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LA ESTRELLA DE LA MAÑANA |
EL PENSAMIENTO DE CRISTOIV
LA LEY DE LA LIBERTAD
“Si hablándoos de cosas
terrenas no creéis, ¿cómo creeréis si
os hablase de cosas celestiales?”
Dos
milenios han pasado y cada Palabra que dijo Jesús, Dios Hijo Unigénito, no sólo
sigue viva sino que ninguna se ha hundido en las arenas movedizas de la ciencia
del bien y del mal. Lo dijo Él : “Mis palabras no pasarán” .
Dos
milenios después el animal racional humano sigue intentando por todos los
medios abrirle una fosa en esas arenas movedizas a la Palabra del Hijo de Dios.
La
estupidez del animal político sapiens no tiene desperdicio. Este animal ha
hech0 del error su sabiduría, de la tragedia genocido-suicida
su odisea para la eternidad. Se cae a cosa hecha para levantarse y ser aplaudido por volver a levantarse de las
guerras mundiales, de los genocidios fratricidas, de las masacres sin número que protagoniza. Su inteligencia
tiene su apogeo en la evolución de las armas de destrucción masiva. Su sueño supremo es la devastación de la
Creación de Dios, la extinción de toda vida sobre la Tierra. Matar a su Madre,
la Tierra, es su genio. Toda su Ciencia
sólo tiene una misión, extirpar del ser humano la vida a imagen y semejanza de
Dios.
Aquél
que vino y estuvo entre nosotros, “el
que era, el que es”, el que vive, Jesús, el Hijo que es la Vida del Dios Señor
quien con su Poderoso Brazo redujo a escombros un cosmos entero y creó uno
Nuevo en el que la Vida se alza a la Inmortalidad; Ese Jesús que dijo “Haya
Luz” y la Luz se hizo, ¿cómo podría ser entendido por los hombres del Siglo de
Cristo? ¿Hubiera podido aquella generación comprender el Lenguaje de la Ciencia
de la Creación abierto en la Introducción a la Cosmología del Siglo XXI, Libro
tercero de la Historia Divina de Jesucristo? ¿Es acaso la Creación del Universo
cosa de magia? Dios dice y así se hace, pero entre la Palabra y la Acción
existe una rama del Árbol de las Ciencia de la Creación del Universo que única
y exclusivamente Dios despliega y mueve. Incapaces aquella generación y los
siglos que la seguirían de comprender la Mente de ese Creador ¿qué otra cosa
podía darles a conocer sino el Corazón de Dios?
Regresamos
pues a aquél Acontecimiento que marcó un Ante y un Después en la Historia del
Universo.
Comencemos
pues por el principio: “El que era, es”. La mano que se mueve lo hace a impulsos del Espíritu. No estamos
hablando de un Jesús que murió, de un Jesús que vive en el Pasado. La Muerte no
podía destruir a Dios. La Unidad en Dios de Padre e Hijo es Perfecta. “Dos
Personas, un único Dios”. Dos Personas Divinas unidas en un mismo Espíritu en el
que sus sentimientos laten a un miso ritmo, en el que sus pensamientos se
despliegan con las mismas alas. Y ese Espíritu que vive en ambos se Encarnó
para que lo tocásemos, lo viésemos con nuestros ojos.
No
teníamos Inteligencia para comprender la Sabiduría del Creador del Universo,
pero sí ojos para ver con el Corazón la Naturaleza Sagrada de ese Espíritu que
vive en Padre e Hijo y siendo dos
Personas un Único Dios. ¿Cómo hubiera podido aquella Generación arrasada por
las tinieblas de la ignorancia comprender la Inteligencia de quien siendo ese
Hijo tiene en su Padre Inteligencia infinita y Poder sin límites? Habrían de
pasar siglos de formación en las Ciencias para que el ser humano pudiese entender los principios de la Sabiduría Creadora y Salvadora de ese Dios Único en el
que Dos Personas, eternas e indestructibles, viven como Padre e Hijo.
No hay
que mirar al Pasado, ni extender la
mirada al Futuro, ese Dios está en el Presente. Y como Ayer, así Hoy, su
Corazón es Cristo. Y en Cristo está la Fe. No en la Inteligencia del Creador,
sino en el Corazón de Dios. Pues por la Ciencia no se ama, por la Ciencia nos
maravillamos. Pero por el Amor, se ama. Dios nos dio a su Hijo para conquistar
el Corazón de su Creación, y no por el conocimiento de ciencias sin número sino
por las obras que nacen en el Amor por la Vida. Jesús calló y dejó que Dios
hablase con las Obras de Cristo. ¡Cómo podía entender este Lenguaje aquella
Generación!
Era
aquella una generación criada en el derramamiento de sangre como medio de
legitimación de toda suerte de delitos contra la Humanidad, de cuya naturaleza
criminal no era siquiera consciente. El mundo era así, el que mataba vivía; el que tenía misericordia, moría. No existía más ley que la ley de Caín; en
Roma como en Damasco, en Cartago como en la ciudad más alejada del mundo
mediterráneo la ley era ésa : Mata, destruye, viola, esclaviza, o muere. En ese
mundo de tinieblas surge la Luz de la
Vida. Todos los hombres somos Ciudadanos del Reino de Dios. Todos somos Iguales
ante Dios por el Derecho de Creación. No hay judíos, no hay romanos, no hay
persas, no hay cartagineses, ni íberos ni árabes, todos somos un mismo Pueblo, una misma Nación Universal, e viene
a Conquistar lo que le pertenece, no por la Ley de la espada sino por la Ley
del Amor.
¡Como
podía entender este Lenguaje aquella Generación! El Oro y el Hierro eran para
ellos los pilares del Poder, los fundamentos del Imperio. ¿Y vienes Tú y nos
hablas diciendo “Dios es Amor”? ¿Estás loco, has perdido el juicio? Que te crucifiquen
y veamos cuánto te ama Dios.
Innecesario
perderse en aquella mentalidad animal perdida en la selva de unas tinieblas que
desde hacía miles de años habían hecho del mundo un infierno. Inútil
radiografiar aquél mundo de horror y terror institucional que alimentaba a las
fieras con carne humana y se servía del ser humano como antorchas para iluminar
las fiestas. Inútil e innecesario de no ser porque los imperios modernos
tomaron como modelo de sus estructuras ese estado de bestialismo que le fue natural a todos los pueblos de
aquel Siglo para la Eternidad.
El
Primero que comprende la imposibilidad de comunicación entre Dios y el Hombre
en la dimensión del espíritu de inteligencia es el mismo Jesús. Por las obras del Amor y no por las palabras
de Ciencia conquistaría el Mundo. El Mundo no estaba preparado para recibir el espíritu de Inteligencia. Habrían
de pasar todavía muchos siglos hasta que el Hombre pudiese entender de “las cosas celestiales”. El espíritu de
Inteligencia sería la herencia de su Descendencia en la Iglesia, su Esposa.
Obra
Maravillosa, en su Ancianidad concibe Sara, que siendo figura de la Iglesia,
cuando aún no había nacido la Esposa de Cristo, bendijo Dios su Descendencia
diciéndole “Tu Descendencia se apoderará de las puertas de sus enemigos”.
Invencibles los Esposos ¿qué naturaleza podría heredar su Descendencia?
Nacidos
del Espíritu hablamos del Pasado en Presente, pues el que Vive es el que era, y
el que era es el que es. Él es la Fuente, el Origen, la Luz que despliega su
brillo para consumar su Obra, la Salvación del Género Humano en la Adhesión de
la Plenitud de las naciones a su Reino.
Su
Palabra vive, permanece, es la Fuente de la que nace el río de nuestros
pensamientos y sentimientos, el canon de nuestra conducta, el alma cuya
Sabiduría alimenta nuestro comportamiento social y reviste nuestra humanidad de
su carácter Divino.
Su
Doctrina revolucionó la mentalidad de
aquel Siglo, echó abajo los fundamentos de aquel código animal de conducta
fratricida, y devino la estrella
continuamente brillando en las tinieblas
de la ignorancia de los siglos, iluminando revoluciones, levantando los
cimientos de la Civilización, Cristiana, combatida constantemente desde fuera y
desde dentro, pero siempre victoriosa, invencible. Nacida para vencer y seguir
venciendo hasta el fin de los días del Hombre en la Tierra.
El
código de conducta del espíritu permanece por la eternidad por la sencilla
razón que vive en Dios. “Yo soy el que soy” : El que era es, el que es y el que
será. Dios no cambia. Su Personalidad ha sido forjada en las fraguas de la
Eternidad. Su Sí es Sí; Su NO es NO : ayer, hoy, mañana y siempre. Es la
Criatura la que tiene que amar a su Creador, no por el Temor a su Poder, sino
por el amor a su Personalidad. ¿Qué gloria puede sumarle darle a este Ser,
Señor del Infinito y de la Eternidad, una criatura sacada del barro? Un poco de
polvo, una gota de agua, he aquí el hombre. SU Hijo vino a conquistar nuestro
Corazón por el Amor, no por el Terror y el Miedo a su Padre.
Declaración de la pena del talión
“Habéis oído que se dijo: Ojo
por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No me hagáis frente al malvado;
al contrario, si alguno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la
otra; y al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también
el manto; y si alguno te requisara para una milla, vete con él dos. Da a quien
te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado”.
¿Dónde está aquí el concepto
maligno de Poder, ese orgullo de reyes y ricos, de los poderosos y malvados que
en su demencia se creen dioses y no siendo más que animales y despreciando a
Dios y su Creación ha elegido ser bestias la voluntad propia ley del mundo? Diréis,
sí pero la Ley vino de Moisés. Y os
respondo: No, esa era la ley del mundo en que Moisés vivió. ¡Cómo hubiera
podido sobrevivir el pueblo Hebreo bajo la Ley de Cristo en aquel mundo gobernado por el odio, la crueldad y el
bestialismo! Un pueblo que había sido
esclavizado por esa ley y era liberado de ella únicamente aceptando esa ley como natural a su mundo podía sobrevivir en
ese mundo. En el infierno las alas de los ángeles se queman. ¿Quién va a la
guerra como su madre lo trajo al mundo? Dios liberó a al Pueblo Hebreo de la
Esclavitud pero el Mundo seguía condenado a vivir bajo es la ley que por su
Pecado el padre del pueblo Hebreo trajo sobre el mundo.
Por la Ley conocemos lo que es
bueno y malo. ¡Cómo hubiera podido sobrevivir el Pueblo Hebreo en aquellos
tiempos si en lugar de hacerle frente al malvado le hubiese puesto la otra
mejilla! ¿Cuánto tiempo hubieran sobrevivido a su Éxodo las doce tribus de
Israel de haber estado sujeta a la Ley del Espíritu de Cristo?
Ojo por ojo y diente por diente
era la ley del momento. Todos los pueblos aplicaban y vivían bajo esa ley. ¿Poner la otra mejilla? ¿No responderle al
malvado? ¿Dar a quien te pida? ¿No reclamar lo prestado? ¿Había perdido el
Juicio el Mesías? ¿El Imperio Romano no se había fundado sobre la ley de la
Antigüedad que dominaba en el mundo antes y después de Moisés?
La respuesta a este Mesías del
Amor fue la que no podía ser otra. “El Poder de Dios lo ha vuelto loco”.
¿Pedirle a los Poderosos que pongan la otra
mejilla? ¿A los reyes que no les hagan frente a los malvados que piden la
abolición de sus coronas? ¿A los banqueros que no reclamen las deudas? ¿A los
ciudadanos pedirles que no nieguen caridad a los necesitados? ¡Qué doctrina es
ésta! ¿En qué siglo se creía el Mesías que estaba viviendo? ¿En el Siglo XXI
después de Cristo?
Comencemos: “Ojo por ojo y
diente por diente”. La pregunta es obvia: Una Sociedad que aspire a crecer en el Derecho y la Justicia,
estructurada sobre un Estado con vocación de Paz y Libertad ¿puede sujetarse a
esta Ley de acción y reacción ajena a la Justicia y el Derecho? ¿Puede la Ley
de la Venganza ser la espina dorsal de un Estado de Derecho? ¿Puede construirse
una Civilización sobre la base de una libertad legal para responderle a un
delito con una fuerza mayor de venganza que por su propia naturaleza de odio
comprenderá a toda la familia del autor del delito? ¿Puede ser legalizada la
Venganza comprendida en la ley antigua mediante la restricción a la persona del
ofensor?
Se ve la locura y la demencia
implícita en la ley antigua bajo la que todos os pueblos vivieron y escribiéndola
para la posteridad o la mano de Moisés quiso Dios ponérnosla delante para que bajo ningún
concepto la desenterremos de la fosa en la que la desterró el Espíritu de
Cristo.
Pero se dirá, si la reacción es
anulada la acción se verá libre para su desarrollo y multiplicación. A lo que
tenemos que responder, que para eso existe el Estado de Derecho y Justicia que haciendo
de la Ley una Fuerza Todopoderosa de Intermediación
la acción quede suprimida en el propio
ser de la Tentación. La Vocación y Misión del Estado Civilizado no es la hegemonía de su Poder sobre las naciones
en razón de su Potencia de Destrucción Mundial; la Naturaleza del Estado de
Derecho y Justicia reside en su Poder para defender a todos los ciudadanos frente a una caída en la Violencia como medio
de recurso y consecución de cualquier fin personal o familiar. Este es el
Verdadero Espíritu de la Civilización : la Creación de un Estado al servicio de
la Libertad que procede de la Palabra como la verdadera naturaleza del Hombre,
de manera que la Fuerza que procede de
la naturaleza animal quede enterrada en las fosas del Pasado del mundo.
La extirpación del subconsciente
y del inconsciente humano del recurso a la violencia como medio de satisfacción
de una ofensa es una empresa que les concierne a todas las naciones. Todas las naciones
del mundo han estado esclavizadas a un comportamiento homicida que le ha afectado a su herencia
genética tanto a nivel de cuerpo como de mente. Creer que seis mil años en
guerra civil mundial no tiene ninguna relación con el nacimiento de cada
persona que viene al mundo es mantener en vivo ese sistema de herencia cuyo fin
es la extinción de la vida humana. La acción de la Muerte sobre el árbol de la
vida en la Tierra no tiene otro fin que eliminar esta vida y reducir a polvo la superficie de la Tierra. A
medida que los milenios han ido pasando esta acción final se ha ido potenciando
en razón de haber hecho las naciones de su carrera armamentística la base de su
progreso y hegemonía. Evidentemente la Creación de Dios sólo puede ser destruida
por Dios; de donde matar a Dios en el Hombre, o lo que es lo mismo, extirpar a Cristo
del Hombre es la puerta hacia esta extinción final hacia la que la Muerte camina.
La Necesidad de detener este Nuevo Caballo sobre el que la Muere cabalga de
nuevo es firme. Pero mientras la Ley de la Violencia permanezca, los cascos del
Nuevo Caballo de la Muerte seguirán aplastando toda la hierba que pise.
Responderle al odio con el odio,
a la Ofensa con Venganza es alimentar la Violencia en cuyo fuego la Guerra Muerte
su Negocio.
No se puede transformar una
Sociedad si el Ciudadano no se transforma; no por imposición externa, sino por
voluntad propia. La transformación social no puede venir del Estado : sino de
la Persona humana, sin cuya existencia no existe Estado ni Sociedad ni Civilización.
Es el Hombre quien debe elegir entre Pasado y Futuro, Amor y Odio, Ley o
Venganza, Humanidad o Crueldad, Entendimiento o Desprecio, Amistad o Enemistad,
la Palabra como el verdadero Poder del Hombre o las armas como verdadera
Fuerza.
La Doctrina del Hijo de Dios es
firme. Fuera del Amor de Dios por la Vida no existe nada. Toda vida existe porque
ÉL la ama. Ninguna Vida puede subsistir en el Odio a la Personalidad de Dios, y siendo toda Vida creada a su Imagen
y Semejanza su personalidad está en nosotros. Siendo la Ley la espina dorsal de
la conducta, su Ley de vida es el principio, la fuente y el origen de nuestra Civilización,
cuyos pilares pueden ser atacados pero no destruidos.
Quien ama, no odia. Quien ama
la Ley, no responde con Venganza. Quien ama al Hombre, le ofrece la otra
mejilla para no dar lugar a la Violencia. No es Cobarde el que devuelve, sino
el que primero pega; el Valiente aguanta, resiste, soporta, con su Paciencia
buscando la Paz que procede de la Palabra. El que domina a sus enemigos con su
Palabra es más fuerte que el que lo pone de rodillas con la fuerza de las armas.
La Misericordia del que perdona, es más grande que el poder del hombre más
poderoso del mundo. Compartir es mejor que guardar. Y sobre todas las virtudes
el Amor vence; todos los defectos el Amor a la Vida los borra, los transforma,
los sublima, los transfigura y de las cenizas surge más fuerte el Ave Fénix de
la fe muerta.
CONCLUSIÓN:
“Da a quien te
pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado”.
¿Puede el
Ciudadano regirse por esta Ley y vivir en un Estado que hace todo lo contrario?
¿Es el Estado la proyección de la Personalidad del Individuo y la Familia a una
Sociedad de Individuos y Familias nacidas del mismo Espíritu? ¿O es el Estado
una superación maligna de esta Creación Interfamiliar que aprovechándose de la
necesidad de su Creación un grupo organizado de delincuentes en partidos y
sistemas políticos alienando a sus Creadores de su propiedad y convierten esta
propiedad en un látigo de Dominio para provecho personal? ¿Tenemos el Derecho
de levantarnos contra grupos organizados de delincuentes que imitando a los virus malignos se internan en
el cuerpo social para conducir a todos a la ruina? ¿Un Estado que deja el
Gobierno de la Propiedad de sus Creadores en manos de organizaciones delictivas
que camuflan sus intenciones delictivas en programas políticos, tiene el Deber
de levantarse contra esas Organizaciones y devolver a sus Creadores el Gobierno
de la Sociedad por ellos Creada? ¿Debe la Ley del Espíritu dejarse aplastar por
la ley del Oro y del Hierro? ¿Debe el enfermo morir para verse que su
enfermedad era de muerte?
Pero se me
dirá, ¿cómo puede ponerse por ley que el hombre debe poner la otra mejilla?
¿Y quién dice
que la Ley de la Libertad deba ser escrita?
La Ley de la Libertad
existe para que ser la medida de la libertad
del Poder, de manera que siendo ahogada por la ley del Poder el hombre se
levante para defender su ley y por esta oposición
proceder a escribir las leyes que nacen de esta libertad para garantizar la existencia
de la ley de la Libertad. ¿O acaso pueden vivir juntos el Diablo y Cristo?
Si por el
fuego definimos loa naturaleza del hielo, y así en todas las cosas, por la
Libertad que viene del Espíritu definimos lo que es la esclavitud. Ahora bien, si
te niegas o se te niega este Espíritu de la Libertad que hace de tí mismo Ley, no conocerás ni sabrás distinguir entre
libertad y esclavitud, que es exactamente la causa por la que es atacado el Cristianismo
y debe ser suprimido por los poderes políticos allá donde se quiere instaurar
un régimen dictatorial, solapado o abierto.
A nivel de
Historia Viva observamos que donde no existe el Cristianismo existe la
Dictadura. Y viceversa, vemos que donde existe el Cristianismo existe la Democracia.
De donde se entiende que el cristianismo es el enemigo público número 1 de todos
los regímenes dictatoriales. Y se deduce por qué el Socialismo del Siglo XXI,
en todas sus formas, ha pactado una Alianza de Civilizaciones con el Islam, y
sellado un pacto con todas las fuerzas comunistas europeas con el fin de
extirpar el espíritu cristiano de las naciones hasta hoy disfrutando Democracias
en función de su común origen histórico cristiano.
En verdad, el
hombre es el único animal que tropieza no dos sino tantas veces como sea
necesaria para su destrucción, en la misma piedra.
III
VINO
NUEVO EN ODRES NUEVOS
Nada
existe en esta Tierra por coincidencia, por azar o por efecto de una conjunción fortuita de
elementos. El Creador de los Cielos es la mano que mueve la pluma de la
Historia, y aun cuando los enemigos de su Obra creen estar dirigiendo el
movimiento a un fin por ellos planteado, el final del camino es siempre el que
Dios ha dispuesto.
En este
orden de realidades el Imperio Romano fue el producto más elevado que la inteligencia animal humana podía y puede,
siempre que se mantenga el alejamiento de la Creación hacia su Creador, poner
en el escenario de la Historia. Su destrucción hubiera debido y debiera ser
lección para todas las naciones. No ha sido así. Aquél monstruo que se
alimentaba de carne y de sangre humana en lugar de ser el ejemplo de lo que ninguna sociedad
debe imitar se convirtió, por desgracia, en el modelo a imagen y semejanza del cual los imperios
modernos impusieron su yugo genocida y criminal.
No fue
casualidad que Dios determinase que la Renovación de su Creación comenzase y
tuviese en el centro de aquellas tinieblas su Día de Nacimiento.
Por todas
las plumas ha sido reconocido que la gloria del vencedor es siempre más grande
cuanto más imposible parecía su victoria sobre el enemigo. Que Cristo Jesús
triunfase y su Iglesia llevase su Testamento a sus Herederos a dos mil años de
distancia en el Tiempo era de todos los imposibles el más manifiesto.
No
había en el hombre del Siglo de Cristo ningún
valor por el que se pudiera reconocer su existencia como Creación de Dios. El
ser humano había caído en ese abismo de bestialismo monstruoso cuya ley es el
Homicidio y la Guerra como camino a la gloria y al Poder, a la riqueza y a la
felicidad. Matar, asesinar, robar, prostituirse, esclavizar, corromper, mentir,
traicionar, vender seres humanos como ganado, arrasar poblaciones… estas eran
las virtudes del Imperio Romano. Y el resto
del mundo vivía esa ley al pie de la letra.
¿Por
qué esperó Dios que su creación se hundiese en ese abismo y tocase fondo para
alzar la estrella de su Espíritu? ¿En esas condiciones tenebrosas qué hombre o
diablo hubiese apostado por la Victoria de Cristo? Incluso un testigo de su
Gloria, Judas Iscariote, creyó imposible que Jesús pudiese triunfar.
Nosotros
contamos con la comodidad y satisfacción de estar rememorando aquella Victoria
para la Eternidad dos mil años después. Es fácil hablar desde este lado. Es
fácil apostar por el Vencedor cuando la Victoria ya ha sido establecida y la
Iglesia fundada por Jesucristo se extiende por las cuatro esquinas de la
Tierra.
Allí
estuvieron Dios Padre y Dios Hijo actuando en Unidad Perfecta. Fue desde esta
Unidad que se oyó decir : “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra
Semejanza”. Dios no estaba solo. Con Él estaba su Hijo. El Hombre al que
llamaban a la Vida eterna era un hijo de Dios.
¿Dónde
estaba este hombre en los días en que el Hijo de Dios se hace hombre y se dice
: “He aquí el Hombre”, ese hombre que estaba en el Verbo?.
Dios en
persona se encarna para que la Imagen Viva de su Hijo refleje en el espejo de
la Creación su Imagen Original. ¡Qué distancia tan enorme entre el hombre de su
tiempo, judío o gentil, y ese Hombre que estaba en el Verbo del Principio!
¿Lograría Dios imprimir en el ser humano
ese Original que viajando por los milenios se abriría en el ser humano para producir su fruto : hijos para Dios?
Responder
desde este lado de la Victoria puede parecer un juego, pero la admiración por el Vencedor no lo es. La
Cruz era la Puerta a la Victoria. Las Persecuciones contra el Cristianismo
serían el Camino. La Oposición Genocida contra la Religión Divina sería la constante a través de los siglos y
los Milenios hasta llegar al Testamento de Cristo a sus Herederos. Dios lo
había dispuesto así y su Hijo se sometía a Su Sabiduría el Corazón y la Mente
puestos en la Victoria de su Casa. La Renovación de la Creación le afectaba no
sólo al Hombre sino a toda la Casa de Dios.
Pero
estas son cosas que están escritas en la Historia Divina de Jesucristo. Lo que
aquí nos toca es desprendernos de la Imagen de un Jesucristo humano en el que Dios Hijo queda en el Sepulcro.
El
Maestro perseguido por las Muchedumbres y desde una barca hablándole en
Parábolas, que ellos no entendían, como no podía ser de otro modo, era el Ser Todopoderoso que creó la Luz, el
Firmamento, y desplegó en el firmamento de los Cielos el Árbol de las
Constelaciones. Aquel Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de su Padre
que vino a la Tierra vestido de guerra
de los pies a la coronilla había dado paso al Siervo de YAVÉ DIOS.
El
Guerrero había dado paso al Sabio.
La
Creación entera estaba en jaque. No la Fuerza sino la Sabiduría le daría la
Victoria a Dios. El Enemigo no era el Diablo, era la Muerte. La locura, la
demencia de los hijos de Dios que se aliaron para hacer temblar los pilares de
la Creación, tenía un origen, y este Origen no era Dios.
El Hijo
vino con el ojo puesto en su Enemigo : Satán, el Diablo, la Serpiente Antigua,
el Dragón. El fuego que le consumía en el Celo por su Padre le cegaba la visión
del Enemigo que se ocultaba detrás del Traidor a la Casa de Dios. El Enemigo
que alimentó con su Fuerza a aquellos hijos rebeldes era la Muerte.
Satán,
el Diablo, era nada, un peón en una Guerra que venía desde la Eternidad y celebraba su última batalla en la Tierra.
El Hijo
de Dios se retira al desierto a sabiendas que el Enemigo de su Corona vendría
a visitarle. Su búsqueda de aquel hijo
de Eva que habría de aplastarle la cabeza había concluido. El Duelo a muerte
entre el hijo de la Sabiduría y el hijo de la Muerte podía empezar.
En
realidad no había nada que empezar. Ya
estaba todo hecho. Sólo había que llevar a su consumación lo dispuesto. Satán
no ve al Hijo de Dios, ve a un hombre. Le habla como se le habla a un hombre.
Dios Hijo ni lo mira. Satán es un cadáver en el infierno. No lo sabe, su
creencia en la victoria sobre Dios es un suicidio. La Palabra de Dios es Dios,
Su Juicio es Todopoderoso; aunque tarde miles de años en ser ejecutada la Sentencia la espada de la
Justicia Divina cumple su Mandato sin oposición que resista su Fuerza. Jesús ni llo mira:
Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al Señor
tu Dios adorarás y a Él solo darás culto.”
El
Pensamiento de Cristo está puesto en el Futuro, en la Salvación de la Plenitud
de las Naciones del Género Humano. Su Padre no sólo le ha glorificado dándole la
Corona Universal; invistiéndole del Señorío sobre la Vida y la Muerte de todos
los Pueblos de la Creación, con su Corona es Investido del Poder del Juez
Universal, Todopoderoso y Libre para Decretar Absolución Universal o Dictar
Sentencia acorde a las obras de cada cual.
Él es
Dios verdadero de Dios verdadero, su Poder es Infinito. Tiene el poder de sanar
todas las almas.
Ignorante
de esta Salvación, el “diablo” había caído de la condición de los hijos de Dios
a la condición de las bestias irracionales, y como bestia tentó al Señor de la
Creación de Dios con palabras de bestia:
Si eres hijo de Dios, di que
estas piedras se conviertan en pan.
El Hijo de Dios ni vuelve la
cabeza. La demencia de quien teniéndolo todo en Dios prefirió tenerlo todo en
el Infierno porque la Ley del Amor no le parecía propia de dioses, no le
mereció a quien es Amor en su sustancia y esencia ni una mirada. Y le responde
sin preocuparse de su presencia:
Escrito está: “No sólo de pan
vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
¿Qué palabra saldrá de su Boca,
la Boca del Juez Universal que en su Divinidad tiene la Vida del Género Humano
en sus labios? ¿Se Renovarán las naciones voluntaria y libremente y haciendo
del espíritu de Cristo su Ley y su Vida conquistarán el Corazón de Dios? ¿O
rechazando la Ley del Amor le arrancarán de los labios la Sentencia según el
espíritu de la profecía?
Pues aunque Dios determinó la
destrucción de Nínive, el arrepentimiento de sus habitantes conquistó la
Absolución para los arrepentidos. Y siendo el espíritu de Jesús el espíritu de
la Profecía su Juicio queda sujeto a la Ley de la Misericordia de Cristo. ¿Qué
harían las naciones cuando llegase el Día de la Gloria de la Libertad de los
hijos de Dios, Herederos de su Testamento?
Incapaz
de penetrar en el Pensamiento de Dios, el Diablo siguió con su bestialismo:
Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues
escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no
tropiece tu pie contra una piedra.”
El Hijo de Dios ni vuelve su cuello. El Enemigo
de Dios es la Muerte. Satán es nada, una bestia que como bestia salvaje sólo
quiere devorar, desgarrar. Y cree que en el Poder de la Guerra está Dios. La respuesta del Campeón de Dios es directa:
También está escrito: “No
tentarás al Señor tu Dios.”
¿Acaso no es tentar a Dios
creer que se le puede vencer, que se puede destruir su Obra, borrar su Ley,
vivir según una ley propia, creer que el Universo va a renunciar a la Ley de su
Fundación y se acogerá a una ley ajena a
su Origen y Creación?
Largo sería el Camino desde el
Sellado del Testamento de Cristo hasta su Apertura Universal.
Por el momento el Duelo a
muerte entre el hijo de Eva y el Homicida que mató a Adán, quedaba abierto. El
Hijo de Dios regresa al monte:
Declaración del segundo precepto
“También habéis oído que se
dijo a los antiguos: No perjurarás, antes cumplirás al Señor tus juramentos.
Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo, pues es el
trono de Dios; ni por la tierra, pues es el escabel de sus pies; ni por
Jerusalén, pues es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jures tampoco,
porque no está en ti volver uno de tus cabellos blanco o negro. Sea vuestra
palabra: Sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede”.
Entramos en la Mente de Dios.
El juramento es un acto de
entronización divina del ego contra la
realidad mortal del ser humano. Dios dice “Juro por mi honor y mi gloria”, pero
esta Palabra está sostenida por un Poder Infinito que vence toda circunstancia que
pueda proceder del exterior a la voluntad propia.
¿Es acaso la palabra del hombre
“palabra de Dios”? ¿Tiene el hombre el poder de Dios?
Tan de ignorantes es creer en
quien jura, como tiene de malvado usar esta ignorancia para traicionar la
confianza.
La Historia demuestra que todo
juramento es un acto de demencia porque hace creer que uno es dios y puede
cumplirlo, y porque su cumplimiento exige el desprecio a Dios, el único al que
se le debe Obediencia.
La Historia enseña que todo
juramento que obliga a poner la obediencia a un hombre sobre la debida a la
obediencia debida a Dios, Rey y Señor : Jesucristo, sea quien sea y sea cual
sea la posición de ese hombre en el Reino de Dios, es un acto de traición a la
Obediencia debida a Jesucristo, Señor y Rey de la Creación de Dios.
La Jerarquía no existe para
anular esta Obediencia Eterna Perfecta al Rey Dios. Todo al contrario, la
Jerarquía procede de la Obediencia a fin de mantener esta Obediencia de todos
los Ciudadanos del Reino de Dios a su Hijo.
Esta Obediencia Divina a
Jesucristo está sobre todos los hombres, sobre todos los seres, de nuestro
mundo o de cualquier otro mundo, presente o futuro.
Esta Obediencia no procede de
Juramento, tiene su Origen en el Ser.
Todos los hombres tenemos en Él
el Origen de nuestro Ser. La Obediencia
en Juramento a un hombre, sea quien sea y de la condición que sea, implica una
renuncia a este Origen.
En la Obediencia de todos al
Rey la Jerarquía es un edificio que
teniendo su Origen en el Señor la hace Divina sin dejar ella misma su condición
humana.
Obispo o ministro, todo hombre
es Ciudadano del Rey Divino y a Él y sólo a Él, Jesucristo, le es debida la
Obediencia Eterna y Todopoderosa a que el Amor a su Corona nos llama desde
nuestro Origen.
Jurar contra o en pro de un
hombre o sobre la cabeza de uno mismo es, en este orden de cosas, una
circunstancia que encadena la propia palabra a un poder que está más allá de
nuestra realidad.
Jurar por Dios es hacer de Dios
testigo y hacerse reo de sentencia.
Jurar por uno mismo es un acto
de orgullo que conduce al mal.
Extirpar de nuestra conducta
este orgullo y esa obediencia que rompe
la relación directa de la Creación con su Creador es un acto de sabiduría. Lo
contrario, tan pecador es quien se obliga a juramento como quien exige
juramento.
El Pensamiento de toda la
Creación en el terreno de la Palabra y de la Obediencia sólo tiene un Centro,
un Foco, una Realidad, una Persona : Jesucristo. Cualquier persona que se ponga
entre el Rey y el Ciudadano, entre el Creador y su Creación, exigiendo
Juramento de Obediencia a una Jerarquía instituida por Dios para engendrar esta
Obediencia a su Hijo, comete Pecado contra Dios.
La Obediencia se satisface en
la Obediencia sin necesidad de Juramento; pues el Juramento de los hombres busca
la legalización del crimen y el silencio a favor de su autor “en nombre de
Dios”, levantando contra Dios una acusación que Dios juzgará con toda su
Omnipotencia acorde a la maldad del que exige y del que otorga.
Lo que a todo hombre le
corresponde es el “Sí, sí; no, no”, y todo lo
que vaya más allá es abrir una caja de
pandora que una vez abierta no se cierra hasta que no se sufren los males
liberados.
La Renovación de la Creación
procede, como se ve, no de las leyes, sino del Espíritu. El Espíritu de Creador
impregna su Creación para que sin necesidad de leyes externas en las alas de la
Ley Interna la Creación supere la
obediencia bajo castigo exigida por la ley escrita. Pues las leyes son escritas
para los animales políticos racionales que despreciando la vida del espíritu se
sujetan a la ley de los instintos; y en su racionalidad animal, o lo que es lo
mismo, en su irracionalidad espiritual usan las leyes escritas para legalizar conductas
homicidas, destructivas y transgresoras de las leyes de la Naturaleza. Siendo
el Código de las Leyes de la Naturaleza una proyección de la Vida Divina las
leyes escritas buscan crear un universo dentro del universo desde cuyo núcleo,
como si se tratase de una cáscara externa, reventar el universo real y quedarse como
universo personal sujeto a las leyes de la paciencia del bien y del mal, cuya
naturaleza se determina por la fuerza de las armas, y dependiendo de éstas las
leyes cambian para acomodar las conductas de los vencedores a la conciencia de
los tiempos.
Sin embargo Dios no necesita de
leyes externas, porque Él es para sí mismo Ley. Creados a su Imagen y Semejanza
la perfección del Hombre está en esta Ley del Espíritu. Por la que Dios puede
decir de sí mismo “Yo soy el que soy”. Pues si la ley determina la conducta, cuando
es la Personalidad la que establece la conducta esta Personalidad deviene Ley.
Y siendo Ley para sí mismo Dios no tiene necesidad de ley externa escrita,
que se establece para una personalidad imperfecta, cambiante e
indefinida. Sujeta a los cambios de las circunstancias externas.
Dios, vencedor de ellas y
creador de las propias, no estando sujeto a ninguna variable y fundada su Personalidad
en la Eternidad vive en la Ley siendo en sí mismo y para sí mismo Ley.
Horizonte hacia el que la Creación se dirige, y por el Espíritu alcanza sin
necesidad de esa Eternidad.
Obra Sobrenatural del Creador esta
Perfección su Ley es nuestra Ley, de manera que no teniendo necesidad de leyes
escritas vivimos por la Ley de la Libertad, que, siendo su Fuente el Espíritu
de Cristo, nos libera de las leyes por el Amor a la Ley, siendo por el cumplimiento
de la Ley del Espíritu perfectos cumplidores de las leyes escritas, así como su
motor de crecimiento y adaptación de su código al Código Moral Divino.
En éste el Perjurio es Delito
en su modelo incorruptible. En el código escrito el Perjurio es sólo una figura
retórica puesta a la compra-venta en el Mercado de la Justicia. En el primero
el perjurio no admite justificación de ninguna naturaleza. En el segundo las
justificaciones morales son infinitas, por esta corruptibilidad deviniendo el código
moral de los hombres un libro de leyes escrito por y apto para los señores de
las bestias. Tanto es así, que el Perjurio deviene condición per se para acceder a ciertas instituciones
legales. Venderse y vender al prójimo es condición sine qua non a la hora de cruzar ciertas puertas. El acto de no
cometer perjurio deviene incluso un
delito delante de quien pone como necesidad este crimen para obtener ciertas
prebendas, posiciones sociales y beneficios institucionales.
Plantarse en el Espíritu y regirse
por la Ley de la Personalidad Divina, a cuya Imagen y Semejanza hemos sido
engendrados, comportándonos en carne mortal seres inmortales es un acto
Natural al Espíritu de Cristo en nosotros. Razón, se entiende, por la que el mundo,
establecido sobre el Perjurio, se haya alzado y esté alzado contra el Cristianismo
y con todos sus medios haya buscado la extinción de la Fe Cristiana. El fracaso
ha sido rotundo, y nuestra posición frente a este mundo es la de nuestro Héroe
y Rey ante el Diablo, mirar al Futuro y dejar que el mundo camine a la ruina
que con tanta devoción ha cultivado. En esto siguiendo al pie de la letra la
Ley del espíritu : “Vino nuevo en Odres nuevos”.
II
LA CUESTIÓN DEL ADULTERIO
El Nacimiento de Cristo
en Jesús provocó un terremoto en la Historia de la Creación. En el Cielo como en la Tierra ya
nada podría ser igual. El Autor de aquella Revolución Universal fue Dios. Fue
ÉL quien determinó esta Revolución. Y fue para su Hijo que todo el Antiguo Testamento
fue escrito.
Pensando que las Sagradas Escrituras de Israel habían sido escritas para un hombre los Judíos leían y leen el Antiguo Testamento como hombres que eran y son. La imagen que sus padres se habían hecho del Mesías era la de un gran guerrero al estilo del rey David. Aún al presente siguen esperando la Venida de ese Mesías que convertirá a Jerusalén en la Capital Sagrada del Mundo. Ellos y los Gentiles de la época leían con los ojos de la cara el Libro de Dios. Pero Dios no es un hombre. Los hombres piensan en sí mismos y hacen circular todas las cosas a su alrededor. Ellos son el centro del mundo, del universo, del cosmos. Y sin embargo sus pensamientos apenas si extienden su mirada más allá de unos decenios. Pero en nada han superado la condición animal. Si la hubiesen superado entenderían el shock que a Dios le produjo
la Traición y la consiguiente Caída : de la naturaleza divina que el Hombre
había alcanzado a la condición de una bestia monstruosa, shock fue vivido tanto a
nivel de Creador como a nivel de Padre.
Desde la óptica de un Pensamiento liberado de toda cadena a cualquier herencia de las filosofías e ideologías del Pasado el proceso deductivo nos conduce tanto al Corazón cuanto a la Mente de ese Dios, Padre y Creador del Hombre. En tanto que Creador la Ofensa cometida contra su Creación no podía tener Perdón. En cuanto Padre la Justicia no podía permitir invocación a la Misericordia. El Crimen contra el Hombre le
afectaba a toda la estructura de la Creación. La Gota que colma la Paciencia se
había derramado. Una de dos, o Dios destruía toda su creación y comenzaba una
Nueva, o Producía una Revolución Universal que sin causar esa Destrucción
traería una Renovación de su Creación: el Reino de Dios.
Evidentemente Dios Padre no quería dejar al margen de esa Revolución Universal que reconfiguraría los Pilares de su Casa a Dios Hijo. Este Hijo, Jesús, Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de su Padre, sufrió el shock de la Caída del Género Humano con infinita profundidad. Durante la Eternidad de la Increación, Dios había vivido el hundimiento de miles de mundos en el abismo de la ciencia del bien y del mal. La dinámica había sido siempre la misma: El Fratricidio abre la lucha por el Poder absoluto; la Guerra se convierte en el medio para alcanzar la Gloria del rey del mundo; el Poder se declara divino y se alza contra hizo posible la vida de ese mundo. Abierta la cuesta abajo al abismo de la corrupción la pasión por
el Poder devora todas las estructuras sociales levantadas a costa del trabajo
de milenios y en su derribo hunde en el polvo lo que del polvo fue tomado.
Dios Padre había vivido infinidad de veces la Tragedia del Alzamiento y Declive de un Mundo sujeto a la Ley de la Muerte. Para Dios Hijo la Caída del Género Humano en este Abismo era un fenómeno incomprensible, una experiencia jamás vivida. El Silencio de su Padre sobre el Futuro de su Creación, el Blindaje impenetrable tras el que su Padre había cerrado el Acceso a su Mente y a su Corazón… Este Hijo
contemplaba los acontecimientos de la Tierra desde quien era el Rey de reyes y
Señor de señores del Imperio de su Padre, pero también como el Señor y Dios que
dijera : Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza. ¿Este era el
Hombre que su Verbo proyectó sobre la Tierra? ¿Estaba siendo Él acusado de ser
el verdadero autor de la Caída? ¿Estaba siendo acusado su Padre de ser el
productor de la Traición? ¿Lo había engañado su Padre?
Sabía que NO. Y sin embargo su Padre mantenía Silencio, impenetrable incluso para Él, su Hijo. Todo lo que Jesús sabía era que su Padre había dispuesto un Día de Venganza, un Día de cólera y Juicio, el Brazo de Dios se haría uno
con el hijo del Hombre y levantándose hasta el Cielo hundiría en el
Infierno al Traidor.
En el horizonte esta
Venganza, el Sentenciado a Destierro Eterno de la Creación se paseaba por la
Tierra con toda tranquilidad, e incluso se presentaba delante de Dios como si
su aplastamiento fuese un farol que Dios se había marcado. ¿Quién iba a aplastarle la cabeza, un
descendiente de aquel perdedor que por amor a una mujer perdió su corona y
hundió su mundo en el abismo de la Guerra?
Dios callaba. Dios
permanecía impasible. Dios hablaba de cosas ininteligibles por la boca y mano
de unos Profetas, que escribían profecías sin pies ni cabeza para animales sin
espíritu que interpretaban la Palabra de Dios como las bestias que eran.
Pero la Ley era
firme: De la sangre de un hijo de Dios, Dios podría pedir venganza de la
mano de cualquier otro hijo de Dios.
Esto era suficiente para
encender en su Hijo Jesús el fuego de la Justicia y pedir ser el Vengador de la
sangre de su hermano pequeño Adán. La Ley también decía que el Elegido
para hacer caer sobre la cabeza del Traidor habría de ser “hijo del Hombre”,
nacido de una hija de Eva.
Nacidos del polvo todos
los hijos de Dios “no de este mundo”, la elección del Hijo de Dios para ser el hijo
del Hombre quedaba sellada.
“Lloraréis como se llora por el primogénito, os lamentareis como se lamenta por el Primogénito.
Una Virgen dará a luz y
su hijo será llamado Dios con nosotros”.
Encendido en Fuego, en
su Puño la maza con la que le aplastaría la cabeza a Satán, aquella Serpiente
que con su Veneno mató al Primer Hombre, aun cuando el Traidor no pudiese
concebir la Encarnación del Todopoderoso Señor y Dios Creador del Hombre como
un Hecho, la Encarnación en el seno de la Virgen quedó escrita.
Pero estos son hechos
que están narrados en la Historia Divina de Jesucristo; así que mejor pasemos a
los Acontecimientos en vivo.
Nadie lo entiende, nadie sabe qué está pasando. Todos están maravillados. Un hombre se mueve entre los hombres con el Poder de un Dios. Su palabra es Dios. Le dice a un muerto “levántate”, y el muerto se levanta. Con cinco peces y un pan le da de comer a Muchedumbres enteras. Le dice a un paralítico, “coge tu camilla y corre”, y el hombre se echa a correr. Incluso los Discípulos están fuera de sí. El Maestro es más que un profeta; ni Moisés ni Elías disfrutaron de semejante Poder: la Palabra de Jesús era Dios. Decía y así sucedía. Sólo tenía que abrir su Boca para que las cosas sucedieran. ¿Qué no hubiera podido hacer ese Jesús si en
lugar de ser el Cristo, el Cordero de Dios, se hubiese alzado como el
Mesías hijo de David a la imagen y semejanza de la visión que el pueblo Judío
tenía incrustada en su mente?
Jesús era
incomprensible. Ante Él sólo cabía caer de rodillas y decir : “Dios mío y Señor
mío”.
Los Evangelistas escribieron desde el otro lado de la Resurrección. Desde este lado comprenden lo Incomprensible. Entre Destruir toda su Creación o Renovarla Dios había tomado la Decisión de Renovarla. Moría el Imperio, nacía el Reino Universal del Hijo de Dios. Era necesario que el Rey de reyes y Señor de señores pusiese su Corona a los pies del trono de Dios, su Padre. En la Cruz moría el Rey de reyes y Señor de señores. En la Resurrección nacía el Rey Universal, Jesucristo.
Era para el Cristo de
Dios que el Antiguo Testamento había sido escrito, y Cristo estaba en Él,
Jesús.
Era este Jesucristo
“Dios nuestro y Señor nuestro” quien se subía al monte, quien desde una barca
le hablaba a las Muchedumbres. El Género Humano no se hundiría en el abismo:
sería rescatado de las garras de la Muerte y sería alzado a la Ciudadanía de su
Reino Universal. Un Reino basado en el Espíritu, en la Fuerza del Amor a la
Vida.
Palabras difíciles de
entender eran las Suyas para pueblos entregados al infierno de genocidios,
masacres, guerras, violaciones y esclavitud desde hacía milenios. La Renovación
de la Mente y del Corazón del ser humano, entregado al bestialismo desde nadie
sabía cuándo no sería una obra de un día para otro. Pero ¿quién
podría atreverse a negarle la Victoria a Dios?
Cristo vino a Renovar la Mente y el Corazón del ser humano. En este orden Jesús fue el Primer Cristiano. Siendo Cristo y Jesús la misma Persona, la Palabra de Jesús hizo de la Palabra de Cristo : Palabra de Dios. Darle la espalda o intentar buscarle la vuelta a esta Lógica es
suicidio.
Si el Homicidio es la puerta a la Guerra, y la Guerra el Camino a la Destrucción de todo Mundo sujeto a la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal, razón por la que Dios Selló su Juicio contra cualquier intento de abrir esa puerta prohibida, Transgresión consumada que le costó a la parte de la casa de los hijos de Dios, no de este mundo, implicados en la Caída del Primer Hombre su Destierro de la Creación, todo alejamiento de la Palabra Divina es romper una lanza en pro de la destrucción de nuestro mundo. No en vano a medida que las naciones se fueron alejando de su Origen Cristiano se fueron acercando a las guerras mundiales. No en vano a
medida que las naciones actuales se han levantado contra la ley de Cristo han
sido conducidas a las puertas de la Muerte.
Lo que Dios renovó: el
Corazón Humano, no puede ser borrado del Edificio Moral Legislativo sin causar
en la Sociedad un terremoto destructivo de consecuencias desoladoras.
La Ley a este respecto
es firme:
Declaración del sexto
precepto
“Habéis
oído que fue dicho: No adulterarás”.
La estructura de la
Familia humana es única en la Historia de la Tierra. La creación de la Sociedad
tiene en esta estructura única su origen. Y en este origen recibe su singularidad
la Naturaleza de la Infancia del ser humano. Todas las especies mamíferas tienen
un Desarrollo General que pasa por alto este Concepto de Infancia, exclusivo
del ser humano. Apenas nacidos los mamíferos se echan a andar y en cuestión de
escaso tiempo se convierten en adultos.
Si el ser humano hubiese
seguido sujeto a esa ley general su futuro no hubiese jamás puesto en escena
los pilares de la Sociedad Interfamiliar e Interracial precursora de la Primera
Civilización, la fundada sobre la Alianza de las Ciudades Estados.
La Familia Humana es pues un Fenómeno en el seno del Árbol de la vida de las especies. La Indefensión del Procreado Humano ante la Naturaleza y la larga duración de su Infancia determinaron el nacimiento de una Nueva Estructura Familiar en la que los procreadores hacen de su prole el centro de su relación, a nivel sexual, y a nivel de interrelación social con las otras familias. La prole se convierte
en “los hijos” de la Familia creada por la Pareja Humana. Sin que intervenga
ley humana y sólo la Ley de la naturaleza, la Familia se forma alrededor de la
Felicidad y Protección de los hijos.
Observamos en el
mundo natural del que el ser humano emerge, es decir, el mundo de los
Antropoides, que la organización familiar y la social venían juntas. El Homo
Sapiens no se desprende de su Origen, lo desarrolla. En el mundo natural
antropoide una vez alcanzado el estado adulto la familia se rompe y da paso a
la sociedad animal específica. En la familia sapiens natural el adulto
permanece en el seno familiar; los hijos de los hijos pasan a ser los hijos de
sus hijos. No sólo se reproducen los hijos, también los padres.
La multiplicación del
género humano se produce en el seno de la Familia.
Pero la Fuerza Vital
detrás de esta Creación Singular, la Familia Humana, es una
Fuerza desconocida para todas las especies. Todas actúan por instinto, y
cuando el instinto cumple su trabajo la familia animal se disgrega. La Familia
Humana existe por la aparición en su estructura genética de una Fuerza Fuerte
que actuando desde su nacimiento se mantiene viva para siempre, esta Fuerza es el
Amor.
Lo que diferencia a esta
Fuerza Fuerte propia del Ser Humano del instinto creador de la familia animal
es el concepto “mis hijos”. Los animales no tienen hijos, tienen prole. Una vez
producida la prole, puesta en el escenario natural se acaba la función del
instinto.
El Amor del Procreador
Humano no se agota, no muere. Permanece. Se extiende a los hijos de los hijos.
Se abre a las familias de la Pareja Reproductora. El Amor crea los lazos
sociales que el instinto no puede crear. Estos lazos sociales creados se
transforman en las bases de la Revolución que determinan la proyección del
Hombre en el Tiempo. La irrupción de este Elemento, el Tiempo, en la estructura
genética del Pensamiento Humano produce la Civilización.
Pero el Amor existe antes
de la Procreación. Y antes del Amor estuvo el instinto.
La ley de la
reproducción de las especies viene definida literalmente por la estructura de
la Naturaleza. Ciclos concretos inalterables, definidos en sus comportamientos
específicos.
El Amor vino con su
propio Comportamiento de relación entre el hombre y la mujer. La evolución del
ser humano continúa en un nuevo escenario, la Familia.
El Fenotipo Humano ha
cerrado su Evolución. La Evolución del Ser Humano continúa en la esfera de la Genética
del Comportamiento. El Amor de los procreadores a los Procreados hace fuerte un
Comportamiento que con el tiempo da lugar a la Monogamia como el Escenario
Natural de la Infancia y el desarrollo perfecto y feliz del adulto humano.
Al principio no hay ley
externa que regule esta ley interna. El Homo Sapiens Paleolítico da paso el
Homo Sapiens Neolítico a lo largo de un camino en el Tiempo durante cuyo
recorrido sus genes se han enriquecido viviendo las sucesivas transformaciones
de los hábitats naturales, en cuyos hipogeos han quedado enterradas las eras
del Pasado.
El genotipo humano ha
ido enriqueciendo su base de datos a lo largo de millones de años. Su
cerebro es la Base de Datos más profunda y extensa del Planeta. Base de Datos
hecha carne que alimentada por la Información que recoge y legada de generación
en generación da Origen a la Inteligencia.
Durante este proceso la
Familia Humana se ha establecido en el Amor y generado la Monogamia como la
relación SOCIAL PROCREADORA HUMANA. La Paz entre las familias y la felicidad
entre los hermanos y los hijos de las demás familias es el Orden Natural sobre
cuyos cimientos nacen las Ciudades Estados.
Lo Sobrenatural, el
Amor, se hace Natural, a fin de que en la Procreación la Creación vea a su
Creador como Padre. Nace el primer Hombre, Adán, el primer rey que conoció la
Tierra.
Cae herido de muerte y pierde la corona. El Crimen se hizo y con él la Guerra. De la Noche a la Mañana todo lo construido durante millones de años se derrumba. El Comportamiento heredado sin necesidad de una Ley externa hace necesario esta Ley a fin de que por la Fuerza de la Ley subsista la Naturaleza. Y la Ley se escribe : “NO
ADULTERARÁS”.
Lo que sin necesidad de escribirse estaba inscrito en el ser, se escribe para que el Ser lo escriba por sí mismo: El Adulterio es una Ofensa contra los hijos. Los priva de su Felicidad. Destruye la Familia. El Adulterio es un ataque directo contra la Estructura de la Sociedad; desintegra la Fuerza Fuerte que une a todas las familias en la Paz Común. El Adulterio es una puerta hacia el Crimen. Y el Crimen es la Puerta a la Guerra
y la destrucción de la Civilización.
El Adulterio rechaza la
Ley de la Naturaleza y causa la involución del Ser humano a la condición
animal; el adúltero rechaza el Amor como Fuerza Esencial distintiva del Ser
Humano y elige el Instinto como Razón de existencia. Su multiplicación implica la
extinción de la Humanidad en el ser humano y su caída en la condición de una
bestia no creada ni existente hasta entonces en la Historia de la Tierra.
Toda las bestias se
rigen por la Ley del Instinto. El Adúltero no reconoce ninguna ley, ni la Ley
de la Naturaleza ni la de Dios; no reconoce más ley que la ley de su demencia.
Destruye la Familia, destruye la felicidad de la Infancia, destruye la Paz de
la Sociedad, destruye al prójimo, se destruye a sí mismo en razón de la ley
natural de la Venganza de quien ha sufrido la destrucción de la felicidad de
sus hijos por una bestia demente que ha renunciado a la humanidad y despreciado
el ser humano como el estado natural del Hombre.
No fue en vano que Dios alzara la pena de muerte contra el adulterio. Una sociedad en la que la felicidad y la formación moral y mental de las generaciones es abandonada en manos de una Moral sin ley es un campo de cultivo de todo tipo de odios y enemistades que creciendo le meten fuego a la Paz y le abren camino a la Guerra Civil. Ante este fin en el tiempo y dados los tiempos salvajes entre los que la Ley adoptó dicha forma, la muerte del adúltero, hombre o mujer, se hizo necesaria. No que su abolición por Cristo, en el orden de la Sentencia, anulase
los efectos de semejante comportamiento antisocial. Pero como en el caso del
Homicidio no quiso Dios que se respondiese al delito con la pena de
muerte, sin por ello dejar se hacerse reo de juicio ante Dios, siendo este
Tribunal infinitamente más incorruptible y de temer que el humano, corruptible
y de circo, en el caso del Adulterio Dios busca la renovación del Hombre
mediante la Aceptación Voluntaria de la Ley Interna, haciendo por ello innecesaria
la Ley externa.
Se busca la
inmunización del Ser contra un comportamiento patológico heredado tras milenios
de viaje por los infiernos de la Ciencia del Bien y del Mal. No buscó el Hombre
este Viaje. No debemos creer, sería irracional creerlo, que de este Viaje el
Comportamiento Genético de los pueblo ha salido limpio y puro. Para nada. Al
igual que se heredan enfermedades mentales corporales por transmisión genética,
en esta misma razón se heredan comportamientos morales y sociales ajenos a la
verdadera naturaleza del Ser Humano. De aquí que Dios busque, sin abolir la Ley
Externa pero distanciando del delito la sentencia dada a los Antiguos, abrir el
Corazón de su Creación para que voluntaria y libremente abrace la Ley Interna
en la que el Hombre tiene su Principio y nuestra Sociedad su Origen.
La Monogamia es el
estado natural por Dios creado para el desarrollo y Felicidad de la Familia
Humana.
Innecesario decir que La
tragedia del Género Humano ha levantado edificios sociales ajenos a la Ley
Moral de la Naturaleza y exclusivamente enraizados en los intereses de algunos
individuos, todos moralmente enfermos y
mentalmente alucinados por la creencia de ser dioses más allá del bien y
del mal, patología demencial que esconden tras coronas, inmunidades
parlamentarias, aforamientos institucionales, etcétera. Ellos han creado una
sociedad en la que su demencia es salud y sus delitos son legales. Ellos han
creado un código de justicia en el que sus crímenes son lo políticamente
correcto y sus demencias la salud mental que le conviene a la democracia.
Nos es dejado a nosotros
la renovación de nuestro comportamiento mediante la aceptación sin límites de
la Ley Interna creadora de la Sociedad Humana. Y diciendo Dios:
“Pero
yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en
su corazón”,
nos marca el camino.
Estrecho y duro, porque habiendo sido forjada la sociedad entre los muros de
una Moral en la que el Amor es una desgracia y el Instinto es todo lo que
cuenta, donde el crimen es legal y la Felicidad de la Familia una ofensa a un
código de justicia creado para hacer que el delito abunde y los delincuentes
compren su absolución al precio estipulado por las leyes del Poder; en esta
Sociedad donde la Familia es el enemigo público número 1 y los hijos el
producto inconsciente de la satisfacción de un instinto animal que no reconoce
ninguna ley humana, este camino ha de ser por fuerza una odisea. Que sin
embargo el Amor, establecido sobre la Ley Sobrenatural, vence para la felicidad
de todos los hijos y Futuro de la Civilización.
En definitiva, todo
cuesta. Nadie pretende hacer creer que abrirse a una Ley Interna que se
escribió en el Ser a lo largo de millones de años pueda hacerse sin acogerse al
Consejo de Dios:
“Si, pues, tu ojo
derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque mejor te es que
perezca uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y
arrójala de ti, porque mejor te es que uno de tus miembros perezca que no que
todo el cuerpo sea arrojado a la gehena”.
Consejo que no debe mirarse por la dureza de la palabra sino por la felicidad de la recompensa. O como dice la Iglesia, más como advertencia que consejo: “Lo que Dios unió, el mundo no lo separe”. El mundo tal cual tiende a eso, a premiar la ofensa y
destrucción de la familia del prójimo, acusando a la víctima y aplaudiendo al
verdugo sin consideración de ninguna clase por el verdadero objetivo del delito
: Los hijos.
Una Nueva Moral
edificada sobre la Libertad de la Ley Interna viene con Dios:
“También se ha dicho: El
que repudiare a su mujer déle libelo de repudio. Pero
yo os digo que quien repudia a su mujer — excepto el caso de fornicación — la
expone al adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio”.
De donde se ve la complejidad
de las consecuencias de la Ley, por cuya complejidad ha sido rechazada la Ley
de la Naturaleza por los códigos de justicia que los ricos y los poderosos
escribieron para legitimar sus delitos.
Como se ve, Dios no creó
al Hombre para vivir en y por el Instinto, sino para vivir por la Ley de la
Felicidad que la Monogamia trae a los hijos. Y quien no quiera tener hijos que
no se case. Pero quien se casa está sujeto a Delito. Del que es defendido por
la Ley Interna de Dios: “Serán dos en una sola carne” dice.
CONCLUSIÓN
Es necesaria la Ley Externa a fin de que la Disrupción de la Familia haga justicia al Ofendido y dirima la Custodia en razón del Delito. Una Justicia que no reconoce esta Ley sino que hace del Adulterio la puerta de la Custodia y destrucción legal de la Felicidad de los hijos es una Justicia criminal, escrita por criminales y administrada por criminales. El Futuro del Género Humano, Ayer como Hoy,
depende de la Felicidad de la Familia, de su Fuerza Nuclear como Vínculo
Interfamiliar, de la Salud Moral y Mental de las generaciones formadas en
una Ley Procreadora en cuyo seno reconoce el Hombre a Dios como Padre.
El Adulterio es un Delito y como tal debe ser admitido a la hora de la Disrupción de la Familia. Él o ella, quien quiera sea el autor, sea despedido del Hogar Familiar y quede sujeto a las consecuencias de la ofensa contra los hijos.
I
LA CUESTIÓN DE LA PENA DE
MUERTE
La idolatrización del Imperio Romano vino de la mano del
Imperio Británico. La historiografía es testigo de la admiración profunda
de la ley británica imperial hacia la
ley imperial romana. La monstruosidad de aquel Imperio que alimentaba a las
fieras con carne humana fue la denuncia del Cristianismo Apostólico que le ganó
el odio hacia la Iglesia y produjo las grandes persecuciones.
Implantada
por el terror la Reforma en el Reino Unido la visión Apostólica del Imperio
Romano pasó del negro al blanco, de las tinieblas a la luz, convirtiéndose así
en la estrella polar de la navegación de la corona de Westminster en su ruta al
Imperio. La realidad fue otra.
El Imperio
que heredó Octavio Augusto estaba en bancarrota.
Un siglo de
guerras civiles y de expansión militar acabó en la Pax Romana no por deseo expreso del Imperio sino por la necesidad absoluta de las
condiciones desastrosas a las que Roma había sido conducida por sus generales y
su sistema republicano de extorsión universal.
La
República era una falacia. La República era un lobo imperial con piel de oveja.
Octavio
Augusto no inventó nada, se limitó a darle curso de legalidad a la realidad. La
República Romana era una ficción. Roma fue siempre un Imperio. La Pax Romana se impuso a Augusto.
El
fratricidio imperial civil había diezmado la población hasta niveles suicidas.
Mantener la ficción de la salud romana en las fronteras exigía mantener la
Dictadura Militar como pilar y fundamento de la Paz Romana. Esa Política no
podía triunfar sin una Imposición Fiscal contra las Provincias, sin miramiento
de ninguna clase a la miseria a la que
conduciría a los pueblos tributarios del Imperio: Ni esa Política Fiscal podía
imperar sin el levantamiento de
dictaduras provinciales al servicio del César. El caso de los Herodes fue uno
entre todos ellos. La miseria de aquella política imperial se tradujo a la
altura de Cristo en las condiciones sociales que nos presentan los Evangelios.
Fue en
medio de aquellas tinieblas en aumento, espesadas por Tiberio como único medio
de mantener la ficción de la Pax Romana, que la
estrella de la Mañana Cristiana implosiona y
desprendiéndose de su vestidura humana se descubre en su verdadera naturaleza Divina
delante de los pueblos de la Palestina de la época.
Las
muchedumbres que oyeron la Parábola del Sembrador no salieron de la Nada.
“Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto
al mar. Se le acercaron numerosas muchedumbres. El, subiendo a una barca, se
sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa”
Esas numerosas muchedumbres habían sido testigos del
Acontecimiento Maravilloso de la Presencia de un Ser Divino cuyo Poder no
conocía límites. Ciegos que habían recibido la vista, cojos que habían recuperado sus piernas, mudos que
hablaban, enfermos finales que sanaban,
fueron la propaganda, el efecto llamada que ese Ser Divino puso en movimiento
para formar esas muchedumbres delante de las cuales se atrevía a profetizar la
Expansión del cristianismo hasta los confines de la Tierra : justamente en los
días en que la Tiranía Imperial Romana se encontraba en su esplendor bajo el
puño de Tiberio.
Nosotros,
habiendo leído la Historia Divina de Jesucristo, vemos en el Espíritu lo que
aquellas muchedumbres vivieron con sus ojos. Ellas veían al Mesías, al hijo de
David, al rey de Israel. Nosotros vemos al Señor Dios que con su Palabra
creó la Luz, el Firmamento, plantas,
peces, aves, bestias y todo lo que existe en la Tierra, y le dio a la Tierra las
estrellas para separarla de las tinieblas exteriores, y Sol y Luna para que
nada perezca. Ese era el Jesús al que familiarmente se dirigían sus Discípulos
todos los días, ese era el Jesús alrededor del cual las Muchedumbres se reunían
atraídas por su Personalidad y su Poder.
Las
Muchedumbres veían y no entendían. Nosotros entendemos y vemos: Aquel era el
Rey del Universo. Y era este Rey y Señor Dios quien mirando al Futuro veía lo
imposible hecho realidad: Su Fe triunfando sobre el Imperio, y sobre los
imperios que le sucederían, hasta la Conversión a su Reino de la plenitud de
las naciones de la Tierra.
Una
semilla, sólo una, pero esa Semilla era la Suya, Semilla que creciendo
todopoderosa se haría un Árbol en cuyas ramas, como aves, las naciones pondrían
sus nidos y desde sus ramas engendrarían
nuevos pueblos.
No sin
lucha. Siempre en guerra, tanto contra los poderes del mundo como contra las
cadenas mentales que tenían al ser humano sumido en las sombras de la Muerte.
Todos
conocemos la Profecía contenida en la Parábola del Sembrador. Todos conocemos
la Naturaleza de la Boca que la sembró. Nadie debe extrañarse de la Historia
del Cristianismo. Venció al Imperio Romano, venció a todos sus enemigos. Y
ahora, en la última Hora, se enfrenta a su último enemigo : la Muerte. ¿Cree
alguien que la Victoria Final de la Palabra del Hijo de Dios no se realizará?
“Dijo, y así se ha hecho”, está en el
tintero. La pluma ya está en la mano. El
papel está presto. La Historia de esta Victoria Final se está escribiendo.
En realidad
se escribió en el mismo momento en que el Hijo de Dios se hizo hombre, creyó en
la Sabiduría de su Padre y abrió su boca para darnos a conocer la Verdadera
Doctrina de la Eternidad sobre la Ley de la Civilización del Reino de Dios.
Misión de los discípulos en la tierra
Necesariamente
quienes estamos a dos mil años de distancia de aquellas Muchedumbres, pero a
ninguna del mismo Ser Divino que desde el Monte nos dirigió su Palabra, por
fuerza de Historia debemos entrar en su Contenido a fin de expandir la luz y
desintegrar las tinieblas de las grandes mentiras y equivocaciones que los
intérpretes de la Doctrina de Cristo sembraron, sin saberlo y quererlo pero
siempre esclavos de los intereses del Maligno.
El
Pensamiento de Cristo Jesús, es decir, del hijo del Hombre, no deja lugar a
juegos de malabaristas.
La luz del
Cristianismo se manifiesta en las “BUENAS OBRAS”; sin BUENAS OBRAS NO HAY
CRISTIANO. Si no hay Cristiano no hay FE.
“La Fe sin las BUENAS OBRAS es FE MUERTA”, lo dijo
el Espíritu Santo. No un Holy Ghost,
es decir, ese “fantasma sagrado” de la Reforma Anglo-Sajona, sino ese Espíritu
Santo QUE VINIENDO DE DIOS en forma de FUEGO entró en los Apóstoles y
deviniendo Ellos su Templo se hicieron SU Esclavo para que su Espíritu viviese
entre los hombres y echando raíces la Semilla del Hijo de Dios comenzase su
Historia hasta hacerse el Árbol de la Plenitud de las Naciones.
NO es la
teología, ni es el pensamiento la luz de Cristo. La Luz y la Sal que viene de
Dios y se hace hombre son las BUENAS OBRAS hechas en la FE y por la Fe de
Cristo. Ese mismo Ser Divino hacia el que corrían las Muchedumbres lo dijo en
más de una ocasión : “Si no vieseis las Obras que hago no creeríais en Mí”.
De donde se
ve que no fue por la doctrina ni por su pensamiento ni por sus palabras que las
Muchedumbres le persiguieron; fue por sus obras.
Y si Su
Hijo no hubiese desplegado la Gloria de su Libertad Todopoderosa sobre aquellas
muchedumbres, Dios no hubiese triunfado. Razón por la cual el Espíritu Santo
escribió : “La
fe sin las Obras de Cristo es fe muerta”. Juicio Divino que da Razón obvia al porqué la
Reforma arrancó del Libro de Dios esta Epístola del Espíritu Santo.
El Juicio
de Dios es firme: Repite cien mil veces al día “Jesús es el Señor” y a la hora
de la Noche te despertarás ante tu
condena. Y al contrario, comparte tu pan con el hambriento, da de beber al
sediento, viste al desnudo, hazle a tu prójimo lo que a tí te gustaría que te hiciesen de encontrarte en su posición, y deja al hipócrita
repetir cien mil veces Aleluya Aleluya, tu recompensa
será el Cielo.
Es por
donde empieza Cristo Jesús su Doctrina:: Las Obras de la Fe lo son todo; sin
las Obras que vemos en Jesucristo, no hay Fe. Donde la Razón se impone el
Infierno triunfa. El Hijo de Dios no nos ganó por su Pensamiento ni por la
Ciencia; su triunfo se basó en las Obras del Amor de Dios por su Creación, del
Amor del Hombre hacia sus semejantes.
Antes de
empezar a hablar, aquél Ser Divino
perseguido por las Muchedumbres, que se habían saciado viendo y viviendo sus
Obras, lo deja todo claro, sin confusión y sin ambigüedades: El Reino de Dios
es la expresión visible del Amor del Creador por su Creación, el Cristiano es
la expresión de este Amor Divino entre los hombres, y como tal la Fe sin las
Obras de Cristo no es fe, ni hay cristiano en esa fe. El Cristianismo es ante
todo y sobre todo Acción, Hechos, Obras hechas en el Amor de Dios entre los
hombres para el Bien de la Salvación de todos los hombres.
Quienes
niegan y negaron que las Obras de Cristo no sean necesarias para la Salvación son
siervos y sirvieron al Maligno. No existe Cristiano sin Obras, pues la Fe vino de las Obras de Jesús hechas en
Cristo.
Sin Cristo
las obras de Jesús hubiesen sido : 1,su entronización como rey de Israel,
heredero de la corona del rey David; 2, su declaración de guerra contra el
Imperio; y 3, conquista de la Tierra para el Imperio de Dios.
¿Cuáles
serían las Obras por las que vendría la Salvación Universal?: ¿las de Jesús,
Dios Hijo Unigénito, o las de Cristo, el
Siervo de YAVÉ DIOS?
Innecesario
perderse en discusiones bizantinas. La Salvación vino por las obras de Cristo.
Y no hay Fe donde no existen estas Obras. Ergo, si por las Obras de Cristo vino
la Fe al mundo, quienes declararon y declaran que de la Fe sin las Obras viene
la Salvación fueron y son siervos del Maligno.
Las Obras
de Cristo llenan la Doctrina de Jesús: Piedad y Misericordia, Justicia y
Verdad, Amor al amigo y al enemigo, Perdón al hermano y al vecino, denuncia de
la corrupción y lucha hasta el último aliento contra el Mal en todas sus formas.
Dar de comer al hambriento, vestir al denudo, sanar a los enfermos, socorrer a
los huérfanos y a las viudas, ser hermanos de todos, todos somos hijos de Dios
ante cuyo Corazón todos somos iguales y herederos de los mismos Derechos
Divinos.
Quien
proclama que Jesús es el Señor, el Hijo de Dios, y olvida las Obras de Cristo,
es el hipócrita e insensato sobre el que está escrito : Apartaos de mí, hacedores de maldad, e id
con el Diablo, vuestro Amo, al Infierno.
Pero ¡Silencio!:
El Señor Dios, Creador de la Luz y del Firmamento, y de todo lo que existe en
la Tierra, habla. Está en la cima del monte, o en una barca, y desde lo
imposible, que pueda ser escuchado por las Multitudes a los pies del Monte, o extendida
sobre la playa, habla.
Jesús ante la Ley antigua
Jesús
no vino a Abolir la Ley de Dios. El Maligno vino a abolirla.
“No, no moriréis; es que sabe
Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios,
conocedores del bien y del mal”
Ciertamente,
un cuchillo existe para cortar el pan. Pero si se lo hincas a un ser humano por
el efecto conocerás algo que no sabías, que ese mismo cuchillo que sirve para hacerte
la vida más fácil en las manos de la Muerte es un Instrumento de condenación.
Pues la Ley dice :
“No comáis de él, ni lo
toquéis siquiera, no vayáis a morir”
De manera
que procediendo tu conocimiento del crimen por el crimen eres juzgado digno de
muerte por tu conocimiento con origen en la transgresión de la Ley, que, sin
necesidad de la experiencia, por la Fe te daba a conocer, sin necesidad del
crimen, lo que con el crimen has descubierto: tu condenación eterna.
No podía
Jesucristo venir a imitar al Maligno. El Mesías no vino a abolir la Ley de
Dios. El hijo de Adán, hijo de David, vino a ejecutar la Sentencia contra el
Maligno por su Transgresión de la Ley, que ordenaba formar al Hombre a la
Imagen del Hijo de Dios, a cuya Semejanza es formado toda la Creación.
Satanás, el
Maligno, la Serpiente Antigua, aleja al Hombre del Modelo Original Divino y le
pone delante una imagen maligna de los hijos de Dios, acorde a la cual los
hijos de Dios son dioses más allá del Bien y del Mal.
Este es el
Origen de las Mitologías. El dios de las religiones antiguas era la imagen que
el Maligno, Satán, la Serpiente del Edén, tenía de sí mismo en cuanto dios. Su
veneno estaba en su palabra.
¿Abolió, ha abolido Dios su Ley a fin de que nadie vuelva a ser
condenado en base a un pecado cometido en su ignorancia sobre la Historia del
Universo antes de la creación de su mundo?
¡Para nada!
En efecto,
si no hubiese nacido Cristo la Ley hubiese sido abolida en razón de la Victoria
de Jesús sobre Satán, a costa de una Visión del Hijo de Dios establecida sobre
la Imagen de Terror a su Omnipotencia. Nacido Cristo en Jesús la visión del
Hijo de Dios es la del Amor. La Ley vence. La Ley triunfa. Dios es el Vencedor.
Cristo es su Victoria. Su Hijo conquista la Gloria no por el Terror a Dios …
sino por el Amor a Dios.
¡Cómo
entonces podía venir Jesucristo a ABOLIR la Ley de Dios! Quienes la habían
abolido habían sido los fariseos y los saduceos. Mediante un enjambre de
sentencias y decretos humanos habían
enterrado el espíritu y la gloria de la Ley en el cementerio de su crueldad para
con sus propios hermanos en Abraham.
La Ley de
Dios es eterna. La Ley permanece por la eternidad. “El que come, muere”. “Quien le
dé de comer a su prójimo, morirá”. No hay tierra de nadie en la que
establecerse para sobornar a Dios. “La Ley es Dios”. Quien
no la ama, que se apreste a temerla. La Vida eterna no es un juego. No es un
capricho de Dios. Su Reino está gobernado por la Ley de la Verdad, madre de la
Justicia, madre de la Paz. Y la Libertad es el fruto del Árbol de la Vida.
Ahora hay
que poner en práctica esta Civilización, este Reino de Dios en la Tierra. Hay
que edificarlo.
No basta
creer, no es suficiente con conocer: Hay que poner manos a la Obra. Teniendo
por Origen de nuestra Vida a Cristo, Encarnación del Hijo de Dios, a cuya
Imagen y Semejanza toda la Creación es formada, nada está lejos de nosotros,
todo nos es posible, la Victoria está en la Fe, y la Fe en las Obras. Dice Dios
: “A trabajar pues. Manos a la obra”.
Declaración del quinto precepto: No matarás; el que matare será reo de juicio
Hablamos de
la Pena de Muerte:
¿Le es
lícito al Estado lo que le es negado al Ciudadano?
¿Puede la
cabeza negarse a admitir el Crimen y sin embargo el brazo entregarse a su
realización?
Pero si
matas, serás reo de juicio. Y sin embargo la Ley se mantiene : “No matarás”.
De hecho
Dios no condena a Caín a la muerte, sino a vivir de por vida la condena
merecida por su delito. De manera que el Estado no puede adjudicarse el Poder
de transgredir la Ley ni el Beneficio de absolver la Condena de por vida al
Transgresor. Quien mata, muere, pero muere viviendo su muerte en vida. Quien no
ama la Ley, debe temerla; pero si el temor a la Ley se pierde, crece el Crimen
y el Delito se multiplica.
La Ley es
tanto para el Estado como para el Ciudadano. Un Estado que no se rige por la
Ley del Ciudadano es un Estado que se gobierna por esa Ley maligna que sitúa a
sus gobernantes en ese status quo de a “dioses” más allá del bien y del mal, es
decir, más allá del brazo de la justicia.
La
Abolición de la Pena de Muerte es, en consecuencia, una Necesidad Natural
implícita en la Constitución del Reino de Dios. A la vez que el Destierro de la
Sociedad es la Sentencia contra quien no temiendo la Ley se entrega en libertad
al Crimen.
Dicho esto,
la Sociedad tiene por horizonte la
Necesidad de levantar un Edificio en el que las causas del Homicidio, una vez
vencida la Muerte, no encuentre campo donde echar raíces.
El árbol de
la Muerte crece hasta dar su fruto, la Guerra.
La imagen
de ser el fruto del Árbol prohibido la relación sexual procede de la ignorancia
y del analfabetismo de las naciones. Antes de crear el Edén ya dijo Dios : “Creced y
multiplicaos”. No puede Dios
maldecir un día lo que bendijo el día antes. La hipocresía natural al Judaísmo
degeneró en esta versión maligna que el Puritanismo de la Reforma Anglo-Sajona
exportó a la Edad Moderna mediante la creación de sus cientos y miles de sectas
analfabetas e irracionales. Fenómeno es ver cómo la Reforma que declaró ser “la
Razón” su hada madrina acabó abrazándose
a la irracionalidad en que el Judaísmo saduceo y fariseo de los tiempos de
Cristo vivió.
Volviendo a
nuestro tema, la Doctrina de Dios es firme : La Lucha contra el Crimen y el Mal
en todas sus formas comienza en la Casa, en el hogar, entre los hermanos, en la
Familia.
“Pero yo os digo que todo el
que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el que le dijere “raca”
será reo ante el sanedrín y el que le dijere “loco” será reo de la gehenna de fuego”.
Si no somos
capaces de comprender a nuestros hermanos en sus arranques, ni perdonarles sus
errores, ni contra ellos refrenar nuestras lenguas, ¡qué sucederá cuando los
autores sean unos desconocidos! La
batalla contra el Mal, la lucha por una Civilización inmunizada contra el
Crimen comienza en el Hogar, en la Familia.
La Familia
es el Núcleo de la Sociedad, el átomo sin el que no existe el Edificio de la Sociedad.
Es en la Familia donde el Amor se manifiesta y desde este núcleo vital se
expande a la Sociedad para hacer de la Sociedad una Familia Universal.
Una Familia
en la que el Amor ha sido alienado provoca una disrupción en la Sociedad que de
multiplicarse ocasionará el terremoto de su colapso.
Una
Sociedad que pretenda sobrevivir sin contar con la Familia como el Núcleo de
donde parte su existencia deviene una Dictadura tiránica cuyo Gobierno sólo
puede subsistir alzando al Poder los peores elementos de esa nación. Y esta
Nación camina hacia la Guerra Civil en razón de la Lucha que causa la
destrucción desde el Poder de la Familia como Origen y Núcleo Fuerte de la
Sociedad.
Si vas, pues, a
presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene
algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte
con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda.
Así pues,
si la Familia es el Origen de la Sociedad, la Sociedad es el Origen de la
Civilización. Como no puede haber Sociedad si antes no ha existido la
Familia; no puede haber Civilización si antes no existe la
Sociedad.
Este es el
progreso en crecimiento de la Vida en el Universo. Se reproduce aquí en la
Tierra, se ha reproducido antes en otros Mundos y se reproducirá siempre en los
mundos que vengan.
El salto
del mundo prehistórico al histórico se realiza en el seno de la Familia. La
expansión reproductora natural al núcleo familiar engendra de por sí la
Sociedad. Unidas las familias por la conexión reproductora el vínculo del Amor
que las unió en una Sociedad de familias se trasladó al Poder. Y desde esta
Base Histórica comenzó el Progreso hacia la Civilización, creación producida
por la Fusión en una Sociedad Universal de las distintas Sociedades con Origen
en los diferentes Núcleos Familiares desde los que partió la Historia del
Género Humano.
Este
Crecimiento no anula ni abole el espíritu fundacional de la Civilización : el
espíritu del Amor entre los hermanos. La desaparición de este vínculo fundacional
irrumpe en la Sociedad para su disgregación, declive y desaparición. Proceso
que sólo puede ser ralentizado mediante una Dictadura del Poder enemigo de
dicho vínculo. A este Poder, ante la lucha contra su Dictadura, y a fin de
evitar la Guerra Civil sólo se le deja la opción de seguir hacia adelante y lanzarse
por la Tiranía.
Una vez
abierta la caja de Pandora de la destrucción del Átomo Original de la Sociedad
y de la Civilización, o sea, de la Familia Natural Cristiana, la disyuntiva que
se abre delante de una Nación atrapada en un dilema fratricida de esta
naturaleza es la Guerra Civil o la Revolución de la Sociedad establecida sobre
este Origen Divino de la Familia.
Destruído el Amor
como la Fuerza Fuerte que mantiene unida a la Familia, la desintegración de
esta Núcleo implica la destrucción de la Sociedad edificada sobre esa Fuerza. Esta
Fuerza viva se extiende más allá de las puertas del Hogar y aplicándole esa
misma conducta al prójimo hace de la Sociedad un campo de encuentros
reconciliadores y no de odios imperdonables.
Muéstrate, conciliador con tu
adversario mientras vas con él por el camino, no sea que te entregue al juez, y
el juez al alguacil, y seas puesto en prisión.
Una Sociedad fundada en el Amor Intra e Interfamiliar no se cierra sino que se abre a todos los Ciudadanos. Sujetos
todos a una herencia milenaria establecida sobre la Ciencia del Bien y del Mal,
es lógico que las discrepancias y las
fuerzas sub e inconscientes que legislan nuestro background emocional subjetivo, azuzando el fuego latente en las cenizas, nos arrastren a los
unos contra los otros.
¿No tenemos capacidad de juicio para dirimir las cuestiones
entre nosotros?
¿Debe la justicia ocuparse de las competencias que le
corresponden a Ciudadanos con juicio propio e independencia intelectual,
maduros en el espíritu social, perfectamente capacitados para sentarse hablar y
disolver los muros de un Pasado que nos ahogan entre sus límites históricos?
Parece evidente que entregada la Justicia de los hombres al
Poder del Dinero y la Corrupción de los Gobiernos sus representantes hagan de
esa Justicia su diosa, su Palacio al que llamar a todos sus detractores a
sabiendas que siendo una Ramera sus servidores y ministros harán la voluntad de
su proxeneta, el Poder, sea del Dinero o del Gobierno. La Religión de este
Poder es “Yo soy el Estado y la Justicia es mi Esclava”.
Amén.
Que en verdad te digo que no
saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.
Así sea.
CONCLUSIÓN
Si de un
lado la pena de Muerte en la Sociedad Cristiana es un paso atrás hacia fuera
del Reino de Dios y hacia adelante al encuentro de la Caída de dicha Sociedad. El Temor a la Ley es la piedra básica de la
Justicia a fin de que por el Temor al Destierro en vida y de por vida de la Sociedad
el ejecutor se reprima y considere el efecto sobre su cabeza del delito. Desde
este Temor, allí donde el Amor a la Ley no es suficiente, la Sociedad tiene el
deber de poner a disposición de todas las Familias los recursos humanos y
naturales necesarios para que la Transgresión no se presente como posibilidad en
el escenario de la conducta del ciudadano.
No menos cierto es que el Juicio de Misericordia
es aplicado sobre las causas accidentales conductoras y ejecutantes de la
Transgresión en las que una razón debilitada fue arrastrada al Delito. Esta es
la Base de la Redención del Hombre. Esta Redención de causas accidentales
debilitadoras no se le aplicó al Homicida de Adán en cuanto cometió su Delito
con Premeditación y Conocimiento pleno de su Acción Transgresora.
En el orden actual la Aplicación de este Juicio
Irredento se extiende a las organizaciones criminales operantes con pleno conocimiento
de causa, sea en la cuestión de trata de seres humanos, narcotráfico, organizaciones
políticas dictatoriales establecidas sobre el crimen de la población,
organizaciones terroristas ejecutoras
del crimen como medio político o económico o independista, crimen contra la infancia,
violación con crimen contra la mujer.
Es decir, la Ley no solo es Todopoderosa sino
que siendo Omnisciente aplica la Misericordia en las causas donde el
transgresor ha sido arrastrado al Delito por fuerzas externas a su propia
Consciencia.
En el caso de no existir esta Ausencia, la el
Juicio contra la Pena de Muerte, sea directa o indirecta, es el Destierro de
por vida de la Sociedad.
La Misericordia aplicada a la Consciencia es un
Delito contra el Futuro de la Humanidad. El que conscientemente comete Delito conscientemente
Acepta su Destierro de por vida de la Sociedad. La Justicia no puede aplicar
Misericordia en Juicio contra el Transgresor Consciente de su Delito sin caer
en su transformación en agente de perpetuación y multiplicación del Crimen.
CRISTO RAUL
DE YAVE Y SION
“EL
VENCEDOR EDICIONES”
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