda Criatura inteligente
que el Conocimiento Verdadero del Hijo de Dios: Rey y Señor de toda la Creación
de su Padre?
A nosotros
¿qué? todo el oro del mundo.
Todas las
coronas y todos los poderes fundados en la ciencia del bien y del mal son polvo
que el viento de la eternidad arrastra al abismo del olvido. Sólo la Vida
permanece.
¿Qué otra
doctrina le reveló el Espíritu de Yavé hecho Hombre a aquellos cientos de miles
de hombres, mujeres, ancianos y niños que pusieron sus vidas en las manos del
Rey de los Cielos?
¿Qué
doctrina fue la de la Iglesia Católica desde el Principio?
¿Acercarse a
Dios Padre pasando por alto a Dios Hijo?
¿El Espíritu
Santo no procede del Hijo?
¿Entonces
quién es la Cabeza de Cristo, Encarnación del Espíritu Santo que vive en el
Padre y el Hijo: El Emperador de Bizancio, el rey de Inglaterra?
¿Acaso no
está escrito?: “El que ve al Hijo ve al Padre”. Y ambos viven en Cristo. Por
esto concluye el Espíritu Santo: “La Cabeza de Cristo es el Hijo y la cabeza
del Hijo es el Padre”. De aquí que el Espíritu Santo proclamara el Dogma de la
trinidad: Tres Personas y un sólo Dios verdadero.
16
“Iluminando
los ojos de vuestro corazón, para que entendáis cuál es la esperanza a que os
ha llamado, cuáles las riquezas y la gloria de la herencia otorgada a los
santos”
¿Hay riqueza
y gloria mayor que pertenecer a la Casa de Dios como Hermanos de su Hijo, en
quienes ha depositado Dios la Paz y la Salud de todo su Reino?
No uno ni
dos sino un pueblo entero pasado por el fuego para renacer de sus cenizas como
Ave Fénix Eterna, copartícipes de la Gloria de Dios Hijo, a cuya Imagen y
Semejanza fueron engendrados: Jesucristo, Incorruptible, Omnisciente, ante cuya
Mirada todo corazón y toda alma queda desnuda. El Bien personificado, la
Sabiduría en la carne de la Creación, “Dios con Nosotros”, el Muro
Indestructible contra cuya Roca se estrella la Soledad, la Confusión.
Obra
Maravillosa de Dios, Padre e Hijo, con la que han Vestido su Creación de
Inmortalidad Alegre, de Libertad Gozosa, de Alegría Incontenible, de Felicidad
sin límites estallando en aclamaciones que no cesan. El Reino de Dios
Gobernado por el Espíritu del Amor del Creador por su Creación.
Benditos
todos aquellos que vivieron el Camino de su Héroe, Rey y Señor Jesucristo,
dando Testimonio de Sangre, cumpliéndose en Ellos el Designio Divino:
“Vosotros
sois mis Testigos”.
Y Testigos
de sangre desde el Fuego del Martirio declarando haber visto y oído al Hijo de
Dios, al Sonido de cuya Voz los Cielos acogieron su Palabra como Orden, cuya
Voz recogió la Tierra en sus brazos cuando la Confusión ya le apretaba el
corazón y se veía condenada a ofrecer en medio de las tinieblas.
“Dios
Verdadero de Dios Verdadero”. Lo tocaron, comieron y caminaron con Él.
¿Dónde la
gloria, dónde el poder, dónde las riquezas? ¿Con qué se podrá comprar esta
Gloria: ser coherederos de Jesús, el Primogénito de Dios? ¿A qué Poder se podrá
comparar ser hijo de Dios?
¡Cómo pues
hay entre los que se llaman cristianos quienes desprecian a los Santos y tienen
por Idolatría el Amor y la Veneración a quienes con su Sangre y en medio del
Fuego gritaron a Voz Limpia y con Palabra Fuerte: Jesucristo es el Hijo
Todopoderoso y Omnisciente de YAVÉ, Dios Padre, Señor del Infinito y de la
Eternidad, Creador del Cosmos y de toda Vida que surge en el Universo!
17
“Y cuál
la excelsa grandeza de su poder para con nosotros los creyentes, según la
fuerza de su poderosa virtud”
Dejad que
vuestras almas se abran y vuestros corazones estallen en Gratitud Infinita a
quienes despreciando sus vidas las entregaron para que deviniendo
todos Ciudadanos del Reino de Dios tengamos una Morada que ya nada ni nadie nos
quitará.
¿Quiénes
fueron esos necios, ignorantes y malvados que bajo la máscara de un puritanismo
perverso condenaron el Amor por los Santos en los que Dios ha depositado la Paz
y la Salud de todo su Reino? ¿Acaso no está escrito “Dios quiere que la
Adoración debida al Padre sea la Adoración debida al Hijo? Y “el que no adora
al Hijo no adora al Padre”.
Necios, si
el Hijo es la Cabeza de Cristo, ¿no participará su Cuerpo de la Adoración que
se le debe a su Cabeza?
De nuevo,
“Cristo es la Cabeza de la Iglesia, y la Cabeza de Cristo es Dios”.
Por esto,
porque os disteis una cabeza humana y despreciasteis a Cristo como Cabeza de
vuestras iglesias, la idolatría es la vuestra, de manera que negándole a los
Santos la Adoración debida al espíritu de Dios, se la disteis a los criminales
y homicidas, asesinos de santos, que os disteis por cabezas de vuestras
iglesias.
Temblad de
espanto porque el Día que el Juez os llame ante Ése a quien despreciasteis como
Cabeza de vuestras iglesias, una por una tendréis que dar cuentas de vuestra
Rebelión.
Mirad pues
donde pisáis, porque la Rebelión deviene Traición cuando la Voluntad de Dios se
manifiesta y llama a Unificación, ofreciendo Misericordia a los
Rebeldes para la salud de sus almas en la Obediencia debida a Dios.
¿A qué Poder
podréis comparar el Poder de los Santos?
18
“Que Dios
ejerció en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra
en los cielos”
Siendo Ellos
Uno con Cristo, sentado Jesús a la Diestra de Dios Padre, ¿qué Trono más grande
podréis darle a Criatura alguna?
Murieron con
Él para resucitar con Él a la Gloria de los hijos de Dios, “adoptados” pero en
todo compartiendo la Naturaleza de su Hermano Mayor, Jesucristo, el Primogénito
de toda la Casa de Dios, quien siendo el Unigénito de su Padre viste de su
Naturaleza a todos sus Hermanos, haciéndolos a todos Hijos de su Padre, dueños
de su Corazón con Él, por Él y en Él. ¿Cómo pues decís algunos de vosotros: El
Espíritu Santo no procede del Hijo?
Nada, ni el
Cielo ni la Tierra, ni este Mundo ni los Mundos venideros pueden existir sin el
Hijo; todo lo que recibimos de Dios lo recibimos por Amor a su Hijo, y
sometiéndolo todo a su Hijo, convirtiéndole en la cabeza de toda su Creación,
quien está fuera de esta Cabeza no está en Dios. Su Destino es la Destrucción.
¡Recuerda
Atenas a Bizancio!
¡Aprende de
Constantinopla, tú, Moscú!
Al igual que
dejó Dios un resto en Israel para que alcanzase misericordia, así le
dejó un resto a la Iglesia Ortodoxa Bizantina, para que ahora por vuestra
Obediencia llaméis a Misericordia a quienes, en su ignorancia de la Plenitud
del Conocimiento Perfecto del Hijo de Dios, se alzaron contra su Esposa, la
Iglesia Católica Romana.
¿Despreciando
a la Esposa no desprecias a su Esposo?
19
“Quien
está por encima de todo principado, potestad, poder y dominación y de todo
cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el venidero”.
Tú,
Jesucristo, Dios Hijo Unigénito; con tu Padre Creador de Cielos y Tierra, de
quien por tu Primogenitura toda la Casa de los hijos de Dios recibe Veracidad y
Santidad para la Paz y la Salud de todos los Pueblos de tu Reino.
Tú,
Jesucristo, que siendo Todopoderoso, te has hecho Siervo de tu Padre para la
Alegría y Libertad de todos los Pueblos del Universo, de los presentes y de los
Futuros.
De Tí decimos
lo que el Espíritu Santo nos ha enseñado y hemos depositado en nuestras almas
para Salud nuestra y de nuestros hijos:
“A Ti,
Señor, ha sujetado Dios, tu Padre, todas las cosas, poniéndonos a todos, del
Cielo como de la Tierra, a tus pies; Tú y solo Tú,
Jesucristo, eres la cabeza de todas las cosas en la Iglesia, que es
Tu Cuerpo, la plenitud del que lo acaba todo en todos”.
¡Cómo
entonces decís algunas que tenéis por cabeza a este o a aquel otro rey,
rebelándoos así contra la Creación de Dios!
¿Y no es de
la Cabeza que todo el Cuerpo recibe su Naturaleza?
Así pues
unos por Orgullo, y otros por Perversidad, los unos como los otros
habéis cometido Delito contra Dios. Pues la Fe os fue dada para vencer la
Ignorancia y vestir el Silencio de Dios con el Manto Sagrado de la Fidelidad.
No os
rebelasteis contra la Iglesia Católica, Madre de todas las Iglesias, el tronco
del Árbol de la Fe; os rebelasteis contra Dios, Padre e Hijo, acusando a Dios
por su Silencio y a su Hijo por el propio. ¿Acaso no leísteis lo que está
escrito: “Si hablándoos de las cosas terrenas no entendéis, cómo entenderíais
si os hablase de las cosas del Cielo”?
Habéis
acusado a Dios de haber sujetado la Boca de su Hijo.
Habéis
acusado al Hijo de Dios por haberse sometido a la Voluntad de su Padre al
confirmar la elección de Pedro aun cuando de entre todos los Discípulos fue el
único que le negó delante del mundo.
¡Quienes
sois vosotras para atreveros a levantar la Voz delante de Dios! De los santos
es la Santidad, ¿qué es de los Rebeldes sino la Rebelión?
Llamadlo
Ortodoxia, llamadlo Reforma, llamadlo como queráis, si no obedecéis
y proclamáis a Jesucristo la Cabeza de todas las Iglesias y no Confesáis
vuestro pecado ante Su Esposa, la Iglesia Católica, Madre de todos sus hijos, seréis
juzgados por Rebelión contra Dios y sus Santos en el Día del Juicio de todas
las cosas.
IV
Vivimos una
Adoración de Dios, y una Adoración de los Santos. La diferencia crucial entre
ambas se basa en el Amor. La primera le corresponde al Judaísmo. La segunda al
cristianismo.
En el
Judaísmo la Adoración de Dios tiene en el Poder su fundamento. “Dios es Poder”.
Se sigue su Ley, o se es destruido. La desobediencia a su Palabra va seguida de
la destrucción del desobediente.
En el
Judaísmo la medida de la Ley no es la Justicia, es el Poder. Dios es
Todopoderoso y no cabe ninguna relación con Dios fuera del Poder. Todos de
rodillas o todos muertos. No cabe ninguna otra opción.
El Judaísmo
es Adoración del Ser en cuanto Poder.
En el
Cristianismo la Adoración surge del Amor a la Personalidad Divina.
“Si Dios no
fuera Amor yo no le adorara” es la Adoración de los Santos.
El Dios que
en Moisés dice “YO SOY EL QUE SOY”, en Jesucristo se abre el pecho, descubre su
Corazón y dice “Hace tanto tiempo que estoy con vosotros ¿y aún no me habéis
visto?”
En el
Cristianismo es la Personalidad de Dios la que conquista la
Adoración. “Dios es Amor”. Y este Amor se viste del Ser de Dios para hacer de
la Adoración de los Santos la Alegría de toda la Creación.
Desde el
Principio del Cristianismo la Adoración de Dios es de Amor. “Aunque
no hubiera Cielo yo te amara” se convierte en el corazón del Cristiano.
Lógico era
que quienes temían a de Dios en tanto que Poder, se escandalizaran de quien nos
reveló la Adoración de Dios en tanto que Amor.
En
Jesucristo la Personalidad de ese Dios que dice “YO SOY QUIEN SOY”
se abre el Pecho, se descubre, y conquista el Corazón de su
Creación. Es Su Victoria. Es su Grandeza. Es Su Gloria. Es el
Fundamento de su Corona Eterna. De la Adoración del Ser en tanto que Poder la
Creación ascendió a la Adoración del Ser en tanto que Amor.
En Moisés
Dios se descubre como Poder Infinito. En Jesucristo Dios se revela como Amor
Eterno. No hay Oposición, hay Perfección.
Evidentemente
quienes habían edificado una Religión y Estado sobre el fundamento del Poder, y
regían la Nación con el látigo del Terror a la Ley, por lógica
natural y fuerza histórica la Adoración Jesucristiana de los Santos tenía que
resultarles una debilidad suicida. Porque en el Corazón que no cabe el Amor a
Dios, y vive del Terror a Dios en cuanto Ley, no podía caber el Amor en cuanto
Adoración a la Personalidad Divina, que se revela en su Hijo Jesucristo y
deviene la Adoración de los Santos.
Es desde
esta Adoración que manan las Cartas de San Pablo como ríos que bajan de la
Montaña del Evangelio para vivificar los desiertos y llanuras estériles de la
Historia Universal tras milenios de Guerra Fratricida Mundial. En
efecto:
20
“Y
vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados”
La Muerte
sembró su Semilla en las naciones, y la Civilización apenas entrada en su
Adolescencia Ontogénica se transformó en campo de guerra fratricida
sin cuartel.
La
Fraternidad Universal en Dios Creador que echara sus raíces en la Mesopotamia
de Adán se secó como árbol privado de agua bajo un sol inclemente. La
divinización que reclamó la Corona del Primer Hombre creó una oposición sin
marcha atrás contra su trono. Por su
Transgresión el Fruto de la Ciencia del Bien y del Mal: la Guerra, le fue dado
a comer a todos los pueblos, y haciendo de su Carne campo de cultivo echó raíces,
tronco y ramas el árbol del Odio entre
los pueblos.
El Amor
Fraterno dejó paso al Poder de los reyes; la pasión sin freno por ser adorados
como dioses fue la herencia que recibieron las coronas de aquellos tiempos, y
que andando los milenios vimos por última vez su manifestación maligna en el
trono de los Césares.
A la altura
del Siglo de Cristo ya no había ninguna esperanza para el ser humano. Todo en
el hombre era pecado y delito. La personalidad Divina a la que fuera formado el
Primer Hombre se disolvió en las aguas sangrientas de los milenios hasta
convertirse el hombre en una bestia salvaje, la más peligrosa, una bestia
hambrienta y sedienta de Poder absoluto “ a la imagen y semejanza de Satanás”.
Frente a
este realidad gobernando la mente de todas las naciones, el Evangelio del Hijo
de Dios: “DIOS ES AMOR”, ¿qué futuro podía tener? Judíos y Romanos se
rieron de esa Religión de esclavos para esclavos.
“¿Dios es
Amor?”, se decían. “Y entonces lo que vivimos ¿qué es, un circo? Pues al Circo
con ellos”.
Así nació el
Cristianismo. Porque ¿qué tipo de relación puede tener una Criatura de Barro
animada de vida inteligente por Obra y Gracia del Creador del Cosmos si no es
en el Amor de un padre por su hijo? Fuera de esta Relación sólo existe una Ley
posible : De rodillas o tu cabeza pierde el cuello.
Fue la Ley
bajo la que vivió el Judaísmo y más tarde rescató el Islam de la tumba en la
que Jesucristo enterró el Templo de Jerusalén. Tiempos idos…
21
“En los
cuales en otro tiempo habéis vivido, según el modo secular de este mundo,
conforme al príncipe del poder del aire, el espíritu que ahora actúa en los que
son rebeldes”
Con el Hijo
de Dios vino la Adoración de los Santos, el Amor a Dios en cuanto Persona. La
Personalidad Divina conquistó el Corazón de su Creación.
Y Jesucristo
conquistó para Dios lo que los hombres por sí solos no podíamos hacer:
Conquistar el Corazón de Dios.
¡El Creador
conquistado por su Creación! No por el Poder sino por el Amor de un corazón que
pronuncia una sola palabra: “Padre”.
La
Revolución Jesucristiana se hizo imparable. Los burladores fueron burlados. Los
dioses cayeron de sus pedestales. El Hombre resucitó al Amor de Dios por el
Amor de su Hijo hacia el Hombre. ¡Qué abismo tan grande entre el que murió
y el que resucitó, ¿verdad Saulo?
22
“…entre
los cuales todos nosotros fuimos también contados en otro tiempo y seguimos los
deseos de nuestra carne, cumpliendo la voluntad de ella y sus pensamientos,
siendo como los demás por naturaleza hijos de ira”
En efecto,
era Necesario que la Creación entera viviese de una vez y por toda la Eternidad
la causa por la que Dios, en cuanto Persona, tiene por Abominación la Ciencia
del Bien y del Mal. Estancados en la Adoración del Poder pudiera llegar a creerse
que la Cólera Divina tiene su origen en ese capricho temporal pasajero del que
aborrece Hoy lo que pudiera serle gustoso Mañana.
La Necesidad
era de obligación. Puesto que por las palabras de Padre no pudo Dios apartar
las manos de una parte de sus hijos del Árbol prohibido, una vez consumado el
Hecho de la Caída y la Traición la Necesidad de abrir la Causa por la que Dios
tiene por Abominación la Ciencia del bien y del mal a toda su Casa devino
absoluta. Así, aunque con el corazón desgarrado por los Hechos, la
Necesidad de que toda su Casa viviese Su Abominación como propia marcó la línea
del Futuro de nuestro Mundo y de todos los Mundos por la Eternidad. El Fin de
todo Mundo fundado sobre la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal es la
Destrucción. Efecto que toda la Casa de Dios vería en vivo en el Apocalipsis de
nuestro mundo.
23
“… pero
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó”
Mas habiendo
engendró a todos sus hijos a Imagen y Semejanza de su Hijo, como Padre que
conoce a la perfección a sus hijos, Él sabía que Ellos mismos de rodillas le
implorarían Misericordia para nuestro mundo. No necesitarían ver la Consumación
de esta Verdad Divina para vivirla y tenerla como propia por la Eternidad.
24
“y
estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo — de
gracia hemos sido salvados—”
Es Hoy el
Hombre quien debe proclamar esta Verdad Divina, haciéndola tanto más nuestra
por en cuanto al haberla vivido en nuestras carnes la Causa de Dios la
llevaremos en nuestro Ser por la eternidad.
De manera
que aquellos que clamaron Misericordia para el Hombre y quienes la alcanzamos
unidos en un mismo Cuerpo y Casa nos alzamos por la Eternidad como el Muro
indestructible e impenetrable contra el que se estrellará el rebrote de la
Semilla Maligna.
Y esta es la
Nueva Creación de Dios, Obra Maravillosa, origen y causa de la Adoración de los
Santos: “Sólo Tú, Señor y Santísimo Jesucristo eres Digno del Trono de la
Gloria”
25
“… y los
resucitó y los sentó en los cielos en Cristo Jesús”,
A cuyo lado
sentó Dios a sus Hermanos, del Cielo y de la Tierra, para la Paz y la Salud de
la Creación de su Padre por la Eternidad.
26
“… a fin
de mostrar en los siglos venideros la excelsa riqueza de su gracia por su
bondad hacia ellos en Cristo Jesús”.
Elevados a
la Diestra del Hijo, coherederos de su Gloria, en quienes Dios Creador deposita
la Paz y la Salud de su Creación, han sido creados para llenar su Paraíso con
la Felicidad Perfecta de quien tiene en el Amor de su Creador su Vida y su
Alegría.
Nada de esto
viene del Hombre, sino de Dios, Padre e Hijo.
27
“… Así
pues de gracia habéis sido salvados por la Fe, y esto no os viene de vosotros,
es don de Dios”
Ese Dios que
no quiso nunca destruir su Creación ha tomado todas las medidas Omniscientes
que, en Sabiduría sin límites, ha creído necesarias para que jamás se vuelva a
repetir, en el transcurso de la Eternidad, la Caída de su Reino en el Abismo de
la Ciencia del bien y del mal, cuyo Fruto, la Guerra, es a sus ojos una
Abominación.
Tanto más
Maravillosa su Nueva Creación en su Hijo por en cuanto si al principio Adán fue
investido de la corona sobre el Género Humano, al final el Hombre fue elevado,
en Cristo, a la Diestra del Hijo, coheredero de su Gloria para gobernar, junto
a los hijos de Dios del Cielo, el Reino de Dios en su Plenitud. Y esto en
verdad:
28
“… no
viene de las obras, para que nadie se gloríe”
¡Qué decir!
¡Cómo pensar siquiera que el Hombre por sus propios medios hubiera podido
elevarse a semejante gloria!
Ni tampoco
atrevernos a creer lo que el Abogado del Diablo dijera, que Dios produjo la
Caída como medio de alcanzar este Fin. Mentira! Ni por pasiva ni por activa, ni
en potencia ni en acto.
O establecer
que una vez rescatados de la Condena por el Hijo de Dios el Hombre regresa al
estado anterior al Cristianismo, en todo igual al Judaísmo, en el que el Hijo
no existía ni tenía parte entre el Hombre y Dios.
O sostener,
como el otro siervo del Diablo, que anuló las Obras de la fe, sin las cuales el
Cristianismo no hubiera podido nacer, que la Justicia de la Redención se
comunica por la Razón sola sin las Obras de la Fe.
El Amor no
niega el Poder. El Amor perfecciona la Fe en el Poder de Dios, que se ejerce en
su Creación para mantener el Amor de la Creación a su Creador en el seno de la
Adoración de los Santos. Por lo que éste en dice San Pablo:
29
“… que
hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras, que Dios
de antemano preparó para que en ellas anduviésemos”.
De manera
que quien no hace “obras buenas” hechas en Cristo Jesús, no es Cristiano, pues
la Fe no se comunica por la Palabra sola, sino por la Palabra y las Obras que
proceden de la Fe, según el propio Hijo de Dios dijera : “Si no vierais Obras
no creeríais”.
Luego la
Salvación de los hombres viene de las obras realizadas en Cristo Jesús, la
naturaleza de las cuales están descritas en su Evangelio. Y quien cree ha
creído por las Obras en Cristo, Palabras y Obras las dos caras del mismo Rostro
Divino, Jesucristo.
V
Es difícil
entender las razones por las que el Ser Divino responde a las circunstancias
creadas por las acciones de sus creaciones. No hay creador que deba responder
de su obra en razón de la crítica. Todo creador tiene el poder y la libertad
tanto de destruir cuanto de mantener su obra. Y, a no ser que haya sido
contratado para producir esa obra, nada ni nadie puede pedirle explicaciones
sobre el futuro de su trabajo.
Evidentemente
si un trabajo es realizado bajo contrato, este contrato obliga; del futuro de
la obra acabada pasa a ser único responsable el contratante. No creo que en
este terreno sea necesario introducirse en retórica.
En el caso
del Creador del Género Humano, y de toda vida que existe en el
Universo, la Creación tiene su Origen en una Voluntad Personal Libre. Dios
desarrolla su Trabajo por voluntad propia y en plena libertad. Ante nadie debe
responder de su Trabajo, el Futuro de su Creación permanece en sus manos. Dios
no tiene más Señor que Él mismo.
Es por tanto
sorprendente que Dios dé cuentas de su acción frente a las circunstancias
creadas por las criaturas de su Creación.
Si Dios no
tiene Pasiones, según confiesa la iglesia anglicana en su primer capítulo
dogmático, esta acción divina de dar razones, y asumir parte en las
circunstancias temporales con origen en su creación, se nos hace un absurdo.
Exigirle a
un artista de genio, es decir, aquel que crea por espíritu, la razón
por la que su trabajo tiene esa forma y no otra, es caer en la estupidez más
absoluta. De manera que lo que nos compete es entender por qué Dios tiene que
darnos explicaciones sobre su conducta.
La Historia
de las Religiones se desenvuelve en el terreno del Poder. Se da por asumida la
existencia de Dios y se establece la relación Hombre-Dios desde la óptica del
Poder. Frente a una Persona, es este caso Divina, cuyo Poder es Infinito,
únicamente cabe arrojarse a tierra en actitud de indefensión total. No se le
pide razones al Poder. No se establece una relación desde el Ser. Quien tiene
Poder Infinito no responde ante nadie de sus acciones.
Se observa
en las religiones no Cristianas y en las iglesias no católicas este mismo
esquema. La relación del Hombre con Dios se establece desde el Poder, no desde
el Ser; es decir, se proyecta al Infinito la relación ente los reyes absolutos
y sus súbditos. El Poder tiene la vida y la muerte en sus manos y no responde ante
nadie de sus razones para aplicar sentencia de muerte.
Si en el
caso de los hombres al Poder puede ser retado y derrumbado, en el de Dios esta
posibilidad queda disuelta.
Tanto el
Judaísmo cuanto el Islam se quedan dentro de esta esfera de relación en la que
el Ser no cuenta; en ambos sistemas religiosos el Poder es la base de la
Adoración y de la sumisión del Hombre a Dios.
La
Revolución Jesucristiana que el Hijo de Dios pone en marcha en la Historia
Universal, y sus Apóstoles y Discípulos proyectan a las naciones, rompe este
Esquema Antiguo y centra el Discurso de la Relación de Dios con el Hombre en la
Paternidad. El Creador se declara Padre de su Creación. Dios es el Padre del
Hombre.
“Por Amor de
Padre a Hijo” Dios responde de sus Acciones ante su Creación.
El Hecho
Divino de ser Padre transfigura la Relación entre el Creador y su Creación de
forma que lo que era imposible, una relación real entre Creador y Creación en
el Orden del Poder se hace viva en el Orden del Ser. “Dios es Padre, Dios es
Amor”.
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“Por lo
cual, acordaos de que un tiempo vosotros, gentiles según la carne,
llamados incircuncisión por la llamada circuncisión, que se hace en
la carne”
Arrancados
del estado animal al que nuestros padres fueron arrojados, y como tales
animales racionales establecidos en una relación con la Divinidad desde el
Poder, la Revolución Jesucristiana, una vez y para siempre la Redención
consumada, nos abrió la Puerta al Corazón del Creador, en el que Dios responde
a su Creación como Padre que ama a sus hijos y les da cuentas de las razones de
su Respuesta a las circunstancias por las que atraviesa su Casa.
Fuera de
esta Relación de Paternidad comprender la razón por la que Dios interviene en
los asuntos de sus hijos deviene un absurdo. Por Amor a su Creación lo que era
imposible se ha hecho realidad gracias a Cristo, que vive en Nosotros. Sin el
cual:
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“estuvimos,
entonces sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a las
alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”
Lo cual se
ve contemplando las circunstancias del Mundo antes de Cristo, y de nuevo en el
mundo de Hoy, alejado otra vez de Dios.
Si antes de
Cristo, ni Judíos ni Gentiles podían comprender a Dios y sus razones para
mantener la distancia entre Creador y Creación, una vez alejados de nuevo de
Cristo se regresa al Orden del Poder, aunque en esta ocasión en una nueva forma
de entendimiento basada en la Negación de la Existencia de Dios
derivada de nuestra concepción Política del Poder. Si Dios es Amor y Dios es
Todopoderoso ¿por qué se mantiene al margen de la Tragedia del Hombre?
Es decir, la
incapacidad para comprender a Dios arroja al Hombre a la condición animal de la
que fue rescatado por Cristo. “Puesto que no podemos comprender, negamos”.
Y aun así
todos sabemos que las razones de un padre quedan muy lejos del entendimiento de
su hijo en pleno proceso de crecimiento. Si entre padre e hijo de la raza
humana sucede esto ¿cómo querer comprender a Dios? Es por esto que la Fe se
hizo Dogma a fin de que la incomprensión debida a la distancia entre Creador y
Creación no destruya el Abrazo de Dios en cuanto Padre a sus
hijos.
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“Mientras
que ahora, por Cristo Jesús, los que un tiempo estábamos lejos, hemos sido
acercados a Dios por la sangre de Cristo”
Todos,
sin excepción, siendo hijos del mismo Creador Divino, todos nos hallamos en el
mismo estado de Filiación por el que el Amor sostiene lo que la
Inteligencia Natural no puede comprender.
Entender la
Razón de Dios es un Acto Sobrenatural. Que no puede realizarse sino en el seno
del Amor de Dios por su Creación. Pues si no hubiera Amor no habría Pasión,
ciertamente, y la dogmática religiosa anglicana tendría un valor Divino.
Sin embargo,
la Negación de Pasión en Dios es la Negación del “Dios es Amor” de Cristo.
“Dios es
Amor”, se revela sobrenaturalmente en su Hijo para realizar por la Fe lo que
por el Intelecto Natural se mostró imposible, a saber, alcanzar la Sabiduría de
Dios, y se ha vuelto a demostrar un imposible aun cuando entre el
Hombre Moderno y el Hombre Antiguo exista un abismo en el terreno del
“conocimiento científico”.
En un caso
como en el otro el Rechazo a Cristo condujo al Ateísmo. Que puede
adoptar diferentes formas pero mantiene una misma sustancia: la imposibilidad
de penetrar en la Razón Divina sin acceder por la Puerta establecida por el
propio Dios: “Jesucristo”.
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“Pues Él
es nuestra paz, que hizo de los dos pueblos uno, derribando el muro de
separación, la enemistad”
Fuimos
creados como Género Humano, sin diferencia entre hombres y hombres, todos un
mismo Cuerpo, “el Hombre”, con una Cabeza Única Universal, Jesucristo, Rey y
Señor de toda la creación de Dios, su Padre.
Querer
mantener la división entre los hombres, pueblos y naciones, en razón de la
sangre es negar a Dios, quien en la Redención, comprándonos a todos con la
Sangre de su Hijo, nos hizo una misma Sangre, un Mismo Cuerpo, un mismo Ser,
elevado a la Sobrenaturaleza Cristiana en el orden del Amor.
Esta es la
Razón por la que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra Imagen y a nuestra
Semejanza”, es decir, hijo de Dios. Que Jesucristo vino a reestablecer por su
Amor a la Creación de su Padre, de esta manera:
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“Anulando
en su carne la Ley de los mandamientos formulada en decretos, para hacer en sí
mismo de los dos un solo hombre nuevo, y estableciendo la paz”
Sobre cuya
Anulación ya sabemos su significado.
No que los
Mandamientos formulados en Decretos fuesen desactivados, sino que elevados a la
Ley de Cristo la sentencia contra la desobediencia, sujeta a muerte, dejó
de tener proceso a fin de que lo que no podía alcanzarse por el
Poder se hiciese vida por el Amor.
Pues si
por la Ley de Moisés el Terror al Castigo fue la fuerza que alimentó
la Obediencia, y por el Rechazo a una vida en constante Terror se produjo el fin
de la Obediencia, por el Amor a Dios, y engendrados para ser sus hijos,
la Ley del Terror dio paso a la Ley del AMOR, de tal manera que lo que le fue
imposible al hombre: “la Obediencia en orden al Terror al Castigo”, por el Amor
de los hijos al Padre Divino esta Obediencia emerge libremente sin estar sujeta
a escrutinio. Y en el encuentro de la Paternidad Universal Divina:
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“Jesucristo
nos reconcilia a todos en un solo cuerpo con Dios por la cruz, dando muerte en
sí mismo a la enemistad”.
“El Género
Humano”. Todos somos parte de este Cuerpo Universal, de este Árbol de la Vida
de las Naciones, por circunstancias no predestinadas ni deseadas por
Dios, expuesto a un medio hostil desatado por la Muerte para ocasionar nuestra
destrucción.
La historia
de Caín y Abel es la historia del Género Humano. Llevamos seis mil años en
guerra fratricida mundial. Es Hora de enterrar la Enemistad y renacer a la
Amistad de quienes somos hermanos. Primero, por Naturaleza, siendo nuestra
madre la Tierra, y luego por tener por Padre de todos al mismo Dios que la
creó. Por esto el Hijo de Dios se hizo Hombre:
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“Y
viniendo nos anunció la paz a los de lejos y la paz a los de cerca”
A los ojos
del Creador de todos no hay diferencia entre unas familias y otras. ¿Existe
entre una rama y otra del mismo árbol diferencia alguna en lo que se refiere a
la naturaleza de la sangre que a todo el árbol alimenta?
El Árbol del
Género Humano tiene una sola Sangre, la Sangre de Cristo, por la que todos
devenimos hijos de Dios. Y gracias a esta Sangre:
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“por Él
tenemos los unos y los otros el poder de acercarnos al Padre en un mismo
Espíritu”
Gracias a
Jesucristo participamos todos en el Misterio de la Santísima Trinidad: “Tres
personas y un sólo Dios Verdadero”. De manera que siendo muchos y tener todos
un mismo espíritu, todos podemos comprender por el Amor lo que por la Razón nos
es imposible: La Unidad Perfecta, Eterna e Infinita, de las Personas Divinas en
un único Ser: “Dios”.
Así que,
siendo todos partes del mismo Ser, “el Ser del Hombre”, participamos en todo en
Dios, nuestro Padre.
39
“Por
tanto, ya no somos extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y
familiares de Dios”
Si todos
hijos de Dios, todos hermanos, y si hermanos la ley que se mueve en nuestra
Sangre es la Ley del Amor, no la del Terror ni la de la Enemistad, no la del
Orgullo ni la de la Vanidad. El mismo Padre de todos alimenta a todos con su
Amor; de manera que nadie puede gloriarse por la sangre delante de Dios. Siendo
la Sangre de Cristo la que nos da a luz para la vida eterna, todos participamos
de los mismos fundamentos:
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“Edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular
el mismo Cristo Jesús”
De donde se
ve que el Cristianismo no rompe con el Israel Bíblico; es su Consumación, el
horizonte hacia el que caminaron los Profetas desde Adán hasta Cristo.
41
“En quien
bien trabada se alza toda la edificación para templo santo en el Señor”
El Primer
Templo fue edificado para permanecer hasta la llegada del Redentor.
Y en razón de esta espera el Templo fue una Puerta Intraspasable para todas las
familias del Género Humano. Pero Dios creó todas las familias de la Tierra. Y
habiendo sido desterradas de la Presencia de su Creador todas las naciones, por
la Redención sería finalizado este Destierro.
Por la
Ignorancia, alzados los sacerdotes del Templo Antiguo contra la Apertura de su
Interior a todos los hombres, la Necesidad de su Destrucción y de la
Edificación de un Nuevo Templo abierto a la Plenitud de las Naciones quedó
expuesta por los mismos Profetas, quienes siendo de la casa de Israel vieron
esta Ignorancia levantándose para cerrarle el paso a la Sabiduría del Dios de
Moisés.
Tal fue el
Nuevo Templo, la Iglesia, edificada sobre Resurrección de
Jesucristo:
42
“en quien
nosotros también somos edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
Amén.
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Amazon.EL CORAZÓN DE MARÍA, VIDA Y TIEMPOS DE LA SAGRADA FAMILIAprint on demandESPAÑA-------------HISPANOAMERICAEsta es la Verdadera Historia de la Sagrada Familia . La Ley del Silencio por Dios impuesta a sus Testigos extendió su Velo sobre la propia Madre de Cristo, quien se llevó en su Corazón la Vida de las Personas que protegieron a los Padres de Cristo. La Historia que vais a leer se lo llevó la Madre al Cielo, y Hoy desciende de su Corazón para Alegría de todos los que han permanecido Fieles a Dios a pesar de los Siglos. Este Libro ayudará a todo el que lo lea a creer. |
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